En lo que al género fantástico respecta, tanto los libros de El señor de los anillos, escritos por J. R. R. Tolkien, como las adaptaciones cinematográficas de Peter Jackson se antojan imposibles de superar. Considerando que durante medio siglo se creyó que el salto al cine era imposible, las películas son más que fieles, pero algún que otro cambio resulta inevitable. Veamos cómo afecta esto a sus héroes y villanos.
● Frodo (Elijah Wood). El protagonista de la trilogía es, pese a su aparente sencillez, uno de sus personajes más complejos y, por consiguiente, difíciles de adaptar. Frodo Bolsón es un pequeño hobbit, claro, pero también mucho más que eso: por un lado, es tremendamente reflexivo y autoconsciente; por otro, se deja inevitablemente llevar poco a poco por la oscuridad del anillo. Esto último puede llevarnos a pensar que es débil y ambiguo, cuando realmente es gracias a su fuerza y su bondad que la misión resulta exitosa. Elijah Wood tenía poca experiencia cuando recibió el papel de su vida y cumplió su cometido, si bien parte de la sabiduría que el personaje desprende en el libro se perdió en la adaptación, que concede mayor importancia a los momentos más dramáticos y desesperanzados, incluso llevándolo en un momento a renegar de Sam en una escena muy dolorosa que Tolkien nunca escribió.
● Gandalf (Ian McKellen). Sir Ian McKellen es el único intérprete nominado al Oscar por El señor de los anillos y, si bien otros lo merecían también, él ciertamente lo merecía más que ninguno (de hecho, que no lo ganara es imperdonable). Su Gandalf es icónico: muy humano, tal y como lo ven los hobbits, y, al mismo tiempo, harto etéreo (recordemos que lleva miles de años luchando por la Tierra Media). La adaptación es sencillamente perfecta, si bien el personaje resulta algo menos misterioso en pantalla debido a que, en los libros, siempre se habla de él desde la perspectiva de otros personajes más... terrenales.
● Aragorn (Viggo Mortensen). Pocos personajes varían más entre los libros y las películas que Aragorn, hijo de Arathorn, quien en el papel recuerda por momentos al Cid Campeador, dados su ego y su seguridad en sí mismo, y en pantalla es sin embargo muy humilde, nada seguro de ser el líder que la Tierra Media necesita sin dejar por ello de ser valiente y resolutivo. Digamos que Fran Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson, guionistas, lo convirtieron en un héroe de carne y hueso, uno más moderno con el que resulta mucho más sencillo identificarse, a lo que contribuyó enormemente el conmovedor trabajo de Viggo Mortensen, quien curiosamente se sumó al proyecto a última hora. Sin duda, cambió para mejor.
● Arwen (Liv Tyler). La hermosa Arwen Undómiel es innegablemente el personaje presentado de forma más diferente entre los dos medios, no porque su personalidad y estilo cambien, sino porque su presencia en los libros se reduce a un par de menciones sin diálogo con la sola excepción del final, donde cede a Frodo su viaje a las Tierras Imperecederas, escena que no aparece en la trilogía cinematográfica. Conscientes de necesitar mayor protagonismo femenino, Peter Jackson y compañía dieron a la princesa elfa el papel de Glorfindel de La comunidad del anillo (no, en el libro no es ella quien salva a Frodo) y desarrollaron su disyuntiva entre el amor de Aragorn y la inmortalidad élfica, solo descrita por Tolkien en los anexos (donde confirmó que dicha decisión, durísima, se debe a que Arwen tiene antepasados de ambas razas). En cualquier caso Liv Tyler no podría ser más hipnótica.
● Sam (Sean Astin). Aunque al final de la trilogía cinematográfica queda clara la importancia de Samsagaz Gamyi para la misión, en los libros somos conscientes de ello mucho antes gracias a que buena parte se cuenta desde su perspectiva, tratándose probablemente del personaje con el que más empatizan los lectores. Sean Astin, por su parte, nos regaló algunas de las escenas más potentes de las películas, entendiendo que la fuerza del personaje, uno de los pocos capaces de renunciar al anillo, reside en su lealtad incondicional a Frodo. Como Sancho Panza para Don Quijote, él es ese compañero infatigable al que vemos sufrir mientras su señor se sume en la locura sin que él pueda hacer nada. El final, en ambos casos, es para él.
