20 diciembre 2012

Adaptados: del libro a la pantalla

Orgullo y prejuicio es un ejemplo fácil
de buena adaptación cinematográfica
Hace ya varios años tuve que discutir con una profesora de inglés que nos pidió títulos de películas adaptadas de libros y afirmó mi error al mencionar Slumdog Millionaire (Danny Boyle y Loveleen Tandan, 2009). “Are you sure?”, preguntó. “Absolutely”, respondí. Lo estaba: el autor es el novelista indio Vikas Swarup y de hecho la película acababa de ganar el Oscar a mejor guión adaptado. Probablemente mi profesora, que sólo había lanzado la pregunta por hablar de algo en inglés, ni siquiera estaba segura de la diferencia entre los premios a guión adaptado y guión original. Está claro qué respuesta esperaba: Orgullo y prejuicio, Harry Potter y El Señor de los Anillos. Es decir, esas películas creadas a partir de clásicos literarios o best-sellers. Películas adaptadas de libros que todo el mundo conoce.

Lo que mi profesora y muchos desconocen es que más de la mitad de las películas están adaptadas de material literario, aunque a menudo ni se mencione al original. Cualquiera que critique a quienes afirman “esperar a que salga la peli para evitar leer el libro” debe tener presente que él mismo ha visionado decenas de películas sin leerse el libro antes.

Brokeback Mountain demostró el poder del taiwanés
 Ang Lee para tratar los sentimientos humanos
Abundan los tópicos sobre las adaptaciones. Quien afirma que “la película siempre es peor que el libro” claramente no ha comparado la novela Chocolat, de Joanne Harris, o el relato Brokeback Mountain, de Annie Proulx, con sus adaptaciones para la gran pantalla. Ambas son obras aceptables que el cine ha convertido en obras de arte. La dulce Chocolat (Lasse Lasström, 2000) es una película brillantemente interpretada por Juliette Binoche, Judy Dench y Lena Olin que cuenta la historia de la llegada de una chocolatera a un pueblo conservador en el que la felicidad no debe anteponerse a los modales; la música y la puesta en escena envuelven muy bien la historia, a la vez que transmiten poco a poco la idea de que la propia protagonista se siente atada a la misma tradición que intenta romper. La pausada Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) es una triste muestra de las consecuencias de los prejuicios y la represión de los sentimientos que muestra la contraposición entre la vieja América de los cowboys y un amor contemporáneo entre dos hombres (brillantes Heath Leger y Jake Gyllenhaal) tan real como imposible. En el papel, estas historias se quedaban a medias, pero en el cine nos llegan al corazón.

Chocolat juega con los colores: dos figuras vestidas
de rojo (símbolo de la libertad) llegan al pueblo...
El problema no es adaptar un libro, sino hacerlo rápido y mal. Crepúsculo fue publicada por Stephenie Meyer en 2005 y se convirtió en un gran éxito de ventas. Tres años después, salía la película Crepúsculo (Catherine Hardwicke, 2008) para aprovechar el éxito garantizado. El guión no se cuidó lo más mínimo y apenas se invirtió dinero en los efectos visuales. El resultado es un auténtico destrozo terriblemente protagonizado por una sosa Kristen Stewart. Y aún así arrasó en taquilla, lo que permitió a los productores esforzarse aún menos en las secuelas.

La interpretación de la desconocida Noomi Rapace
fue lo más alabado de la saga Millennium
Algo similar sucedió con la saga Millennium, del genial periodista Stieg Larsson. Además de presentar un misterio muy intrigante, la saga presentaba una aguda crítica al conservadurismo, el machismo, el nazismo y la homofobia, pero esto se perdió en las novelas. Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (Niels Arden Oplev, 2009) logró una buena ambientación y estuvo a la altura, pero la complejidad de las secuelas era muy difícil de adaptar… y el resultado fue tal desastre que ni siquiera quienes habían disfrutado de la primera quisieron verlas. Quizá por ello, David Fincher, quien realizó el año pasada el innecesario remake de la primera parte, no tenga claro repetir con las continuaciones.

