25 febrero 2013

Oscars 2013: premios para todos en una edición muy musical

Los cuatro "mejores actores" del 2012:
Day-Lewis, Lawrence, Hathaway y Waltz
La 85ª edición de premios Oscar a lo mejor del 2012 prometía ser emocionante y divertida y no decepcionó. Seth MacFarlane condujo la gala con gracia y musicalidad gracias en gran parte al lujo de las colaboraciones: desde el maravilloso baile inicial de Charlize Theron y Channing Tatum supimos que, más que ante una entrega de premios, nos encontrábamos frente a todo un espectáculo.

Las quinielas se cumplieron y Argo se alzó con la estatuilla a la mejor película del año pese a no estar su director, Ben Affleck, siquiera nominado. La sorpresa no fue esa, sino quien anuncio el premio en directo desde la Casa Blanca: la magnífica Michelle Obama. Con anterioridad, tan sólo Gran Hotel (1932) y Paseando a Miss Daisy (1989) han conseguido tal empujón de última hora. Además, se trata de la primera película que gana el galardón principal pese a partir de la quinta posición en número de nominaciones (siete) y de una de las ganadoras con menos estatuillas. Como ya hizo Crash en 2005 y tal y como predije ayer, la película triunfó gracias a solo dos categorías más: montaje y guión adaptado, este último por encima del excelente libreto de El lado bueno de las cosas, que podría haberse ido de vacío de no ser por el merecido premio a mejor actriz para Jennifer Lawrence, quien terminó imponiéndose a Emmanuelle Riva y Jessica Chastain en una de las categorías más emocionantes de la noche. Su voluminoso vestido le jugó una mala pasada al hacerla caer por las escaleras camino del premio, pero ella lo sobrellevó con el buen humor que la caracteriza.

Michelle Obama anuncia la ganadora
Con ello se fue la única posibilidad de un film español de rascar algo anoche, pues Naomi Watts fue, como era previsible, olvidada por su brillante trabajo en Lo imposible. Tampoco el diseñador de vestuario canario Paco Delgado logró imponerse al bellísimo trabajo de Ana Karenina en la categoría con mayor competencia de la noche pese a su aparente banalidad: Lincoln, Mirror Mirror y Blancanieves y la leyenda del cazador eran todas ellas fuertes contrincantes. Ésta última se fue justamente de vacío, pero sus dos nominaciones nos maldijeron con la presencia de su protagonista, Kristen Stewart, quien, más fea que nunca y con apariencia estreñida (quizá por el merecido Razzie a peor actriz del año que acababa de recibir), entregó el premio de mejor diseño de producción junto al “mago” Daniel Radcliffe (quien también protagonizó un divertido número musical junto a MacFarlene y Joseph Gordon-Levitt) a la aburrida pero artísticamente impecable Lincoln.

El educado Ang Lee recoge su segundo Oscar
de manos de Michael Douglas
Ese premio ayudó al film de Steven Spielberg a abandonar la gala con algo de dignidad. Pese a partir de 12 nominaciones, Lincoln hubo de conformarse con dos premios, siendo el segundo el destinado al mejor actor para Daniel Day-Lewis, quien se convertía así en el primer intérprete con tres premios a mejor actor principal. No dudo de la excelencia de este aclamado actor británico, pero me pregunto si realmente merece tres premios antes de que Joaquín Phoenix, impresionante en la olvidada The Master, consiga uno siquiera. El que no consiguió tercer Oscar fue Spielberg, quien, en la mayor sorpresa de la noche, perdió ante el taiwanés Ang Lee, quien, no contento con ser el primer director no caucásico premiado (en 2005 con Brokeback Mountain), se ha alzado con un segundo galardón que probablemente merecía más por varios de sus films que por La vida de Pi, en la que su talento como director de actores apenas se ve reflejado.

Catherine Zeta-Jones recupera su
papel de Chicago en el escenario
La impresionante aunque de guión mejorable La vida de Pi fue, por cierto, el film más oscarizado de la noche al alcanzar también merecidas distinciones en fotografía, banda sonora y efectos visuales. Este último premio acabó con las posibilidades de El Hobbit de llevarse algo a casa después de su inaudita derrota en la categoría de maquillaje frente a Los miserables.

Era esto, no obstante, previsible considerando los malos ojos con que ha visto Hollywood la última superproducción de Peter Jackson y su exagerado cariño hacia La vida de Pi y Los miserables. Ésta, de hecho, fue la gran protagonista de una noche dedicada a los musicales en su honor, algo que quizá ayudó a Searching for Sugar Man, fantástico documental musical sobre el olvidado rockero Rodríguez, a alzarse con el Oscar a mejor película documental del año. Para celebrar todo esto, tuvo lugar un magnífico número musical con actuaciones de una Catherine Zeta-Jones que cambió su disfraz de Cleopatra por el atuendo de Chicago (varias tallas más que cuando lo lució en 2002, eso sí), una impresionante Jennifer Hudson de la que nadie ha oído hablar desde su Oscar por Dreamgirls (2006), y todo el irregular elenco de Los Miserables demostrando que, en efecto, pueden cantar sin necesidad de retoques.

