«Emmanuelle» es, sencillamente, infame. Que Audrey Diwan haya hecho algo tan artificioso y viejuno después de «El acontecimiento» es digno de estudio. Y el erotismo, la única meta, brilla por su ausencia. Hasta la maravillosa Noémie Merlant («Retrato de una mujer en llamas») da vergüenza ajena.
«Oh Canada» es la nada. Paul Schrader fuerza la nostalgia de manera bochornosa mientras nos cuenta batallitas sin interés. Y el estelar reparto, creyendo encontrarse en una película mejor, está pasado de rosca.
Para sorpresa de nadie, la primera protagonista femenina de Paolo Sorrentino es una fantasía masculina. La debutante Celeste Dalla Porta recorre la decadente Nápoles y la paradisíaca Capri en este anuncio de perfumes estirado. «Parthenope» es engreída, repulsiva y vacua.
Un juicio insulso, ensoñaciones musicales sin ritmo y un Joaquin Phoenix con tantas ganas de estar ahí como de tener sexo ante Todd Haynes resumen «Joker: Folie à Deux», con la que Todd Phillips engrosa su misógino CV. Primera interpretación decente de Lady Gaga, eso sí.
Lo peor de «¿Es el enemigo? La película de Gila» no es que convierta la guerra en un chiste, sino que ni siquiera tiene gracia. El reparto está forzado (aunque Oscar Lasarte da el tipo) y el guion es casposillo y machacón. A Alexis Morante se le da mejor el documental.
«Las chicas de la estación» cuenta una historia relevante, pero aporta poco. El guion de Isa Sánchez es muy básico, con diálogos que rozan el ridículo, y la puesta en escena de Juana Macías extrae escasa verdad de los jóvenes ojos del reparto, que cumple sin enamorar.
Que Joshua Oppenheimer se atreva con un musical es encomiable, pero todas las canciones de «The End» suenan igual y ni siquiera hacen avanzar la desangelada trama. Para colmo, el elenco carece de chispa. Y el plano técnico, aunque pulido, decepciona. Realmente infumable.
«El llanto», primera película de Pedro Martín-Calero (que firma el guion junto a Isabel Peña), ofrece momentos terroríficos que beben de «It Follows», pero carece de giros interesantes y no llega a contar nada. Cambiar tanto de protagonista solo aviva la confusión.
«Rumours» es una soberana tontería, pero tiene escenas interesantes y algún que otro toque hilarante. Guy Maddin, Evan Johnson y Galen Johnson ofrecen una sátira política que jamás se toma en serio a sí misma, con un efectivo reparto liderado por la gran Cate Blanchett.
Tras la interesante pero inflada «Ane», David P. Sañudo, vuelve a retratar un País Vasco deprimente en «Los últimos románticos», esta vez con una extraña comicidad. Aunque Miren Gaztañaga insufla verdad a su personaje, todo es previsible y la reiteración provoca verdadero tedio.
En «Zafari», un hipopótomo ejerce de metonimia de la crisis de un vecindario y toda Venezuela. Once años después de ganar la Concha de Oro por «Pelo malo», Mariana Rondón vuelve al Zinemaldia con una distopía que, aunque bien rodada, resulta obvia, antipática y dispersa.
«Megalópolis» es un despropósito con encanto. Se agradece la ambición de Francis Ford Coppola, y lo cierto es que sus imágenes atrapan, si bien todo resulta excéntrico, caótico y pomposo. Adam Driver y compañía sobreviven a personajes salidos de un tiempo pasado.
Tras «En otro país» y «La cámara de Claire», Hong Sangsoo e Isabelle Huppert se reúnen en «Necesidades de una viajera», que juega graciosamente con la banalidad de las conversaciones entre personas que no comparten idioma, pero acaba resultando tontorrona y enervante.
«El hombre que amaba los platos voladores» no profundiza en su curiosa historia real, y tampoco termina de explotar su lado cómico, pero, gracias a la buena producción y a un entregado Leonardo Sbaraglia, entretiene. Una vez más, Diego Lerman se conforma con el aprobado.
Cecilia Atán y Valeria Pivato, artífices de la bella «La novia del desierto», invitan a trabajar la empatía con «La llegada del hijo», un drama sin concesiones en torno al duelo y el amor incondicional. Elegante montaje de Teresa Font («Dolor y gloria») y buen reparto, aunque los giros son demasiado telenovelescos.
«Vivir el momento» es agradable y tiene momentos muy emotivos, pero no llega a decir nada nuevo. La salva la química entre Florence Pugh y Andrew Garfield. ¿Cuándo nos dará John Crowley otro «Brooklyn»?
«Ramón y Ramón», segundo largo de Salvador del Solar, sorprende poco, pero ofrece un viaje muy bonito. Los paisajes y la música generan paz. Y el vínculo entre Emanuel Soriano y Álvaro Cervantes es emotivo. Coescribe Héctor Gálvez, que colaboró en el guion de «Retablo».