Pero la dificultad de adaptar un material no es excusa. El Señor de los Anillos parecía imposible de adaptar y su autor, J. R. R. Tolkien, ni siquiera se preocupó por los derechos. Sin embargo, llegó Peter Jackson en 2001 y organizó a todo un equipo de profesionales para realizar la saga cinematográfica más grande de todos los tiempos. Los libros era más intimistas, pero las películas supieron mantener la esencia nostálgica y dar vida a todo el universo fantástico de Tolkien gracias a una cuidadísima ambientación. En 1954 nadie había leído nada igual y en 2001 era el público el que nunca había visto nada igual.

Las crónicas de Narnia es una buena adaptación:
que guste o no depende de que lo haga libro
Menos acertada fue la adaptación de los libros del amigo de Tolkien, C. S. Lewis, pese a que la primera, Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (Andrew Adamson, 2005), no estaba mal. Al adaptarse sagas de libros, suele mostrarse más esmero en la primera y, una vez atraído el público, se descuida el esfuerzo. En el caso de Harry Potter, nadie supo plasmar mejor el universo de los libros de J. K. Rowling que Chris Columbus, quien se encargó de las dos primeras entregas. Alfonso Cuarón oscureció la saga, Mike Newell la hormonó y David Yates le dio la seriedad requerida para las últimas entregas, pero ninguna está a la altura de los libros. Los juegos del hambre (2009) también cambiará de director en sus secuelas, ya que Gary Ross no está conforme con el ajustado calendario de producción fijado, a película por año. Además, la última será dividida en dos, algo ya común en las sagas cinematográficas y que solo se explica por las ganas de los productores de sacar el máximo provecho de sus gallinas de los huevos de oro.

Una de las preocupaciones principales de los lectores al descubrir que se hará película de sus libros preferidos es la fidelidad que mostrarán hacia ellos. ¿Qué debemos a un libro al adaptarlo? Mi profesor de guión de UCLA, Richard Walter (quien también ha dado clases a guionistas oscarizados como Alexander Payne) era claro: nada. Lo importante es hacer una buena película y, a ser posible, aportar algo nuevo. Pero a menudo los fans no están conformes con esto. Por ello los amantes de una película no suelen ser los mismos que disfrutaron de la versión literaria. “Yo tenía una granja en África…”; así comienzan, tanto la novela de Isak Dinesen, como la bella película Memorias de África (Sydney Pollack, 1985), consciente de que ningún otro inicio sería satisfactorio para los lectores de la obra, al margen de la polémica cinemática de la voz en off.

Zhang Yimou emplea ¡Vivir! y otras adaptaciones
para denunciar la situación de la mujer en China
A la hora de hacer una película de un material literario, el resultado dependerá mucho de la idea original de su realizador. Al este del Edén (Elia Kazan, 1955) es bastante libre y aún así maravillosa, gracias en especial al excelente James Dean en su primer papel protagonista, y en ¡Vivir! (1994) Zhang Yimou incluso cambió el final para no dejar al espectador un mal sabor de boca. Después de dos horas de sufrimiento y tragedias familiares a lo largo de la historia reciente de China, lo mínimo era ofrecer algo de consuelo con las últimas escenas. También la memorable Las uvas de la ira (John Ford, 1940), primer film sobre la Gran Depresión, decidió alejarse un poco de la novela para transmitir el mensaje optimista que los estadounidenses necesitaban oír en aquel momento.

La conmovedora La lengua de las mariposas denuncia
la hipocresía española ante la Guerra Civil
Pero tampoco hay que pasarse. Christian-Jaque compró los derechos de la novela El tulipán negro, de Alejandro Dumas, y lo único que había similar entre ésta y la película estrenada en 1964 era el título. Si un director va a hacer lo que le da la gana (como Tim Burton con su Alicia en el País de las Maravillas, 2011), lo mejor es que utilice un guión original, que es bastante más barato. (En 1910 entraron en funcionamiento los derechos de autor y desde entonces se han pagado sumas desorbitadas por las obras más codiciadas.). Además, un buen libro no garantiza una buena película, como muestra El gran Gatsby (Jack Clayton, 1974).

