La gala comenzó a lo grande con Hollywood bailando "Can't Stop the Feeling", de Justin Timberlake (Trolls) |
El final agridulce de La La Land
invadió anoche la 89ª entrega de Premios Oscars, donde, el popular musical de Damien
Chazelle terminó perdiendo el galardón principal contra la pequeña Moonlight. Fiasco supremo. Y no porque
este pequeño drama no mereciera reconocimiento, sino porque
la entrega del entorchado tuvo lugar de la peor manera posible: con Warren Beatty y Faye Dunaway, maravillosos protagonistas de Bonnie & Clyde (1967) reunidos 50 años después, abriendo el sobre equivocado y otorgando primero el triunfo a La
La Land de modo que tuviera que ser uno de los productores de esta quien
avisara a medio planeta (empezando por los pasmados intérpretes que ocupaban
las primeras butacas del Dolby Theatre, cuyos rostros no tenían precio) de que
la verdadera vencedora era Moonlight.
«No es una broma», repitió varias veces Jordan Horrowitz antes de devolver el galardón. Y, claro, así nadie
pudo alegrarse por nadie. Una pena, porque la gracia de Jimmy Kimmel como
maestro de ceremonias había convertido la gala en una de las más satisfactorias
que se recuerdan: ¡bravo por esa hilarante entrada de “turistas”, así como por
las palabras de Charlize Theron, Seth Rogen y Javier Bardem sobre sus principales influencias interpretativas
—respectivamente, Shirley MacLaine, Michael J. Fox y la “sobrevalorada” (una de las hilarantes pulla constantes a Donald Trump) Meryl
Streep, quien por cierto sumó este año su 20ª candidatura—, dos gags que
extrajeron el lado más humano de la estrellas!
Los equipos de La La Land y Moonlight compartieron escenario en el Dolby Theatre... por una mala causa |
Pero, ¿cómo pudo darse tamaña equivocación?
Pues, sencillamente, porque todo el mundo apuntaba al triunfo de La La Land, con lo que, al recibir por
error —error, dicho sea de paso, de la empresa PwC (PricewaterhouseCoopers), no de la Academia— el sobre correspondiente a la mejor actriz protagonista —que sí, acababa de ser
entregado, y sí: contaba con una copia idéntica—, Beatty y Dunaway obviaron el
nombre de Emma Stone y se centraron en la palabras que todo el mundo esperaba
escuchar: La La Land. Surrealista,
impactante, doloroso, vergonzante… y, pese a todo, comprensible. Y es que,
claro, de haber abierto la tarjeta de mejor montaje de sonido para La llegada,
por ejemplo, quizá la pareja habría dudado más, pero recordemos que el musical
de la década ya se había hecho con el Critics’ Choice, el Satellite, el PGA, el
DGA, el Globo de Oro y el BAFTA, o sea, todos los indicadores clave del
receptor del Óscar a mejor película. Es más: aunque Moonlight es magistral, su triunfo sólo se explica atendiendo al
número de profesionales afroamericanos que la Academia sumó a sus filas este
año como respuesta al movimiento “Oscars Still So White” auspiciado por la
—comprensiblemente— nada igualitaria última edición, causante también de que
esta vez las cuatro categorías interpretativas contaran con nominados no
caucásicos.
La chistosa Shirley MacLaine felicitó a Charlize Theron por "tener tan buen gusto eligiendo influencias" |
Dicho esto, el triunfo de Moonlight
lo es en muchos sentidos. Triunfo del cine independiente. Triunfo del cine
negro. Y, sobre todo, triunfo del cine LGTB, ya que, inesperada derrota de Brokeback Mountain (2005) mediante,
ninguna obra de temática homosexual se había hecho antes con el Óscar a mejor
película. La alegría es aún mayor considerando la bellísima sutileza con que
esta producción aborda la crisis de identidad de un chico negro homosexual
atrapado en el mundo de las drogas del Miami de los años 80 y 90. Emulando el
triunfo de 12 años de esclavitud
(2013) —primer gran hito del cine afroamericano en estos galardones—, la cinta
completó su palmarés con el mejor guion adaptado para Barry Jenkins (a su vez,
realizador de la cinta) y Tarell Alvin McCraney y la mejor interpretación masculina de reparto para el musulmán
(no es que importe, ¡pero es el primero!) Mahershala
Ali, estrella de House of Cards que verdaderamente venció
en calidad de representante de tan magnífico reparto (su trabajo es encomiable,
sí, pero ni siquiera necesariamente el mejor de la propia Moonlight), respaldado por la falta de favoritos (recordemos que el
vencedor de los Globos de Oro, Aaron
Taylor-Johnson (por Animales nocturnos, peculiar thriller
del que la Academia se acordó sólo gracias al trabajo de Michael Shannon), no estaba siquiera nominado y el receptor del
BAFTA correspondiente (Dev Patel, Lion) se limitó a “ganar en casa”).