Los Miserables se convirtió en la protagonista de
la noche gracias al impresionante número musical
Entre estos últimos, brilló una vez más con luz propia Anne Hathaway, quien, pese a llevar un vestido que no dejaba lugar a la imaginación con respecto a sus pezones, recogió el Oscar más cantado de la noche (nunca mejor dicho) por una magnífica actuación que, de hecho, salva el mediocre film. No obstante, éste aun obtuvo un premio más: el correspondiente a mejor sonido, sin duda debido a lo impresionada que ha quedado la Academia ante el primer musical rodado sin playback (sí, los actores cantan de verdad, y sólo un sonido excelente puede evitar que ello parezca una actuación de fin de curso).

Channing Tatum y Charlize Theron sorprenden
a todos marcándose un baile
Curiosamente, fue la normalmente insustancial categoría de mejor montaje de sonido la que dio el puntazo de la noche al alcanzar el tercer empate de la historia de estos premios en apartados de largometrajes tras los alcanzados por Fredric March y Wallace Beery en 1932 en la categoría de actor y Barbra Streissand y Katherine Hepburn en 1968 en la de mejor actriz. Fue un empate muy oportuno, pues ayudó a que la polémica La noche más oscura no se fuera con las manos vacías y a que la brillante Skyfall (quizá la mejor película de todos los tiempos de James Bond, saga a la que también se rindió homenaje en la gala) fuera premiada al margen de su canción. Sí, la excelente “Skyfall” fue la mejor canción de la noche, algo previsible considerando lo mucho que se había anunciado el hecho de que Adele la cantaría en la ceremonia. 

Tarantino recibe su segundo Oscar por guión 
original (aun no tiene ninguno como director)
Mientras ambos films se peleaban por una categoría que pocos distinguen de la de mejor sonido, la notable Django desencadenado obtenía, como quien no quiere la cosa, los importantes premios a mejor guión original y mejor actor secundario. El primero fue a parar a un siempre extraño Quentin Tarantino, quien ya lo obtuvo en 1994 por Pulp Fiction, y el segundo a las del genial Christopher Waltz, quien hace solo tres años se llevó su primera estatuilla por su impresionante trabajo en Malditos bastardos (2009), un papel muy distinto al de esta ocasión pero también dirigido por Tarantino. En sólo cuatro años, Waltz ha pasado de completo desconocido a rostro imprescindible del cine contemporáneo, algo similar a lo vivido por Jennifer Lawrence y Jessica Chastain, quien sin duda obtendrá su estatuilla antes o después.

Adele interpreta la canción que le dio el Oscar
Como curiosidad, es la tercera vez en la historia que los seis premios principales (película, director e interpretaciones) recaen en seis películas distintas (las otras dos ocasiones fueron 1952 y 2005). La que no obtuvo nada fue Bestias del sur salvaje, pero, considerando que ya sus nominaciones han sido bastante discutidas, no puede quejarse. Y no porque no sea un film notable, sino porque jugaba en categorías de un altísimo nivel. Eso sí, menos mal que la niña de nueve años e impronunciable nombre Quvenzhané Wallis no se alzó con la estatuilla, porque, si sólo estando nominada alcanza tal grado de repelencia, no quiero ni pensar lo que haría con un Oscar en su haber… Por otro lado, una graciosa parodia con calcetines en un avión fue lo único que se llevó El vuelo, que en realidad ni siquiera debería haber optado a mejor guión y actor, por mucho que la imprescindible Meryl Streep (la cual, por una vez, no estaba nominada, todo un honor para las que sí lo estaban, en palabras del presentador) se empeñara en decir que cualquiera de los nominados en esta última categoría habría destacado en un año sin tan grado de competencia.

Haneke recibe el Oscar más previsible de la noche
Ante el bombazo que estaba recibiendo la austriaca Amor, de Michael Haneke, se llegó a pensar que el film podía dar la nota y coronarse como el primer vencedor de la historia de estos premios en lengua no inglesa (The Artist ganó por Francia, pero recordemos que era un film mudo). Sin embargo, todo quedó en una ilusión y al final la película fue relegada a la categoría de mejor película extranjera, la más previsible de la noche. Eso sí, no por ello debe estar descontenta, ya que los otros cuatro films nominados en dicha categoría (la noruega Kon-Tiki, la danesa Un asunto real, la chilena No –representada en la gala por un Gael García Bernal que se negó a hablar en inglés con los medios para recordar que iba en representación de la primera película de Chile nominada– y la canadiense Rebelle) son excelentes.

El presentador Seth MacFarlene se rodea de
Joseph Gordon-Levitt y Daniel Radcliffe
Fue una noche en la que casi todo salió bien, pero que dejó un horrible sabor de boca en la categoría de mejor película de animación, que fue a parar a un film tan brillante artísticamente como mediocre narrativamente: Brave. Ésta se impuso a Frankenweenie y ¡Rompe Ralph! demostrando que a la Academia le importa más el prestigio del estudio que la calidad del film en sí. Se esfumó así la ocasión de Disney de conseguir su primer Oscar en esta categoría, aunque por suerte fue compensado en el apartado de cortometraje animado con la deliciosa Paperman, por encima de las también excelentes Fresh Guacamole y Head Over Heels en una categoría con mayor calidad que la principal.

Ben Afflect y George Clooney,
oscarizados productores de Argo
Y hablando de cortos, el mejor cortometraje de ficción fue Hora límite (Curfew) y el mejor cortometraje documental, Inocente. Lo que no fue nada corto fue el discurso de alguno de los premiados, convenientemente interrumpido por la orquesta, logrando así que la ceremonia fuera bastante más corta que la de los premios Goya… pese a que sucedieran muchas más cosas.

