Juliette Binoche se transforma en Rebecca, una valiente fotógrafa de guerra (y madre) |
Hay pocas
profesiones más emocionantes que el periodismo de guerra. Y también hay pocas
más peligrosas y dañinas para la familia que debe quedarse en casa mientras uno
de sus miembros lo arriesga todo por una imagen. Pero es que una imagen vale
más que mil palabras, y a veces hay que dejar de lado a las personas que nos
quieren por el bien común… ¿O no?
Esta potente
temática es la base de la poderosa Mil veces Buenas Noches, cuarta
película del noruego Erik Poppe,
quien, antes de escribir y dirigir Schpaa
(1998), Hawaii, Oslo (2004) y Aguas Turbulentas (2008), trabajó como fotoperiodista cubriendo conflictos en
América Central, Oriente Medio, África y el sureste de Asia, experiencia que ha
impregnado su última película de elementos autobiográficos.
El póster original revela la disyuntiva de la protagonista |
En esta interesante obra
se muestra la clásica disyuntiva entre trabajo y familia a través de una
fotógrafa de guerra interpretada por la siempre excelente Juliette Binoche, actriz francesa poseedora de todos los premios
cinematográficos principales: el premio interpretativo de Venecia por Tres colores: Azul (Krzysztof Kieślowski,
1993), el Oscar y el premio interpretativo de Berlín por El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), el European Film
Award por Chocolat (Lasse Halström,
2000) y el premio interpretativo de Cannes por Copia certificada (Abbas Kiarostami, 2010); impresionante, ¿verdad? Binoche, quien ha
trabajado con directores de todas las nacionalidades consiguiendo una de las
carreras más interesantes de la historia del cine, ofrece en esta cinta una
interpretación tan poderosa como magistralmente contenida que se gana la
empatía del espectador con rapidez pese a que sus actos son a menudo
cuestionables.
Su personaje,
Rebecca, ama a su familia, pero es consciente de que su labor como madre es
menos importante que su labor para con el mundo. Esta fría decisión la aleja de
su marido (Nikolaj Coster-Waldau,
famoso por encarnar a Jamie Lannister en Juego
de Tronos, 2011) y de sus hijas. Si bien la figura del padre es bastante
plana y poco interesante, la hija mayor (primeriza Lauryn Canny) aprende a comprender a su madre cuando se sumerge en
el mismo mundo que ella. Tras acompañarla a África en una misión supuestamente
segura, la joven entiende la importancia del trabajo de su progenitora a la
hora de concienciar al mundo sobre las dificultades que atraviesa gran parte de
la población mundial.
Erik Poppe dirige a la maravillosa Juliette Binoche en el set de Mil veces Buenas Noches |
La propia
película supone una unión de nacionalidades, pues, además de estar
protagonizada por una francesa y un danés, fue coproducida por Noruega, Irlanda
y Suecia y rodada entre Irlanda, Marruecos, Kenia y Afganistán. La hábil mirada
del noruego John Christian Rosenlund
capta planos de gran belleza en los cuatro países, siempre apoyado por la
potente banda sonora del franco-israelí Armand
Amar, ganador del César por la también internacional El concierto (Radu Mihaileanu, 2010). Ambos fueron premiados en los
pasados Amanda Awards noruegos, donde la obra —también nominada en las
categorías de mejor dirección, actriz, actriz secundaria (Canny) y montaje— se
alzó con el premio a mejor film.
Binoche y Nikolaj Coster-Waldau encarnan a una pareja en crisis para la que el amor no es suficiente |
No obstante,
la película fue ignorada en la categoría de mejor guion porque el libreto de
Erik Poppe y Harald Rosenløw-Eeg, aunque efectivo, tan sólo brilla gracias a la
interpretación de Binoche, siendo gran parte de los hechos poco desarrollados e
incluso inexplicables (en especial durante la segunda mitad de la obra). Es una
pena que la película no aproveche para informar mejor de los hechos que su
protagonista lucha tanto por exponer; de hecho, la decisión de Poppe de centrarse
por completo en los sentimientos de ésta resta trascendencia al conjunto, pero
le permite introducirnos por completo en un personaje muy complejo y dar pie a
un eterno debate: ¿es Rebecca valiente o sencillamente temeraria? ¿Es generosa
al anteponer el bien común al de su familia? ¿Hace lo mejor para el mundo o lo
mejor para ella? ¿Hay algo más importante que la propia familia? Sin duda su
personaje será malinterpretado y criticado por muchos, pero lo cierto es que,
si Mil veces Buenas Noches es tal
grata experiencia cinematográfica, es precisamente por introducirnos en una
persona demasiado valiente para este mundo incivilizado.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
No vi esta película. Lamentablemente en Argentina llegan con dificultad las películas europeas y se exhiben solo en algunos pocos cines. Me resulto muy interesante tu reseña lo que me lleva a tratar de buscarla para poder verla.
ResponderEliminarSaludos.
Quiero verla!!!
ResponderEliminarHay algo mas importante que la propia familia? Siempre me lo he preguntado.
ResponderEliminarExcelente pregunta que plantea el film. Y, por supuesto, la respuesta no es fácil, pues, si bien la familia es muy importante, la necesidad de satisfacer los propios deseos suele ir por delante (lo cual tiene consecuencias tanto positivas como negativas). Supongo que la clave es hallar el equilibrio. Un saludo.
EliminarInteresante film ¿Cómo lograr el equilibrio entre los afectos y la pasión profesional? Es complicado ¿no lo creen? A Thousand Times Good Night, aborda esa tirantez entre lo que se debe y lo que se quiere hacer es el eje principal del film de Poppe. Y en ese desarrollo, el director noruego plasma de forma correcta, respaldado por la gran actuación de Binoche, la cotidianeidad de los reporteros de guerra: las situaciones a las que se enfrentan y el deseo de que, el captar una imagen, no sea sólo eso sino el hacer visible a una persona o momento, sin permitir que pase inadvertida. En definitiva este film tiene la capacidad de atrapar al espectador. El inicio y el final son dos momentos claves que le aportan un cierre narrativo a la historia, pero no es suficiente porque esa expectativa no se mantiene durante toda la película.
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