Aclamada universalmente por la crítica, la delicada Moonlight es, pese a todo, una de las mejores receptoras del Óscar
de los últimos años. «Dios, amo Moonlight, estoy tan emocionada por Moonlight; por supuesto, fue maravilloso escuchar La La Land, a todos nos hubiera encantado ganar mejor película, pero estamos emocionados por Moonlight. Creo que es una de las mejores películas de la historia», diría con gracia suprema Emma Stone en el backstage en respuesta a la polémica.
Javier Bardem y Meryl Streep entregaron el Óscar al director de fotografía Linus Sandgren |
Entretanto, La ciudad de las estrellas (La La Land) cumplió más o menos las expectativas recogiendo seis de los nueve
premios a los que aspiraba (sí, partía de 14 nominaciones, pero varias de ellas tenían
ganador asegurado): mejor dirección para Damien
Chazelle (el realizador más joven de la historia en alzarse con este entorchado,
con 32 años), mejor actriz para Emma Stone (cuyas juventud, frescura y
expresividad se impusieron a la hipnótica Isabelle
Huppert de Elle, una de las mejores intérpretes de todos los tiempos, así
como a la sorprendente Natalie Portman
de Jackie,
quien realmente carecía de posibilidades al haber vencido hace poco por Cisne negro, 2010), mejor fotografía para Linus Sandgren (galardón imprescindible atendiendo a la fastuosidad
visual del musical, que conjuga a la perfección el estilo clásico con una
puesta en escena atractivamente contemporánea), mejor diseño de producción para
David Wasco y Sandy Reynolds-Wasco (madura pareja de directores artísticos, colaboradora
habitual de Quentin Tarantino, que optaba a la estatuilla por primera vez), mejor
música para Justin Hurwitz (¡obvio!)
y mejor canción para “City of Stars”
(que se impuso a su compañera, “Audition” —John
Legend interpretó ambas con fuerza en el escenario justo antes de que se
hiciera entrega de la estatuilla—, y ganó en representación de todas las
pegadizas canciones de la cinta, teniendo las olvidadas “Another Day of Sun” y “Someone
in the Crowd” poco que envidiarle).
Damien Chazelle recibió la estatuilla de manos de Halle Berry, única receptora negra del Óscar a mejor actriz |
Además del galardón
principal, a La La Land se le escapó el
premio a mejor mezcla de sonido, que parecía garantizado al haberlo recogido últimamente
hasta cuatro musicales —Chicago
(2002), Ray (2005), Dreamgirls (2006) y Los miserables (2011)— pero terminó yendo a manos del drama bélico Hasta el último hombre, esperado retorno
del mejor Mel Gibson que también dio a John Gilbert (nominado por primera y
última vez por El señor de los anillos.
La comunidad del anillo, 2001) el merecido premio a mejor montaje.
Curiosamente, esta apabullante mirada a la figura de Desmond Doss (el primer
objetor de conciencia en la historia estadounidense en recibir la Medalla de
Honor del Congreso, lo cual logró tras salvar decenas de vidas en una sola
batalla, interpretado carismáticamente por Andrew
Garfield) perdió el único Óscar que parecía tener asegurado, el
concerniente a mejor montaje de sonido, pero nadie se quejó porque los dos aspirantes
al mismo (Robert Mackenzie y Andy Wright) también optaban al otro
galardón sonoro; y lo hacían en compañía de Peter Grace y Kevin O’Connell,
quien se alzó por fin con la estatuilla ¡con su 21ª nominación! Tamaño giro de
acontecimientos dejó a todos contentos al servir también para que evitar que la
impresionante La llegada, filosófica mirada del canadiense Denis Villeneuve
al poder de la comunicación a través de la llegada de pacíficos extraterrestres
a la Tierra, se fuera de vacío. Sylvain
Bellemare se llevó el gato al agua en reconocimiento a la potente calidad
sonora de un clásico instantáneo de la ciencia-ficción donde música, efectos,
tecnologías y vocablos alienígenas se funden para garantizar una experiencia cinematográfica
harto evocadora.