Pero, claro, en España no tenemos presentadores como MacFarlane, que emuló al genial Hugh Jackman de la ceremonia de 2008 combinando el humor y las dotes musicales a la perfección. Eso sí, con algo menos de gusto que el galán mencionado, pues incluso canturreó una canción sobre las actrices que habían enseñado los pechos alguna vez, algo que llevó un buen rato a la hora de hablar de Kate Winslet. Mientras escuchaban la pegadiza canción, Charlize Theron no pudo evitar sonrojarse al escuchar su nombre, mientras que la genial (si no lo creéis, ved su ronda de preguntas posterior a ganar) Jennifer Lawrence hizo un gesto de satisfacción al comprobar que era la única que no ha enseñado carne todavía. ¡Bien por ella!

Barbra Streissand nos emociona con
"The way we were"
Ambas fueron, por cierto, las más elegantes de una noche que demostró que Amy Adams, Nicole Kidman, Naomi Watts, Catherine Zeta-Jones y Kristen Stewart deberían cambiar de estilista (bueno, en el caso de la última, habría que cambiar otras cosas también). La octogenaria Emmannuelle Riva les dio una lección de elegancia francesa a todas ellas, mientras que Jennifer Aniston demostró que el hecho de que ninguno de sus films haya sido jamás nominado a nada no le impide lucir despampanante.

Entre tanto chiste y momentazo, hubo menos espacio para reivindicar la magia del cine como en la maravillosa gala pasada, pero quedó espacio para la nostalgia cuando Barbra Streissand acompañó el “In Memorian” con su canción “The way we were” de la sobrevalorada aunque mítica película Tal como éramos (1973). Un momento mágico que demuestra que los Oscars, aun comerciales y a menudo equivocados, consiguen que, por una noche, olvidemos nuestros problemas y nos adentremos en un mundo de glamour y magia cinematográfica donde el sueño americano parece más posible que nunca.

Las más (y prácticamente únicas) elegantes de la noche: Charlize Theron, Jennifer Aniston,
la oscarizada Jennifer Lawrence y las nominadas Emmanuelle Riva y Jessica Chastain











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24 febrero 2013

Oscar 2013: Quiniela de predicciones y deseos

Esta noche se celebran los esperadísimos premios Oscar y, aunque ya dediqué un artículo a las nominaciones cuando salieron, mucho ha llovido desde entonces y nos enfrentamos a esta noche con una quiniela muy diferente. Este año he conseguido ver todas las películas nominadas y disfrutar de trabajos muy especiales, así que he decidido añadir dos listas de cada categoría: mi preferencia y mi quiniela, es decir, lo que quiero que pase y lo que creo que pasará. Como veréis, ambas listas casi nunca coinciden. Además, para paliar el dolor que supone elegir una y solo una por categoría, he añadido asteriscos (*) a las películas que, sin ser mi favorita o la opción más probable, también merecen el premio/tienen posibilidades de alcanzarlo. Espero que os guste este artículo, pero no olvidéis que es tan sólo mi opinión, así que no dudéis en dar la vuestra.


Mejor película

Argo, de Ben Affleck

Preferencia:
  1. Argo*
  2. El lado bueno de las cosas*
  3. Amor*
  4. Django desencadenado*
  5. La noche más oscura
  6. La vida de Pi
  7. Bestias del sur salvaje
  8. Lincoln
  9. Los miserables
 Quiniela:
  1. Argo*
  2. Amor*
  3. Lincoln*
  4. La noche más oscura*
  5. La vida de Pi
  6. Django desencadenado
  7. El lado bueno de las cosas
  8. Los miserables
  9. Bestias del sur salvaje

18 febrero 2013

Noche de reivindicación y cine español: Premios Goya 2013


Maribel Verdú besa a José Coronado,
quien ya le entregó su primer Goya
La noche del cine español transcurrió ayer con más reivindicación política que cinematográfica, por mucho que el presidente de la Academia, Enrique González Macho, hiciera lo posible por evitar una nueva ceremonia de “no a la guerra”. Pero ante la situación de crisis económica y desvergüenza política actual, lo cierto es que esto era inevitable. Eva Hache presentó la 27ª edición de los premios Goya con menos frescura que la última vez pero igual talento y desparpajo. “Apenada” por el avance de las nuevas tecnologías, ella afirmó que “con los teléfonos inteligentes se nos está olvidando escribir. De hecho hay gente que no reconoce ni su letra. ¿Verdad, Mariano?”

De todos modos, entre reivindicación y reivindicación, hubo tiempo para (casi) todas las películas. El artista y la modelo, de Fernando Trueba, se fue de vacío pese a contar con trece nominaciones, mientras que Lo imposible y Blancanieves convertían en trofeo cinco y diez de sus respectivas catorce y dieciocho nominaciones. Estas fueron, sin duda y tal y como se esperaba, las triunfadoras de la noche, incluso repartiéndose los dos premios gordos: mejor director para J. A. Bayona por Lo imposible y mejor película para Blancanieves. Se trata de un justo balance entre el cine comercial y el cine de autor, que no necesariamente tienen que estar siempre enfrentados.

