Shailene Woodley y Ansel Elgort pasan de hermanos en Divergente a enamorados en Bajo la misma estrella |
Con más
de dos millones de dólares de recaudación y el beneplácito de la crítica, Bajo la misma estrella ha llegado a la taquilla española dispuesta a arrasar
del modo en que producciones similares como Love story (Arthur
Hiller, 1970), Un paseo para recordar (Adam Shankman, 2002) o El
diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004) lo hicieron en su día. Sin
embargo, Bajo la misma estrella (2014),
filmada entre Pensilvania y Holanda, las supera a todas ellas por la humanidad
de sus personajes y la inteligencia de su guión, que convierten al manido
romance con enfermedad de por medio en una película mágica con la que todos —enemigos
del drama romántico incluidos— podemos identificarnos.
Original póster de la película |
Clave
de ello es la irresistible pareja protagonista formada por Shailene Woodley (Hazel Grace Lancaster) y Ansel Elgort (Gus Waters), quienes han coincidido en otro de los
éxitos comerciales del año: Divergente, de Neil Burger, inicio
de una nueva saga adolescente en la que, curiosamente, interpretan a dos
hermanos. Woodley, quien se dio a conocer por su brillante papel en Los descendientes (Alexander Payne,
2011), ha vuelto a demostrar por qué se está convirtiendo en la actriz de moda
con una interpretación llena de matices que nos enamora del personaje desde el
primer plano, mientras que Elgort, quien debutó en el cine con el innecesario
remake Carrie (Kimberly Peirce, 2013),
suple su inexperiencia con una sonrisa repleta de vida.
Ambos
encarnan a dos jóvenes enfermos de cáncer que se conocen en un grupo de apoyo
al que Hazel va para contentar a sus padres (“Lo único peor que tener cáncer es
tener una hija con cáncer”, dice ella) y Gus para acompañar a su mejor —y
único— amigo (Nat Wolff, quien ya
apareció en el anterior film del director), quien está a punto de quedarse
ciego pero no ha perdido el sentido del humor. Así es como da comienzo la
preciosa historia de amistad y amor, bastante más real que la mayoría de las
que Hollywood nos ha ofrecido durante los últimos años.
Los tres amigos del film disfrutan de la vida mientras pueden, incluso riéndose de su situación |
Los dos
protagonistas son muy distintos pero comparten la emoción por aprovechar el
tiempo que les queda. Las conversaciones entre ellos destapan sus preocupaciones
y deseos con naturalidad, quizá porque su cercanía a la muerte les ha enseñado
que no vale la pena andarse por las ramas. Gus, quien lleva siempre un
cigarrillo sin encender en la boca para reírse de la muerte, teme que la suya
suponga su olvido, mientras que Hazel se contenta con ser querida mientras
vive, pero, curiosamente, es ella quien teme ilusionarse demasiado con sus
sentimientos. Así es como un simple intercambio de “vales” se convierte en su
declaración de amor. Y es que la mayor preocupación de Hazel es el destino de
las personas que la quieren. Eso es lo que la lleva a obsesionarse con el
abrupto final de su libro favorito Una
aflicción imperial, de Peter Van Houten, cuya narradora enferma de cáncer
sencillamente deja de narrar —probablemente, como reflejo de su muerte—,
volviendo incierto el destino de los demás personajes.
Una de las principales preocupaciones de Graze es dejar solos a sus padres tras su muerte |
Los
padres de Hazel están interpretados sin demasiada profundad —a fin de cuentas,
no es su historia la que importa— por Laura
Dern (cuyo rostro estará siempre asociado al Parque Jurásico de Steven Spielberg, 1993) y Sam Trammell (uno de los protagonistas de la serie True Blood, 2008), mientras que Willem Dafoe (antaño nominado al Oscar
a mejor actor secundario por Platoon,
de Oliver Stone, 1986, y La sombra del
vampiro, de E. Elias Merhige, 2000) da vida al escritor torturado cuyo
libro sobre el cáncer marca la vida de los protagonistas hasta el punto de
instarles a viajar hasta Ámsterdam para hablar con él. La ilusión de ambos es
que el autor conteste a sus dudas sobre el final de la obra, pero, como suele
suceder en esta vida, el resultado del viaje termina siendo muy diferente a lo
esperado.
Ámsterdam actúa como un pequeño sueño hecho realidad para los enamorados protagonistas |
De
hecho, toda la película es un viaje repleto de sucesos inesperados en el que
las respuestas fáciles no existen y las alegrías y las penas se suceden con
precisión, gracias a que los jóvenes protagonistas no dejan que su terrible
situación les borre la sonrisa. El guión, escrito por dos admiradores del libro (Scott Neustadter y Michael
H. Weber) es rítmico e inteligente y, pese a que algunos detalles (en
especial, todo lo que rodea al viaje a Ámsterdam, con beso en lo alto de la
casa de Anna Frank incluido), se dejan llevar por la clásica sensiblería
estadounidense, es tal la honestidad de la historia que resulta difícil no
rendirse ante ella.
