07 febrero 2016

Premios Goya 2016: ganadores, perdedores... y mediocridad

"El cine también gana cuando se da más espacio
a las mujeres", dijo la enorme Natalia de Molina
Hace dos años, Javier Cámara y Natalia de Molina recogieron sus primeros Premios Goya, él como protagonista y ella como revelación, por Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2013) en la ceremonia menos competitiva que recordaban estos galardones. Anoche, ambos intérpretes subieron al escenario de nuevo, cambiadas las tornas: ella como nueva estrella del cine español, contrastando su precioso vestido de gala con su arrebatadora interpretación en el muy necesario drama social Techo y comida (primer trabajo de Juan Miguel del Castillo) y él como falso secundario de la película de la noche, Truman, que lo colocó en tal categoría para evitar que compitiera con su propio compañero de reparto, Ricardo Darín, quien fue el claro ganador desde antes incluso de que se anunciaran las nominaciones. El siempre pedante intérprete argentino aprovechó para criticar la decisión de la Academia de cortar los discursos de agradecimiento con música, ignorando que, de no ser por ella, la ceremonia todavía no habría terminado. Más acertada (aunque algo exagerada) fue su llamada a hacer algo por la cultura, "lo único que merece la pena", apropiada considerando que por primera vez la sala estaba llena de políticos (pero sólo uno recibió un estruendoso aplauso: Manuel Carmena).

Con cinco Goyas, Truman fue la gran triunfadora
de la 30 edición de Premios Goya
Que La novia partiera de doce nominaciones, justo el doble que Truman, llevó a muchos a considerarla erróneamente como la favorita, pero el palmarés ha demostrado lo contrario, alcanzando finalmente la comedia dramática de Cesc Gay cinco de los seis galardones a los que optaba, todo ellos principales: película, dirección, guion original (para el cineasta y su habitual colaborador Tomás Aragay) y los recién mencionados premios interpretativos. Curiosamente, hasta ahora todas las películas del realizador barcelonés habían sido infravaloradas por la Academia (su reciente y genial Una pistola en cada mano (2012) sólo rascó una candidatura) y Truman ha terminado siendo tremendamente sobrevalorada, ayudada, eso sí, por la absoluta falta de competencia de una temporada de premios de aceptable calidad media y escasa excepcionalidad (también se hizo con el Forqué y la MEC). Y es que, aunque indudablemente bien escrita e interpretada, la cinta es bastante más tópica y sensiblera de lo que la conmocionada crítica ha reconocido.

De competir con los contrincantes del año pasado, Luisa
Gavasa sería la única ganadora que saldría bien parada
Precisamente por la falta de títulos verdaderamente potentes, todo parecía indicar que la pasional tragedia lorquiana de Paula Ortiz se alzaría como vencedora. Nada más lejos de la realidad: de sus doce candidaturas, sólo dos fructificaron, y sólo porque eran incontestables: la fascinantemente hermosa dirección de fotografía de Migue Amoedo y la portentosa interpretación secundaria de la veterana Luisa Gavasa, quien se impuso a las excelentes Marian Álvarez y Nora Novas, únicas candidatas del Felices 140 de Gracia Querejeta, film sorprendentemente omitido del resto de categorías pese a ser en su día preseleccionado de cara al próximo Óscar extranjero. El triste destino final de La novia, quizá demasiado formalista para el gusto de la Academia, se empezó a augurar cuando la irregular Un día perfecto, quizá la película más floja de Fernando León de Aranoa, le arrebató el guion adaptado, recogido por él mismo y Diego Farias. Y es que, aunque entretenida y ambiciosa, esta comedia dramática ambientada en el conflicto de los Balcanes adolece de falta de credibilidad y tono inconsistente a la hora de homenajear la labor humanitaria, no mereciendo siquiera la mayoría de las ocho candidaturas a las que optaba. "Las películas no compiten entre ellas", dijo Aranoa al agradecer su sexto Goya (0btenido por encima de otras producciones, se mire por donde se mire).