Un emocionado J. A. Bayona se abraza a María Belón
tras obtener un merecido premio por Lo imposible
Un emocionadísimo Bayona ofreció su merecido premio a María Belón, la protagonista de la historia real de su emocionante película.  Ella ha afirmado que lanzará el Goya al fondo del mar, como ofrenda a las 230.000 víctimas del Tsunami. No obstante, Pablo Berger, director de Blancanieves, tampoco se fue precisamente de vacío, ya que se alzó con los galardones al mejor guión original y mejor canción por la bellísima “No te puedo encontrar”, que se impuso a la discotequera “Te voy a esperar”, del film de animación Las aventuras de Tadeo Jones, también premiado con los trofeos a mejor cinta animada (uno de los más obvios de la noche) y mejor guión adaptado en una categoría terriblemente floja. De hecho, los dos premios de guión reflejan que España aún está muy lejos de alcanzar la perfección en el ámbito cinematográfico, algo que no se debe necesariamente a la oposición popular al cine nacional, sino a algo mucho más simple: el guión es la base de una película y que los dos libretos galardonados del año sean bastante mejorables es algo vergonzoso.

Pablo Berger, gran artífice de
Blancanieves, con el premio al guión
Aunque más lo fue el momento en que Carlos Santos y Adriana Ugarte entregaron el citado Goya a mejor canción. Minutos después de anunciar que la ganadora era “Líneas paralelas”, de Los niños salvajes, los entregadores afirmaron que se habían equivocado y la ganadora era en realidad la canción de Blancanieves. Una vergüenza que, según el director de la Academia, se explica porque la entrega de mejor canción era la única que no había podido ensayarse por un cambio de entregador en el último momento (Santos en lugar de Tristán Ulloa). Parece ser que el error viene de unas tarjetas que había sobre la mesa con los nombres de los las personas que recogerían los premios en lugar de los nominados en caso de no estar éstos presentes: la pareja leyó una de éstas en lugar de la que sacaron del sobre del ganador... Excusas aparte, el error es imperdonable, y más aún la poca sensibilidad con que fue tratado. Los compositores de la canción no premiada abandonaron la gala por sentir que no había habido disculpa apropiada. Y con toda la razón.

Joaquín Núñez con su primer 
Goya, tras décadas en el teatro
Se trataba, por otro lado, de un nuevo triunfo para Blancanieves, que ya es la tercera película más premiada de estos premios, solo por detrás de Mar adentro y ¡Ay, Carmela! Así, la película se alzó con varios premios técnicos más: mejor banda sonora por la bellísima partitura de Alfonso de Villalonga, mejor fotografía, mejor maquillaje y peluquería, mejor dirección artística y mejor vestuario, este último para Paco Delgado, nominado este mismo año al Oscar por su trabajo para Los miserables. La ambientación de la película es sencillamente maravillosa, así que todos estos premios son plenamente merecidos. Como lo son los concedidos a Lo imposible, que se ha alzado con los galardones a mejor sonido, montaje, dirección de producción y efectos visuales. Era tan obvio este último que sorprende que las personas galardonadas por él no se hubieran preparado algo más el discurso.

Así, los dos films favoritos se repartieron todos los premios técnicos de un modo bastante previsible (tan sólo las categorías de maquillaje y montaje presentaban alguna duda y se resolvieron de forma salomónica). Eran las categorías interpretativas las que más emoción planteaban y las que más dieron.

Candela Peña recibe su tercer Goya por sorpresa
Todo comenzó con el Goya al actor revelación, el primero de la gala, que fue a parar a manos de Joaquín Núñez por Grupo 7, quien demostró una capacidad de palabra bastante escasa, recordándonos demasiado pronto que los discursos de agradecimiento siempre se empeñan en estropear las galas. El pobre Tom Holland, único miembro del reparto de Lo imposible que se dignó a venir a la gala (Naomi Watts e Ewan McGregor debían de tener cosas mejores que hacer… algo comprensible considerando nuestra costumbre de nominar a actores extranjeros que den glamur al evento para luego premiar a nuestros intérpretes en su cara) se quedó así con las manos vacías pese a su maravilloso trabajo, aunque por suerte Eva Hache supo compensarle con unas de las pocas palabras amables que pronunció: “The imposible should be called The incredible for your extraordinary performance”, a lo que añadió dirigiéndose a la cámara: “¿Habéis visto cómo piloto el inglés? Es que yo iba a un colegio público donde había clases”.

José Sacristán gana por fin el Goya
Poco antes, la genial Eva se había dirigido al ministro de cultura Wert, indeseado invitado a la gala: “recibamos a las autoridades como se merecen, bueno, como se merecen no. Recibámoslas bien”. Más reivindicativos fueron aún algunos de los actores premiados. Entre ellos, una sorprendida Candela Peña que se alzaba con su tercer Goya por su trabajo en Una pistola en cada mano por encima de las favoritas Ángela Molina y María León. Se trataba de la única nominación con la que contaba este aplaudido film, con lo que el premio era más una compensación al mismo que otra cosa. La propia Peña había admitido con anterioridad que los Goya nunca premian los mejores trabajos y que esta película la grabó en tres días. Su discurso fue quizá el más impactante de la noche, referido a los tres años que llevaba sin trabajo: “he visto a mi padre morir en un hospital público, sin mantas ni agua (…) Desde aquí os pido trabajo, tengo un niño que alimentar”. El nada elocuente dirigente de dicho hospital ha afirmado que siempre hay agua, pero está racionada, mientras que el vomitivo Jiménez Losantos ha dicho que quien quiera mantas y agua de sobra vaya a una clínica privada.... Sin comentarios.

