01 diciembre 2016

Por qué el gallo deficiente de la película 'Vaiana' es ofensivo

Sin John Musker y Ron Clements, directores de Basil, el ratón superdetective (1986), La sirenita (1989), Aladdin (1992), Hércules (1997), El planeta del tesoro (2002) y Tiana y el sapo (2009), las infancias de mi generación no habrían sido ni la mitad de mágicas. Es por ello una verdadera lástima que su última creación para Disney, escrita por ellos mismos junto a Jared BushPamela RibonTaika Waititi, constituya tal decepción. Hablo, por supuesto, de Vaiana (Moana, 2016), cinta antaño favorita para el próximo Óscar a mejor film animado que al final las pasará canutas incluso para alcanzar la candidatura, tal y como han probado las nominaciones a los Premios Annie, donde se ha impuesto su compañera de estudio: la genial Zootrópolis, de Byron Howard, Rich Moore y (nuevamente) Jared Bush. ¿Qué distingue ambas producciones? Pues, básicamente, que una está decidida a sorprender y divertir al espectador a cada minuto y la otra parece partir de un cuadriculado manual sin imaginación alguna. Bueno, eso y que Zootrópolis es un canto de amor animalista y Vaiana… todo lo contrario.

El gallo de Vaiana es el peor personaje
secundario de la historia del estudio
Desde Blancanieves y los siete enanitos (David Hand, 1937) hasta la recién mencionada Zootrópolis, creada ochenta años después de la primera, el Estudio Disney siempre ha destacado por su amor a los animales, el cual caracterizaba también a un Walt Disney que siempre reivindicó Bambi (David Hand, 1942) como su creación favorita. Dumbo (Ben Sharpsteen, 1941), Los aristogatos (Wolfgang Reitherman, 1970) y Tod y Toby (Art Stevens, Ted Berman y Richard Rich, 1981) son algunos claros ejemplos de esta tendencia. ¿Qué ha pasado entonces en Vaiana con el personaje del gallo? Pues probablemente, tal y como explicaron Musker y Clements en el coloquio posterior al preestreno español, que el proceso de guion terminó llevándolo a un lugar que ni se esperaba ni se imaginaba en un primer momento, dejándose los guionistas arrastrar por la necesidad de aportar toques de humor facilones a un guion por completo exento de carisma. Al final, el gallo se ha convertido, no ya en un bufón, sino directamente en el blanco de todo tipo de ataques físicos y verbales que vuelven el visionado de la película verdaderamente desagradable para cualquier persona que sienta la menor empatía por los animales. ¿De verdad es tan divertido ver a un pobre gallo debilucho ser insultado, golpeado e incluso utilizado como lapicero? La situación se agrava al pensar en todas esas aves de corral cuya salud es lamentable a raíz de la mezcla de los antibióticos con los que se las atiborra y los minúsculos recintos donde se las amontona...

Tan sólo las pegadizas canciones
salvan Vaiana del naufragio
De por sí, esta situación sería ofensiva tanto para los animales como para los defensores de los mismos, pero hay más. Y es que, tal y como sucedía en la reciente Buscando a Dory (Andrew Stanton, Angus MacLane, 2016) con determinado personaje secundario, el gallo al que nos referimos presenta una clara discapacidad intelectual que tan solo es explotada de cara a la risa fácil. Así, si en la recién mencionada cinta de Pixar aparecía en dos momentos puntuales una foca bastante atolondrada sólo destinada a que el espectador se riera de ella pese a la clara discapacidad que transmitían sus ojos, Vaiana convierte directamente a un gallo con problemas para distinguir la comida del suelo en un auténtico bufón que, a diferencia de otros secundarios míticos del estudio como Flounder, Abu o Pegaso (salidos todos ellos de geniales cintas de Musker y Clements), carece de personalidad, función o dignidad algunas. Es más, por lo visto hubo momentos en que se planteó eliminar al personaje por completo. Que los niños y no tan niños aprendan a reírse de un pobre animal maltratado que, para colmo, presenta una clara discapacidad intelectual es tan triste como problemático. Dada la cantidad de personas involucradas en cada producción Disney, tal descuido resulta inexplicable. ¿Pedirá disculpas el todopoderoso estudio o se respaldará en el pasotismo generalizado?

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