● Gollum (Andy Serkis). Uno de los grandes logros de esta trilogía cinematográfica fue generar a la criatura Gollum a través de la magia de la captura de movimiento y la fascinante interpretación de Andy Serkis. Al final, el que parecía uno de los personajes más difíciles de adaptar es uno de los más fieles, si bien las películas ponen mayor énfasis en su doble personalidad, entre otros motivos porque los libros solo hablan de él desde la perspectiva de Frodo y Sam (quienes, evidentemente, no lo saben todo). Aunque malvado y desagradable, Gollum (o Sméagol, como solía llamarse) logra por momentos ser entrañable y presenta, de hecho, la mayor tragedia de toda la saga: el efecto final y terrible del avance del mal.
● Legolas (Orlando Bloom). El único elfo de la comunidad del anillo posee las escenas de acción más emocionantes de las películas, pues Peter Jackson decidió sacar partido a sus características sobrehumanas, conjugando al atlético Orlando Bloom con fascinantes efectos especiales. Y mola, para qué negarlo, pero se echa en falta ese carácter poético de los libros, donde su poder reside en los ojos y la palabra más que en las acrobacias. Aun así, la transformación es comprensible, considerando que se trata de medios distintos que demandan tratamientos distintos: ¿quién no disfruta de su pelea contra el mûmakil?
● Gimli (Jonathan Rhys-Davies). Crear al único enano importante de El señor de los anillos fue una labor complicada que, por temas de escala, no permite al altísimo John Rhys-Davies compartir plano prácticamente con ningún otro personaje, lo que da lugar a decisiones de montaje curiosas y supone que, de fijarnos bien, veamos al doble en más de una ocasión. Esto, por desgracia, le quita protagonismo frente a Legolas más allá de los siempre bienvenidos toques de humor, más vistosos en las películas que en los libros. Aun así, Gimli, hijo de Glóin (uno de los protagonistas de El Hobbit), mantiene tanto su orgullo como su tenacidad, haciendo honor a su raza.
● Merry (Dominic Monaghan). La personalidad de Meriadoc Brandigamo permanece inalterada entre el libro y la película, pero el primero lo dota de mayor relevancia por una simple razón: buena parte de sus escenas están narradas desde su perspectiva. Así, mientras Gandalf, Aragorn, Legolas y Gimli toman decisiones importantes y Pippin, por así decirlo, hace el tonto, Merry se siente a menudo solo y reflexivo, algo que las películas, donde se apostó por su vena cómica, no terminan de plasmar prácticamente hasta el final. En cualquier caso, Dominic Monaghan hizo un gran trabajo, al tiempo simpático y profundo.
● Pippin (Billy Boid). Al igual que Merry y Sam, Pippin tiene en los libros un papel más importante sencillamente porque Tolkien se centra en su perspectiva a la hora de contar hechos donde lo involucra junto a grandes héroes como Gandalf o Faramir. Al margen de eso, las películas nos dan un perfecto Peregrin Tuck: alegre e inconsciente, pero deseoso de probar su valía y poner su granito de arena a la batalla por la Tierra Media. Es, de hecho, uno de los héroes que más evolucionan. ¡Y qué bien canta Billy Boyd!
● Boromir (Sean Bean). Orgulloso caballero de Gondor, Boromir es un personaje antipático tanto en el libro como en la película, si bien Sean Bean logra otorgarle bastantes matices en su traslado a la gran pantalla, resultando especialmente tierna su preocupación por Merry y Pippin. Al final, por supuesto, se redime en una de las escenas más emotivas de la saga, aquella donde comprendemos que sus ansias de poder responden al simple deseo de ver su tierra florecer de nuevo. La versión extendida de la película de Las dos torres, además, ofrece un flashback que permite conocer a un Boromir más relajado y simpático, el Boromir que podríamos haber visto en mejores tiempos. En realidad, es un gran personaje.