Más glamurosa pero igualmente reivindicativa fue Maribel Verdú, justísimamente premiada por su primer trabajo de mala malísima para Blancanieves. Era su novena nominación y su segundo Goya: “Me gustaría dedicar este Goya a toda esa gente en este país que ha perdido sus casas, sus ilusiones, sus esperanzas, su futuro e, incluso, sus vidas, por culpa de un sistema quebrado, injusto, obsoleto que permite robar a los pobres para dárselo a los ricos”. Excelente discurso de una actriz maravillosa que es, junto a Victoria Abril, la más nominada de la historia de estos premios.

Concha Velasco recibe el Goya de Honor de su 
sobrina Manuela , que tiene el suyo por REC
Todo lo contrario al mejor actor, José Sacristán, quien, pese a haber sido fundador de la Academia allá en 1985, nunca había sido nominado antes a este premio. El muerto y ser feliz se alzaba así con el único premio al que optaba, algo nada sorprendente considerando que es lo único destacable del film. La ovación al veterano actor fue solo superada por la recibida por Concha Velasco, galardonada con el Goya de Honor. A sus setentaitrés años, la actriz demostró estar de muy buena forma y humor e incluso protagonizó un divertido número musical de “chica ye-yé”.

Una emocionada Macarena Gª
apenas puede dar su discurso
No menos aplaudida y emocionada fue la joven Macarena García, premiada como mejor actriz revelación por su excelente trabajo como la protagonista de Blancanieves, premio que compartió con “la otra Blancanieves”, la niña Sofía Oria, también maravillosa. José Corbacho entregó dicho premio afirmando que las nominadas a actriz revelación eran solo cuatro, pese a que también podrían estarlo “algunas mujeres como Ana Mato o alguna infanta”. Julián Villagrán se alzó con el segundo y último premio de Grupo 7, un film sorprendentemente nominado en todas las categorías técnicas, incluyendo dirección artística y vestuario pese a estar rodado en la calle con ropa de calle. Una de esas vergüenzas de unos premios que siempre votan en masa.

Julián Villagrán obtiene su primer Goya, al que había
optado en la categoría de revelación en 2007
De hecho, seis películas (Blancanieves, Lo imposible, Las aventuras de Tadeo Jones, Grupo 7, El muerto y ser feliz y Una pistola en cada mano) se alzaron con todos los premios de la noche, aunque, en esta ocasión, el reparto de éstos fue muy justo. Además de El artista y la modelo, destacan como perdedoras: el irregular thriller Invasor (que, de todos modos, ni siquiera merecía cinco menciones en las nominaciones) y la sorprendente comedia social Carmina o revienta, que se fue de vacío pese a contar con posibilidades serias (y merecidas) en las tres categorías a las que optaba y un premio casi seguro para su director novel, el cómico Paco León.

Por otro lado, la francesa (nacionalidad de tres de las nominadas de la categoría, por cierto) Intocable se alzó con el premio a mejor película europea como todo el mundo imaginaba considerando el tirón que ha tenido el film en España, y la cubana Juan de los muertos con el de mejor película hispanoamericana, rompiendo las quinielas de todos, que apostábamos por la argentina Infancia clandestina. Fue este último un discurso muy emotivo de unos emocionadísimos premiados que afirmaron que “en Cuba no tenemos nada pero hacemos de todo”. Por su parte, el Goya a mejor película documental fue a parar Hijos de las nubes. La última colonia, que contaba con Javier Bardem como productor. Éste no dudo en gritar un “¡Sáhara libre!” tras su reivindicativo discurso.

Una fantástica Eva Hache presenta los premios
por segunda vez consecutiva
La gala pasó de las tres horas y se hizo algo pesada, pero fue salvada por la emoción por conocer a los ganadores, la emotividad mezclada con reivindicación de algunos discursos y las palabras de una acertada (aunque horriblemente vestida en cada uno de sus innecesarios siete cambios de vestuario) Eva Hache, quien no tuvo problemas en quedar mal con la casa real al dirigirse a Pablo Berger para felicitarle por su Blancanieves: “Nos has vendido el cuento de siempre de una manera muy original. Lo mismo que va a hacer Urdangarín la semana que viene con el juez, pero espero que no le salga tan bien la película”.

Todos los premiados de los Goya a lo mejor del 2012
La gala ponía el punto final a un año de buen cine español. No obstante, muchos de los premiados afirmaron que estas buenas películas han sido realizadas antes de los recortes y que el próximo año la situación será muy distinta. Confiemos en que los políticos comprendan cuanto antes la importancia que el cine tiene en nuestras vidas, como fuente inagotable de cultura y entretenimiento. Yo me quedo con las palabras del presidente de la Academia: “El cine nos pertenece a todos”.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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14 febrero 2013

San Valentín de películas de amor

"Para mí eres perfecta" (Love Actually)
Llega San Valentín, también conocido como “el día de El Corte Inglés” y, aunque este blog es enemigo del consumismo y las celebraciones impuestas por EE.UU., se trata de la excusa perfecta para ponernos un poco más románticos que de costumbre y repasar los innumerables romances que ha dado el cine desde sus orígenes. Además, todo sea por evitar que algún despistado cometa la imprudencia de celebrar este día con Historias de San Valentín (Garry Marshall, 2010), cuidadosamente descrita por el crítico Mark Kermode como “una tarjeta de felicitación llena de vómito”.

