Los ochenta constituyen indudablemente la
década de la nostalgia. Películas como Mad Max (George Miller, 1979), En
busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981), Terminator (James
Cameron, 1984) y Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1985) han permanecido desde su estreno en
el corazón de miles de espectadores, que aún no han superado los tiempos que
los vieron crecer (a fin de cuentas, el grueso de la población adulta actual
fue adolescente en los ochenta). A todas ellas homenajea Turbo Kid (2015), una aventura cómica de terror y
acción postpocalíptica coproducida entre Canadá y Nueva Zelanda que explota la
añoranza provocada por tan carismática época. La escribe y dirigida el entusiasta equipo de cortometrajistas formado por Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell, que ya explotó algunas de las ideas del film en T Is for Turbo (2011), donde un chico encuentra un casco que le da superpoderes.
La tierna relación entre The Kid y la robot Apple es una de las bazas de la simpática Turbo Kid |
Turbo Kid nos traslada a un futuro post-apocalíptico donde el agua
es un bien muy preciado (sí, como en la saga Mad Max) y persiste la ley del más fuerte. “The Kid” (simpático Munro Chambers) es un joven con “estilo
Marty McFly” que se ha criado solo gracias a la ayuda de comics retro y otros
objetos añejos. Acompañado de una simpática robot de apariencia humana (dulce Laurence Leboeuf) y un héroe a lo
Indiana Jones (carismático Aaron Jeffery)
deberá enfrentarse a los malvados secuaces del malvado Zeus (Michael Ironside, rostro popular de
cine de género), heredero del famoso Terminator, que se ha autoproclamado jefe del
territorio. La trama no da mucho más de sí, para qué negarlo, pero destila
frescura (y sangre...) por los cuatro costados. De hecho, tal y como sucedía con el fenómeno Kung
Fury (David Sandberg, 2015), la película es sólo una excusa para
festejar el recuerdo de los ochenta. Al igual que el corto sueco
(sorprendentemente nominado a los próximos Premios de Cine Europeo), Turbo Kid bebe de todo lo que hizo
memorable el cine ochentero, si bien es menos alocada (aunque también menos
original).
El cartel de Turbo Kid saca juego a todos sus divertidos elementos |
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
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