Adaptar una historia puede ser tan difícil como inventarse una. Por ello hay adaptadores profesionales que lidian con el seguro odio de los fans, que siempre recuerdan las escenas que han sido eliminadas. En España, Rafael Azcona tiene fama por su habilidad a este respecto, gracias a títulos como El bosque animado (1987) o La lengua de las mariposas (1999), ambas de José Luis Cuerda. El americano Sidney Howard realizó un trabajo prodigioso para Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, George Cukor y Sam Wood, 1939) y recibió por ello 80.000$ y un Oscar, pero fue atropellado por un tractor en su propia granja antes de poder recogerlo.

La profundidad de Guerra y Paz se perdió en la
adaptación; sólo Hepburn se salvó de las críticas
Las novelas eternas como esa son especialmente difíciles de adaptar sin perder por completo el sentido. La inmensa obra Guerra y Paz, del soviético León Tolstói, dio lugar a una adaptación hollywoodiense en 1956 dirigida por King Vidor y a una rusa en 1968 de la mano de Sergei Bondarchuck. La primera duraba más de tres horas y perdía algo de sentido, mientras que la segunda rozaba las siete horas y era imposible de ver del tirón. Hay obras que no están hechas para el cine. La casa de los espíritus, un repaso de Isabel Allende a la historia reciente de Chile a través de tres generaciones, es una de ellas. La versión de Bille August de 1993, que incluso se libró de una generación, es muestra de ello.

El guión de El halcón maltés es casi una transcripción
de la novela de Dashiell Hammett; todo un acierto
Mientras que las comedias suelen partir de ideas originales, hay géneros especialmente ligados a la literatura. La mayoría de grandes clásicos del cine negro, como El halcón maltés (John Huston, 1941), Perdición (Billy Wilder, 1944), Laura (Otto Preminger, 1944), Tener y no tener (Howard Hawks, 1944) y Sed de mal (Orson Welles, 1958), son adaptaciones de novelas. A veces, el género cambia en el proceso de adaptación: Truman Capote nunca estuvo de acuerdo con Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961), que convirtió su desencantada novela en una agradable comedia romántica; además él quería a su amiga Marilyn Monroe como protagonista, pero el estudio prefirió a Audrey Hepburn. Irónicamente, ella se convirtió en icono del film y éste de ella. Para evitar algo parecido, la autora Laura Gallego ha afirmado repetidas veces que se niega a conceder los derechos de su obra Memorias de Idhún, pese a las súplicas de los fans.

Baz Luhrmann aplicó su estética modernista al clásico
de Shakespeare en Romeo+Julieta, todo un riesgo
También hay autores especialmente adaptados. Las seis novelas de Jane Austen han sido llevadas al cine en varias ocasiones, dando lugar a cuidados films de época como Sentido y sensibilidad (Ang Lee, 1995), Emma (Douglas McGrath, 1996) y Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005). El difícil lenguaje de William Shakespeare tampoco ha impedido que se adapten al cine la mayoría de sus obras. Entre las más de trescientas películas salidas de la literatura del mítico escritor inglés, destacan las aportaciones de Laurence Olivier, quien dirigió y protagonizó la mejor de la decena de adaptaciones de Hamlet en 1948, y Kenneth Brannagh, especialmente alabado por Enrique V (1989). Las distintas versiones de la clásica Romeo y Julieta son muestra de las posibilidades de la adaptación. Romeo y Julieta (Renato Castellani, 1954) fue muy fiel al texto y las localizaciones originales, mientras que West Side Story (Robert Wise y Jerome Robbins, 1961) trasladó la historia a Nueva York y la convirtió en un potente musical. La bella Romeo y Julieta (Franco Zeffirelli, 1968) concedió gran importancia a la estética y la frescura de los protagonistas y la estrambótica Romeo+Julieta de William Shakesperare (Baz Luhrmann, 1996) fue todo un espectáculo moderno de sentimientos y color.

