Nada como un buen musical para alegrar un día gris o hacer juego con uno feliz. Desde su aparición junto al sonido, el género musical ha traído a millones de personas a los cines para ver cantar y bailar a las estrellas. Lo que para algunos es un simple sinsentido, para otros es todo un espectáculo y, sobre todo, una gran fuente de entretenimiento. Tras más de veinticinco años en los teatros de Londres, el estreno de Los miserables (Tom Hooper, 2012) en gran pantalla promete ser uno de los eventos cinematográficos del año, especialmente por su decisión de grabar las canciones en directo. Pero la historia de este género es larga.
"La vida es un cabaret", nos dice la brillante Cabaret |
El cine musical vio su aparición
gracias a la introducción del sonido en el cine en 1927 con El cantor de jazz, de Alan Crossland. Su
calidad era muy mejorable, pero la mezcla de los clásicos intertítulos del cine
mudo con canciones fue muy bien recibida por el público de la época. Dos años
después, La melodía de Broadway (Harry Beaumont, 1929) se convertía
en el primer film “All talking, all singing, all dancing” y, pese su tópica historia,
obtuvo gran popularidad y el primer Oscar a mejor película para un film sonoro.
Desde entonces, otros siete musicales han recibido dicho galardón, demostrando
el aprecio de Hollywood hacia este género.
Y no sin razón: un musical ofrece,
además de una historia más o menos interesante (para qué negarlo, la mayoría
caen en la simpleza), números musicales muy bien coordinados con canciones
pegadizas y bailes vibrantes. La puesta en escena es casi siempre
espectacular y muestra sumo cuidado en el vestuario, la dirección artística y
la disposición de los actores. Además, al contrario que las obras teatrales, el musical cinematográfico cuenta con el montaje para acentuar el impacto de las actuaciones. Al final, la historia es lo de menos.
Nunca hubo mejor pareja de baile que Astaire y Rogers en Sombrero de copa |
Aunque algunos de los primeros
musicales de prestigio pertenecen al francés René Clair, que destacó con los
romances bohemios Bajo los techos de Paris
(1930) y El millón (1931), EE.UU. se
apropió del género a una velocidad de vértigo y nadie ha sido capaz de hacerle
frente. Siguiendo el éxito de La melodía
de Broadway, llegaron musicales de gran fuerza visual que, al contrario que
su predecesora, no descuidaban la historia y se atrevían con temáticas más
serias. Uno de los más destacados es Calle
42 (Lloyd Bacon, 1933), que incluso hacía referencias a la Gran Depresión sin
dejar de lado el cuidado en los números musicales, coreografiados por el gran
Busby Berkeley. Mención especial merece Aleluya
(King Vidor, 1929), que retrataba el sufrimiento de los esclavos negros pero
caía irremediablemente en el tópico. Mientras tanto, Alam Ara (The Light of the World) (Ardeshir Irani, 1931) inauguraba el género musical en la India, país donde las canciones y el cine quedarían para siempre conectadas.
El musical es el
género escapista por excelencia y sus espectadores no buscan historias trascendentales,
sino pasar un buen rato y olvidarse de sus problemas. Ideales a este respecto
eran los nueve musicales que el perfeccionista Fred Astaire y la sufrida Ginger Rogers protagonizaron para
RKO. Esta delicada pareja de bailarines actores mostraba mucho talento y una
gran química en pantalla, lo que convierte a obras como En alas de la danza (George Stevens, 1936) en auténticas obras de arte. La
comedia de enredo Sombrero de copa (Mark Sandrich, 1935) fue su colaboración más destacada y, aunque tópica en
ocasiones, era tan divertida como espectacular, gracias a las bellas actuaciones
de la pareja y a números míticos como “Cheek to cheek”.
Un día en Nueva York se beneficia del rodaje en exteriores en la propia ciudad, casi sin precedentes |
Otra pareja destacada fue la
formada por el seductor pero distinguido Maurice Chevalier y la elegante Jeanette
McDonald que protagonizaron varios simpáticos musicales. El gran Ernst Lubitsch
sacó gran partido de su química en El
desfile del amor (1929) y La viuda
alegre (1934). Así, el cine musical es uno de los más ligados a sus
estrellas: el público no podía prever la calidad de un film, pero saber quién
lo protagonizaría garantizaba, al menos, buenos momentos musicales.
Fred Astaire y Cyd Charisse
lanzaban Melodías de Broadway 1955
(Vincente Minnelli, 1953) a la fama mientras Gene Kelly y Frank Sinatra hacían lo propio
con Levando anclas (George Sidney, 1945),
que además era pionera en la combinación de animación y acción real gracias a
un baile entre Kelly y el ratón Jerry. El guión
de ambas dejaba mucho que desear, pero sus estrellas las salvaban. Era
la era dorada del musical y todos querían cantar y bailar. Hasta Marlon Brando
y Jean Simmons lo hicieron graciosamente en Ellos y ellas (Joseph L. Mankiewicz, 1955).
Judy Garland está pletórica en Cita en San Luis, uno de los musicales más alegres y redondos |
Gigi debe crecer muy rápido, con champagne y todo |
Gene Kelly queda embobado ante la flexible Cyd Charisse en la genial Cantando bajo la lluvia |
Julia Andrews había protagonizado My fair lady en Broadway, pero la Warner prefirió a Hepburn; ella bordó el papel, pero Andrews ganó el Oscar |
No obstante, todavía había espacio
para musicales clásicos como El rey y yo
(Walter Lang, 1956), West Side Story (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961) y My fair lady (George Cukor,
1964). Sus protagonistas eran las míticas Deborah Kerr, Natalie Wood y Audrey
Hepburn, respectivamente, pero todas ellas fueron dobladas en las canciones por
Marni Nixon y se quedaron sin Oscar pese a que sus films recibieran cinco, diez
y ocho galardones respectivamente. Lo que no todos saben es que Kerr se preparó
muchísimo para coordinarse con su dobladora o que Hepburn exigió cantar ella
misma para formar parte de la película y fue después traicionada por el estudio
pese a que su voz, no tan melódica como la de Nixon, por supuesto, era correcta
y mucho más acorde al personaje. Nixon también arregló las notas altas de
Marilyn Monroe para la divertida Los caballeros
las prefieren rubias (Howard Hawks, 1953).