Se dice que todas las canciones hablan de amor. El cine, por suerte, tiene una inmensa variedad de temas, pero lo cierto es que éste es sin duda el más popularizado. Quizá porque, en el fondo, todos somos más románticos de lo que nos gusta reconocer. Ya en los tiempos del cine mudo era la temática preferida por los espectadores, enamorados de grandes estrellas llenas de misticismo como Greta Garbo y Rodolfo Valentino.

"A pesar de ti, de mí y del mundo que se resquebraja,
yo te amo" (Lo que el viento se llevó)
Pero la llegada del sonoro no hizo sino afianzar esto. De hecho, la película más taquillera de todos los tiempos, pese a tratar múltiples temas como la guerra, la familia o el hambre, debe sin duda su éxito al romance central entre la caprichosa Scarlett O´Hara (Vivien Leigh) y el cínico Rhett Buttler (Clark Gable). Ambos son egoístas y egocéntricos y deben aprender a dejar el orgullo a un lado para luchar por el amor antes de que sea demasiado tarde. Se trata por supuesto, de Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, George Cukor y  Sam Wood, 1939), que inauguró el género de romance épico, que nos regalaría historias tan bellas como las Doctor Zhivago (David Lean, 1965) y Braveheart (Mel Gibson, 1995). ¿Os acordáis?

"El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos"
(Casablanca)
Pero, si hay un romance cinematográfico más famoso que éstos, ése es el de Casablanca (Michael Curtiz, 1942), que convirtió a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en la pareja más mítica del séptimo arte. La brillante película demostraba que quererse puede no ser suficiente y que la mayor muestra de amor puede ser, precisamente, dejar marchar a la persona que se ama. Bastante más melodramática fue Carta de una desconocida (Max Ophüls, 1948), donde un famoso pianista (Louis Jordan) recibe una carta de una antigua mujer que ya no recuerda. En ella, una joven enamorada (Joan Fontaine) relata la intensidad de una relación que para él nunca significó nada y para ella aún lo es todo.

"Amar es no tener que decir nunca lo siento"
(Love story)
Así, desde sus inicios, el cine nos ha hecho llorar con trágicas historias de amor que nos mantienen pegados a la pantalla deseosos de que los destinos de los protagonistas terminen idílicamente entrelazados. Pero, por suerte para los románticos, no todo acaba en tragedia. De hecho, la comedia romántica fue uno de los géneros más rentables de la época de los estudios de Hollywood. Ante la posibilidad de un rodaje cómodo y bien pagado donde un equipo de vestuario y maquillaje se encargaba de hacerlas resplandecer, pocas estrellas se resistían a protagonizar uno de estos films.

"De repente el mundo parece un lugar perfecto"
(Moulin Rouge)
Uno de los más famosos fue Sucedió una noche (Frank Capra, 1934), que, concebida como una simple comedia de enredo entre una caprichosa heredera (Claudette Colbert) y un reportero en busca de la noticia (Clark Gable) embarcados por azar en una curiosa aventura, terminó convertida en la primera película ganadora de los cinco Oscar principales: película, director, guión, actor y actriz. La propia Colbert ni siquiera acudió a la gala convencida de que acababa de participar en un film terriblemente mediocre.

El argumento recuerda ligeramente a Vacaciones en Roma (William Wyler, 1953), donde una princesa (Audrey Hepburn) de visita en la capital italiana se harta del protocolo y decide escaparse, cruzándose con un periodista (Gregory Peck) al que no vendría nada mal una exclusiva;  pero los encantos de la joven son demasiado fuertes. Se trataba del primer papel protagonista de Hepburn, quien, por unos años, quedaría ligado al género con divertidos films romanticones como Sabrina (Billy Wyler, 1954) y Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961). Este último tenía poco que ver en tono con la novela original, de un enfadadísimo Truman Capote, pero mantenía la esencia nostálgica de aquella.

"Tápate los oídos fuerte fuerte fuerte, muy fuerte...
¿oyes lo mucho que te quiero?" (Quiéreme si te atreves)
De todos modos, las comedias románticas clásicas tienen poco que ver con las que empezaron a ver la luz durante los años 90. El éxito de Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989) y Pretty Woman (Garry Marshall, 1990) dio lugar a un innumerable grupo de films como Algo para recordar (Nora Ephron, 1993), Cómo perder a un chico en diez días (Donald Petrie, 2003), La cruda realidad (Robert Luketic, 2009) y otros muchos aun más olvidables en los que los tópicos se amontonan y el final se ve venir antes incluso de que empiecen. Esto ha desprestigiado el género por completo y llevado a la comunidad cinéfila a desconfiar de todo film protagonizado por Jennifer Aniston o Sandra Bullock.