Isabel Coixet y Juliette Binoche representaron
orgullosas a una de las vencedoras: Nadie quiere la noche
Mucho más merecidos fueron los dos premios técnicos recogidos por El desconocido, la sorprendente ópera prima de Dani de la Torre: mejor montaje y mejor sonido. Y es que nos encontramos ante uno de los grandes logros técnicos del cine patrio, un trepidante thriller en el que Luis Tosar (candidato por séptima vez al cabezón) recibe una llamada anónima que le informa de que el coche que conduce tiene una bomba que explotará de no reunir a tiempo una gran cantidad de dinero. Además de emocionante, la cinta aporta una lastimera crítica a los bancos, jugando en su contra una relativa falta de verosimilitud que hay que limitarse a aceptar para disfrutar del juego. Sorprendentemente, perdió el galardón concerniente a mejores efectos visuales, recogido por la infravalorada comedia de acción Anacleto: agente secreto, gran trabajo de Javier Ruiz Caldera (3 bodas de más, 2013) que hubo de conformarse con dos candidaturas técnicas.

Guapos y talentosos, Pablo Alborán y Lucas Vidal
ganaron por la canción homónima de Palmeras en la nieve
Mientras tanto, dos de las películas más criticadas de la temporada subieron en más de una ocasión al escenario. Hablamos, por supuesto, de la ambiciosa Nadie quiere la noche, de Isabel Coixet, que se postuló como la triunfadora técnica al ver reconocidos su dirección de producción, su vestuario, su maquillaje y peluquería y su música original, y la colosal-pero-mediocre Palmeras en la nieve, del siempre comercial y nunca acertado Fernando González Molina, que se impuso en las categorías concernientes a la dirección artística y la canción original, la bella “Palmeras en la nieve” interpretada por el cantautor de moda Pablo Alborán, quien la compuso junto a Lucas Vidal, precisamente el compositor de Nadie quiere la noche, que sumó así dos premios en una sola velada. Talentoso y muy internacional a sus apenas treinta años, Vidal dedicó su primer discurso por completo a todos jóvenes, a los que instó a luchar por sus sueños, quedándose sin palabras de cara al segundo, que ni él ni nadie esperaban.

Parece que Daniel Guzmán es mejor director
que actor... ¿Cuál será su próximo proyecto?
Y, hablando de jóvenes talentos, Daniel Guzmán y Miguel Herranz, director y protagonista del notable drama callejero A cambio de nada, hicieron llorar a toda España con sus emotivas victorias, las cuales el primero dedicó a su abuela (Antonia Guzmán, nominada a sus 93 años como actriz revelación) y el segundo al director que le ha dado una profesión y una vida nuevas. Resulta imposible no alegrarse por Herranz porque indudablemente este premio está hecho para gente como él, pero habría sido más justo galardonar a Manuel Burque, divertido protagonista de la fresca Requisitos para ser una persona normal, el genial debut de Leticia Dolera que terminó yéndose de vacío. En cualquier caso, Guzmán, Dolera, De la Torre y Del Castillo conforman el cuarteto de nominados a dirección novel más impresionante de la historia de estos premios. La quinta nominada podría haber sido Lara Izagirre, cuyo sutil drama romántica Un otoño sin Berlín se hizo con el único premio al que optaba: mejor actriz revelación para una Irene Escolar deliciosa pero demasiado segura de sí misma.

Escolar dio a Un otoño sin Berlín
su merecido momento de gloria
Muy repartido, el palmarés se completa con los premios concernientes a mejor película de animación para la mediocre Atrapa la bandera de Enrique Gato (perfecto reflejo de la situación del cine animado en nuestro país, que intenta emular al estadounidense y termina haciendo el ridículo), mejor documental para Sueños de sal, de Alfredo Navarro (que se impuso a la favorita The Propaganda Game, de Álvaro Longoria), mejor película iberoamericana para la fascinante coproducción hispano-argentina El clan, de Pablo Trapero, y mejor película europea para el maravilloso drama franco-turco-alemán Mustang, de Deniz Gamze Ergüven, una verdadera joya que debería alzarse como triunfadora en los próximos César por su perfecto retrato de cinco hermanas adolescentes que deben enfrentarse al machismo de la sociedad turca; de lejos, la mejor película de la noche. Por su parte, los cortometrajes Alike, de Rafael Cano Méndez y Daniel Martínez Lara; El corredor, de José Luis Montesinos, e Hijos de la tierra, de Diego Sarmiento, fueron reconocidos respectivamente en las categorías de animación, ficción y documental, las cuales nos importan poco porque, tristemente, la nefasta distribución del cortometraje vuelve prácticamente imposible estar al día con ellos. Nada que añadir sobre el polémico Goya de Honor a Mariano Ozores; "hay un ente misterioso y extraño al que le debo todo lo que he conseguido: el público, el respetable público", dijo emocionado a sus 89 años.

