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Shailene Woodley y Theo James forman la atractiva (y necesaria) pareja protagonista de Divergente |
Durante los
últimos años, gracias en gran parte al éxito de la adaptación cinematográfica de
las novelas de Harry Potter, de la
británica J. K. Rowling, las películas de fantasía protagonizadas por
adolescentes han demostrado ser el mejor modo de llegar al público joven. ¿La
estrategia? Aprovechar el tirón de una novela —o, mejor, saga de libros— de
éxito para lanzar al estrellato a jóvenes actores promesa cuya falta de experiencia
se palia con ilusión y, sobre todo, belleza. El último ejemplo es Divergente,
dirigida por Neil Burger a partir de la novela de Veronica Roth, cuyo
estreno dio origen a un interesante debate sobre el triunfo y fracaso de este
tipo de producciones.
El éxito de
los films de Crepúsculo, que dieron comienzo en 2008 bajo la dirección de
Catherine Hardwick (a la que seguirían Chris Weitz, David Slade y Bill Condon),
adaptados a partir de las novelas de Stephenie Meyer, es muestra suficiente de
que la calidad importa poco mientras se cuente con los dos factores
mencionados: novela de éxito y nuevas estrellas adolescentes. Poco importa que
las interpretaciones de Kristen Stewart,
Robert Pattinson y Taylor Lautner den vergüenza ajena, que
el guión sea mediocre o que los efectos visuales sean más propios de un
telefilm que de un blockbuster, porque, para determinada parte del público, los
diálogos cargados de romanticismo simplista son más que suficiente.