Gran
parte del mérito corresponde, por supuesto, al director Josh Boone, quien debutó en 2012 con la comedia romántica Un
verano en la playa, que, si bien se dejaba llevar por las manidas
convenciones de un género ya obsoleto, conseguía arrastrar a sus empáticos
personajes a un terreno más original;
curiosamente, dicho film también contaba con el cáncer como tema, aunque
lo relegaba al plano secundario del personaje de Logan Lerman. Con Bajo la misma estrella, Boone ha dado un
paso más allá, pero todavía debe arriesgar más si quiere consolidarse como
cineasta.
Los personajes adultos resultan demasiado planos, sobre todo comparados con los vitales protagonistas |
En el
plano técnico, el film no es especialmente destacable, pero tanto la fotografía
de Ben Richardson como la música de
Mike Mogis y Nate Walcoff (miembros de la banda indi-rock Bright Eyes) cumplen perfectamente su cometido. Además, como ya es
común en las películas adolescentes (sirva la excelente Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky, 2012, como ejemplo),
la banda sonora incluye buenas canciones de artistas modernos como Kodaline (“All
I want”), Birdy (“Tee shirt”), Charli XCX (“Boom clap”) o Ed Sheeran (“All of the stars”), quien recientemente compuso la
canción final de El hobbit: la desolación
de Smaug (Peter Jackson, 2013), la
magnífica “I see fire”.
De
todos modos, el material de esta película proviene íntegramente de la exitosa
novela de John Green, la cual adapta
con lealtad y, sobre todo, gran sensibilidad. (Como curiosidad, la novela
menciona que Hazel es vegetariana porque “quiere reducir el número de muertes
de las que es responsable” y, aunque ese dato se omite en la película, no
aparece un solo plato de carne en ésta.) Al igual que la fuente original, la
obra cinematográfica logra tratar un tema tan duro como el cáncer con humor,
pero sin ignorar la realista crudeza del mismo. La fuerza de los originales diálogos
del libro cobra vida con belleza gracias a la interpretación de los actores. Y
es que la magia de Bajo la misma estrella
reside, precisamente, en su capacidad para tratar la inevitable muerte transmitiendo
tanto amor por la vida.
"Sería un privilegio que me rompieras el corazón", dice Gus a Hazel, animándola a luchar por el amor |
Hay quien se pregunta de qué sirve una película como ésta: ¿qué ganamos contemplando impasibles tan triste historia? ¿Para qué sufrir ante una realidad contra la que apenas existe forma de lucha? En Bajo la misma estrella, Hazel y Gus se hacen preguntas parecidas: ¿para qué amarse, para qué vivir, si la muerte es inevitable y, con ella, el olvido también? Como otras tantas historias, la suya tiene la existencia que el destino le tiene deparada, pero este pequeño film es un homenaje a todos aquellos que han vivido, viven y vivirán sus vidas hasta el final pase lo que pase; a todas esas pequeñas historias que nunca serán olvidadas porque ya han dejado que el mundo se deje tocar por ellas. Porque, aunque “algunos infinitos son más grandes que otros infinitos” y nuestro paso por la vida es breve si se compara con la existencia del mundo, todos disponemos de nuestro propio infinito; y, en él, nuestra historia es la única que importa.
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Justo la fui a ver ayer. Es una maravilla, tierna pero sin empalagar. Le doy un 10/10 sin duda =)
ResponderEliminarMe alegro de que te gustase. Yo creo que tiene pequeños puntos flacos, pero en su conjunto es maravillosa. Un saludo :)
EliminarLa vi el viernes en un cine de verano,un poco edulcorada pero me gustó mucho la interpretación de la pareja protagonista y también el mensaje que transmite,que merece la pena vivir intensamente hasta el final,por mucho que la enfermedad aquí marque la cuenta atrás.
ResponderEliminarSin duda podría haber alcanzado la perfección renunciando a algo de azúcar, pero la verdad es que, comparándola con otros films románticos del estilo, es bastante más realista y dura que la media. Y el mensaje es muy positivo, como dices.
EliminarCreo que de momento, paso, estos dramones de lagrimilla y almíbar no son para mi.
ResponderEliminarSaludos.
jeje, te entiendo Charly; pero la verdad es que yo tampoco soy fan del género (nunca he entendido la admiración por 'El diaro de Noa') y esta película sí me ha maravillado; un saludo :)
EliminarInfinito :)
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