25 octubre 2012

'Frankenweenie' y la ciencia en el cine

Siete años. Eso hemos tenido que esperar los amantes de La novia cadáver (2006) para volver a ver tal mezcla de terror, fantasía, diversión, belleza, intriga y nostalgia con el inconfundible sello de Tim Burton. Éste es sin duda uno de los directores con más personalidad de Hollywood, pero ello no le impidió destrozar la esencia del cuento original al crear Alicia en el País de las Maravillas (2010). Por ello, Frankenweenie supone, no sólo una agradable película de animación, sino la ilusión de que el espíritu Burton sigue vivo.

Frankenweenie es en realidad un remake de un corto
que el propio Burton dirigió hace 28 años
Frankenweenie es la historia del pequeño Víctor, quien, tras la muerte de su querido perro Sparky, decide poner en práctica sus conocimientos científicos para devolverle a la vida. Esto es muy importante para él, pues, como digno protagonista “burtiano”, Víctor es un marginado social sin demasiados amigos con unos padres cariñosos pero inútiles. Burton vuelve a jugar con la ciencia y la muerte, tema común a sus tres films de animación hasta la fecha (Pesadilla antes de navidad (Henry Selick, 1993) incluido, pese a que en este caso su labor fuera de producción) y crea para ello una atmósfera maravillosa gracias al magnífico diseño de escenarios y la envolvente banda sonora de Danny Elfman. Incluso añade una canción digna del próximo Oscar: “Strange love”, de Karen O.

La idea de un sonámbulo criminal de El gabinete del 
doctor Caligari era una crítica del Estado alemán
La película es enormemente rica en referencias al cine de terror, desde Frankenstein hasta Jurassic Park, pasando por Drácula, la familia Monster, Igor, Vincent Price, Godzilla, el hombre lobo, Boris Karloff, los Gremlins, Los pájaros o Van Helsing. Burton hace honor a todas ellas y añade personajes inolvidables como la chica rara con su intrigante gato de peluche o el profesor de ciencias con su inolvidable discurso a la hora de defender la ciencia: “Su problema es que son ustedes ignorantes… ¿he empleado la palabra correcta? Disculpen, quería decir estúpidos”. La ciencia es, de hecho, la clave del film. El nuevo maestro de ciencias inspira pasión por éstas en sus alumnos, que terminan jugando con ella hasta límites insospechados.

“La ciencia no es buena ni mala, pero puede usarse de las dos formas”, afirma el viejo profesor. Pero la idea de la ciencia como causante de problemas es típica del cine. De hecho, es prácticamente imposible pensar en “ciencia” y “cine” sin imaginar a un científico loco con ansias de dominar el mundo (sin aparentes planes de qué hacer en caso de conseguirlo, por cierto; suerte que a ninguno se le presentase la ocasión). La idea del científico va asociada directamente a un abuso de poder que lleva a actos malvados. En El cabinete del Doctor Caligari (Robert Wiene, 1920) se producían asesinatos gracias al sonambulismo, El hombre invisible (James Whale, 1933) aprovechó sus útiles habilidades para el robo, el Doctor Cíclope (Ernest B. Schoedsack, 1940) reducía el tamaño de la gente y en La isla del doctor Moreau (Don Taylor, 1977) éste dio habilidades humanas a animales con malas intenciones.

El científico suele causar el problema, 
pero no la solución, como en Regreso al futuro
Especialmente representativo es el caso de los films de super héroes, en los que se acentúa la idea del científico como persona con un poder superior, casi mágico, que únicamente alguien con poderes especiales podrá vencer. Superman: la película (Richard Donner, 1978), Los increíbles (Brad Bird, 2004) o Watchmen (Zack Snyder, 2009) son algunos de los casos en que un conocimiento sobrenatural de la ciencia se vuelve un problema para la sociedad. Y es el hombre común, y no el científico, quien contraataca.

Pero ni siquiera es necesario que la maldad nazca del propio científico. El cine nos ha demostrado que la ciencia se basta por sí sola. No fue maldad, sino estupidez, lo que ocasionó los problemas de films como la mítica Regreso al futuro (Roberts Zemeckis, 1985), la tonta El profesor chiflado (Tom Shadyac, 1996), cuya fórmula para perder peso no es tan práctica como parecía, o la entretenida Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989). Por suerte para sus protagonistas, el tono cómico de estos films les evita un destino fatal más que probable debido al planteamiento.

El Doctor Frankenstein crea un monstruo por error
Y, hablando de Frankenweenie, quizá sea El doctor Frankenstein (James Whale, 1931) el ejemplo por antonomasia de las consecuencias nefastas de la ciencia: un nuevo ser humano es construido a partir de restos de cadáveres, cerebro criminal incluido. Siguiendo con las referencias de Frankenweenie, Godzilla (Ishirô Honda, 1954) es un monstruo gigantesco surgido por la radiación atómica (metáfora de la bomba atómica que unos años antes había sufrido Japón), mientras que Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993) tiene un claro mensaje: no se puede jugar con la naturaleza. Y, ¿no es eso lo que hace la ciencia?

