30 septiembre 2012

Alexander Payne: la escalera a 'Los Descendientes'

Alexander Payne en el set de Los Descendientes, en Hawai
Payne en el set de Los Descendientes en Hawai
El año pasado, Alexander Payne estuvo en boca de todos gracias a Los Descendientes. Protagonizada por un memorable George Clooney, la película fue designada como mejor film del año por los Globos de Oro, la Asociación de Críticos de Los Angeles y los Satellite Awards, siendo la gran competidora de The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) en los mismísimos premios Oscar, que finalmente galardonaron a Payne con el premio al mejor guión adaptado. Yo tuve la oportunidad de acudir a su presentación del film en UCLA y observé a una persona seria con quizá demasiado amor propio, pero, sobre todo, mucho amor por su trabajo, lo que queda explícito en cada uno de sus films.

27 septiembre 2012

El cine, el tren y la vida

El tren es la esperanza de cumplir 
los sueños en Kiseki (Milagro)
Desde sus comienzos, el tren y el cine han estado ligados de un modo tan práctico como poético, casi mágico. Los trenes unen personas y lugares, y ¿no es eso lo que hace el cine? ¿No nos une a lugares que nunca imaginamos explorar? ¿No nos adentra en la mente de personas a las que nunca esperamos comprender? Pocos elementos creados por el hombre han resistido el paso del tiempo como lo ha hecho el tren. La silueta de la primera locomotora, datada en 1814 como producto de la revolución industrial, impactó en su momento y sigue haciéndolo 200 años después. De todas las creaciones del hombre, el tren es sin duda la que mejor se integra con la naturaleza, la más bella y poética. Del mismo modo, el cine es, en mi opinión, el arte que mejor se integra con la vida.

22 septiembre 2012

La parada del cine

Un niño mira hacia la vida a través de una 
verja en la maravillosa Los 400 golpes
Bienvenidos a la Estación del Fotograma Perdido, un blog destinado al cine en todos sus ámbitos. Aquí, nada es seguro, salvo que cada artículo reflejará amor por la vida y amor por el cine. Desde un punto de vista analítico y crítico, inicio hoy un viaje al corazón del cine en el que espero que tanto yo como quienes decidan pasarse por esta estación de vez en cuando, aprendamos algo más de este, no séptimo arte, sino conjunto de artes, que es el cine.

Los orígenes serán tenidos muy en cuenta, por supuesto, pues lo contrario sería una blasfemia. ¿Qué sería de Amenábar, Burton o Kore-eda sin Murnau, Ford o Berlanga? Por mucho que les pese a algunos, no se puede hablar de cine sin conocer a los clásicos, pero lo que debe quedar claro desde un principio es que ninguna película debe verse por obligación, pues el arte es un regalo, no una imposición. Sin embargo, quienes se hayan atrevido con el blanco y negro habrán podido comprobar que no hay atmósfera más envolvente que la creada por El doctor Frankenstein (James Whale, 1931),  historia con mayor corazón que Tiempos modernos (Charles Chaplin, 1936), dolor más profundo que el transmitido por El intendente Sansho (Kenji Mizoguchi, 1954) o mayores carcajadas que las provocadas por Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959).
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