"Si no bajan el IVA de los yates, a mí me da igual 
porque no tengo yate. Pues lo mismo le pasa a 
Montoro con la cultura" (gran frase de Dani Rovira)
Por lo demás, poco que destacar de una ceremonia que, como siempre, careció de ritmo, gracia y cinefilia pese a la presencia de cuatro intérpretes oscarizados (Penélope Cruz, Javier Bardem, Juliette Binoche y Tim Robbins) y la buena labor del maestro de ceremonias Dani Rovira, protagonista de la película española más taquillera del año: la espantosa Ocho apellidos catalanes de Emilio Martínez-Lázaro, que, como la mayoría de taquillazos del 2015, no rascó una sola candidatura. Innegablemente mediocre, el palmarés de los Goya no refleja la calidad del cine del año, al ser completamente ignoradas cintas más arriesgadas e interesantes como Amama, de Asier Altuna; B, de David Ilundain; Barcelona, noche de invierno, de Dani de la Orden; El camino más largo para volver a casa, de Sergi Pérez; Hablar, de Joaquín Oristrell; Los exiliados románticos, de Jonás Trueba, ma ma, de Julio Médem, o Negociador, de Borja Cobeaga. Lo que está claro es que la Academia debería prestar atención a la mucho más dinámica ceremonia de los Premios Feroz si no quiere seguir perdiendo espectadores… Eso y ver más cine antes de votar, claro.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

3 comentarios:

  1. Estos premios me han parecido muy injustos, desde mi punto de vista La novia llega a unas dosis de genialidad visual y narrativa que están a años luz de las demostradas por Truman. Y ya que Inma Cuesta no ganase el premio a mejor actriz me pareció el colmo.
    Además, el discurso del de Los Serrano me pareció aburrido y un poco fuera de lugar.
    He perdido la fe en la Academia de Cine

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  2. Juan Roures,
    a mi Truman me parece sobrevalorada,y ni de lejos la mejor película de Cesc Gay,que en mi opinión sigue siendo "En la ciudad".
    Por otro lado,no he visto La novia,pero algo me dice que no merecía irse con las manos tan vacías.
    En cuanto a El desconocido, me parece merecido su premio y en relación a "Nada que perder" me emociona que ese chaval haya encontrado una nueva vida gracias al cine,esas cosas no pasan todos los días, y a veces sólo en cuestión de que alguien confie en ellos y les brinde una oportunidad.

    La gala tuvo sus más y sus menos,además de las ausencias injustificadas en las nominaciones,no me pareció acertada alguna broma del presentador hacia Inma Cuesta,cuando se dirige a ella preguntándole;"de 0 a 10 ¿cómo de buena estás?" .......¿de verdad,éste es el nivel del presentador? hasta la propia Inma Cuesta no daba crédito a la pregunta por parte de un compañero de profesión y ayer director de ceremonias.....
    En fin, que algunas cosas sobraban y en cuanto a Darín,imagino que se refería a la velada censura que hoy se comentaba en las redes,al acortar los turnos de los premiados en los discursos de agradecimiento..¿era sólo una cuestión de tiempo?
    Un saludo Juan:)

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  3. ahhhh....y al que vi "demasiado seguro de sí mismo" fué a Cesc Gay cuando empezó a dar razones para descartar al resto de nominados y a justificar que ese goya tenía que ser para él, justo después de que el grande y a la vez humilde Fernando de Aranoa dijera aquello de que las películas no compiten,suman.

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