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Naomi Watts se ha forjado una imagen atractiva pero seria gracias a unir esfuerzo a su natural belleza |
Una estrella es un cuerpo celeste
que brilla con luz propia. ¿Y una estrella de cine? Pues lo cierto es que lo mismo.
Las estrellas son actores que brillan sin importar la película en que se
encuentren, y que arrastran a los espectadores a las salas más que las propias
tramas de los films o la calidad de éstos. Ayer tuve la oportunidad de asistir
a un debate con uno de los productores de la película Lo imposible (Juan Antonio Bayona, 2012) y una de las primeras
preguntas que recibió del público fue: “¿por qué elegisteis estrellas
internacionales para interpretar a una familia española?”. Y él fue claro: hoy
en día, la única forma de realizar una película de alto presupuesto es contar
con un reparto que atraiga a los inversores y garantice el éxito del film, y, a
la hora de hacer una película sobre el Tsunami en Tailandia, el alto
presupuesto es imprescindible. Yo era el primero en criticar al film por esta
decisión, pero creo que ante esta explicación no hay argumento posible.
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La sueca Greta Garbo es el icono clásico por excelencia |
Y así ha sido desde el inicio de
los tiempos. De hecho, el sistema de estudios de Hollywood también se conoce
como “Star System”: cada estudio poseía sus estrellas bajo contrato, lo que les
aseguraba un gran éxito con casi cualquier producción que realizaran. Gran Hotel (Edmund Goulding, 1932)
probablemente no era la mejor película de su año, pero ¿quién se resistiría a
darle el Oscar a un film protagonizado por Greta Garbo, John Barrymore, Joan
Crawford, Wallace Beery y Lionel Barrymore? Nadie, Oscar a mejor película para la
Metro-Goldwyn-Mayer por Gran Hotel.
La Metro se declaró hace poco en
bancarrota, pero hubo un tiempo en que tenía el éxito asegurado. Clark Gable,
Spencer Tracy y Judy Garland eran solo algunas de los muchos actores que habían
firmado con el estudio, el cual anunciaba tener “más estrellas que el cielo”.
Cada estudio tenía sus bazas: mientras la Warner contaba con Bette Davis,
Humphrey Bogar y Errol Flynn, la Paramount lanzaba a la fama a Marlene Dietrich,
Gary Cooper y Mae West y la 20th Century Fox a la pequeña Shirley Temple, una
de las primeras niñas estrella, y a la mítica Marilyn Monroe.
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Humphrey Bogart se ganó al público con su imagen de tipo duro con sentimientos |
Un par de estrellas podía ser
suficiente para sostener un estudio. La RKO no estaba a la altura de 20th
Century Fox o MGM, pero fue el estudio que emparejó a Fred Astaire y Ginger
Rogers, formando la pareja de baile más famosa de todos los tiempos, que
protagonizaría nueve musicales cuya falta de argumento no empañaba el talento
de sus intérpretes. La alegre divorciada
(Mark Sandrich, 1934), Sombrero de copa
(Mark Sandrich, 1935) y En alas de la
danza (George Stevens, 1936) son algunos de los más queridos por un público
que nunca se cansará de verles bailar.
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La éxotica Theda Bara fue una creación de 20th Century Fox |
Los estudios hacían lo que fuera
por una estrella. En cuanto un productor se fijaba en un actor o actriz, se
instruía al primero en esgrima y montar a caballo y a la segunda en estilo y
belleza, además de cantar bailar y defenderse ante los medios para todos los
intérpretes. Los trapos sucios eran escondidos y nadie ponía pegas a las
mentiras. Fue así cómo surgió la mítica Theda Bara, cuyo verdadero nombre era
Theodosia Goodman. Pero lo del nombre es lo de menos; la Fox hizo creer a los
espectadores que se trataba de la hija de un escultor italiano y una princesa
árabe cuando en realidad sus progenitores eran un sastre y un ama de casa de
Cincinnati.
