En apenas tres décadas, el gigante asiático
ha cambiado la economía socialista por un neocapitalismo que vuelve difícil
seguir hablando de comunismo. Todo ha mutado en China desde la muerte de Mao Zedong
en 1976 y, a la vez, todo sigue igual. Y nadie ha retratado tan bien este penetrante
proceso como Jia Zhangke, a
quien debemos cintas tan interesantes como Pickpocket
(1997), Platform (2000), El mundo (2004), Naturaleza muerta (2006), Ciudad
24 (2008) y la polémica Un toque de violencia
(2013). Su última y maravillosa producción va un paso más allá, sumando a la revisión del pasado y la reflexión sobre el presente una melancólicamente resignada
mirada al futuro. Se trata de Más allá de las montañas (Mountains
May Depart / Shan he gu ren, 2015), presentada en la Sección Oficial del Festival
de Cannes hace exactamente un año y galardonada con el Premio del Público a
mejor película europea (sí, es una coproducción entre China, Japón y Francia)
del Festival de San Sebastián, en el que tuve la ocasión de disfrutarla por
primera vez… y definirla, no sólo como la muestra más destacada del certamen, sino
directamente como una de las mejores cintas del año. Hoy, por fin, aterriza en la cartelera.
Jia Zhang Ke y la actriz Tao Zhao trabajan juntos por séptima vez en Más allá de las montañas |
A finales de 1999, la joven Shen Tao
es cortejada por dos amigos de la infancia: un trabajador de una mina de carbón
y un propietario de una gasolinera. Ellos representan las dos Chinas,
la del pasado y la del futuro, la humilde y la ambiciosa, la tradicional y la
progresista. Ambos la aman y ambos se complementan en ese amor, con lo que la
elección de la protagonista no podría ser más complicada. Pero, como toda
decisión importante, esta marcará su futuro, así como el de las personas que la
rodean, para siempre. Y es que Más allá
de las montañas es una reflexión sobre la inestabilidad de un país en
estado de mutación, sí, pero también —y quizá más importante— sobre la
aceptación del paso del tiempo y las propias decisiones, así como la necesidad
de conocerse a uno mismo de cara a vivir una vida plena. La cinta no se limita en
absoluto a mostrarnos los dilemas acontecidos a finales de los noventa, sino
que refleja dos momentos más de corte decisivo para la vida de la protagonista,
acontecidos a su vez en un moderno 2014 donde la tecnología empieza a apoderarse
de las relaciones y un ficticio —sutil pero efectivamente ambientado— 2025 en
el que el mundo ha dado un paso de gigante pero las principales preocupaciones
humanas siguen siendo las mismas. Para estas fechas, durante las que los
personajes van y vienen de forma inesperadamente intermitente, la filmación
cambia el formato en 1:33 original por los más modernos 1:85 y 2:39,
respectivamente, lo que aporta también una textura diferente a cada periodo.
Los carteles inspirados por Más allá de las montañas son obras de arte |
A la hora de retratar tan
fielmente el paso del tiempo resulta de vital importancia el papel de la
estrella del film, Tao Zhao, quien
dota a su personaje de un carisma y una ternura extraordinarios, apoderándose
de cada una de sus edades con una maestría que sólo los mejores intérpretes
alcanzan. Sólo hay que contemplar su forma de reír o llorar a cada cambio de
etapa para ser consciente de esto. Y precisamente a reír, pero sobre todo a
llorar, nos insta un melodrama donde, como es inevitable, se alternan las
alegrías y los pesares con esa pavorosa presteza que vuelve tan inestable la
existencia. Buen reflejo de esto son las dos recurrentes canciones que
acompañan a la narración: el nostálgico “Take care” de Sally Yeh, un clásico cantonés que refleja la añoranza por el
pasado y la congoja derivada de la eterna pérdida que conlleva la existencia
humana, y el pletórico “Go west” de los Pet
Shop Boys, que abre y cierra el film con tanto desgarro como esperanzadora.
Perfectamente integradas en el elegante libreto del propio Jia Zhangke (premiado como guionista por los Asian Film Awards y el Golden Horse Film Festival), ambas
melodías apelan a la emoción de un espectador que difícilmente llegará al final
de la proyección sin conmoverse. Acompañado del compositor (y violinista) Yoshihiro Hanno y el director de
fotografía Yu Lik-wai, ambos
colaboradores habituales suyos, el aclamado realizador chino ha confeccionado
una imperecedera reflexión sobre la fugacidad de la vida y el eterno estado de
cambio de un mundo que, antes de que nos queramos dar cuenta, será por completo
diferente a lo que recordábamos.
Parece interesante esta película en la que se puede ver la evolución vertiginosa, brutal, de China en los últimos 40 años. Habrá que verla. Me la apunto.
ResponderEliminarGracias por tu buena reseña, Juan
Una película impecable me encantó verla! Muy recomendable!!
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