En 2008, ¡Mamma Mia! La película, dirigida por una inexperta Phyllida Lloyd en base a un simpático guion de Catherine Johnson que ya había triunfado en los escenarios de Broadway, conquistó a los fans de los musicales desenfadados, de una Meryl Streep que demostró que ningún género se le resiste y, por supuesto, del inmortal grupo sueco ABBA. La crítica, sin embargo, reaccionó con acidez, opinando que probablemente se lo pasaran mejor los intérpretes haciéndola que los espectadores viéndola. Se equivocaban: pese al rebosante cutrerío, aquella cinta fue y sigue siendo un perfecto "placer culpable". Una década más tarde, sin embargo, la secuela —y precuela— ha logrado lo que parecía imposible: conquistar a toda clase de públicos, incluyendo los más exigentes, gracias a un guion más sólido, un reparto más entregado y, sobre todo, una puesta en escena mucho más elaborada.
Mamma Mia: Una y otra vez (Mamma Mia: Here We Go Again!, 2018) es la tercera y mejor película del guionista y realizador londinense Ol Parker, quien no terminó de convencer con Rosas rojas (2005) y Ahora y siempre (2012) pero sí con el libreto de El exótico Hotel Marigold (John Madden, 2011) (no tanto, con la insípida secuela: El nuevo exótico Hotel Marigold, también de Madden, 2015). Consciente de qué funcionó en 2008 (el candor del elenco y el retrato del cariño familiar) y qué no lo hizo tanto (la factura amateur y, sí, la falta de entonación), él ha ofrecido la perfecta segunda parte, dando al excelente reparto de aquella la oportunidad, bien de redimirse (Pierce Brosnan, que llegó a ganar el Razzie por lo que parecía más un paseo frente a la cámara que una interpretación, ofrece esta vez un trabajo harto sentido y valiente con el que parece aceptar su edad por vez primera), bien de reencontrarse consigo mismos (Meryl Streep, que brilló en su día como nunca, hace una aparición breve pero estelar que nos recuerda lo efímera que es la vida), bien de demostrar cuánto han evolucionado (Amanda Seyfried, por aquel entonces una "colegiala", ya es toda una actriz hecha y derecha). Junto a los tres intérpretes mencionados, volvemos a encontrarnos, como si de viejos amigos se tratasen, con los divertidos —y a todas luces atractivos— Christine Baranski, Julie Walters, Colin Firth, Stellan Skarsgard y Dominic Cooper. Y, claro, sumamos rostros nuevos, a destacar una brillante Lily James (la Cenicienta de Kenneth Branagh, 2015) como la versión joven de Streep, además de un simpático Andy García y, sí, la mejor anexión que podía imaginarse: Cher, quien ya ha expandido el misticismo anunciando su propio disco de canciones de ABBA (estos dos últimos, todo hay que decirlo, parecen metidos con calzador).
Nada como la fabulosidad de Cher |