11 abril 2015

'Gett: el divorcio de Viviane Amsalem': ser mujer en Israel

Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, 2014)
Durante dos horas, el frío cuarto del juzgado judío
alberga todo tipo de emociones en Gett
Algunas películas son interesantes, representativas y necesarias. Otras son entretenidas, vibrantes y sorprendentes. Pero sólo algunas —muy, muy pocas— logran conjugar ambas facetas y convertirse en auténticas obras maestras. Y sí, Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (2014), el intenso retrato del largo proceso judicial atravesado por una mujer israelí por lograr el ansiado divorcio, es una de ellas. Hace unos días hablé de las escasas películas protagonizadas por mujeres ganadoras del Óscar a lo largo de la historia. Pues bien, hoy hablo de una cinta protagonizada por una mujer enfrentada a un mundo de hombres tan machista como ridículo, una obra clave para el movimiento de liberación de la mujer en Oriente Medio. Porque sí, en muchos aspectos Israel se acerca más a los arcaicos países árabes que lo rodean que a los europeos a los que pretende emular.

Ronit Elkabetz en Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, 2014)
En un mundo de hombres, la propia Viviane Amsalem
tarda en aparecer en pantalla pese a ser la protagonista
Gett: el divorcio de Viviane Amsalem es la tercera película de los hermanos Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz tras To take a wife (2004) y Los siete días (2008) y supone indudablemente su trabajo más maduro y memorable. Gracias a estar coescrita y codirigida por un hombre y una mujer, la cinta logra mostrar los acontecimientos de forma objetiva, concediendo a los personajes masculinos la misma importancia que a los femeninos. Del mismo modo, los hermanos Elkabetz intentan representar la cultura y la ley judías con respeto y realismo, aunque, ante un país donde la mujer se considera propiedad del marido (necesitando su consentimiento, no sólo para divorciarse, sino a menudo simplemente para salir de casa), algunas posturas resultan difíciles de entender.

Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz dirigen Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (2014)
Los hermanos Elkabetz han destinado
su carrera a la denuncia social
Además de codirigir la cinta, Ronit Elkabetz encarna a Viviane Amsalem, quien, sin ser un personaje real, representa a todas las mujeres israelís que se han visto las caras alguna vez con un sistema que las trata como seres inferiores. Y es que, desde la primera escena, vemos a Viviane siendo maltratada, humillada e ignorada, nunca directa, sino indirectamente, por los hombres que la rodean (e, incluso, algunas mujeres). Todos ven claro el problema: Viviane no tiene un motivo claro para pedir el divorcio. Si su marido nunca le ha puesto la mano encima, ¿qué motivos podría tener ella para querer separarse de él? La propia voluntad de la protagonista vale mucho menos que la tradición. Y eso que ésta no podría ser más absurda. Israel, un país aparentemente moderno y próximo a Europa en ambos sentidos, se revela como un lugar inhóspito para las mujeres a causa de una religión arcaica que lo domina por completo. No es que los rabinos sean idiotas o crueles, sino que actúan en función de una sociedad que sí lo es. Desde hace demasiado tiempo.

Póster de Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, 2014)
El cartel plasma la dualidad entre
el pasional cambio y la fría tradición
Aun así, Gett: el divorcio de Viviane Amsalem no se limita a criticar esta situación, sino que aprovecha sus casi dos horas de metraje para introducir a personajes variopintos que, bien como jueces, bien como testigos, ponen su granito de arena a la interminable tortura de Viviane, en ocasiones como aliados, pero a menudo como enemigos (a veces, sin ser conscientes de ello siquiera). El excelente guion sólo precisa de un par de minutos para plasmar vidas tan distintas como la de la mujer liberal que ha perdido su propia batalla pero está dispuesta a luchar por las ajenas o la pareja tradicional que lleva una vida aparentemente ideal pero fácil de resquebrajar con un par de cuestiones vitales, quienes aportan, respectivamente, las punzadas más cómicas y dramáticas del film. Las dos tesituras extremas están representadas por dos hombres de carácter opuesto y vital importancia para la protagonista: su marido y su abogado. El primero está interpretado por el aclamado actor israelí Menashe Noy, mientras que el segundo está encarnado por el intérprete francés de ascendencia armenia Simon Abkarian (conocido por su participación en Casino Royale, de Martin Campbell, en 2006), cuya reveladora mirada logra lo imposible: que lleguemos a identificarnos con su personaje. Sólo por momentos, por supuesto, porque si algo tenemos claro desde el principio es que Viviane merece hacer realidad su voluntad. Y eso que el hermano y abogado del marido (Sasson Gabai) no tiene reparos en hacernos dudar con argumentos tan irrisorios como comprensibles (al menos, contextualizados en una sociedad donde la preservación del hogar judío se antepone al interés personal).

Sasson Gabai y Simon Abkarian en Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, 2014)
La naturalidad de todo el reparto de Gett
no impide la excelencia interpretativa
Toda la puesta en escena gira en torno a los personajes, pues los realizadores buscaban constituir un prisma de diversos ángulos de todos ellos. De hecho, la cámara siempre toma el punto de visto de alguno de ellos (con lo que estos sólo aparecen en pantalla cuando alguien los contempla desde dentro de ella). A este respecto, resulta magnífica la labor del montaje de Joel Alexis, cuyas decisiones a la hora de qué mostrar y qué no son clave de la dirección tomada por el relato. Por su parte, el por lo general frío vestuario de Li Alembik juega un importante papel a la hora de reflejar el estado de ánimo de la protagonista, siendo destacable el uso del provocador color rojo como respuesta de ella a la ceguera de su marido (atención al revelador primer plano de los zapatos).

Gett: el divorcio de Viviane Amsalem (Ronit Elkabetz y Shlomi Elkabetz, 2014)
El simbolismo de la sala de espera es claro:
el proceso de Viviane dura cinco largos años
Gett: el divorcio de Viviane Amsalem no es la historia de una única mujer, sino la de un país necesitado de revisión. Y, aunque tristemente se quedó fuera de la cuestionable lista de preseleccionadas para el pasado Óscar a mejor película extranjera (quizá a raíz del 'lobby' judío hollywoodiense), fue un auténtico éxito internacional, como prueban sus reconocimientos en los festivales de Chicago, Jerusalén, Palm Springs y San Sebastián, así como en los Globos de Oro, los Satellite Awards y la National Board of Review, tres entidades normalmente precursoras de los galardones de la Academia de Hollywood. Curiosamente, la propia academia israelí sólo le concedió dos galardones (a partir de doce nominaciones), incluyendo, eso sí, el correspondiendo a mejor película, así como el relativo a mejor actor secundario para Sasson Gabai, quien ya tuvo un momento de gloria similar hace unos años al alzarse con el Premio de Cine Europeo por su gran trabajo en La banda nos visita (Eran Kolirin, 2007). Como suele suceder, en Israel el séptimo arte va un paso por delante de la sociedad, pero confiemos en que este país se desprenda pronto del manto de normas arcaicas que lo envuelve y adquiera el papel que le corresponde en la interminable lucha por la igualdad. 


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

3 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Me apunto la peli. Me atrae verla.

    Saludos!

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  2. Me cambió por completo la imagen que tenía de Israel: pensaba que sería un país más moderno, sin tribunales religiosos ni nada por el estilo.

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  3. La leo el día que ha muerto su directora y actriz principal. Una valiente denuncia feminista en un país superconservador en estos aspectos hombre-mujer, al menos en los sectores más ortodoxos.

    Un abrazo, Juan

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