17 febrero 2016

'El abrazo de la serpiente' e 'Ixcanul': existencia ancestral

Dos de las películas más especiales del año pasado nos acercan a la cultura indígena americana de formas muy diferentes, pero respaldándose ambas en una verosimilitud quasi-documental que las convierte en experiencias únicas. Se trata de la colombiano-venezolano-argentina El abrazo de la serpiente, de Ciro Guerra (mejor película del Festival de Mar del Plata, candidata al Óscar a mejor película extranjera y ganadora del Fénix a mejor dirección, fotografía, música y sonido) y la guatemalteca Ixcanul, de Jayro Bustamente (premio Alfred Bauer del Festival de Berlín y ganadora del Fénix a mejor vestuario), dos joyitas presentes en la necesaria sección Horizontes Latinos del último Festival de San Sebastián.

Al ser nominada al Óscar, El abrazo de la serpiente vio
cómo se disparaba su previamente escasa distribución
En la escena clave de El abrazo de la serpiente (2015) un explorador se niega a regalar su brújula a un grupo indígena para evitar que su ancestral forma de orientarse se pierda para siempre, anteponiendo así la tradición a un progreso al que hipócritamente él sí se acoge. Se trata del esperado tercer largometraje del admirado Ciro Guerra tras la comedia dramática La sombra del caminante (2004) y la road trip de aventuras Los viajes del tiempo (2009). Bellísimamente fotografiada por David Gallego en un blanco y negro que emula las sugerentes fotografías de exploradores como Sebastião Salgado, la película nos adentra en el fascinante Amazonas, donde un antiguo chamán llamado Karamakate (Nilbio Torres  de joven y Antonio Bolívar de viejo) vive en un aislamiento voluntario convertido en chullachaqui (cáscara vacía de hombre, privado de emociones y recuerdos) hasta recibir la visita de Richard Evans Schultes (Brionne Davis), un etnobotánico en busca de la yakruna, una planta capaz de enseñar a soñar. A partir de ahí, presente y futuro se entrelazan, floreciendo la memoria perdida de un antiguo viaje junto al explorador alemán Theodor Koch-Grünberg (Jan Bijvoet), así como la necesidad de rescatar un conocimiento ancestral que parecía condenado al ostracismo. Inspirada libremente en los diarios escritos por los dos científicos a comienzos del siglo pasado, la película ofrece una aventura onírica fascinante para reflexionar sobre la destrucción ocasionado por el colonialismo y la hipnótica relación entre el hombre y la naturaleza.

María Mercedes Coroy en Ixcanul (Jayro Bustamante, 2015)
Quizá perjudicada por su relativa similitud con
El abrazo de la serpiente, Ixcanul no logró optar al Óscar
De producción más pequeña pero misma espectacularidad contenida, Ixcanul (2015) es la sorprendente ópera prima Jayro Bustamante, un naturalista acercamiento a una familia maya cakchiquel que sobrevive al día a día aferrada a costumbres atávicas difícilmente conjugadas con un mundo contemporáneo dispuesto a arrebatárselo todo. María Mercedes Coroy, Manuel Antún, Justo Lorenzo, Marvin Coro y una espectacular María Telón encarnan a sus personajes con la perfecta mezcla de carisma y sencillez, fundiéndose con ellos plenamente. El poderoso pero extrañamente acogedor Volcán de Pacaya se convierte en testigo de una absorbente historia de pasiones, tragedias e injusticias que, además de ayudarnos a empatizar con un modo de vida diametralmente opuesto al nuestro, cuida suficientemente la narración para resultar entretenida pese a su ritmo irremediablemente pausado. Humildemente fotografiada por Luis Armando Arteaga, la minimalista cinta se beneficia de una excelente ambientación y una temática prácticamente ignorada por el cine, sirviendo de crítica a las peliagudas dicotomías del mundo contemporáneo pero también de emotivo homenaje a tan ancestral modo de vida. A partir de una historia real que se quedó grabada en su mente, este joven guionista y realizador guatemalteco confecciona un relato tierno y desgarrador que penetra la piel.

Ixcanul y El abrazo de la serpiente comparten el poder cuasi-documental con el que nos sumergen en mundos indígenas que la mayoría sólo conocemos por las portadas de unas revistas cuyas imágenes parecen emular. Y lo hacen con honestidad y vigor, confirmándose como dos nuevos triunfos de la cinematografía latinoamericana reciente, capaz como ninguna otra de retratar la desgarradora hermosura de un dicotómico mundo en eterno proceso de cambio.

© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

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