Pocas personas recibieron el Óscar anoche tan sorprendidas como la diseñadora Colleen Atwood |
El reparto de galardones técnicos tuvo
cabida para dos sorpresas más: mejor maquillaje y peluquería para Alessandro Bertolazzi, Giorgio Gregorini y Christopher Nelson por Escuadrón
suicida, denostado trabajo de David Ayer que emula así el triunfo de El hombre lobo (2010), otro desastre que
se hizo con este galardón sin optar a ninguno más. Ciertamente, la creación
visual —que no narrativa— de los ocho supervillanos más peligrosos del
mundo es brillante, si bien parecía más justo laurear Star Trek: Más allá, una
aventura bastante más redonda donde el maquillaje también juega un papel
decisivo. Por su parte, la gran diseñadora de vestuario Colleen Atwood se hizo
inesperadamente con el cuarto Óscar de su carrera —ya ganó con pleno
merecimiento por Chicago (2001), Memorias de una Geisha (2005) y Alicia en el País de las Maravillas
(2011)— gracias a los Animales fantásticos y dónde encontrarlos
de David Yates, hermosa combinación visual del nostálgico aroma de los años
20 y la magia del universo de Harry Potter. «Sting me dijo que iba a ganar esta
noche y no le creí», dijo la sorprendida Atwood, que optaba al galardón por 12ª
vez. Irónicamente, ha tenido que ser un spin-off sin Harry Potter el que dé a
esta saga su primer —y esperadísimo— Óscar. En el backstage, la diseñadora
afirmó sentirse sorprendidísima por este hecho dada «la increíble habilidad
artística de las películas de Harry Potter».
Dos décadas después de ganarlo, Ben Affleck y Matt Damon entregaron juntos el Óscar mejor guion original |
Quienes no lograron abrirse paso en
el palmarés fueron Figuras ocultas, de Theodore Melfi; Lion, de Garth Davis, y
la extraordinaria Comanchería, de David Mackenzie (la favorita de la crítica
según Rotten Tomatoes), que, tal y como cabía esperar, se fueron de vacío pese
a optar al Óscar principal. No fue este el caso de Fences, de Denzel
Washington, que dio a Viola Davis su
primera estatuilla tras dos candidaturas fallidas —por La duda (2008) y Criadas y
señoras (2011)— en calidad de actriz secundaria (algo bastante cuestionable
atendiendo a su amplia aparición en pantalla pero nada extraño considerando que
Alicia Vikander ganó la misma estatuilla el año pasado pese a ser la
indiscutible protagonista de La chica
danesa, 2015). «Sabéis que sólo hay un lugar donde la gente con el mayor
potencial se reúne… Y ese es el cementerio. Exhumad esos cuerpos; exhumad esas
historias; las historias de la gente que soñó a lo grande y nunca vio esos
sueños hacerse realidad…», expresó con fuerza la intérprete, algo influida por
el espíritu La La Land, antes de zanjar
su discurso con un bello «poseemos la única profesión que celebra lo que
significa vivir una vida». Kenneth
Lonergan y Casey Affleck,
oscarizados guionista y actor protagonista de Mánchester frente al mar,
desgarradora mirada a la (¿imposible?) superación del pasado, se mostraron
menos elocuentes (normal, atendiendo a tan contenida película), centrándose en
agradecerse mutuamente la colaboración en un extraordinario drama que podría
haber reportado sendos galardones también a los arrebatadores secundarios Michelle Williams y Lucas Hedges. Por cierto, para desgarro, el del momento In Memoriam, que honró el recuerdo de Debbie Reynolds, Carrie Fisher, Gene Wilder, George Kennedy, Emmanuelle Riva, John Hurt, Mary Tyler Moore, Kenny Baker, Prince, Adrzej Wajda, Garry Marshall, Michael Cimino y Abbas Kiarostami, entre otros muchos grandes del cine fallecidos este año, al ritmo del “Both Sides Now” de Joni Mtchell en la dulce voz de Sara Bareilles.
