Dice Kore-eda
Hirozaku que no se siente particularmente cómodo rodando historias sobre la
familia. Sin embargo, más de la mitad de su filmografía tiene en los lazos
familiares el eje central, estando estos presentes incluso en los casos en que,
sencillamente, no están (Nadie sabe,
2006). Durante los últimos años, el maestro japonés ha perdido a sus dos
progenitores y formado una nueva familia en forma de nueva generación, algo
latente en sus maravillosas Still Walking
(2008), Kiseki (Milagro) (2011) y De tal padre, tal hijo (2013), a las que
ahora se suma la encantadora Nuestra hermana pequeña (Umimachi
Diary, 2015), erróneamente considerada como una obra menor del cineasta pese a
—o, mejor dicho, debido a— ser todo un canto a la sutileza. Curiosamente, los
espectadores sí la han recibido como merece, otorgándole el Premio del Público
del Festival de San Sebastián meses después de ver la luz en el seno de una
Sección Oficial de Cannes verdaderamente memorable que también nos ofreció otras joyas como el The Assassin de Hou Hsiao-Hsien o la Carol de Todd Haynes.
Nuestra hermana pequeña recibió cinco premios de la Academia Japonesa: película, dirección, fotografía, iluminación e intérprete revelación (Suzu Hirose) |
A diferencia de la mayoría de las obras de
Kore-eda, basadas en sus propias experiencias personales, Nuestra
hermana pequeña parte del manga Umimachi Diary, de Akimi Yoshida. Sin embargo, la cinta
posee la fuerte esencia del guionista, realizador y montador nipón a raíz del
elegante tratamiento del tema del duelo (presente ya en su primera obra: Maborosi, 1995) y la relevancia de las
escenas culinarias —clave de la excelente Still
Walking— como parte de una sutil narrativa, que, en la línea del cineasta
clásico japonés Ozu Yasujiro (gran influencia del cineasta a raíz de obras maestras
como Primavera tardía (1949), Cuentos de Tokio (1954) y Buenos días (1959), por mucho que él lo
niegue), se basa en transmitir lo máximo a través de lo mínimo. De esta forma, una
ingenua reacción ante un plato de comida, una mirada despertada por una frase
intrascendente o una conversación aparentemente banal significan a menudo mucho
más de lo que aparentan.
Nuestra pequeña hermana parte de varios capítulos de Umimachi Diary |
En Nuestra
hermana pequeña, tres hermanas se enteran de la muerte de un padre al que
llevan quince años sin ver, descubriendo a su vez la existencia de una cuarta
hermana fruto de la relación del padre con la mujer por la que abandonó a su
madre. Pese al dolor que la existencia de esta supone, las tres la acogen como
una más, encariñándose con ella con rapidez. Comprender el relativamente enrevesado
planteamiento (que también incluye a una madre largo tiempo ausente que decide
aparecer en el momento más inoportuno) es lo de menos, pues la clave radica en
la pequeña familia formada por las cuatro hermanas, diametralmente diferentes
entre sí. La mayor, Sachi (Haruka Ayase,
actriz y cantante curiosamente más conocida por sus roles cómicos), debe su
seriedad a una responsabilidad maternal impuesta por la ausencia de los
progenitores. La segunda hija, Yoshino (Masami
Nagasawa), es mucho más alocada pese a trabajar en un banco bañado en la
rutina, mientras que la tercera en discordia, Chica (encarnada por la modelo Kaho) posee un espíritu enormemente
desenfadado que la ayuda a lidiar en las rencillas ocasionadas por el encontrado
carácter de sus dos hermanas. Finalmente, la pequeña Suzu (Suzu Hirose) es tan tímida como madura para su edad, pues acarrea
el peso de una infancia arrebatada de sus propias manos. Todas ellas disfrutan
además del amor en la forma que sus distintas personalidades les granjean.
El cartel de Nuestra hermana pequeña acentúa la unidad entre las hermanas |
Frente a las populares intérpretes de las
hermanas mayores, Kore-eda optó por una actriz debutante para el importantísimo
papel de la hermana pequeña, a la que eximió de leer el guion precisamente por
andar en busca de la encantadora espontaneidad que irradian sus escenas. De
todos modos, el guion es lo de menos, pues la magia de Nuestra hermana pequeña reside en su habilidad para captar las
delicias de la cotidianidad mientras los personajes evolucionan sin que apenas
nos demos cuenta de ello. Así es la vida, a fin de cuentas. La fotografía de Mikiya Takimoto (quien ya acompañó a
Kore-eda en De tal padre tal hijo)
y la música de Yôko Kanno (una de
las compositoras de anime más reconocidas) envuelven placenteramente la narración,
acrecentando la melancolía más hogareña, siendo el resultado una de las obras
más agradables que un servidor recuerda. Mas no todo es felicidad en Nuestra hermana pequeña como algunos
críticos parecen empeñados en señalar: tras la perennidad de sonrisas y días
soleados se esconde una poderosa reflexión sobre las contradicciones del amor, el
poder redentor del perdón, la superación de la pérdida, la búsqueda de uno
mismo y la fe en que el mundo nos tenga deparados algo mejor de lo que somos
capaces de tocar con las manos.
Se ha convertido en una de mis películas favoritas
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