● Galadriel (Cate Blanchett). Pese al extraordinario trabajo de Cate Blanchett, Galadriel es un personaje que pierde fuerza en el cine, quizá porque su esplendor era imposible de reflejar pero también porque, en el libro, los personajes la recuerdan una y otra vez, algo que en pantalla habría resultado reiterante y anticlimático. Por consiguiente, el fuerte impacto que la poderosa elfa (uno de los seres más viejos de la Tierra Media) deja en la comunidad del anillo debe resumirse en la hermosa entrega de regalos y el uso que los héroes hacen de ellos, así como en la controvertida decisión de enviar arqueros galadhrim, Haldir incluido, a la batalla del Abismo de Helm, la cual es pura invención de Peter Jackson y compañía.
● Elrond (Hugo Weaving). El padre de Arwen juega un papel muy parecido en los libros y las películas, si bien cuenta en estas últimas con la responsabilidad de tomar el pequeño pero importante rol que sus otros hijos, Elladan y Elrohir, tienen sobre el papel. Hugo Weaving, con su rostro atemporal, es perfecto para el reflexivo, y a menudo entristecido, personaje (recordemos que ha pasado mucho tiempo desde que su hermano Elros decidió morir y su esposa Celebrían, hija de Galadriel y Celeborn, partió rumbo a las tierras imperecederas, adonde ahora se plantea él marchar sin su querida Arwen).
● Saruman (Christopher Lee). Christopher Lee es todo un icono del séptimo arte y encarna a Saruman a la perfección, resultando imposible imaginar a otro en ese papel. El líder del Concilio Blanco, por su parte, es un personaje trágico, un héroe convertido en villano por la sed de poder y el miedo a encontrarse en el bando equivocado a la hora de la verdad. La principal diferencia entre los libros y las películas la marca el final: Grima acaba con él en ambos casos, pero en los primeros lo hace tras el cutre intento de destruir la Comarca y en la adaptación cinematográfica (ojo, solo en la versión extendida), tras su derrota en Orthanc, sabia decisión que insta al espectador a centrarse en Sauron a partir de entonces.
● Théoden (Bernard Hill). El rey de Rohan es orgulloso pero bondadoso tanto en los libros como en las películas, donde lo encarna fielmente Bernard Hill, si bien, buscando potenciar el dramatismo, los guionistas lo volvieron algo más testarudo y caprichoso: lo que en el libro decide por sí solo (plantar cara a Isengard primero y a Mordor después) en las películas requiere de factores externos. Quizá por ello no logra ganarse al público como sí hacen otros personajes de similar metraje, pero sigue teniendo un dignísimo porte de rey clásico.
● Éowyn (Miranda Otto). La valerosa Éowyn es el personaje femenino más activo de la trilogía, tanto en los libros como en las películas (bueno, en la segunda y la tercera, ya que Arwen tiene su momento en la primera). Miranda Otto compone una heroína muy cercana con la que resulta más fácil empatizar en pantalla gracias a asumirse su punto de vista en casi todas sus escenas, algo inusual en el papel, donde suele describírsela desde fuera (de hecho, Tolkien la disfraza de hombre para acudir a la batalla final y solo desvela su identidad en el último momento: cuando mata al Rey Brujo). Eso sí, en el libro nos despedimos de ella con calma, mostrándose bellamente su recuperación y el posterior emparejamiento con Faramir, algo que las películas despachan, no sin lógica, en un par de segundos.
● Éomer (Karl Urban). El valeroso Éomer, heredero del rey Théoden, sirve en las películas de representante de otros muchos héroes que deben omitirse, tales como Imrahil y Erkenbrand. De hecho, en el libro es este último quien aparece con Gandalf al término de la batalla del Abismo de Helm, ya que Éomer permanece junto al rey en todo momento. Su papel, de todos modos, es menor en ambos medios, si bien Karl Urban supo darle gran carisma en pocas escenas de lucimiento.