A la hora de adaptar a un autor famoso, hay que mostrar especial cuidado en mantener la esencia del mismo. La literatura de Stephen King crea en el lector un aura a menudo más envolvente y terrorífico que la historia en sí y eso es algo que Carrie (De Palma, 1976), El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) y Misery (Rob Reiner, 1990) consiguen, mientras que La tienda (Heston, 1993) o La rebelión de las máquinas (Stephen King, 1986) no. Curiosamente, este último film fue escrito y dirigido por el propio autor de la novela original y aún así un desastre, lo que, como explica Agustín Díaz Yanes, guionista y director de Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto (1995), “el guión y la novela no tienen nada que ver”.

El Padrino es una de las mejores
adaptaciones de todos los tiempos
Lo mismo sucede con La delicadeza (2011), adaptada por David Foenkinos a partir de su propia novela. Ésta es una auténtica maravilla de la literatura moderna gracias a la poesía y casi magia que envuelve su sencilla historia, pero todo eso se pierde en un film que trata de explotar una historia que, por sí sola, no tiene nada de especial. Además, Audrey Tatou, perfecta en Largo domingo de noviazgo (Jean-Pierre Jeunet, 2004), no es la más apropiada para este papel. No obstante, los autores capaces de adaptarse (nunca mejor dicho) pueden ser de gran ayuda en la adaptación: Mario Puzo colaboró con Francis Ford Coppola en El Padrino (1972) y sus secuelas y compartió los merecidos Oscars por las dos primeras entregas con él. Sólo él y William Peter Blatty, excelente guionista de El exorcista (William Friedkin, 1973), han obtenido dicho premio adaptando sus propias obras. De todos modos, como siempre hay excepciones, encontramos a Stephen Chbosky, que acaba de dirigir Las ventajas de ser un marginado (2012), basada en su propia novela, con gran éxito.

La lista de buenas adaptaciones en los últimos años es larga: El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991), Expiación (Joe Wright, 2007), Celda 211 (Daniel Monzón, 2009)..., pero también lo es la de las malas, con destrozos como Eragon (Stefen Fangmeier, 2006), que no gustó a nadie, y Cometas en el cielo (Marc Forster, 2007), que sólo gustó a quien no había leído el mucho más sutil libro. El reparto es muy importante a la hora de adaptar una novela porque no se debe defraudar a los lectores, que probablemente ya tienen en sus cabezas la imagen perfecta para cada personaje. Ralph Fiennes, Juliette Binoche y Kristen Scott Thomas están perfectos en El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), mientras que Brendan Fraser no era la mejor opción para Corazón de tinta (Iain Softley, 2008), pese a que la autora del libro original admitiera que incluso había pensado en él al escribirlo.

El paciente inglés llega al corazón
tanto en el papel como en la pantalla
La lista de las mejores adaptaciones según los usuarios de Filmaffinity incluye títulos pasables como Memorias de una Geisha (Rob Marshall, 2005) y El niño con el pijama de rallas (Mark Herman, 2008) e incluso mediocres, como Harry Potter y el cáliz de fuego (Mike Newell, 2005) y El código da Vinci (Ron Howard, 2006), es decir, adaptaciones a todo correr de best-sellers recientes. Se quedan fuera de la lista aclamadas películas como De aquí a la eternidad (Fred Zinnemann, 1953), Gente corriente (Robert Redford, 1980),  L. A. Confidential (Curtis Hanson, 1997), El pianista (Roman Polanski, 2002) y Los descendientes (Alexander Payne, 2011) por el mero hecho de que nadie se enteró de que venían de un libro.

Escribir una novela es distinto de crear un guión, igual que leer es muy diferente de ver una película. Los libros juegan con las palabras, mientras que las películas reflejan gran simbolismo en sus imágenes. Los primeros aprovechan nuestra imaginación, las segundas, nuestra curiosidad por ver. Una buena adaptación viene de la mano de quien es consciente de estas diferencias. Pero, en el fondo, la esencia es la misma: personajes; sentimientos; historias. Las buenas historias nos atrapan se cuenten como se cuenten. Los cineastas están a la caza de ellas; por eso hay tantas películas basadas en novelas. Y a veces incluso leemos un libro porque nos gustó la película, dando la vuelta al ciclo. La literatura y el cine son dos amantes inseparables.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

12 comentarios:

  1. Me gusta la idea de que una peli no tiene que ser peor a la fuerza que el libro del que proviene.
    Echo en falta La brujula del Norte/La brujula dorada, cuya adaptacion me parecio adecuada :)

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  2. Me quedé impactada leyendo que el guionista de "Lo que el viento se llevó" murió atropellado por un tractor... con el ruido que hace eso!
    Yo siempre prefiero leer antes el libro y luego ver la peli...