Con el paso del tiempo, se dio más
importancia a la sinceridad y actores como Marlon Brando y Audrey Hepburn
añadían a su talento vidas interesantes y la justa medida entre glamour y
realidad. Ambos son hoy dos de los actores clásicos más respetados gracias
precisamente a esto, además de, por supuesto, su inmenso talento. Eso sí,
fueron la camiseta interior sudada de Un
tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951) y el elegante vestido negro de Desayuno con diamantes (Blake Edwards,
1961), respectivamente, los elementos que les convirtieron en estrellas.
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Audrey Hepburn es una de las actrices más elegantes y queridas |
“Reconoces quiénes son tus amigos
cuando protagonizas un escándalo”, dijo una vez la gran Elisabeth Taylor, cuyos
ocho maridos y costumbres millonarias dieron bastante de que hablar. Aunque
nadie sufrió más el peso de la fama que Ingrid Bergman, quien se ganó la antipatía
general al abandonar a su marido por el director italiano Roberto Rossellini,
con quien había viajado a Italia para rodar Stromboli,
tierra de Dios (1950). ¿Qué hacía la dulce protagonista de Por quién doblan las campanas (Sam Wood,
1943) cometiendo tan libertino acto?, exclamó Hollywood. Y es que las estrellas
no son libres del cotilleo, pero si se organizan bien pueden dar la vuelta a
todo a su favor: “lo importante es que hablen de ti, aunque sea bien”. Experta
a este respecto era Joan Crawford, quien, enfadada por no ser nominada al Oscar
por su actuación en ¿Qué fue de Baby
Jane? (Robert Aldrich, 1962), ofreció “desinteresadamente” a la probable
ganadora (Anne Bancroft, quien no podía acudir a la gala) recoger el premio en
su nombre y, al día siguiente a la ceremonia, todas las portadas mostraron a una
gloriosa Crawford con la estatuilla en su haber. Que no fuera suya era lo de
menos.
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Marilyn Monroe es el sex symbol femenino por excelencia |
A menudo las vidas de las
estrellas son mucho más trágicas de lo que esperamos. Montgomery Clift, por
ejemplo, fue víctima de su homosexualidad toda su vida y murió con tan solo 45
años a causa del alcohol y las drogas, mientras que Marilyn Monroe se suicidó
tras una vida de no verse aceptada por lo que realmente era: una mujer
atormentada por el peso de la vida y la necesidad de cumplir sus imposibles
sueños. Pero ambos serán más recordados por sus portentosas interpretaciones en
films como ¿Vencedores o vencidos?
(Stanley Kramer, 1961) y Bus Stop
(Joshua Logan, 1956), respectivamente, aunque, en el caso de la segunda, más
aun por su vestido ondeado por el viento en La
tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955).
Pero, ¿qué es lo que hace de un
actor una estrella? Muchos factores, pero nunca está claro cuál es el
detonante. En el caso de Marilyn Monroe, Hollywood vio en ella a la rubia
ideal, tan vulnerable como sexy, tan dulce como descarada. Y desde su muerte
nadie ha tomado el relevo hasta la aparición de Scarlett Johansson. Pero las
grandes estrellas son únicas, o que se lo digan a Carey Mulligan, quien, denominada
como la “nueva Audrey Hepburn” por su actuación en An education (Lone Scherfig, 2009), cambió por completo de estilo
en Shame (Steve McQueen, 2011) y fue
aclamada por ello. Audrey Hepburn solo hay una, y quizá con un tiempo diremos
lo mismo de Mulligan.
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Natalie Portman ha alcanzado la divinidad poco a poco con pequeños grandes trabajos |
La imagen ha sido siempre clave a
la hora de convertirse en estrella, pero con el paso del tiempo nos hemos
vuelto más “tolerantes” a este respecto. De hecho, la actriz más admirada del
momento es probablemente Meryl Streep, una mujer de más de sesenta años que
nunca ha sido especialmente guapa. Pero su talento y carisma son suficientes e
irregulares films como La habitación de Marvin (Jerry Zaks, 1996)
o La dama de hierro (Phyllida Lloyd,
2011) han llamado la atención del público gracias tan solo a su siempre
impecable presencia.