Andrews es una perfecta Mary Poppins |
Otra figura imprescindible en la
renovación del género fue Bob Fosse, quien decidió que, en plenos años 70, los
musicales en los que la gente empezaba a bailar y cantar sin motivo parecían un
poco tontos. Su Cabaret (1972) era
impresionante, desde su potente montaje hasta su cuidada dirección artística,
pasando por los memorables números musicales de Joel Grey y Liza Minnelli en el
Kit Kat Club. Minnelli, hija de Vincente Minnelli y Judy Garland, bordaba a la
original protagonista, tan vulnerable fuera del escenario como poderosa dentro
de él. Todo un experto coreógrafo, Fosse volvió a brillar con la autobiográfica
Empieza el espectáculo (1979), único
musical con la Palma de Oro de Cannes, sobre el esplendor y decadencia de las
estrellas, basada en la propia experiencia del director en la producción del
musical de Broadway Chicago (1975),
que no vería su versión cinematográfica hasta décadas después. Esto es
especialmente curioso teniendo en cuenta que a partir de mediados de los 50, la
producción de musicales se limitó casi en exclusiva a adaptaciones de musicales
teatrales.
Olivia Newton-John y John Trabolta realizan geniales números musicales en Grease |
Los nuevos films se acercaban al
ambiente discotequero de los jóvenes y exponían las preocupaciones de éstos,
aunque fuera de forma simplona. Hair (Milos Forman, 1979), Fama (Alan Parker, 1980), Footloose (Herbert Ross, 1983), Flashdance (Adrian Lyne, 1983) y Dirty Dancing (Emile Ardolino, 1987) son
algunos ejemplos. No
obstante, ninguno se acercaba siquiera al genial The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, 1975), que había combinado
terror gótico y música moderna para crear un film tan original como divertido
con una jovencísima Susan Sarandon. Miles de fans aún acuden a día de hoy a sus
interactivas proyecciones, que incluyen actuaciones de los propios
espectadores.
El guión de Pocahontas es mejorable, pero las bellas canciones de Alan Menken y Stephen Schwartz no |
8 mujeres reune a Catherine Deneuve con el musical décadas después del éxito de Los paraguas de Cherburgo |
El ardiente rojo y el frío azul se enfrentan en Moulin Rouge, el musical romántico por excelencia |
Hollywood no quiso quedarse atrás
y al año siguiente lanzó por fin la adaptación de Chicago, dirigida por un Rob Marshall demasiado pendiente en
disimular la falta de talento para el baile de sus intérpretes. El resultado es
un largo videoclip tan potente unos ratos como mediocre otros en el que ningún
plano estaba demasiado tiempo en pantalla. Nada que ver con su predecesora,
pero el Oscar a mejor película fue suyo. El último musical en alzarse con la estatuilla
habían sido la envolvente Oliver!
(Carol Reed, 1968), treinta y cuatro años atrás.
El nostálgico Hedwig and the angry inch es uno de los pocos musicales independientes |
La irónica Sweeney Todd añade la estética gótico-cómica de Burton al género musical |
Lagaan, érase una vez en la India es uno de los pocos musicales indios aclamados por la crítica |
Al final, tanto Hollywood como
Bollywood han tenido la misma idea: si la música y el cine son las mayores
fuentes de entretenimiento hoy en día, juntarlas es un éxito garantizado. En EE.UU., la producción de este género ha sido especialmente prolífica durante la Gran Depresión, la II Guerra Mundial, la Guerra de Vietnam y la Guerra de Irak, lo que demuestra su función como refugio de la realidad. El
cine se basa en reflejar historias y sentimientos a personas que no las han
vivido, pero a menudo las palabras y las acciones no bastan. El poder de la
música para llegar al corazón es casi mágico, con lo que utilizarla como forma
de expresarse puede ser la clave. Y es que hay cosas que solo pueden decirse
cantando.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
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Genial como todo lo que he leído por aquí. Aunque por poner una pega diré que has olvidado los inicios de Fosse con 'Noches en la ciudad' y esas coreografías tan imposibles como míticas del estilo "Big Spender".
ResponderEliminarPero estoy encantado con ese paseo por los musicales, ¡enhorabuena!
En cada párrafo de tu artículo cantaba una canción ♫♫♫
ResponderEliminarSabes que el musical no es mi fuerte... pero Disney no sería nada sin sus canciones y amo Singing in the rain... asique chapeo por tu artículo!
ResponderEliminarMenudo post tan elaborado, un paseo por el género del musical. Hace poquito he puesto una encuesta en mi blog dedicada a los musicales, y muy pronto daré a conocer el top five, películas que por supuesto has recogido aquí.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena por tu blog :)
Grease y Moulin Rouge inolvidables.
ResponderEliminarFelices Fiestas! Éxitos el 2013.
Genial recorrido por uno de los género más difíciles del cine (y que a yo amo desde lo más profundo de mi ser) Cabaret, Chicago y Moulin Rouge... imprescindibles!
ResponderEliminarA seguir así!
Genial post de uno de mis géneros favoritos!! Feliz 2013!!
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