"Invitados" por Jimmy Kimmel, unos turistas entraron a la ceremonia en uno de sus momentos más divertidos |
Entretanto, el genial Zootrópolis
de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush se alzó como mejor filme animado del
año, dando a Disney●Pixar su 11ª estatuilla en este apartado (tan sólo cinco
títulos han podido hasta la fecha arrebatárselo a esta pareja de estudios).
Además de resultar divertidísima para toda la familia, esta aventura animada
ofrece un esperanzador mensaje de apoyo al diferente que resulta hoy en día más
necesario que nunca, con lo que, con perdón de Kubo y las dos cuerdas mágicas,
el premio no podría ser más merecido. Este último trabajo, todo un triunfo
visual (aunque menos ingenioso a nivel narrativo que la cinta oscarizada), era
el segundo filme animado de la historia nominado en la categoría de efectos
visuales (el primero fue Pesadilla antes de Navidad, 1993), categoría
donde vencieron, como no podía ser de otra manera (con perdón de las
impresionantes Doctor Extraño y Rogue One), Robert Legato, Adam Valdez, Andrew R. Jones
y Dan Lemmon por El libro de la selva de Jon Favreau, maravillosa revisión de acción real
del clásico animado de 1967 donde toda una jungla (carismáticos animales
incluidos) brota con extraordinario mimo de la magia digital. La factoría
Disney también recibió el Óscar a mejor corto animado, que fue a manos del
delicioso Piper de Alan Barillaro.
Los cuatro intérpretes oscarizados este año son estadounidenses, pero el color de piel aporta la variedad |
El palmarés se completó con Cascos
blancos, de Orlando von Einsiedel, como mejor corto documental; Mindenki
(Sing), de Kristóf Deák, como mejor corto de ficción (por encima del
español Timecode, de Juanjo Giménez Peña), O.J. Made in América, de Ezra
Edelman, como mejor largometraje documental (pese a tratarse realmente de una miniserie a la que 450 minutos convierten en la obra más larga receptora de un Óscar), y El viajante, de Asghar
Farhadi, como mejor filme de habla no inglesa. Estos dos últimos trabajos se
impusieron respectivamente a Enmienda
XIII, de Ava DuVernay, y Toni Erdmann,
de Maren Ade, los dos únicos largometrajes dirigidos por mujeres aspirantes
este año a Óscar alguno. Aunque merecido, el triunfo de Asghar Farhadi (que ya
venció en 2011 con Nader y Simin: una separación, siendo el sexto realizador foráneo que vence dos veces)
ha estado enormemente influenciado por factores políticos relacionados con el
opresivo gobierno de Trump. Así lo confirmó el mensaje enviado por el cineasta,
el cual leyó en su nombre la astronauta iraní Anousheh Ansari: «Siento no estar con vosotros esta noche; mi
ausencia se debe a mi apoyo a la gente de mi país y otras seis naciones a las
que han faltado al respeto las inhumanas leyes de inmigración de EE.UU. Dividir
el mundo entre EE.UU. y sus enemigos crea terror, una engañosa justificación
para la regresión y la guerra», rezaba un discurso que concluía haciendo
mención al papel social del séptimo arte: «Los cineastas pueden utilizar sus
cámaras para capturar cualidades humanas compartidas y romper estereotipos de nacionalidades
y religiones varios. Crean empatía entre nosotros y el resto. Una empatía que a
día de hoy necesitamos más que nunca». El propio Jimmy Kimmel inaguró la ceremonia llamando a la unidad del país, un mensaje extensible a un planeta que, a diferencia de su cine, no atraviesa precisamente su mejor momento.
Algunos triunfos de la Alfombra Roja: Viola Davis, Andrew Garfield, Janelle Monáe, Mahershala Ali, Halle Berry, Michelle Williams, Sunny Pawar y Ruth Negga |
-La ciudad de las estrellas (La La Land), de Damien Chazelle: 6 premios (director, actriz, fotografía, diseño de producción, música y canción).