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Leonardo DiCaprio ha sumado tesón al atractivo y derretido a los fans |
Hoy en día, el público ha
aprendido a ver a las estrellas como las personas de carne y hueso que en
realidad son, pero sin perder por ello la admiración por ellas. Brad Pitt y
Angelina Jolie han combinado sus facetas de estrellas con la ayuda al tercer
mundo y eso les ha dado un nuevo estatus de estrella comprometida. Los actores
están cada vez más involucrados con la situación social y dispuestos a
abandonar su posición privilegiada para múltiples acciones positivas, desde
hacer campaña a favor del presidente Obama (Eva Longoria), hasta posar desnuda por
el medio ambiente (Emma Watson), pasando por defender el vegetarianismo (Alicia
Silverstone), promover la paz en Sudán (George Clooney), ayudar a los niños
africanos (Natalie Portman) y apoyar al pueblo Saharaui (Javier Bardem).
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Gong Li es una de las pocas intérpretes asiáticas que
han alcanzado el estatus de estrella internacional |
Pese a todo, lo cierto es que la
imagen hay que cuidarla aunque no se quiera, ya que la mera belleza no es
suficiente, hace falta algo más. Una estrella no debe perder su estatus divino,
especialmente de forma tan marcada como le sucedió a la pobre Beyoncé en su
famoso concierto, y toda ocasión es buena para lucir esplendorosamente. Por
ello es tan común ver estrellas como Helen Hunt o Catherine Zeta-Jones pasearse
por la alfombra roja con joyas valoradas en varios millones de dólares. Es
fácil llamar hipócritas a las estrellas, pero lo cierto es que son las propias
marcas las que les ceden sus abalorios a cambio de la mejor publicidad posible.
Y es que no hay mejor escaparate que el cuello de Grace Kelly, Keira Knightley
o Liv Tyler. Y si Gene Kelly, Jude Law o Matt Damon están a su lado, mejor que
mejor.
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Meryl Streep ha sabido sobrellevar la vejez con brillantes actuaciones |
Pero no vale con alcanzar el
estatus de estrella: hay que mantenerlo. Con la llegada del cine sonoro, muchos
actores perdieron la fama por no saber adaptarse a los tiempos, pero Greta
Garbo, estrella del cine mudo, supo seguir adelante con Anna Christie (Clarence Brown, 1930), anunciada como “¡Garbo
habla!”, por la que obtuvo su primera nominación al Oscar. Sin embargo, la gran
Bette Davies fue olvidada con el paso del tiempo, lo que la llevó a poner un
anuncio en un periódico que rezaba: “Actriz con amplia experiencia y dos Oscars
busca trabajo”. Por desgracia, las estrellas también tienen fecha de caducidad,
especialmente en el caso de las actrices, para las que apenas hay papeles al
pasar una cierta edad, lo que lleva a muchas (y, cada vez más, muchos) a
recurrir al bótox como último recurso, aunque esto suponga una pérdida absoluta
de la expresividad como en el caso de Nicole Kidman (quien, por cierto, trató
en vano de obtener el papel de Naomi Watts en Lo
imposible) o Cher, antaño grandes actrices pero cada vez más similares a
las estatuas de cera de los museos. El personaje de Gloria Swanson de la excepcional cinta El crepúsculo de los dioses (Billy
Wilder, 1950) es fiel reflejo de esta triste realidad.
