En 2009, Mi vecino Totoro fue elegida por la revista Time Out como la mejor película animada de la historia |
Una de las
películas más queridas por los amantes del cine de animación japonés es Mi vecino Totoro (1988), obra maestra de
Hayao Miyazaki. En esta bella cinta,
dos hermanas se mudan con su padre al campo mientras la madre permanece enferma
en el hospital, abriéndose ante ellas un mundo de fantasía (que incluye, claro
está, al icónico personaje del título, diseñado por Kazuo Oga a partir de un boceto del cineasta). Lo que pocos saben es que, cuatro años
antes, el taiwanés Hou Hsiao-Hsien
había dirigido una película denominada Un
verano en casa del abuelo (1984), cuya trama es prácticamente la misma
(dejando de lado los elementos fantásticos). Mi fascinación por ambas películas
me ha llevado a dedicarles una comparativa, tal y como he hecho con
anterioridad con Battle Royale (Kinji
Fukasaku, 2000) & Los juegos del
hambre (Gary Ross, 2012) [aquí] y Pequeña
Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006) & Nuestro último verano en Escocia (Andy
Hamilton y Guy Jenkin, 2007) [aquí]. Lejos de enfrentar la una contra la otra, espero
que este artículo sirva para apreciar mejor la magia de estos pequeños grandes
clásicos de la cinematografía asiática.
Un verano en casa del abuelo dio a Hou el premio a mejor director del Asia-Pacific Film Festival |
Un verano en
casa del abuelo es la sexta película del
ahora mítico realizador taiwanés Hou Hsiao-Hsien y la primera de su trilogía
dedicada al final de la infancia —le siguen Tiempo
de vivir, tiempo de morir (1985) y Polvo
en el viento (1986)—. Apaciblemente ambientada en un pueblo durante los
meses de verano, la cinta muestra con tierno realismo las aventuras de dos
niños (un niño cerca de la adolescencia y una niña aún aferrada a sus peluches)
que cambian la rectitud de la ciudad por la libertad campestre desde el momento
en que él intercambia su moderno cochecito de juguete por una serena tortuga
salvaje. A su alrededor se desarrollan múltiples historias (una mujer
enloquecida, un amor prohibido, una compleja relación filo-paternal, un crimen
nada perfecto...), pero todas ellas se muestran desde la perspectiva de los
infantes, lo que explica la falta de profundización en las mismas. De hecho, el
mayor logro del filme radica en hacernos cómplices de la mirada de los dos
niños, permitiéndonos así vivir sus experiencias con plenitud. Además de tomar
el punto de vista de estos, la cámara de Kun
Ho Chen —a su vez, director de la laureada Xiao Bi de gu shi (1983), escrita y producida por el propio Hou— toma un rumbo
siempre contemplativo, fomentando secuencias largas y estáticas (aunque parecen
muy cortas comparados con posteriores obras del cineasta) y planos generales
meticulosamente calculados.
El cartel de Mi vecino Totoro presenta la escena más icónica del filme |
Pese a tratarse
de una cinta animada, Mi vecino Totoro, cuarto
largometraje del popular Hayao Miyazaki, recrea la vida campestre con el mismo
plácido primor. La maravillosa animación del siempre efectivo estudio Ghibli
presta atención a los detalles más ínfimos, desde las travesuras de un diminuto
insecto hasta el rocío mañanero depositado en una sugerente flor. La
maravillosa partitura de Joe Hisaishi
no hace sino acentuar la melancolía del ambiente, al igual que hace la música
de Edward Yang —actualmente un
reputado cineasta gracias a Yi Yi
(2000)— en la obra taiwanesa. Empero, la guinda de la cinta de Miyazaki es, por
supuesto, el personaje que le da título, así como el resto de criaturas mágicas
que la pueblan. Así, mientras Un verano
en casa del abuelo muestra a los protagonistas viviendo las típicas
experiencias que todo niño tendría durante unas vacaciones campestres, Mi vecino Totoro presenta la fantasía
como una escapatoria a los problemas del mundo: las pequeñas Satsuki y Mei —de
edades similares a los protagonistas de la obra de Hou, pero ambas pertenecientes
al género preferido del animador— burlan la tristeza que supone estar lejos de
la madre enferma gracias a los mágicos descubrimientos que hacen en el bosque.
Clave de ello es, por supuesto, la rica mitología japonesa, clara influencia
del cine de Miyazaki, como muestran también La
princesa Mononoke (1997) y El viaje
de Chihiro (2001). [Más al respecto en 'La magia Ghibli de Hayao Miyazaki'.]
El cartel de Un verano en casa del abuelo presenta los recuerdos como fotografías |
Curiosamente,
tanto Un verano en casa del abuelo
como Mi vecino Totoro constituyen dos
de las obras más sencillas de sus ahora experimentados creadores. Aunque ahora
se lo conoce más por películas de una complejidad casi metafórica como Ciudad doliente (1989), Tiempos de amor, juventud y libertad
(2005) o la reciente The assassin
(2015), los años mozos de Hou Hsiao-Hsien granjearon obras mucho más humildes —no
necesariamente menores— que se limitaban a explorar su educación en su Taiwán
natal. Por su parte, Mi vecino Totoro supone
una de las pocas creaciones de corte realista de su creador: entre las
interpretaciones del filme, cabe pensar que sus deliciosos elementos
fantásticos tan sólo son parte de la rica imaginación infantil (aunque, claro,
resulta mucho más divertido suponer lo contrario… y nada lo impide). Como
consecuencia, nos encontramos ante dos cintas a menudo rechazadas por los
seguidores de Hou y Miyazaki y, al tiempo, especialmente aplaudidas por quienes
no siempre aprecian la marcada personalidad de tan carismáticos artistas. Mi vecino Totoro y Un verano en casa del abuelo son, ante todo, dos bellos retratos de
la vida campestre, los sueños de juventud y la apacible levedad de la
existencia que sumen al espectador en una irremediable y cálida nostalgia.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
Dudo que ningún seguidor de Miyazaky rechace esta película, creo las tiene mejores, pero también peores, y en esta no tenían los medios de Chijiro. La influencia de Totoro es brutal, mucho más de lo que muchos pueden pensar. En Toy Story 3 sale un Totoro, cierto que es testimonial, pero ahí está, y es que el director de Pixar (¿John Lasseter?) es fan a muerte de Miyazaky.
ResponderEliminarA Totoro lo tenemos como emoticono en muchos sitios, y la mayoría no tienen ni zorra de que es esa cosa marrón mezcla de gato, oso, topo, y muchas cosas.
Totoró es un grande.
Por mi experiencia con mi sobrino, la peli le aburrió un poco, prefería Ponyo que tiene más acción y es más sencilla.
Felicidades por el post, siempre hay que reivindicar a Miyazaky.
Mientras veía ‘Un verano en casa del abuelo’ ni se me ocurrió compararla con Totoro, ¡curioso cruce! Un saludo!
ResponderEliminarPD: Antes de reivindicar a Miyazaki, aprendí a escribir bien su apellido ;-)
Joder, como aprietas jajaja.
ResponderEliminarCreo que tengo alguna tendencia a terminar los apellidos raros y extranjeros en y, con Bukowski me pasaba, no sé bien por qué.
hermosas ambas películas Totoro la veo segudo, Un verano en casa del abuelo solo la he visto una vez hace ya un rato
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