Entre superhéroes con efectos
visuales y comedias hilarantes, la cartelera apenas deja sitio a pequeñas y
bellas películas como la india The Lunchbox, centrada en dos
personas que encuentran consuelo la una en la otra sin llegar a mirarse a los
ojos. Una historia enormemente local y, a la vez, completamente global que
refleja con sencillez y cariño que la vida es una caja de sorpresas.
The lunchbox nos sumerge en el hogar de una familia india donde la figura paternal brilla por su ausencia |
La trama de la cinta, filmada en
Mumbay, surge a partir de la figura del dabbawala
(en hindi, “el que lleva una caja”), hombre encargado de llevar cestas de
almuerzo desde las residencias de los trabajadores hasta sus oficinas. Este
servicio, impensable en Occidente, es sorprendentemente infalible; de hecho,
hay quien afirma que la única excepción es la relatada en esta película, cuyo
guion fue escrito por Ritesh Batra (quien
también firma la cinta) a partir de las historias que escuchó mientras
investigaba el sistema de envío para hacer un documental sobre el mismo.
¿Qué pasaría si el dabbawala se
equivocase? Pues, quizá, que la comida de una mujer (bella y natural Nimrat Kaur, experimentada actriz
teatral) ansiosa por conseguir la atención de su marido (un atractivo Nakul Vaid al que apenas vemos de
frente, ya que la cámara de Michael Simmonds nos sitúa siempre en el lugar de
la ignorada mujer) llegaría a la persona equivocada: un hombre amargado en el
otoño de la vida poco acostumbrado a la comida casera. Dicho papel está
interpretado por el actor indio más internacional, Irrfan Khan, habitual de casi todas las películas occidentales relacionadas
con la India, incluyendo las populares Viaje a Darjeeling (Wes Anderson, 2007),
Slumdog
Millionaire (Danny Boyle, 2008) y La vida de Pi (Ang Lee, 2012). Su
interpretación es, como siempre, correcta, aunque su edad (51 años) le hace
difícil pasar por un hombre al borde de la jubilación, algo que juega en contra
de la credibilidad de toda la obra.
El póster de The Lunchbox refleja la 'lejana cercanía' de los protagonistas |
Los tres conforman un peculiar
triángulo amoroso en el que ninguna de las partes comparte contacto visual con
las demás, situación que sólo podría darse en la sociedad contemporánea. De
hecho, el sistema del dabbawala permite una triste mezcla de la cálida tradición
y la fría modernidad: que un hombre disfrute de la comida recién hecha de su
mujer sin siquiera mirarla a la cara, fomentándose así una relación vacía que,
no sólo convierte a la mujer en una mera asistenta de su marido, sino que mantiene
a ambos alejados el uno del otro mientras tal triste servidumbre se desarrolla.
Por suerte, el carácter feminista de la obra —poco común en el cine indio con
excepción de la bella filmografía de Mira Nair— permite a la protagonista volar
con sus propias alas (aunque, eso sí, de forma algo tramposa).
El reparto del film lo completan
varios actores de nombres impronunciables: Nawazuddin
Siddique como el joven entusiasta de clase pobre que enseña al protagonista
a ver la vida con otros ojos (clásico personaje masculino indio que no teme emocionarse,
en contraste a los ‘machos’ americanos y europeos); Bharati Achrekar como la madre de la protagonista, a quien enseña a
no limitar su vida a los hombres (con sorprendentes palabras progresistas que
demuestran cuánto ha avanzado la India durante los últimos años), y Denzil Smith como el amable pero
exigente jefe, símbolo de la vida estable y aburrida de la que ambos
protagonistas tratan de escapar. Sin embargo, hay un personaje más importante
que cualquiera de éstos: el tren,
elemento que, como sabéis, juega un importante papel en este blog (ver ‘El cine, el tren y la vida’). Más que en ninguna otra parte, los trenes de The Lunchbox están siempre abarrotados,
siempre recordándonos que vamos con prisa, pero, al mismo tiempo, uniendo
lugares y vidas separadas por tristes distancias físicas y emocionales. La
frase “A veces el tren equivocado te lleva a la estación correcta” marca los
destinos de los personajes, instándolos a arriesgarse y luchar por una vida
mejor sin importar los errores cometidos durante el camino.
El film contrasta la juventud, ilusión y pobreza de Siddique con la vejez, desgana y solvencia de Khan |
Entre suculentas escenas de
alimentos que recuerdan a la taiwanese Comer, beber, amar (Ang Lee, 1994) y
la japonesa Still Walking (Kore-eda Hirozaku, 2008) —ambas imprescindibles
para todo amante del cine asiático—, destacan otras que reflejan, con un estilo
semi-documental, la realidad de la India: su tristísima pobreza, por supuesto,
pero también la belleza que reside en sus costumbres y tradiciones. Ritesh
Batra logra, con su primera
película, crear una cinta atrayente para el público occidental con la que
cualquier persona, viva donde viva, puede identificarse. Y es que todas las
fronteras de este mundo se desvanecen al hablar de realidades tan humanas como la
soledad y la necesidad de sentirse amado.
Aunque la decisión del cineasta
de agradar a todos los públicos es lo que ha permitido a The Lunchbox triunfar a nivel internacional, el resultado es, como
consecuencia de ello, bastante menos original e impactante de lo esperado,
dando lugar a una historia que nos suena demasiado para sorprendernos. Además,
el pausado ritmo y la exagerada apertura del final contrastan con la narrativa
occidental y terminan entorpeciendo la trama, pese a que la dulzura, sencillez
y humanidad de la misma se imponen en la mente de la mayoría de los
espectadores.
El equipo de The Lunchbox en el Festival de Cannes de 2013, en el que fue estrenada |
De hecho, esta romance epistolar ha sido un
sorprendente éxito de crítica y público, tanto dentro de la India como fuera de
ella, siendo especialmente popular en EE.UU. Sin embargo, su país de origen no
la escogió como representante de cara a los Oscar, optando en su lugar por la
aún desconocida The Good Road, de Gyan Correa, lo que enfureció a los
innumerables seguidores de la obra, la cual acumulaba en aquel momento, entre
otras muchas menciones, tres nominaciones a los Asian Film Awards (película,
guion y actor). Aun así, el carácter global de la cinta le ha permitido llegar
a todo tipo de públicos (incluso a los poco habituales al ‘cine extranjero’ y
lanzar a la fama el tradicional sistema del dabbawala; un caso en el que el
concepto de Glocalización (unión de
lo global y lo local), popularizado por el sociólogo Roland Robertson, cobra más sentido que nunca.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
Me apunto varios titulos para ver, cuando vea The lunchbox, te comento! :)
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