Las familias
desestructuradas están a la orden del día. A fin de cuentas, ¿qué familia no lo
está hoy en día, aunque sólo sea un poco? ¿Qué familia que se preste carece de
un poco de locura y unos cuantos gritos de vez en cuando? Y, pese a todo,
¿quién no ha llegado a pensar que no hay familia más curiosa que la suya? Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y
Valerie Faris, 2006) y Nuestro último verano en Escocia (Andy Hamilton y Guy Jenkin, 2015) nos recuerdan que el
sentimiento de pertenecer a una familia de locos es más generalizado de lo que
pensamos. Y ambas lo hacen combinando con maestría la comedia y el drama, sin
abusar en exceso de ninguno de los dos géneros para dejar una sensación que
roza lo agridulce pero desemboca en una bella —pero realista— positividad.
La genialAbigail Breslin fue la revelación de la joya indie Pequeña Miss Sunshine |
Nuestro último
verano en Escocia supone el salto conjunto al
séptimo arte de los sexagenarios realizadores británicos Andy Hamilton y Guy Jenkin,
artífices de la popular serie Outnumbered
(2007), centrada en un matrimonio con problemas para educar a sus tres hijos.
Presentada en la pasada Seminci de Valladolid, la cinta bebe enormemente, tanto
de dicha serie, como de Pequeña Miss
Sunshine, al presentar una pareja londinense en pleno divorcio —la
deliciosa Rosamund Pike nominada al
Óscar por Perdida (David Fincher,
2014) y el icónico David Tennant
de Doctor Who— que debe aparentar
felicidad mientras visita en Escocia al enfermo padre de él —Billy Connolly, tan simpático como
estuvo en Una serie de catastróficas
desdichas (Brad Silberling, 2005)— acompañada de sus tres hijos (Emilia Jones, Bobby Smalldridge y Harriet
Turnbull). Aunque todo el reparto (que también incluye a Ben Miller, Amelia Bullmore y la siempre agradable pero algo fuera de lugar Celia Imrie) está perfectamente
escogido, la frescura del film se debe principalmente a la impagable espontaneidad
de los tres niños, quienes actúan con una naturalidad de la que muchos
intérpretes profesionales tienen mucho que aprender. Gracias a ellos, la cinta
es capaz de imprimir una sonrisa permanente en el rostro de los espectadores
pese a la dureza de algunos temas tratados, tales como los problemas
conyugales, la depresión crónica o la aceptación de la muerte.
La mezcla de inocencia y desparpajo de los niños es la guinda del guion de Nuestro último verano en Escocia |
A este último
respecto, quizá Nuestro último verano en
Escocia se pase de la raya en su aparente banalización de algunos hechos
(y en la exageración de otros tantos), pero lo cierto es que lo hace con la
loable intención de naturalizar los problemas y quitarles importancia, animándonos
a ser felices sin importar las circunstancias. Como resultado de esto, el guion
resulta a veces tan desfragmentado como la propia familia que lo protagoniza
(poco ayudado por la excesiva cantidad de personajes secundarios provistos de
prescindibles subtramas), pero nunca llega a aburrir ni perder el interés de
los espectadores más inteligentes, cuyas emociones divagan entre la risa, la
conmoción y el desconcierto. Bellamente filmada por Martin Hawkins —quien trabajó como mecánico en Love actually (Richard Curtis, 2003)— en evocadores paisajes
escoceses, la cinta evita los chistes fáciles entre británicos y escoceses,
pero su casual estreno en pleno referéndum por la independencia fue visto por
muchos como una metáfora difícil de interpretar.
El cartel de Pequeña Miss Sunshine sitúa a todo su reparto en igualdad de condiciones |
Pese a la
original frescura de Nuestro último
verano en Escocia, los temas expuestos y los personajes presentados
recuerdan inevitablemente a la gran obra maestra de las comedias familiares,
todo un triunfo del humor que se hizo con dos inesperados Oscars en la edición
de 2007: mejor actor secundario para Alan
Arkin y mejor guion original
para Michael Arndt, quien más tarde
nos regalaría los perfectos libretos de Toy
Story 3 (Lee Unkrich, 2010) y Los
juegos del hambre: en llamas (Francis Lawrence, 2013). Hablo, por supuesto,
de Pequeña Miss Sunshine, una joya
independiente que, curiosamente, también cuenta con una pareja de realizadores
(aunque, esta vez, son un hombre y una mujer, Jonathan Dayton y Valerie Faris, ambos bastante más jóvenes).
Meritoriamente aclamada como una de las mejores comedias de todos los tiempos,
esta encantadora cinta sigue a una niña entusiasta (perfecta Abigail Breslin) hasta una hipócrita
competición de belleza donde parece pintar poco o nada. Como suele suceder, lo
importante no es el destino, sino el viaje, durante el que contará con el
dudoso apoyo de su alocada familia (Steve
Carell, Toni Collette, Greg Kinnear, Paul Dano y el mencionado Arkin). Al igual que Nuestro último verano en Escocia, esta peculiar road movie abordaba
los problemas familiares, la depresión y la muerte con honestidad, coraje y,
sobre todo, un humor genialmente disparatado que se mueve con soltura entre la
acidez y la calidez.
El cartel de Nuestro último verano en Escocia sitúa a niños y mayores en dos mundos distintos |
Pequeña Miss Sunshine sentó
un precedente en su día por la naturalidad con que presentó la
desestructuración familiar del siglo XXI, además de iniciar una era dorada de
las comedias agridulces independientes, con pequeñas joyas como Juno (Jason Reitman, 2007), (500) Días Juntos (Marc Webb, 2009) o Los chicos están bien (Lisa Cholodenko,
2010). Maravillosamente escrita y dirigida, la cinta nos recuerda que la clave
de quienes somos radica en nuestras peculiaridades y que, pese a su crudeza, la
vida merece ser vivida con intensidad. Además, pese a su aparente cinismo, tanto
esta obra como Nuestro último verano en
Escocia suponen, en última instancia, sendos cantos de amor por la unidad
familiar. Y es que, probablemente, nadie nos saque nunca tanto de quicio como
lo hace nuestra familia, pero tampoco encontraremos en ningún otro lugar un
amor tan maravillosamente incondicional.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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Muy interesante el artículo y también esta oleada de cine "indie" con tanta frescura y originalidad aún tratando temas espinosos. También añadiría a este grupo otra película que tiene otras intenciones más ambiciosas pero que también desprende esta frescura y retrata a una familia desestructurada sin convertirlo en una tragedia: Boyhood.
ResponderEliminarSiempre es un placer leerte.
Pau
www.35mmlumiere.blogspot.com
Me encantó la película, ya que trata temas duros y difíciles con mucha naturalidad y frescura, sin hacerla nada dramática. Y lo que más me gustó, sin duda, fueron los niños, los tres me robaron el corazón.
ResponderEliminarJuan Roures,
ResponderEliminarme ha gustado mucho tu conclusión final en torno a las familias (muy de acuerdo,que todas,están en mayor o menos grado desestructuradas) y la comparativa entre "Pequeña miss sunshine " y "nuestro último verano en Escocia".
Todavía no he visto ésta última,pero me han entrado muchas ganas de verla tras leerte.
Además,si te gusta el cine centrado en las familias desestructuradas,hay una serie ya mítica,americana: Shameless,que pienso podrías disfrutar.
Saludos