Con «Soy Nevenka», Icíar Bollaín desaprovecha un caso potente y el propio arte cinematográfico para ofrecer un entretenimiento más propio del prime time que de una S.O. festivalera. Mireia Oriol cumple, pero, como en la muy superior «Maixabel», lo mejor es Urko Olazabal.
«Maria Callas: Letters and Memoirs», de Yannis Dimolitsas y Tom Volf, es un homenaje exquisito, aunque bastante superficial, a la gran diva de la ópera, personificada por Monica Bellucci.
«Por todo lo alto» es simpática, aunque agridulce, y tiene dos actores estupendos: Pierre Lottin y Benjamin Lavernhe. Pero Emmanuel Courcol colecciona tópicos y ni siquiera hace reír tanto. Que sea la Perla mejor valorada en la hª del Zinemaldia es absurdo y deprimente.
El «Robot salvaje» de Chris Sanders tiene buenas voces y una factura técnica espectacular, pero la historia es muy infantil y, salvo por detalles puntuales, carece de interés. Todo es demasiado cursi y caótico, además.
«Sueños y pan» es una oda a la amistad marginal en forma de extrañamente acogedor cine quinqui. Sin las ataduras de un guion convencional, Luis (Soto) Muñoz dirige con frescura y creatividad. Simpáticos George Steane y Javier de Luis, colmados de dudas existenciales.
«The Last Showgirl» es demasiado convencional para dejar huella, y el guion de Kate Gersten parte de la brocha gorda. Pero Gia Coppola hace brillar al reparto, en especial a Pamela Anderson, cuya conexión con el personaje es poderosa. No juzguemos tanto las vidas ajenas.
Con «Reas», Lola Arias abre una pequeña ventana a la existencia de varias mujeres y personas trans que estuvieron encarceladas en Argentina. Falta profundidad, y los números musicales se quedan a medias, pero el resultado es genuino.
«Cónclave» es algo monótona y telenovelesca, pero interesante y crecientemente absorbente. Tras «Sin novedad en el frente», Edward Berger refleja la hipocresía eclesiástica con ironía y un potente reparto encabezado por Ralph Fiennes.
Jenny Navarrete y la gran Paula García brillan en «Querido trópico», drama calmado y humanista al que Ana Endara Mislov y su coguionista, Pilar Moreno, inyectan bienvenidos toques de humor. No sorprende, pero conmueve.
Con «Tardes de soledad», Albert Serra glorifica, y a ratos ridiculiza, el pseudoarte del toreo. La realización es potente, pero las hipérboles de la crítica dan tanta vergüenza como el propio Andrés Roca Rey, un payaso arcaico rodeado de machirulos palmeros. Reiterante y con un título bastante pretencioso. Que tenga la Concha de Oro es tan comprensible como innecesario.
«La semilla de la higuera sagrada» es una película valiente, eso está claro. Que Mohammad Rasoulof acabara en la cárcel por su feminismo lo dice todo. Ciertas imágenes son incendiarias. No obstante, divaga en exceso durante su primera mitad y fuerza la metáfora final.
El «Bound in Heaven» de Xin Huo tiene momentos hermosos y otros que se antojan confusos o ya vistos. Zhou You y Ni Ni lo dan todo como un enfermo terminal y una superviviente de malos tratos entregados a un romance apasionado... con fecha de caducidad.
«Por donde pasa el silencio» empieza muy bien, pero termina entrando en bucle a nivel emocional. Aun así, estimable debut en el largometraje de Sandra Romero, con creíbles y emotivas interpretaciones de los hermanos Araque y compañía.
«Stars and the Moon», debut del chino Yongkang Tang, invita a mirar al cielo con ensoñación. Realismo rural, encuadres cuidados y música apacible.
«My Sunshine» es un encantador cuento de invierno que alberga una crítica a las convenciones de género. Nuevo acierto de Hiroshi Okuyama, que colaboró con Hirokazu Koreeda en «Makanai» y ganó el Premio Nuevos Realizadores de este mismo festival con la peculiar «Jesús».
«Pepe» es una película muy extraña. Nelson Carlo de los Santos Arias conjuga ficción, fantasía y realidad en un ejercicio irregular pero maravillosamente excéntrico.
Julianne Moore y Tilda Swinton brillan en «La habitación de al lado». Cuando Pedro Almodóvar se centra en ellas, la poesía fluye. Los personajes secundarios y los mensajes, sin embargo, se antojan impostados. Ligándolo todo está la bellísima música de Alberto Iglesias.
«Aún estoy aquí» es un conmovedor retrato familiar en torno a las traumáticas desapariciones de la dictadura militar brasileña. Lo mejor de Walter Salles en mucho tiempo, con una excelente Fernanda Torres y una aparición (muy) especial de la gran Fernanda Montenegro.