La saga 'Jurassic Park' advierte de los peligros de jugar 
con la ciencia; en El mundo perdido la pesadilla se repite
Sea como sea, los científicos no suelen salir bien parados del cine. Y, para colmo, las películas suelen aprovecharse de la ciencia para sus tramas sin el menor respeto. Dejando de lado películas infantiles como Jimmy Neutron: el niño inventor (John A. Davis, 2001) en las que los niños son más listos que Edison, encontramos que no hay film que trate la ciencia sin algún error que lo volvería completamente inviable. La imaginativa Viaje al centro de la Tierra (Henry Levin, 1959) olvida que la presión del interior de la Tierra haría explotar a cualquier persona,  la protagonista de la pésima secuela Alien: Resurrección (Jean-Pierre Jeunet, 1997) es clonada y recuerda su antiguo ser pese a que el ADN no tiene memoria, la sorprendente Matrix (Andy Wachowski y Lana Wachowski, 1999) muestra que los humanos actúan como pilas para alimentar a las máquinas olvidando que éstos consumen más energía para seguir vivos de la que pueden producir, la entretenida Spiderman (Sam Raime, 2002) ignora que las mutaciones en el ADN afectan a una única célula y no a todo un organismo y la mediocre El aprendiz de brujo (Jon Turteltaub, 2010) trata de aportar una visión científica pero termina jugando con las ondas electromagnéticas. Especialista en absurdeces es Roland Emmerich, quien ignora en su exitosa Independence Day (1996) que de poco sirve refugiarse de una gran ola de fuego si ésta acaba con el oxígeno respirable y en El día de mañana (2004) que ni todo el hielo del mundo derretido inundaría Nueva York tan rápido, e incluso condena al planeta al desastre en 2012 (2009) basándose nada menos que en el calendario maya.

Si fuera por la ciencia, Spiderman no existiría
El ejemplo es aún más claro en films espaciales como la mítica La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), la confusa El abismo negro (Gary Nelson, 1979) o la entretenida El planeta del tesoro (John Musker y Ron Clements, 2002). Considerando que la gravedad es distinta en cada planeta, las explosiones espaciales son imposibles a falta de oxígeno, el sonido no se transmite en el espacio exterior y las diferencias en el nivel de oxígeno de distintos planetas ocasionan somnolencia (nivel alto) o mareos e incluso muerte (nivel bajo), encontramos que prácticamente no hay escena de la, por lo demás excelente, saga Star Wars científicamente posible. Pero, con más errores que minutos de duración, Armageddon (Michael Bay, 1998) se lleva la palma, comenzando por el hecho de que un meteorito tan grande sería detectado décadas antes y que su destrucción con una única bomba atómica es imposible.

Ni los coches pueden explotar, ni las naves espaciales hacer piruetas, pero poco importa esto a la mayoría de guionistas. Aunque algunas películas son fieles a la ciencia gracias al control de expertos, como en el caso de 2001: una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968) o Minority report (Steven Spielberg, 2002), la mayoría considera que el desarrollo de los personajes y la acción son demasiado importantes para perder tiempo con asuntos científicos que la mayoría es incapaz de percibir. ¿Para qué esforzarse en ser verídicos si luego llega Blade Runner (Ridley Scott, 1982) con sus explicaciones inventadas y se convierte en uno de los mejores films de la historia?

El láser necesita materia para verse, con lo que los
sables de luz de Star Wars son imposibles
El cine ha sido, desde sus orígenes, un enemigo de la ciencia. Y eso pese a que su propio funcionamiento depende de ella. El profesor de ciencias de Frankenweenie afirma con sabiduría que “a la gente le gusta lo que la ciencia le da, pero no las preguntas que plantea”. A día de hoy, la ignorancia brilla en todos los ámbitos y son muchos los que temen lo que no conocen. Las ciencias son amigas de quienes las conocen, pero resultan confusas para la mayoría y el funcionamiento de algo tan simple como una bombilla no es muy diferente de la magia en la mente de muchos. Quizá por eso se dice que todo comienza siendo magia y termina siendo ciencia.

Frankenweenie es uno de los primeros films que se plantea esta realidad y muestra auténtico cariño por la ciencia. Por una vez, ésta no es solo la causante de problemas, sino también la solución, así como una gran aliada del protagonista, cuyos sueños se hacen realidad gracias a ella. Víctor aprende que la ciencia puede convertirse en auténtica magia si se pone un poco de corazón.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras


7 comentarios:

  1. Magia, magia, magia... no me cambies la magia por la ciencia :D Sí que es verdad que muchos prefieren vivir en la ignoracia... así vamos, yo prefiero vivir en mi mundo de fantasía :P
    Necesito ver esa peli de Burton!!!

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    Respuestas
    1. Si para ignorancia la mía: ¡tuve que documentarme más para este artículo que para todos los demás juntos!

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  2. Hahaha!! ignorante es aquel que cree que puede explicar todo con ciencia... La magia es más sabia... XD
    P.s. Me encanta esa canción, tengo que ver la peli.

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    1. La canción es realmente maravillosa. Además, al aparecer al final, deja un inmejorable sabor de boca.

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  3. Hola Juan, felicidades por el blog! Buen repaso por las pelis que tocan la ciencia. De Armaggedon y otras inefables cintas de Roland Emmerich mejor ni hablamos. El día que fui a ver 2012 al cine me sentí estúpida por haber tirado el dinero de esa manera :D.

    Tengo que ver Frankenweenie para reconciliarme con Burton. Alicia en el país de la maravillas es aburrida e indigna de él.

    He incluido tu blog en mi listado de blogs, en Cine en conserva.
    Saludos!!

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    1. Muchas gracias por pasarte y por añadirme; un rápido vistazo al tuyo bastó para que lo añadiera a mi lista ;)

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  4. Que ganas de ver Frankenweenie, tiempo que no veo las pelis de Burton.
    Saludos
    David de observandocine.com

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