"Si tú saltas, yo salto" (Titanic)
Aun así, hay estrellas que han sabido destacar entre la mediocridad y brillar en cualquier producción. El claro ejemplo es Julia Roberts, que, tras enamorar al mundo en la, por lo demás, tópica Pretty Woman, se convirtió en “la novia de América” gracias a agradables comedias como la sorprendente La boda de mi mejor amigo (P. J. Hogan, 1997) o la sofisticada Notting Hill (Roger Mitchell, 1999). Esta última formaba parte de la “nueva comedia británica”, una serie de films románticos de tramas cruzadas con el bello Londres de fondo que dio comienzo con la divertida Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994), que puede parecer tópica hoy en día pero fue precursora de otros brillantes films como El diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001), que acaba con los prejuicios colocando a una joven rellenita (excelente Renée Zellweger) en el punto de mira de dos apuestos hombres (Hugh Grant y Colin Firth, rostros habituales del género), y Love Actually (Richard Curtis, 2003) una maravillosa película coral repleta de todo tipo de historias de amor, tanto tristes como alegres, de mano de los mejores intérpretes (Emma Thompson, Alan Rickman y Keira Knightley, entre otros).

"Cuando se trata del amor, incluso los héroes más
grandes parecen indefensos" (Tigre y dragón)
Algunos han intentado acabar con los tópicos con propuestas más originales como Dos en la carretera (Stanley Donen, 1967), que alterna cinco viajes de distintas etapas en la vida de un matrimonio (fantásticos Audrey Hepburn y Albert Finney), Mejor… imposible (James L. Brooks, 1997), en la que un obsesivo y desagradable escritor (excelente Jack Nicholson) queda prendido de una camarera (sensual y divertida Helen Hunt) y decide cambiar por ella o (500) Días Juntos (Marc Webb, 2009), que ya en sus inicios explica que es una película de chico conoce chica… pero no es una película de amor… Curiosamente, pocos films reflejan el amor como éste, donde una maravillosa relación nos envuelve y atrapa, nos hace recordar amores perdidos y reflexionar sobre los futuros y nos regala momentos mágicos gracias a las frescas interpretaciones de Josep Gordon-Levitt y Zooey Deschanel y a una nostálgica banda sonora. Sin olvidar El lado bueno de las cosas (David O. Russell, 2012), la comedia romántica revelación del momento, con una relación divertida y loca, pero tierna, entre dos almas perdidas (fantásticos Bradley Cooper y Jennifer Lawrence).

"Me haces querer ser un hombre mejor"
(Mejor... imposible)
Pero no hace falta hacer una comedia romántica para hablar de amor, ni mucho menos. De hecho, todos los géneros recurren al amor para afianzar a los espectadores, desde el western con Pasión de los fuertes (John Ford, 1946) hasta el musical con Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001), pasando por las artes marciales en Tigre y dragón (Ang Lee, 2000) y el thriller en Memento (Christopher Nolan, 2000). A veces, encontramos las historias de amor más emocionantes en los géneros menos esperados, como la relación prohibida entre Padmé Amidala (Natalie Portman) y el Jedi Anakin (Hayden Christensen) de Star Wars. Episodio II: el ataque de los clones (George Lucas, 2002) o el complicado amor entre la Elfa inmortal Arwen (Liv Tyler) y el hombre mortal Aragorn (Viggo Mortensen) de El Señor de los Anillos (Peter Jackson, 2001-2003).

"Estar enamorada no es fácil... no basta con desearlo,
hay que oírlo" (Los amantes del círculo polar)
Aunque los países no anglosajones prefieren temáticas más arriesgadas y originales que las relaciones amorosas, encontramos romances muy bellos en todas las cinematografías, desde el tierno amor entre dos campesinos chinos de la maravillosa El camino a casa (Zhang Yimou, 1999), hasta el joven musulmán al que el síndrome de Asperger no impide luchar por el amor de una bella hindú en la emocionante Mi nombre es Khan (Karan Johar, 2010). La iraní A través de los olivos (Abbas Kiarostami, 1994) es muy especial, ya que se basa en el rodaje del anterior film del director (Y la vida continúa, 1991) y retrata una historia de amor auténtica que tuvo lugar entre dos trabajadores de ésta.

En general, fuera de EE.UU. el amor se ve con menos optimismo y más dureza, como reflejan la hongkonesa Deseando amar (Wong Kar-Wai, 2000), en la que un hombre (sutil Tony Leung) y una mujer (sinuosa Maggie Cheung) contienen sus deseos mutuos pese a saber que sus propios cónyuges son amantes; la portuguesa Tabú (Miguel Gomes, 2011), sobre un profundo romance en el corazón de África; o la francesa Quiéreme si te atreves (Yann Samuell, 2003), en la que una pareja (Guillaume Canet y Marion Cotillard) lleva un macabro juego de retos hasta las últimas consecuencias. La culminación de esta sensación llega con la austriaca Amor (Michael Haneke, 2012), que muestra con realismo y crudeza el final de una vida en pareja.

"Prefiero vivir una vida contigo que enfrentarme al
resto de las Edades sin ti" (El Señor de los Anillos)
De todos modos, los amores trágicos venden, o si no que se lo digan a Love Story (Arthur Hiller, 1970), que conmocionó a todos los jóvenes de su tiempo con una emotiva relación entre dos jóvenes que ponen amor por encima de las clases sociales y su propio futuro. La película fue tal éxito para la Paramont que, al celebrar su 100º aniversario en 2012, el estudio decidió colocar a sus dos actores (Ryal O´Neal y Ali MacGraw) a la cabeza de una foto especial con todas las estrellas que habían formado parte de él. Muchos de los grandes éxitos del cine son romances trágicos como la sobrevalorada El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004) o las excelentes El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996) y Titanic (James Cameron, 1977). Esta última podrá ser muy criticable, pero momentos como aquél en que Rose (Kate Winslet) salta de la balsa para volver al barco en que su querido Jack (Leonardo DiCaprio) sigue luchando por la vida sobrecogen el corazón más duro.