«Turn Me On», segundo largometraje de Michael Tyburski, ofrece diversión, crítica al conformismo, reflexión en torno al peligro de las emociones y, en el centro, un romance muy bonito. Geniales Nick Robinson y Bel Powley. Idóneo Premio de la Juventud del Zinemaldia.
Como ya hizo con «La democracia en peligro», Petra Costa usa «Apocalypse in the Tropics» para denunciar los efectos del extremismo en Brasil, extrapolables al resto del mundo. Ahora, pone el foco en el evangelismo, clave del auge de Bolsonaro, o sea, del mal. Impactante.
«Marco» cuenta una historia fascinante con la que reflexionar sobre la verdad y la mentira. Aitor Arregi, Jon Garaño, José Mari Goenaga y Jorge Gil Munárriz escriben un guion lleno de ritmo al que el equipo técnico aporta el envoltorio perfecto. Brutal Eduard Fernández.
«Mi única familia» es tan hilarante como devastadora. Mike Leigh observa la vida con furia y desencanto, si bien, por suerte, hay lugar para la esperanza. Todo el reparto se sale, pero lo de Marianne Jean-Baptiste es descomunal.
«April» es aún más cruda, críptica y pausada que «Beginning», y a la vez algo menos sutil, pero igual de osada y evocadora. Dea Kulumbegashvili y la actriz Ia Sukhitashvili denuncian la crueldad de una sociedad que demoniza a la mujer por decidir sobre su propio cuerpo. No sorprende que ganara el premio principal de Zabaltegi.
Tras «Las niñas» y «La maternal», Pilar Palomero vuelve a retratar la maternidad desde el dolor callado, de nuevo en torno a un tema tabú (esta vez, sí, la muerte). Ante la luminosa cámara de Daniela Cajías, Patricia López Arnaiz y Antonio de la Torre brillan como nunca. «Los destellos» es una de las películas españolas del año.
«Cuando cae el otoño» es una maravillosa sorpresa. François Ozon construye un universo fílmico donde dan ganas de quedarse a vivir (y a comer) y regala personajes entrañables a Hélène Vincent, Pierre Lottin y Josiane Balasko. Además, el mensaje es perfecto. Justos premios al mejor guion y a la mejor interpretación de reparto.
«C'est pas moi» fusiona la singularidad, la poesía y el misterio del cine de Leos Carax. Un mediometraje bello y profundo para entender mejor al genio francés, cuya conexión con Jean Luc Godard nunca había estado tan clara.
Con «Dahomey», Mati Diop invita a reflexionar sobre el colonialismo a partir de los 26 tesoros reales devueltos por París a la actual República de Benín. Es un documental estimulante, bello en su sencillez y nada paternalista que bien merece un debate posterior.
«El brillo de la televisión» es tremendamente críptica y a ratos frustrante, pero termina erigiéndose como un retrato fascinante y conmovedor de la existencia queer. Jane Schoenbrun genera un universo muy inquietante e invita a dejarse llevar, sin ataduras terrenales.
«La sustancia» es escalofriante y desagradable, como pide su angustiante tema central: el miedo a envejecer y perder la belleza, que, en este mundo machista, afecta sobre todo a las mujeres. Potente segundo largo de Coralie Fargeat, con Demi Moore en su mejor versión.
Con «On Falling», Laura Carreira denuncia la situación de los trabajadores de Amazon a través del difícil día a día de una inmigrante portuguesa en Escocia. Joana Santos es maravillosa y todo resulta devastadoramente real. Lo mejor de la Sección Oficial.
En «Bird», Andrea Arnold retrata un universo de padres demasiado jóvenes e hijos forzados a crecer demasiado rápido. Oda a la libertad con un toque de magia y mucha humanidad. Barry Keoghan y Franz Rogowski están maravillosos; los actores no profesionales, también.
Quince años después de «Mary and Max», Adam Elliot por fin nos ha regalado otro largometraje: «Memorias de un caracol», igualmente brillante y triste, igualmente lleno de amor por la vida. Esta vez, la nominación al Oscar a la mejor película de animación no se le escapa.
«La luz que imaginamos» es pausada, atmosférica y delicadísima, pero también incendiaria, onírica, sorprendente, romántica y sensual. Una joyita india que invita a esperar mucho de Payal Kapadia a partir de ahora. ¡Y qué reparto tan bonito!
«Anora» es sensacional. Sean Baker sigue retratando como nadie los márgenes de los Estados Unidos. Sin prejuicios, apostando por la diversión. Mikey Madison directamente salta al estrellato, pero los secundarios no se quedan atrás, a destacar un adorable Yuriy Borisov.
«Emilia Pérez» es una pasada. Jacques Audiard cuenta una disparatada pero hipnótica historia de anhelos y redención, con canciones tremendamente originales y un montaje electrizante. Zoe Saldaña y Karla Sofía Gascón se comen la pantalla.
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