La reveladora primera escena nos muestra la diferencia entre las aspiraciones de los dos protagonistas |
Pocas
veces ha contado el Festival de Málaga
con un palmarés tan brillante como el de la última edición, en el que Carmina
y amén., segundo trabajo de Paco León, y 10.000 km, ópera prima
de Carlos Marqués-Macet, compartieron los premios principales: guión y actriz
de reparto (Yolanda Ramos) para la primera y película, director, actriz
(Natalia Tena), guión novel y Premio de la Crítica para la segunda. Cualquiera de los dos films podría perfectamente considerarse la mejor película española del año (aunque la popular Ocho apellidos vascos, de Emilio Martínez-Lázaro, tampoco debe menospreciarse).
Carlos Marqués-Macet, Natalia Tena y David Verdaguer presentaron el film en el Festival de Málaga |
Sin
embargo, mientras Carmina y amén. marca un punto y
aparte, 10.000 km supone
irremediablemente un punto y seguido. Hace poco hablé del primer film en
'Carmina o revienta y amén. El triunfo de la familia León', con lo que hoy voy
a embarcarme en el análisis de la que probablemente sea la película con que más
me he identificado nunca.
10.000 km es la historia de dos
personas enamoradas separadas por el destino, pero, sobre todo, por sus propias
personalidades. El actor televisivo David
Verdaguer y la cada vez más famosa Natalia
Tena (Osha en la serie Juego de Tronos y Tonks en la saga Harry
Potter) encarnan a Sergi y Álex, una pareja con siete años juntos a sus
espaldas que debe hacer frente a un año separados cuando ella consigue un
trabajo de fotografía (su gran pasión) en Los Ángeles y él debe seguir en
Barcelona. De la noche a la mañana, todos sus planes juntos (que incluyen tener
un hijo) quedan pospuestos indefinidamente.
Álex (Natalia Tena) hace lo posible por avivar la relación a distancia, pero pronto se siente agobiada por ella |
Aunque 10.000 km lleva por título la distancia
que separa Barcelona de L.A., no es ésta una historia de distancias, sino de viajes. Dos viajes que no encajan entre
sí por mucho que los dos viajeros lo deseen. Así, el viaje de Sergi ya ha
alcanzado su meta: vivir una tranquila vida al lado de la mujer que ama. Sin
embargo, el viaje de Alex está lejos de haber terminado: L.A. es tan sólo uno
más de sus destinos y Barcelona es mera parte del camino al igual que lo fue
Londres en su día (tal y como desvela el sutil diálogo). Ella quiere tener a
Sergi a su lado porque le quiere más de lo que quiere a nadie, pero no desea
renunciar por ello a sus sueños ni a su estilo de vida porque sabe que el conformismo
y la monotonía la sumirían en la desesperación. Para Álex, la vida es una
aventura, mientras que para Sergi, la mejor aventura es estar con Álex, pese a que probablemente es el espíritu libre de ella lo que le enamoró.
Sergi (David Verdaguer) es quien más nota la separación, porque debe afrontar la misma vida... sin la persona que la llena |
La
película nos hace partícipes de la relación a distancia gracias a las múltiples
imágenes de conversaciones por Skype, que nos ponen en el lugar de Álex y
Sergi. Sin embargo, el director Marqués-Macet sabe aprovechar el recurso sin
agotarlo, y recurre con frecuencia a planos exteriores al videochat (que no exteriores, a secas, pues todo el film transcurre
en dos localizaciones: los dos apartamentos, los dos espacios de conexión entre
los dos personajes). La tecnología juega un papel clave, recordándonos con su
presencia que ésta es una historia que tan sólo podría tener lugar en el siglo
XXI, en el que Skype, Facebook, Whatsapp, etc. forman parte natural de la
existencia.
10.000 km ha enamorado a la crítica, pero todavía se proyecta en pocos cines |
Es
precisamente la facilidad de conexión entre los dos personajes lo que acentúa
su desesperación y saca a relucir las dificultades de las relaciones a
distancia. Y es que las tecnologías permiten la interacción de sólo dos de los
cinco sentidos: la vista y la
audición. De ese modo, el tacto, el olfato y el gusto, tres sentidos
normalmente infravalorados en relación a los otros dos, se convierten de pronto
en imprescindibles precisamente a causa de su omisión. Porque es en tocarse,
olerse y saborearse donde reside la principal diferencia entre una relación común
y una relación de amor. Y su omisión se clava poco a poco en los amantes como
una daga envenenada.