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  3. Gran artículo Juan. Creemos que en el último párrafo explicas perfectamente la diferencia entre cine y novela. Hubiéramos citado "La princesa prometida".

    Por cierto, te lo comentamos por twitter pero te lo recordamos: te importaría pasarnos tu lista de 10 mejores pelis de 2000-2012. Es para una encuesta que estamos preparando. Te citaríamos,por supuesto. Gracias!

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  4. tienes mucha razón, los escritores no deberían adaptar sus novelas al cine si no saben, al igual que los actores no deberían doblarse a si mismos :) De nuevo un gran artículo sobre aspectos del cine en los cuales la gente no toma en cuenta y son tan importantes, porque puedes tener un gran director y excelentes interpretes pero sin nada que contar ya te puedes ir comiendo la mierda.
    No leo mucho la verdad, porque lo que solo puedo asegurar que las mejores adaptaciones que he visto son la de El padrino y la de Los santos inocentes. En cuanto a crespusculo, no he leido el libro, aunque por curiosidad vi la peli, y es realmente mala en todos los sentidos, nunca entenderé el exito de esa saga, hasta el mismo anuncio de la ultima me parece de lo mas cutre...

    Bueno, feliz navidad :)

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  5. Efectivamente, la literatura y el cine usan dos lenguajes muy distintos; pero cuando en el cine se logran conjugar felizmente estos dos lenguajes, se consiguen verdaderas obras maestras. A la inversa, muchos novelistas también (como Carlos Fuentes, por ejemplo), han usado en su literatura los recursos del cine.

    Muchas gracias, Juan Roures, por este magnífico artículo, lo he disfrutado mucho.

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  6. No te puedes ni imaginar la gratísima sorpresa que me he llevado al descubrir tu blog y especialmente esta entrada donde unes dos de mis pasiones: cine y literatura. De hecho, si echas un vistazo por el mío (L.R.A Crónicas de una Otaku), verás que la mayoría son también adaptaciones de distintos libros, como por ejemplo algunos que no comentaste (lógico, con todos los que hay resultaría imposible) y que para mí son imprescindibles, como La Naranja Mecánica, Blade Runner o Matar a un ruiseñor, por poner tres ejemplos.

    Poco más me queda por comentar, salvo animarte a que continúes con la estupenda labor cinéfaga (como yo digo) que realizas en este blog tan original, genial y diverso en temas cinéfilos como pocos.

    ¡Muchísima suerte en los Premios 20Blogs! Ahí van 5* de "mis partes" y otra seguidora más para tu magnífico blog ;-)

    P.S. Sorrys, no recordaba que Matar a un ruiseñor fue la última crónica que publiqué, mas no en mi blog, sino en El SuperDiez (la web para la que escribo habitualmente antes de publicarlas en el blog), aquí te la dejo por si te interesa echarle un vistazo cuando te apetezca ;-) Matar a un ruiseñor Parte I: http://www.elsuperdiez.com/paginaF_LRA_Arch.htm Matar a un ruiseñor Parte II: http://www.elsuperdiez.com/paginaF_LRA.htm

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    Respuestas
    1. Muchas gracias por recordarnos esas fantásticas adaptaciones. La verdad es que no hablé de ellas porque al no haber leído los libros no tengo mucho que aportar. De todos modos, cada vez que pienso en este artículo recuerdo films que debería haber puesto... Y los que mencionas lo merecerían, sobre todo la increíbles Blade Runner. Muchas gracias por pasarte por aquí.

