La teoría del todo extrapola la vida de Stephen y Jane Hawking a la vida humana |
Algunas
películas, como la Perdida de David
Fincher, parten de un material plagado de giros y sorpresas que nos impactan con
cada plano. Otras, como La teoría del todo, lo tienen más
difícil para sorprendernos. ¿Cómo asombrar al público con la archiconocida
historia de uno de los científicos más famosos de la historia? ¿Cómo convertir
un biopic sobre Stephen Hawking en
una cinta única en su especie? ¿Cómo ganarse la identificación del espectador a
través de la rigurosa ciencia? Reconozco que me enfrenté a La teoría del todo con reservas: tras la entretenida The Imitation Game, esperaba otro film
biográfico británico al que la falta de innovación y credibilidad histórica impidiesen
brillar con fuerza. Y, si bien no me encontré ante un desenfreno de emociones,
sí disfruté de una historia real maravillosamente bien contada que resultó
tener mucho más que ofrecer de lo que las apariencias auguraban.
James Marsh dirige la alegre escena inicial de La teoría del todo, que augura la vitalidad de la obra |
El interés del
escritor y guionista Anthony McCarten
por la figura de Hawking data de 1988, cuando leyó su obra Breve historia del tiempo. Por tanto, cuando leyó la biografía
de Jane Wilde Hawing, exmujer del cientifíco, en 2004, decidió embarcarse en la
adaptación cinematográfica de la misma sin garantía alguna. Tras múltiples
borradores para los que se reunió a menudo con la propia Jane, su guion recibió
la atención de la productora Lisa Bruce, quien le ayudó a conseguir los
derechos. Fue así como el film pasó a manos de Working Title, quizá la productora británica más prolífica del
momento. Finalmente, James Marsh,
ganador del Óscar a mejor documental por
Man on Wire (2008), fue elegido como
director de la cinta, decisión perfecta para mantener el carácter realista de la
misma. De hecho, desde el principio se buscó proteger fielmente la realidad,
para lo que se tomaron imágenes de archivo como base y se realizó un exhaustivo
proceso de documentación. Y, si bien el resultado es, en ocasiones, ligeramente
repetitivo debido a nuestro conocimiento de la historia original y el momentáneo
estancamiento de la misma, rara vez pierde el guion nuestra atención y empatía.
La obra se basa en la biografía de Jane Wilde Hawking, con lo que Felicity Jones se gana nuestra empatía |
Clave de esto
último es la sorprendente pareja protagonista. El papel de Hawking fue a parar
a Eddie Redmayne, popular gracias a protagónicos
pero insustanciales papeles en Mi semana
con Marilyn (Simon Curtis, 2011) y Los
miserables (Tom Hopper, 2012). El joven actor británico trabajó duro para
dar un necesario giro a su carrera, perdiendo siete kilos, entrenando durante
cuatro meses con una bailarina para aprender a controlar su cuerpo y pasando
horas y horas frente al espejo ensayando posturas imposibles, algo que le
terminó suponiendo una alteración en la alineación de la columna. Pero el
esfuerzo valió la pena, pues su transformación en el famoso astrofísico es
impresionante y acaba de ser reconocida con un Globo de Oro a mejor actor
dramático por encima de su compatriota y amigo Benedict Cumberbatch (por la mencionada The Imitation Game), quien precisamente encarnó al científico en el telefilm Hawking (Philip Martin, 2004). Su pareja en
pantalla, Felicity Jones, no se
queda atrás: quizá su sutil papel no sea tan agradecido, pero no por ello es
menos complicado, y la joven actriz de Cómo locos (Drake Doremus, 2011) y La mujer invisible (Ralph Fiennes, 2013)
lo encarna con la misma determinación con que la auténtica Jane Hawking lidió
con la dura enfermedad degenerativa de su marido. Tanto Redmayne como Jones recibieron los
consejos de los Hawking, llegando Stephen a ceder su propia voz electrónica, así como elementos originales de atrezzo como su Medalla de la Libertad y su tesis firmada, como muestra de su satisfacción con la obra.
El póster de La teoría del todo une la ciencia, el amor y la vida |
Charlie Cox, David Thewlis y la siempre efectiva Emily Watson aportan buen aporte
secundario, conscientes de que los laureles corresponde a Redmayne y Jones,
quienes suman dos de las cinco merecidas nominaciones a los Oscars de La teoría del todo (las otras tres
corresponden a los apartados de película, guion adaptado y banda sonora
original). Esta última, bellamente compuesta por el islandés Jóhan Jóhansson (recién galardonado con
el segundo Globo de Oro recogido por la cinta) y grabada en Abbey Road, será la
mayor baza del film la noche del 22 de febrero. La emotiva orquestación
acústica es el perfecto envoltorio de la obra, cuyos exteriores fueron rodados
en los apacibles rincones de Cambridge, donde Hawking recibió su formación (y, curiosamente, Redmayne también). El
ambiente universitario juega un importante papel durante las primeras escenas,
aunque es pronto dejado de lado a favor del hogar de los Hawking, donde Stephen
y Jane aprenden a afrontar los reveses de la vida y mantenerse fieles el uno a
otro, incluso iniciando una familia; ahí es donde la cinta se convierte en una
hermosa reflexión sobre los regalos y sacrificios del matrimonio. Todo ello
contrasta fuertemente con las realistas pero erróneas palabras del médico que afirmó que Stephen
Hawking sólo viviría dos años más tras diagnosticarle una terrible enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
La teoría del todo cuenta con 5 nominaciones a los Oscars y los Critics Choice (calcadas) y 10 a los BAFTA |
De hecho, toda
la vida del famoso científico es un auténtico milagro que el film se esfuerza
en retratar sin olvidar por ello su carácter ateo, derivado de sus interesantes
investigaciones. Aunque ya no son pareja, a día de hoy Stephen y Jane siguen
siendo amigos, y ambos recibieron la película con gran entusiasmo, alabando
especialmente el trabajo de los dos protagonistas, en cuyos gestos y formas de
expresarse se sintieron completamente reflejados. Famosa es ya la anécdota de
que, durante el visionado del film en el Festival de Toronto
(donde tuvo lugar el estreno oficial), una
enfermera hubo de limpiar una lágrima de la mejilla de Hawking. Ni fue la
primera ni desde luego la última lágrima derramada ante una cinta que ha sido
capaz de alejarse del mero carácter biográfico para convertirse en un poderoso
canto sobre la fuerza del amor y la necesidad de sacar el máximo partido a esta
vida, ya que, con alta probabilidad científica, será la única que tengamos.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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Eddie Redmayne es un actor de un físico poderoso, del que algunos sacan más partido que otros ( me encantó en Mente criminal (versus).../Like Minds y menos en otras), pero me da la impresión de que James Marsh ha abusado un poco de él e incluso algunos que somos unos perfectos sufridores, nos hemos ganado el cielo. No me gusta la mirada que dirige a la mujer que lo arranca de los brazos de su esposa. no tan amantísima, una auténtica lagartona. Por lo demás coincido bastante contigo. Un abrazo.
ResponderEliminarEsta película exalta el amor incondicional que Jane tuvo hacia Stephen Hawking y la lucha por sobrevivir y afrontar una difícil enfermedad. La recomiendo ampliamente.
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