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Considerado por muchos como el mejor actor de todos los tiempos, Marlon Brando se forjó una esencia salvaje |
Ser una estrella no es siempre tan
maravilloso como creemos, pero sí supone una situación de divinidad envidiable
y casi inexplicable. ¿Tiene sentido que Julia Roberts obtuviera 24 millones de dólares por actuar en La sonrisa de Mona Lisa (Mike Newell, 2003)? ¿Cómo logran Paul Newman, Leonardio DiCaprio, Gong Li o Penélope
Cruz tal grado de deseo por parte de los espectadores? ¿Es su mero carisma o la
magia del cine? Probablemente una mezcla de ambos. Pero, ya que empecé con Lo imposible, terminaré también con una
escena de esta película. Recién vivido el terror del Tsunami, dos niños
pequeños observan el cielo nocturno, asustados y en soledad; una mujer se les
acerca y les explica que algunas de las estrellas que están contemplando
murieron hace millones de años, pero que fueron en su día tan brillantes que su
luz sigue vagando por el espacio. James Dean, Rita Hayworth, Katherine Hepburn
o Gregory Peck nunca dejarán de brillar del todo. Por eso les llamamos
estrellas.
© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras
Estupendo post!
ResponderEliminarComo mitómano in extremis que soy, esta recopilación de las grandes estrellas del cine me ha encantado!
¡Muchas gracias! Me alegro, por muy defensor que yo sea del cine independiente, a mí las estrellas también me encantan.
EliminarQue bonito post!! Recordando a grandes estrellas de antes y de ahora. Muy bueno!!
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra que te haya gustado. Yo lo he escrito con todo mi cariño hacia ellas.
EliminarMuy buen especial Juan, como siempre me ha encantado rememorar las anécdotas de tantos mitos, como esa Theda Bara, cuyo nombre surgió del acrónimo Arab Death, y que como dices se llamaba Theodosia. Las estrellas se construyen está claro, hay mucho detrás. Solo hay que ver fotos de Rita Hayworth antes de triunfar, pero está claro que la personalidad y el talento del actor/actriz es fundamental para triunfar. Brando no hubiese sido Brando sin ese carácter suyo, y así pasa con muchos.
ResponderEliminarPor cierto, ya veo que cuando has hablado de Marilyn apoyas la teoría oficial de suicidio, ummm, yo después de haberme leído dos biografías suyas creo que fue un error médico, pero nunca lo sabremos.
Abrazos!
Gracias por tu comentario. Tienes razón en que nunca lo sabremos, quizá me he lanzado al vacío, pero en cualquier caso creo que un alma tan torturada pordría haber recurrido al suicidio perfectamente. Lo que sí está claro es que la gran Merilyn murió sola y sintiendo que el mundo no la valoraba por lo que ella realmente quería. Cuando visité su pequeña tumba en Westwood, Los Angeles, sentí ganas de llorar. La mítica Marilyn perdida entre todos los demás, sin nada de especial. Pero por suerte siempre la recordaremos como toda una estrella. Un abrazo.
EliminarEs difícil saber qué arrastra más a un cinéfilo a una sala de proyecciones, si el estilo del autor o el trabajo del guionista y el editor, que defiende Milton Subotsky como 'alma mater' de una película, pero lo que no cabe la menor duda es de que la mayor parte del público acude a la llamada de sus mitos. Ha habido momentos históricos en los que se ha hablado de cine de actor, y de hecho son más los que recuerdan su película favorita por quien la interpretó. Como consecuencia has acertado al dedicar un espacio a recordar a quien di vida a tantos y tantos personajes, con los que forma un ente indisociable en el imaginario colectivo. ¿Se pueden separar Sabrina y Audrey Hepburn? Un saludo. Juan.
ResponderEliminarMe ha encantado!
ResponderEliminarJusto llevo una temporada viendo todas las películas de Merilyn Monroe que encuentro. Es cierto que las estrellas son muy importantes en las películas: tras una buena actuación le coges cariño a la actriz/actor y a partir de ese momento cualquier película en la que aparezca ya gana puntos solo por ello. Ahora mismo yo creo que más que belleza lo que las estrellas necesitan para triunfar es carisma, talento y gracia, ejemplo de ello es Jennifer Lawrence que, si, es guapa, pero el carisma y naturalidad que tiene son increíbles.
ResponderEliminarAh!!! Nicole Kidman... quería comprobar lo del BOTOX y es verdad, he visto fotos y se nota MAZO!!! Y en los labios qué horror y "sólo" tiene 56 años...
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