-Moonlight, de Barry Jenkins: 3 premios (película, guion adaptado y actor de reparto).
-Moonlight, de Barry Jenkins: 3 premios (película, guion adaptado y actor de reparto).
-Mánchester frente al mar, de Kenneth Lonergan: 2 premios (guion original y actor).
-Fences, de Denzel Washington: 1 premio (actriz de reparto).
-Hasta el último hombre, de Mel Gibson: 2 premios (montaje y mezcla de sonido).
-Animales fantásticos y dónde encontrarlos, de David Yates: 1 premio (vestuario).
-La llegada, de Denis Villeneuve: 1 premio (montaje de sonido).
-Animales fantásticos y dónde encontrarlos, de David Yates: 1 premio (vestuario).
-La llegada, de Denis Villeneuve: 1 premio (montaje de sonido).
-El libro de la selva, de Jon Favreau: 1 premio (efectos visuales).
-Escuadrón Suicida, de David Ayer: 1 premio (maquillaje y peluquería).
-El viajante, de Asghar Farhadi: 1 premio (película en lengua no inglesa).
-O. J. Made in America, de Ezra Edelman: 1 premio (película documental).
-O. J. Made in America, de Ezra Edelman: 1 premio (película documental).
-Zootrópolis, de Byron Howard, Rich Moore y Jared Bush: 1 premio (película de animación).
Es impresionante cómo te curras estos relatos que incluyen gran cantidad de datos sobre agraciados en las fiestas de los premios y los olvidados, por otro lado necesarios, pues hay más candidatos que galardones, y con los que suelo estar de acuerdo casi al cien por cien. Odio la palabra posverdad cuando es más correcto denominar a esta gran lacra por su verdadero nombre, mentira, pero incluso me ha decepcionado Iñaki Gabilondo cuando, para hablar de Trump ha empezado señalando a Warren Beatty y al error en la designación de la película premiada. Errare humanum est, y no se puede, bajo ningún concepto, colocar en el mismo plano una equivocación que, gracias al sistema establecido de los dos sobres, puedo ser subsanado en unos minutos, a montar galas paralelas para oscurecer un acto como la gran fiesta del cine, molesto cuando no es sumiso. Yo prefiero pensar en la inocencia de los empleados que cometieron el error, que imaginar que alguien, conocedor de cómo funcionan las masas, convierten en primera plana algo que puede ser subsanado de forma incruenta, y me duele que hasta quienes se consideran periodistas de pro se sumen a esta campaña, olvidando que si algo hace grande a América es su situación de pionera en las artes audiovisuales, científicas y tecnológicas que no pueden quedar reducidas a unas fronteras para hacer bueno el slogan de 'American first'.
ResponderEliminarRespecto a 'Moonlight' y 'La La Land', estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que la primera acertó en un lenguaje muy apropiado para acercarse a un personaje que se erige en representante de un grupo doblemente marginado, (negro y homosexual), y el resultado es una película muy bonita, pero la de Chazelle creo que no se ha entendido en absoluto por muchos críticos, aunque a las masas les ha gustado porque es también muy bonita, pero se ha obviado el IVA de sufrimiento que acompaña al acto creativo,algo que comprende quien tiene cerca a los que deciden dar el paso de su protagonista. Hijo de un francés ha sabido conjuntar el maravilloso musical americano con la interpretación que hizo de éste la Nouvelle Vague europea. Me encantó.
Estoy de acuerdo contigo con el resto de tu artículo y te felicito por ello. Un saludo.
Soy un hombre recto, pero mi amor por Ryan Gosling podría cambiar todo eso. Es un genio melancólico y Emma Stone es nuestra musa.
ResponderEliminarEsta película desafía el género. Es una obra maestra. Les pido que lo vean. Tuve la suerte de verlo en el BFI London Film Festvial.
Han pasado cinco días desde que vi La La Land y todavía estoy pensando en esta película y cantando el estribillo que juega con tu alma. Quiero decir que llegas allí y esta esa música, la música del firmamento. Estoy aun volando, aún soñando todavía... gracias Damien.
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