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    2. Gracias a ti por escribir este genial artículo, es un placer visitar tu blog y encontrar cosas tan interesantes como ésta. Y no te preocupes, comprendo perfectamente cómo se siente uno al recordar cuántas cosas más podría haber añadido a su escrito, a mí me pasa lo mismo, y creo que a todos los que tenemos cierta tendencia cinéfila hiper-perfeccionista, ¡jis, jis! De todos modos, yo hace años ya que leí "Sueñan los androides con ovejas eléctricas" de P.K. Dick, pero podría aportar algún dato en caso de necesidad ;-) Anyway, y por el momento, te remito a la "Crónica Sisina" que escribí acerca de mis queridos pellejudos (ahora parecerá que quiero hacerme "publi", pero nada más lejos, simplemente mi cinefagia me traiciona y un especial favoritismo por el que es uno de mis films predilectos, valga la "rebuznacia" ;-P): http://lilithreinaasesina.blogspot.com.es/2011/04/blade-runner.html

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  7. Muy buen especial sobre las adaptaciones cinematográficas, un tema que me gusta especialmente y que he he tenido la oportunidad de estudiar a fondo. A mi juicio es un error comparar dos lenguajes tan diferentes y pretender que la película sea un calco del libro. A Hitchcock le gustaba contar la anécdota de una cabra que se está comiendo un rollo de película cinematográfico, y otra cabra le pregunta ¿Qué tal está? y la primera le dice: "Bahh, me gustó más el libro". Pues eso, es difícil contentar a todos los lectores pero lo primordial es transmitir la esencia del libro.

    Saludos!!

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  8. Buen articulo, pero no estoy de acuerdo con tu profesor de guión, si tomas un libro (o lo que sea) para adaptarlo a una película, asegúrate de al menos respetar la historia y tal vez los personajes. Si quieres exponer tu forma de ver la historia, bien por ti, pero no engañes al publico creyendo que van a ver su libro favorito plasmado en pantalla. Es como ir a ver una película de Superman y te salga una comedia romántica entre Batman y Robin.

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  9. Qué buen blog me he encontrado, gracias al blog cine clásico. Soy una lectora empedernida y aficionada al cine. Con los años he descubierto que casi todas las películas que me han gustado han sido obras narrativas o de teatro y son pocas las que me gustan y que no tienen un guión adaptado (que yo sepa). A través del cine he conocido libros y escritores maravillosos (Stanley Kubrick me permitió conocer al inglés Antony Burguess) y al revés también, Ken Kesey con su novela "Alguien voló sobre el nido del cuco" me llevó a la película de Milos Forman (aunque tengo mis reparos al respecto) Como bien dices, los lectores debiéramos separar lo narrativo de lo cinematográfico y entender que son lenguajes diferentes y que uno utiliza la imaginación y el otro, la imagen; sin embargo, como menciona Manuel Romero antes, los seguidores de libros nos hemos creado una película en nuestra cabeza y lo mínimo que esperamos es que la peli respete la historia original. Permíteme relatarte dos curiosidades:Hace años vi "Al este del edén", con un genial James Dean, que logró conmoverme como un moderno "Caín"; después, descubrí que se basaba en una novela de Steinbeck y la busqué y leí y me maravilló la novela y el escritor, que hoy es uno de mis favoritos. Con "todo sobre mi madre" me ocurrió algo que considero mágico, pues me llevó al dramaturgo Tennessee Williams y éste a muchas películas basadas en sus obras, empezando con "un tranvía llamado deseo", con Vivien Leigh y Marlon Brando. Creo que esta obra y el personaje de Blanche Dubois está en muchas películas, sin ir más lejos, en "Blue Jasmine", Woody Allen hace un guiño a ella. Además, la peli de Almodóvar me hizo conocer otras películas, como "Opening night", de John Cassavettes. Disculpa que me haya extendido tanto, el tema de la influencia del cine en la literatura y viceversa me apasionan.

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    Respuestas
    1. Muchísimas gracias por el comentario. No tienes que pedir disculpas, por supuesto, por extenderte, pues este tipo de comentarios enriquece enormemente mis artículos. Un saludo :)

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