"Nos quiero" ((500) Días Juntos)
Algunos directores han centrado sus cinematografías en el amor y ya han aportado su propia visión sobre él. En las comedias románticas de Woody Allen como Manhattan (1978) o Hanna y sus hermanas (1986) los personajes suelen estar ligados a alguien que no les conviene y terminan encontrando el amor en la persona más inesperada… aunque no siempre lo conserven. Mientras para Zhang Yimou el amor es poderoso, peligroso e incondicional, como reflejan films como Ju Dou (1990) o La casa de las dagas voladoras (2004), para Pedro Almodóvar es arriesgado, pasional y explosivo, como muestran Átame (1990) y Hable con ella (2001).

En La ley del deseo (1987), Almodóvar fue revolucionario al mostrar una historia de amor obsesivo homosexual de forma explícita. Los primeros tratamientos de la homosexualidad en el cine mostraban amores incondicionales pero imposibles, como reflejan La calumnia (Wyler, 1961) o El beso de la mujer araña (Héctor Babenco, 1985), pero, conforme la situación se fue normalizando, encontramos films de todo tipo, que reflejan, desde los primeros amoríos adolescentes, como en Beautiful thing (Hettie MacDonald, 1996) y Fucking Amal (Lukas Moodysson, 1998), tan tiernas como sinceras, hasta la vida en pareja, con la arriesgada Happy together (Wong Kar-Wai, 1997), donde dos hombres (inolvidables Tony Leung y Leslie Cheung) viajan desde Hong Kong hasta Argentina y pierden el amor por el camino.

Si bien el cine gay es cada vez más prolífico, apenas hay todavía films correctos sobre lesbianismo, quizá por la falta de cineastas femeninas interesadas en el tema. En los últimos años, ha crecido la representación del amor transexual, con películas como la divertida Las aventuras de Priscilla, reina del desierto (Stephan Elliott, 1993) y la profunda Romeos (Sabine Bernardi, 2011). En cualquier caso, si algo demuestran todos los films LGTB es que todos tenemos derecho al mismo tipo de amor, a darlo a quien queramos y recibirlo de quien podamos.

Clave para esto fue Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005), un bellísimo film que mostró el problema de poner trabas al amor. Dos vaqueros (perfectos Heath Ledger y Jake Gyllenhaal) se enamoran durante un verano en la montaña, pero deben volver a las vidas que la sociedad ha impuesto para ellos y son condenados a la eterna añoranza.

"Los amores imposibles no pueden desarrollarse,
transformarse o modificarse... por tanto nunca mueren"
(Los puentes de Madison)
Pero no nos pongamos tristes de nuevo, porque hay muchas formas de vivir este San Valentín con una sonrisa. Entre ellas destacan la romántica Todos los días de mi vida (Michael Sucsy, 2012), la simpática The Holiday (Nancy Meyers, 2006) y la nostálgica Flipped (Rob Reiner, 2010), en la que asistimos al enamoramiento de dos niños convertidos en adolescentes  a través de la perspectiva de ambos. La misma estrategia fue utilizada años atrás por la casi mística Los amantes del círculo polar (Julio Medem, 1998).

Las muestras de amor del cine son interminables. Desde el vagabundo (Chaplin) de Luces de la ciudad (Charles Chaplin, 1931) tratando de ayudar a uno vendedora de flores ciega (Virginia Cherrill) de la que se ha enamorado, hasta la relación casi prohibida de Los puentes de Madison (Clint Eastwood, 1995), donde un ama de casa (Meryl Streep) redescubre la emoción de la vida de manos de un apuesta fotógrafo (Eastwood)… aunque sólo sea por unos instantes imperecederos.

"Quiero recordarnos como estamos ahora"
(El curioso caso de Benjamin Button)
La magia del cine ha dado luz a historias de amor aparentemente imposibles, como las de La bella y la bestia (Gary Trousdale y Kirk Wise, 1991), La novia cadáver (Tim Burton y Mike Johnson, 2005) o El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008). En esta última, un hombre (Brad Pitt) nace anciano y vive la vida en sentido inverso, lo que no le impide encontrar el amor en una bella bailarina (Cate Blanchett). Ambos son conscientes de que tan sólo durante unos años de sus vidas serán sus edades compatibles, pues en cuanto él alcance la juventud, ella hará lo propio con la vejez…, pero, pese a todo, deciden luchar por sus sentimientos hasta el final.

Y es que el amor todo lo puede, o al menos casi todo. Además, tal y como muestra Manuale d´amore (Giovanni Veronesi, 2005), “el amor no avisa: aparece y punto”. Cuando más nos resistamos o más nos lo impidan, más difícil será no dejarse llevar por él.

De todos modos, no olvidéis que hoy es un día más. El 14 de febrero no debe ser, ni un motivo de tristeza para quienes están solos, ni una excusa para mostrar el romanticismo que se esconde el resto del año. Nunca se sabe lo que puede suceder, así que lo mejor es no esperar a un día en concreto para decir un “te quiero”.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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