28 julio 2018

'Mamma Mia: Una y otra vez': decisiones que lo cambian todo

En 2008, ¡Mamma Mia! La película, dirigida por una inexperta Phyllida Lloyd en base a un simpático guion de Catherine Johnson que ya había triunfado en los escenarios de Broadway, conquistó a los fans de los musicales desenfadados, de una Meryl Streep que demostró que ningún género se le resiste y, por supuesto, del inmortal grupo sueco ABBA. La crítica, sin embargo, reaccionó con acidez, opinando que probablemente se lo pasaran mejor los intérpretes haciéndola que los espectadores viéndola. Se equivocaban: pese al rebosante cutrerío, aquella cinta fue y sigue siendo un perfecto "placer culpable". Una década más tarde, sin embargo, la secuela y precuela ha logrado lo que parecía imposible: conquistar a toda clase de públicos, incluyendo los más exigentes, gracias a un guion más sólido, un reparto más entregado y, sobre todo, una puesta en escena mucho más elaborada.

Amanda Seyfried, Dominic Cooper y Cher en Mamma Mia: Una y otra vez
Nada como la fabulosidad de Cher
Mamma Mia: Una y otra vez (Mamma Mia: Here We Go Again!, 2018) es la tercera y mejor película del guionista y realizador londinense Ol Parker, quien no terminó de convencer con Rosas rojas (2005) y Ahora y siempre (2012) pero sí con el libreto de El exótico Hotel Marigold (John Madden, 2011) (no tanto, con la insípida secuela: El nuevo exótico Hotel Marigold, también de Madden, 2015). Consciente de qué funcionó en 2008 (el candor del elenco y el retrato del cariño familiar) y qué no lo hizo tanto (la factura amateur y, sí, la falta de entonación), él ha ofrecido la perfecta segunda parte, dando al excelente reparto de aquella la oportunidad, bien de redimirse (Pierce Brosnan, que llegó a ganar el Razzie por lo que parecía más un paseo frente a la cámara que una interpretación, ofrece esta vez un trabajo harto sentido y valiente con el que parece aceptar su edad por vez primera), bien de reencontrarse consigo mismos (Meryl Streep, que brilló en su día como nunca, hace una aparición breve pero estelar que nos recuerda lo efímera que es la vida), bien de demostrar cuánto han evolucionado (Amanda Seyfried, por aquel entonces una "colegiala", ya es toda una actriz hecha y derecha). Junto a los tres intérpretes mencionados, volvemos a encontrarnos, como si de viejos amigos se tratasen, con los divertidos y a todas luces atractivos Christine Baranski, Julie Walters, Colin Firth, Stellan Skarsgard y Dominic Cooper. Y, claro, sumamos rostros nuevos, a destacar una brillante Lily James (la Cenicienta de Kenneth Branagh, 2015) como la versión joven de Streep, además de un simpático Andy García y, sí, la mejor anexión que podía imaginarse: Cher, quien ya ha expandido el misticismo anunciando su propio disco de canciones de ABBA (estos dos últimos, todo hay que decirlo, parecen metidos con calzador).

03 julio 2018

'Han Solo: Una historia de Star Wars': oportunidades (des)aprovechadas

Han Solo, hasta ahora encarnado por el gran Harrison Ford, es uno de los personajes más populares del universo Star Wars. Para muchos, de hecho, es el héroe galáctico por antonomasia, aun cuando hasta ahora nunca había protagonizado su propio film. Su spin-off era, por consiguiente, anhelado y temido a partes iguales. Y el resultado, lamentablemente, no ha sido el esperado, aun cuando Han Solo: Una historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018) dista mucho de ser un desastre.

Han Solo: Una historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018)
Alden Ehrenreich se transforma en el joven Han Solo
Una producción harto rocambolesca que incluyó la sustitución de Chris Miller y Phil Lord a última hora por el veterano Ron Howard (oscarizado por el drama Una mente maravillosa (2001), pero recientemente aficionado a la acción) ha desembocado en una obra parca en personalidad. Lawrence Kasdan, que ya cofirmó El imperio contraataca (Irvin Kershner, 1980), El retorno del Jedi (Richard Marquand, 1983) y El despertar de la Fuerza (J. J. Abrams, 2015), ha colaborado esta vez con su propio hijo, el mucho más inexperto Jonathan Kasdan, presentando un guion al que poco puede echarse en cara más allá de la falta de riesgo, evitando el ridículo de determinadas escenas de las precuelas pero también su poder de fascinación. La propia dirección de Howard y sus predecesores (resulta difícil ver la huella de cualquiera de ellos) parece conformarse con salvar los muebles, ofreciendo pocos momentos de verdadero impacto y malgastando escenas tan míticas como aquellas en las que el joven Han Solo se cruza por primera vez con su inseparable Chewbacca, su eterno rival Lando Calrissian y, cómo no, su amado Halcón Milenario. Resulta difícil no emocionarse en esos momentos, sí, pero más por la evocación de tiempos (y films) pasados que por lo que estrictamente se está contemplando.