Cuando se piensa en la magia del cine, los efectos especiales son lo primero que viene a la mente: batallas intergalácticas, terroríficos dragones y actores voladores. Pero hay una magia cinematográfica mucho más simple que a menudo pasa desapercibida. Se trata sencillamente del maquillaje, cuya utilización como embellecedor de estrellas es, no sólo el más conocido, sino el menor de sus usos.
Boris Karloff se cubre de maquillaje para rodar El doctor Frankenstein |
Jim Carrey como el genial Conde Olaf de Una serie de catastróficas desdichas |
Pero debió pasar medio siglo para
que la Academia de Hollywood honrase al maquillaje de un film en su entrega de
premios. Se trataba de Las siete caras
del Dr. Lao (George Pal, 1964), para la que Tony Randall tuvo que afeitarse la
cabeza para que distintas identidades fueran aplicadas sobre él; surgía así un
circo lleno de misticismo. El segundo y último Oscar honorífico a maquillaje lo
recibió la fascinante El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968), que, sin apenas avances técnicos, logró crear una raza de primates muy creíble sin perder la
humanidad de sus actores.
Las múltiples prótesis utilizadas por Rick
Baker para las transformaciones de Un
hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) impresionaron tanto a la
Academia que ésta decidió crear la categoría de mejor maquillaje, premio que
recibirían films tan distintos como Amadeus
(Milos Forman, 1984), Señora Doubtfire
(Chris Columbus, 1993) y Elizabeth (Shekhar Kapur,
1998). El propio Baker recolectaría siete premios en esa categoría por films tan
sonados como Men in black
(Barry Sonnenfeld, 1997).
Marion Cotillard borda a Edith Piaf en La vida en rosa |
Laborioso proceso de creación de un orco para la impresionante saga de El señor de los Anillos |
En las películas que abarcan un amplio número
de años, el maquillaje es esencial para que parezca que éstos verdaderamente han
pasado por la piel de los actores. El
mundo según Barney (Rocahrd J. Lewis, 2010) y Mar
adentro (Alejandro Amenábar, 2004) muestran distintas etapas de la vida de sus
protagonistas con gran realismo gracias a la calidad del maquillaje, mientras que films tan modernos como El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte II (David Yates, 2011) y J. Edgar (Clint Eastwood, 2011) pierden gran parte de credibilidad precisamente debido a un maquillaje que no está a la altura de los demás elementos de dichas producciones. En el caso de Albert
Nobbs (Rodrigo García, 2011), al paso del tiempo se suma la caracterización de dos
mujeres (excelentes Glenn Close y Janet McTeer) que, de tanto hacerse pasar por
hombres, terminan confusas sobre su propia identidad. Incluso fue posible
engordar a Adam Sandler en Click
(Coraci, 2006) y, aunque lamentablemente los usos del maquillaje como adelgazante
no parecen factibles, el cine nos ha regalado auténticas maravillas en este campo, siendo el envejecimiento de Cate Blanchett y el decrecimiento de Brad Pitt de El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008) la más impresionante de todas.
Algunas entidades cinematográficas se han
beneficiado especialmente del maquillaje. Así, éste es clave en la mayoría de
los films de Tim Burton, sean éstos de corte real (Ed Wood, 1994) o fantástico (Eduardo
Manostijeras, 1990). Jim Carrey, por su parte, encuentra en el maquillaje
el aliado ideal para bordar papeles tan absurdos como divertidos, como los
hallados en El Grinch (Ron Howard, 2000)
o Una serie de catastróficas desdichas
(Brad Silberling, 2004). Robert De Niro y Gary Oldman son otros especialistas en jugar con su imagen, pero el rey del maquillaje fue Eddie Murphy en Norbit (Brian Robbins, 2007), donde interpretó todos los papeles protagonistas gracias a sorprendentes transformaciones (lástima que eso fuera lo único de interés del film).
Los españoles David Martí y Montse Ribé obtuvieron el Oscar por El laberinto del fauno |
Lamentablemente, debido al glamour de los
actores y la espectacularidad de los efectos especiales, la labor de los
maquilladores suele pasar desapercibida. Lo que la mayoría ignora es que el
primer paso del rodaje de un film como El
laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) no lo conforman ni las actuaciones, ni
los efectos visuales, sino uno tan sencillo como trabajoso cuyo papel en la
industria del cine es cada vez más destacable: la aplicación de una fina –o
gruesa– capa de maquillaje.
En definitiva un trabajo delicado. El laberinto del Fauno me gustó bastante.
ResponderEliminarSaludos
David de observandocine.com
Cómo puedes calificar a La vida en Rosa como mediocre?¿? Bueno... yo no logré acabarla todavía, algo pasa cuando intento ver esa película, pero vi más de la mitad y a mi me gustó.
ResponderEliminarLa gente, en general, debería fijarse más en todo. Pero tienes razón, no muchos piensan en el pobre maquillaje.
Leete mejor el articulo, la mediocre es LA DAMA DE HIERRO, no LA VIE EN ROSE! ;)
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