Prometieron que la gala de la 93ª edición de los Premios Oscar sería "muy cinematográfica" y no puede decirse que haya sido así más allá del fabuloso plano secuencia inicial dirigido por Steven Soderbergh y protagonizado por Regina King y los constantes giros de guion, todos plenamente absurdos. ¿La explicación? Que no han ganado quienes los organizadores esperaban. De lo contrario no se explica que el último premio de la noche fuera a manos de un actor que no solo no se contaba entre los asistentes sino que ni siquiera se había conectado digitalmente. Hablamos por supuesto del gran Anthony Hopkins, quien, a los 83 años, es ya el intérprete oscarizado de mayor edad. Su trabajo en El padre, brillante adaptación teatral por la que el francés Florian Zeller (director) y el británico-portugués Christopher Hampton compartieron el galardón a mejor guion adaptado, es colosal, pero no deja de ser triste que se impusiera a Chadwick Boseman (La madre del blues), quien, habiendo fallecido recientemente a causa del cáncer, no tendrá otra oportunidad de alzarse con un premio que el veterano, de hecho, ya tenía (por la mítica El silencio de los corderos en 1991).
Y no, yo tampoco sé qué hago hablando de El padre cuando todavía no he mencionado a la receptora del Oscar a mejor película, pero la ridícula organización de la gala así lo ha marcado. Y es que la maravillosa Nomadland [crítica], que probablemente sea la película más laureada de la historia del cine, recogió sus tres galardones, todos importantes, como quien no quiere la cosa: el primero, mejor dirección, al principio, quitando importancia al hecho de que Chloé Zhao es nada más y nada menos que la segunda mujer receptora de dicho galardón en 93 años de historia (la primera, por supuesto, fue Kathryn Bigelow por En tierra hostil en 2009); el segundo, mejor película, algo antes del final, terminando con la lógica tradición de cerrar la gala con la que gran ganadora de la misma, y el tercero, mejor actriz, justo después, sin que nadie, especialmente la propia Frances McDormand, que acababa de subir al escenario como productora, lo esperase (bueno, siendo justos, nadie esperaba nada concreto de la categoría más loca que se recuerda).
Celebrar cualquiera de los premios mencionados ha sido, por tanto, complicado, y eso que todos eran perfectamente merecidos. Pocas veces han sido tan emocionantes las carreras de actor y actriz y pocas veces han finalizado de forma tan anticlimática. De hecho, para lo interesante que ha sido la temporada de premios, todo se ha saldado de un modo bastante predecible. Así, apostar por Youn Yuh-jung, maravillosa abuela de Minari (la muy personal historia familiar del estadounidense de ascendencia coreana Lee Isaac Chung), sonaba hace unos meses a locura y era a estas alturas algo prácticamente seguro, residiendo la emoción únicamente en ver cómo reaccionaría la primera intérprete coreana oscarizada (y nominada: recordemos que el reparto de Parásitos al completo fue ignorado el año pasado) al recoger el entorchado de manos del emblemático Brad Pitt. Asimismo, Daniel Kaluuya tenía la victoria en el bolsillo tras recoger todos y cada uno de los premios televisados de la temporada como (fraudulento) actor de reparto por Judas y el mesías negro, una película que en circunstancias normales ni siquiera habría sido elegible (se estreno en el Festival de Sundance de 2021) y que sin embargo ha recibido a última hora también el Oscar a mejor canción, "Fight For You" (del muy popular H.E.R., que también ganó el último Grammy a mejor canción, solo que por otra composición), por encima del "Speak Now" de Una noche en Miami... y el "Io sì (Seen)" de La vida por delante. La compositora (junto a una muy ilusionada Laura Pausini) de esta última, Diane Warren, suma así su decimosegunda candidatura fallida, por encima de las ocho de la actriz Glenn Close, ignorada nuevamente por la espantosa Hillbilly, una elegía rural, lo que no le impidió marcarse un twerking que no tiene sentido intentar describir existiendo YouTube.
