29 noviembre 2012

Óscar a peor película

Desde su nacimiento en 1928, los premios Óscar han sido fruto de una gran controversia. Ya en su primera edición, fueron desacertados y en sus primeros años metieron la pata hasta el fondo. No obstante, los premios fueron encontrando su lugar y acertando en cuatro ceremonias seguidas premiando a las excelentes La vida de Émile Zola (William Dieterle, 1937), Vive como quieras (Frank Capra, 1938), Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming, 1939) y Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940) demostraron que, si bien la innovación no era lo suyo, al menos la calidad sí lo era. Sin embargo, con el paso de los años se han cometido algunos errores bastante imperdonables, dejando a grandes films sin premio mientras que otros completamente olvidados se unían a la lista de “mejores películas del año”. Por supuesto, todo es relativo y ningún premio satisface a todos, pero algunos casos han llevado a preguntarse a la mayoría: ¿En qué estaban pensando? Y a ellos me dedico hoy.

1ª Edición. Alas (William A. Wellman, 1927). Rotten Tomatoes: 97%. Los Óscar empezaron con mal pie premiando en su primera edición a un film bélico de impectable factura técnica pero guion mejorable por encima de la maravillosa Amanecer (F. W. Murnau), que, no obstante, se llevó el galardón de “mejor película por calidad artística”, que no volvería a concederse.

Ganó: Alas. Lo merecía: Amanecer
2ª Edición. La melodía de Broadway (Harry Beaumont, 1929). RT: 38%. Este film sufre la opinión generalizada de ser uno de los peores jamás premiados por la Academia. Pero, claro, se trataba del primer musical de la historia: el sonido acababa de llegar y esta película se publicitó como la primera “all-tallking, all-singing, all-dancing”. No todos los días se establece el género hollywoodiense por excelencia.

4ª Edición. Cimarrón (Wesley Ruggles, 1931). RT: 50%. Y, hablando de géneros clásicos, un western mal hilado y repleto de estereotipos se hizo con el Óscar en su cuarta edición. Sólo la actuación de Irene Dunne se salvaba, pero irónicamente ella no fue premiada. Ningún western volvería a triunfar en estos premios hasta 1990.

6ª Edición. Cabalgata (Frank Lloyd, 1933). RT: 67%. Se dice que el triunfo de este drama sensiblero y carente de cohesión se debió a un boicot de las asociaciones de guionistas y directores, que recién escindidas de la academia, votaron justo lo contrario a lo esperado. Todo fueron sorpresas ese año, especialmente para el humillado director de Dama por un día, Frank Capra, que saltó de su asiento al oír que el ganador era ¡Frank! Pero otro Frank ya olvidado.

9ª Edición. El gran Ziegfeld (Robert Z. Leonard, 1936). RT: 59%. Ante el éxito de los premios, los estudios hacían fuertes campañas para promover sus films. Así, esta eterna biografía de Florenz Ziegfield, para la que la Metro había invertido una fortuna en vestuario, dirección artística y números musicales pero olvidado la veracidad histórica, se hizo este año con el máximo galardón. De meras críticas a un film se pasó a duras críticas a unos premios serviles con el sistema de estudios.

Ganó: Qué verde era mi valle. Lo merecía: Ciudadano Kane
14ª Edición. Qué verde era mi valle (John Ford, 1941). RT: 89%. No es que este melodrama social carezca de calidad, pero su sentimiento de nostalgia no oculta el sentimentalismo simplón. Así, un film correcto pero nada novedoso triunfaba por encima de El halcón maltes, con la que John Huston inauguró el cine negro, La loba, obra maestra de William Wyler, y Ciudadano Kane, ópera prima de Orson Wells, quien revolucionó el mundo del cine. ¡Pues vaya!

17ª Edición. Siguiendo mi camino (Leo McCarey, 1944). RT: 71%. Las discrepancias entre un simpático cura y un severo sacerdote son agradables de ver, pero de ahí a premiarla por encima de Perdición, obra maestra de Billy Wilder, hay un largo paso.

25ª Edición. El mayor espectáculo del mundo (Cecil B. DeMille, 1952). RT: 42%. Quizá la mayor polémica sobre la calidad de estos galardones vino este año, cuando un film sobre el mundo del circo sin grandes logros al margen del entretenimiento se hizo con el premio principal por encima de Solo ante el peligro (Fred Zinnemann). