Pocos directores hay más irregulares que Ridley Scott, capaz de alternar entre
auténticas proezas y verdaderos esperpentos. Al final, entre tanta anomalía,
sobresalen cinco grandes películas cuyo lugar en la historia del cine es
innegable. Curiosamente, cada una pertenece a una de las cinco décadas que el
realizador británico ha dedicado al séptimo arte. ¿Adivináis ya cuáles son?
Sigourney Weaver en Alien |
√ Alien, el octavo pasajero (1979).
Aunque Los duelistas (1977) supuso un
prometedor punto de partida, Scott se ganó al imaginario colectivo con la
angustiosa aventura de una variopinta tripulación encerrada en una nave con un
peliagudo alienígena (cuya terrorífica belleza fue diseñada por el suizo H. R. Giger). Pese a afirmar que el realizador parecía
más interesado en los decorados que en los intérpretes, Sigourney Weaver saltó a la fama de la noche a la mañana y dio así
el pistoletazo de salida para una interesante serie de heroínas que incluirían
a Susan Sarandon y Geena Davis en Thelma &
Louise (1991), Demi Moore en La
teniente O’Neil (1997) y Julianne Moore en Hannibal (2001). Ganadora del Óscar a mejores efectos visuales
(para el multipremiado Stan
Winston, entre otros)
y nominada al concerniente a mejor dirección artística (que entrelaza
místicamente motivos orgánicos y metálicos), la película confecciona una
atmósfera sobrecogedora que envuelve magistralmente el guion de Dan O'Bannon, todo un experto en
suspense. Además de ser
una obra maestra en sí mismo, la cinta dio lugar a una larga serie de secuelas
—algunas tan magníficas como el Aliens
(1986) de James Cameron— y vivió un nuevo comienzo con el Prometheus (2012) del propio Scott, quien continuará la saga en
2017 con Alien: Paradise Lost,
también protagonizada por Noomi Rapace y Michael Fassbender.
Harrison Ford en Blade Runner |
√ Blade Runner (1982). Tan sólo tres
años después de deslumbrar con Alien,
Scott se superó a sí mismo con la maravillosa historia de un cazador de
replicantes (robots de apariencia humana) en el L.A. de 2019. A partir de la
novela de Philip K. Dick
(bien adaptada por David Webb Peoples
y Hampton Fancher), Scott dio vida a
un futuro de lúgubre oscuridad, luces de neón, lluvia ácida y místicos vapores que
se ganó dos insuficientes nominaciones al Óscar a mejores efectos visuales y
mejor dirección artística. Pese a considerarla la experiencia más difícil de su
carrera, Harrison Ford ofreció una
de sus mejores interpretaciones al mando de una obra donde el romance poético
se mezcla con una violencia nunca gratuita, siendo las magistrales escenas de
acción menos importantes que la profundización psicológica (la música de Vangelis y la fotografía de Jordan Cronenweth dan unidad al
poderoso conjunto). De hecho, se trata de una de las más bellas y originales
reflexiones sobre las concepciones de identidad y humanidad: ¿qué nos convierte
en lo que somos? Que existan cinco versiones diferentes de la misma no hace
sino expandir las posibles interpretaciones de una obra que sorprende con cada
(re)visionado. Michael Apted, Adrian Lynn, Robert Mulligan y Martin Scorsese
estuvieron a punto de dirigirla, pero fue Scott quien le dio el toque mágico
gracias a la combinación de la ciencia-ficción del futuro y el cine negro del
pasado, una dualidad perfecta para entender esta obra maestra.
Susan Sarandon y Geena Davis en Thelma & Louise |
√ Thelma & Louise (1991). Dos
mujeres hartas de la rutina del mundo machista que las rodea deciden lanzarse a
la aventura y afrontar las consecuencias… hasta el final. Ellas son las deliciosas
Susan Sarandon y Geena Davis, quienes pasan de amas de
casa a forajidas en una de las obras más trepidantes y divertidas de Ridley
Scott, que obtuvo así su primera nominación al Óscar (le seguirían otras dos
por Gladiator (2000) y Black Hawk derribado (2001), pero
ninguna se convertiría en estatuilla); quien sí se alzó con la suya fue Callie Khouri, cuyo delicioso guion
enlaza a la perfección comedia, romance, drama y acción en forma de nostálgica
road movie. Criticada en los círculos conservadores por su latente feminismo,
la película sitúa a sus dos protagonistas en un universo masculino hostil (incluyendo
a un irresistible Brad Pitt y un
desagradable Michael Madsen),
pero huye de la generalización con el matizado personaje de Harvey Keitel. Deliciosamente
acompañada de la música de Hans Zimmer,
la cinta es ante todo uno de los retratos de la amistad más bellos jamás
creados y un puñetazo en el estómago de un país que promete la libertad… pero
no a todos.
Russell Crowe en Gladiator |
√ Gladiator (2000). Ganadora del Óscar
a mejor película en una de las ediciones más reñidas de la historia de dichos
premios (lo que explica que el propio Scott se quedara sin la suya), esta
fascinante cinta utiliza la Antigua Roma para tratar sentimientos tan humanos
como el compañerismo, el duelo y la sed de venganza. El no siempre expresivo Russell Crowe ofrece la mejor
interpretación de su carrera como Máximo, un hombre de inquebrantable lealtad
al Imperio obligado a comprobar la traición que suele acarrear el éxito. Aunque
la espectacularidad de las escenas de acción va por delante de la verosimilitud
de los diálogos de David Franzoni, John Logan y William Nicholson (si bien estos nunca dejan de funcionar), Crowe
mantiene el nivel de excelencia gracias a sus matizados gestos y su poderosa
mirada. La magnificencia técnica y la evocadora banda sonora de Hans Zimmer y Lisa Gerrard garantizan un espectáculo con mayúsculas de principio
a fin en la primera gran cinta épica romana nacida de Hollywood en casi tres
décadas.
Matt Damon en Marte |
√ Marte (2015). Pues sí: quince años
han transcurrido desde la última joya de Ridley Scott, década y media durante
la que el realizador ha desarrollado su lado épico en El reino de los cielos (2005), Robin
Hood (2010) o Exodus: dioses y reyes
(2014), obras donde todo el mundo parecía esforzarse con la excepción del
guionista. Pero el hipnótico espacio exterior ha llamado la atención del
cineasta tal y como hizo recientemente con Alfonso Cuarón (Gravity, 2013) y Christopher Nolan (Interstellar, 2014). Así, Scott ha regresado a la localización que tan
buen resultado le dio con Alien y, si
bien algo de frescura se ha perdido por el camino, el poder de impacto del
cineasta (presente incluso en sus obras más denostadas, como prueban las plagas
de Exodus) sigue impune. Partiendo
del best-seller de Andy Weir,
protagonizado por un astronauta abandonado por error en Marte, el guionista y
director de La cabaña en el bosque
(2012) Drew Goddard ha confeccionado
una historia tan divertida como emocionante perfectamente encabezada por Matt Damon (quien, como otros tantos
intérpretes dirigidos por Scott, ha demostrado que el cine de acción no exime
de responsabilidad a la hora de dar profundidad psicológica a los personajes). Inusitadamente
realista, esta cinta sobre la supervivencia humana nos traslada durante más de dos horas al planeta rojo, granjeando
así una experiencia inolvidable que, la mayoría de nosotros, jamás haremos
realidad de otro modo.
Tal y como he señalado al
comienzo de este artículo, Ridley Scott es un realizador irregular donde los
haya, quizá porque su inagotable ambición puede jugar malas pasadas, pero antes
de arremeter contra cintas tan mediocres como 1492: la conquista del paraíso (1992), Un buen año (2006) o El
consejero (2013), debemos recordar que Alien,
Blade Runner, Thelma & Louise, Gladiator
y Marte —a años luz del resto de sus obras— son fruto del mismo creador
(aunque quizá ese dato sólo sirva para acentuar el desasosiego). A sus 77
años, Ridley Scott sigue siendo un cineasta imparable, dispuesto a sorprender
al mundo con cada proyecto, siempre ansioso por desafiar los límites de la
espectacularidad cinematográfica. A todos los niveles.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
No hay comentarios:
Publicar un comentario