Aunque
algunos se empeñen en negarlo, este mundo siempre ha sido y sigue siendo
sexista. Y es que, por mucho que la ley diga lo contrario, los hechos son
claros: los hombres y las mujeres no son iguales porque, ni se ven a sí mismos
como tales, ni son tratados por la sociedad por igual. La industria del cine no
sólo no ha ido nunca por delante a este respecto, sino que incluso ha quedado
anclada al pasado. Así, son muy pocas las mujeres que han podido convertirse en
directoras, y muy pocas las que se han ganado un lugar entre los grandes
realizadores de la historia. ¿Cómo es esto posible, siendo el cine una
industria tan supuestamente liberal? Pues porque, aunque los actores,
guionistas, fotógrafos, etc. suelen presentan una mentalidad abierta y
progresista, quienes mueven el dinero, es decir, los productores y altos
ejecutivos de los estudios, ven la realidad de un modo distinto. Y, en esa
realidad, la dirección es el campo de los hombres. Por suerte, algunas mujeres
se han rebelado contra esto y accedido a la dirección, ofreciendo películas
verdaderamente interesantes con una perspectiva diferente. A ellas y a todas
las mujeres luchadoras del mundo va dedicado este pequeño análisis de 16
películas de directoras, ordenadas cronológicamente en representación de distintos contextos, culturas y movimientos, con el que celebro el Día Internacional de la Mujer.
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Ida Lupino dirige y protagoniza con acierto El bígamo |
√ El bígamo (Ida Lupino, 1953).
A menudo olvidamos que la mítica actriz Ida Lupino fue una de las primeras
mujeres cineastas. Y es que, por desgracia, su obra es bastante desconocida,
pese a ofrecer films tan interesantes como este drama sobre un hombre (Edmund
Gwenn) con dos vidas: una mujer en San Francisco con la que espera adoptar un
bebé y un segundo matrimonio, bebé incluido, en Los Angeles. Las dos mujeres no
son otras que Joan Fontaine y la propia Lupino, quienes realizan un trabajo
impecable. Si bien la obra empatiza con el infiel protagonista, hay algo mágico
en la visión de Lupino que nos permite perdonarlo sin por ello justificar sus
hechos y, a la vez, ser conscientes de la soledad que experimentan las dos
mujeres, una temática prácticamente tabú en aquella época.