● Grima (Brad Dourif). El repugnante, y nada sutilmente denominado, Grima Lengua de Serpiente es un personaje que, aun habiendo sido bueno en el pasado, resulta imposible querer: traiciona a todo el mundo una y otra vez. Sin embargo, en las películas es particularmente odioso considerando que resulta ser el culpable de que Saruman conozca el punto débil del Abismo de Helm. En los libros, a fin de cuentas, es poco más que una rata.
● Faramir (David Wenham). El hermano menor de Boromir es uno de los pocos personajes capaces de resistirse al poder del anillo único en el libro (Las dos torres), pero Peter Jackson y compañía consideraron que no podía ponérselo tan fácil a Frodo, sobre todo porque de lo contrario el poder de Sauron no parecería tan grande. Entre eso y las estúpidas decisiones que toma en El retorno del rey (estas sí presentes sobre el papel), resulta ser un personaje poco atractivo pese a su inmensa bondad (y el agradable rostro de David Wenham), si bien es cierto que todo cobra sentido al verse el injusto trato que le da su padre.
● Denethor (John Noble). El senescal de Gondor es sin duda el personaje más odioso de la saga. Sí, más que Sauron, Saruman y Grima juntos: trata fatal a sus hijos, que no paran de meter la pata por su culpa, y se aferra ciegamente al poder pero es incapaz de hacer nada útil a la hora de la verdad. Aun así, Tolkien explica su locura como consecuencia de todo el sufrimiento de Gondor y John Noble le otorga algo de dignidad, aunque solo sea como evocación de pasados tiempos mejores.
● Bilbo (Ian Holm). Bilbo Bolsón tiene en El señor de los anillos un papel mucho menos importante que en El Hobbit, pero sigue siendo un personaje clave, con lo que era imprescindible contar con un actor a la altura. E Ian Holm sin duda lo fue. El personaje es sin duda peculiar, una eterna contradicción entre el carácter apacible de los hobbits y unas raras ganas de comerse el mundo y, pese a las pocas escenas con las que cuenta, logra hacerse notar, si bien es cierto que pesa, para bien y para mal, el recuerdo del joven que un día fue.
● Bárbol (John Rhys-Davies). Bárbol es una de las criaturas más antiguas de la Tierra Media: lleva tanto tiempo paseando por ella, que lo hace con suma calma, lo que vuelve hablar con él bastante... frustrante. La voz de John Rhys-Davies y un gran trabajo de efectos especiales le permiten cobrar vida en pantalla a lo grande, pero los guionistas quisieron añadir tensión a las películas volviendo su primer encuentro con Merry y Pippin bastante más violento y postergando su decisión de oponerse a Saruman, que de hecho solo tiene lugar gracias a que los hobbits lo engañan para ver con sus propios ojos la triste decisión del mago. Asimismo, en el cine nos despedimos de él enseguida, mientras que Tolkien contó con él prácticamente hasta el final.
● Sauron, el Rey Brujo, Boca de Sauron, Lurtz, Gothmog y compañía. Sauron y sus secuaces carecen de matices: son malvados y punto. Así son en los libros y así lo son también en las películas, donde sin embargo tienen algo más de entidad al concedérseles el primer plano de vez en cuando, algo imposible en los libros al estar narrados desde el punto de vista de los héroes.
● Ella-Laraña, el Balrog, el Kraken y otros monstruos. Los monstruos son clave de la iconografía de El señor de los anillos y uno de los motivos por los que Tolkien no se molestó en bloquear los derechos cinematográficos: dio por hecho que la adaptación sería imposible. Gracias a unos efectos especiales que son al tiempo espectaculares y nada excesivos, todos ellos cobraron vida de un modo maravilloso, haciendo honor a todo cuanto imaginamos leyendo los evocadores libros.
Hasta aquí el análisis comparativo de los personajes de El señor de los anillos entre los libros y las películas, dos obras (sí, no dejan de ser un gran libro y una gran película) que no dejan de revalorizarse con el paso del tiempo.
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