No obstante,
la situación también insta a Sergi y Álex a ser creativos para pasar el rato y
expresarse su amor. La conversación, el juego, el baile, el sexo… Todo adquiere
una dimensión nueva que gira en torno a los dos únicos sentidos que quedan a
los protagonistas. Día a día, la imaginación de Álex y Sergi es puesta a juego;
día a día, su amor se enfrenta a duras pruebas para subsistir. Y ambos temen
que llegue el día en que hablar —acción convertida en obligación; obligación
convertida en opresión— no sea suficiente, una sensación de agobio e impotencia
que recuerda a uno de los mejores films del 2013, Her, de Spike Jonze,
cuyos enamorados protagonistas (un hombre —Joaquin Phoenix— y una máquina
ingresada en su oído —evocadora Scarlett Johansson—) también estaban separados por
barreras espaciales (muy distintas, pues los sentidos quedaban limitad0s a uno
—audición—, pero también muy iguales).
"Estás guapa", le dice él a ella la primera vez que la ve por videochat... a 10.000 kilómetros de distancia |
El realismo con que el bello film refleja la
relación a distancia es casi doloroso, especialmente porque la crisis económica
y la globalización de la sociedad suponen que cada vez más personas se sientan
identificadas con esta historia. Con gran sutileza, la historia transmite el
inevitable distanciamiento entre los dos personajes a través de miradas que
valen más que mil palabras a la hora de reflejar alegrías, dudas y temores; y es
que, con 10.000 kilómetros entre medias, hasta un pequeño detalle puede tener
grandes consecuencias. Además, toda la vida que transmite la pantalla del
ordenador cuando la persona amada se encuentra al otro lado se transforma en la
más oscura soledad cuando se apaga.
En los primeros planos del videochat, los expresivos ojos de los protagonistas nos abren sus corazones |
Sin
duda, la increíble verosimilitud alcanzada tiene mucho que ver con el proceso
de producción, que probablemente no habría sido posible de tratarse de una
superproducción (no todo es pobreza en el cine
independiente). Así, los dos intérpretes dedicaron semanas a conseguir
complicidad entre sí y construir un pasado a sus personajes. Fue así como
Natalia Tena y David Verdaguer se convirtieron en Álex y Sergi, lo que les
permitió llegar al rodaje completamente preparados: con el guión aprendido y, a
la vez, con capacidades de improvisación. La película, por cierto, se rodó
cronológicamente, un método nada común en el séptimo arte que permitió a los
dos actores sumergirse por completo en la historia y hacer evolucionar de modo
fascinantemente creíble a los personajes.
La pareja baila ¿por última vez? su canción ("Nothing matters when we are dancing" de The Magnetic Fields) |
Y es
que, más que nunca, nos encontramos ante una película donde todo —fotografía,
montaje, vestuario…— está al servicio de los protagonistas, dos personajes
enormemente humanos con los que nos identificamos prácticamente desde el primer
momento gracias a las magníficas interpretaciones de Verdaguer y Tena, que
recibieron conjuntamente el premio interpretativo en el Festival SXSW de Austin y deberían optar sin duda a los próximos premios Goya (los cuales se enfrentarán a un año infinitamente superior al pasado).
Ayudados de un guión maravilloso y una dirección sorprendentemente poco amateur
para tratarse de una ópera prima, ellos han traído a la vida una historia de
amor que, sin duda, llegará al corazón de todos aquellos conscientes de que las
distancias del mundo no se miden en metros.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
Lo que me deja más sorprendido es que la estén proyectando ahora mismo en tan pocos lugares. La verdad, no lo entiendo.
ResponderEliminarBuena crítica, Juan
Ya, es una auténtica pena, sobre todo considerando la baja calidad de la cartelera actual ('Dom Hemingway', 'Pompeya', 'Amor en su punto', 'Grace de Monaco'...). Por desgracia, son pocos los cines que apuestan por el cine de calidad. Un saludo y gracias.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe gustó mucho el análisis que haces de la película. Recién me reencontré con esta joya que en estos tiempos de pandemia cobra un significado más profundo y cercano.
ResponderEliminarSaludos desde Ciudad de México.