Entre los perdedores también encontramos, al menos en teoría, a Carey Mulligan. Y digo "en teoría" porque, aunque su trabajo en Una joven prometedora es icónico, la nominación era de por sí un triunfo al ser la primera desde la conseguida por su papel revelación hace ya más de una década por An Education (2009). Curiosamente, ganar un Oscar no siempre es lo mejor y de hecho cabe esperar que la actriz regrese pronto a la ceremonia con un trabajo aún más fuerte (pero difícilmente con un vestido más... oscarizable). Por esta comedia negra, puñetazo en el estómago de los machistas (sobre todo de los que no saben que lo son), sí fue reconocida la directora y guionista Emerald Fennell, que, embarazadísima, recogió el primer laurel de la velada: el concerniente a mejor guion original. Una joven prometedora era, por cierto, una de las tres excepcionales óperas primas que aspiraban al galardón principal, sumándose a la mencionada El padre y la hipnótica Sound of Metal, que vio reconocidos su montaje y su sonido (dos premios a menudo emparejados) gracias al perfecto modo en que sume al espectador en la pérdida de audición del protagonista, un brillante (y guapísimo, todo hay que decirlo) Riz Ahmed.
Entretanto, el cine de corte más clásico se dio un buen batacazo: El juicio de los 7 de Chicago, por la que muchos apostaban fuerte hace solo unos meses, se fue de vacío, y Mank, por la que otros lo daban todo hace más tiempo todavía, solo convirtió en oro dos de sus diez candidaturas: la fotografía y el diseño de producción, los únicos apartados que incluso quienes han sido incapaces de entenderla (muchos) o sentirla (la mayoría) han sabido valorar. Curiosamente sus directores respectivos son Aaron Sorkin y David Fincher, guionista y director de La red social (2010), obra maestra que hace diez años no pudo imponerse a la muy inferior, pero también mucho más asequible, El discurso del rey. Ganar Oscars es cuestión de saber llegar al público, para bien o para mal.
Mank, Judas y el mesías negro, El padre y Sound of Metal son cuatro de los seis films receptores de un total exacto de dos premios, siendo los otros dos Soul (mejor película de animación y mejor música) y La madre del blues (mejor vestuario y mejor maquillaje & peluquería). Los reconocimientos de la primera son sencillamente inmerecidos (hola, Wolfwalkers y Noticias del gran mundo); los de la segunda, también (¡Emma y Pinocho estaban ahí mismo!), pero al menos ofrecen bienvenidos récords: la diseñadora de vestuario Ann Roth es a sus 89 años la persona oscarizada de más edad de la historia, mientras que Mia Neal y Jamika Wilson son las primeras personas negras reconocidas en la categoría de maquillaje & peluquería, compartiendo por cierto el triunfo con un español: Sergio López-Rivera, maquillador personal de Viola Davis (a quien por cierto muchos deseaban ver convertida en la primera actriz negra ganadora de dos Oscars). Otro galardón cuestionable es el relativo a los efectos visuales, recogido por la frustrante (por no decir otra cosa) Tenet gracias eminentemente a la falta de competencia de una edición parca en superproducciones.
Por último, hay que citar los reconocimientos de Otra ronda como mejor película internacional (el cuarto para Dinamarca y el menos merecido de todos, por mucho que Thomas Vinterberg sea un gran cineasta, que lo es, y por muy emotivo que fuera su discurso, que lo fue), Lo que el pulpo me enseñó como mejor documental (sin comentarios) y Dos completos desconocidos, Si me pasara algo, os quiero y Colette como mejores cortometrajes, todos meramente correctos y disponibles legalmente gracias a la magia de las plataformas digitales. El consumo desde casa, de hecho, ha marcado una edición repleta de títulos tan recomendables como ignorados por el gran público, en su mayoría, además, de corte independiente y mucho más plural de lo habitual. La ceremonia, lamentablemente, no ha estado a la altura (nuestros Goya [crónica] le dieron mil vueltas, para qué luego digan), pero, siendo justos, en un año tan difícil poco puede exigirse más allá de seguir adelante. Además siempre nos quedará Nomadland, una de las mejores receptoras del Oscar de las últimas décadas. Bueno, y Minari, Una joven prometedora, El padre... Al final, más allá del espectáculo, lo más importante es el propio cine, que poco a poco se está adaptando al gusto (y la identidad) de todos.
Buenísima crónica de los premios Oscar 21 en este año tan falto de espectadores y cines abiertos. Muy merecido premio a Nomadland y feliz con el premio a Francesc McDormand, a la que sigo desde hace tiempo. De nuevo, enhorabuena por esta crónica en tiempo real, merecería leerse en un periódico de papel!
ResponderEliminarMerecido premio a Nomadland y a Frances McDormand,lástima no se puedan dar dos oscars a mejor actriz porque Carey Mulligand también está espectacular en "Una joven prometedora".
ResponderEliminarUN saludo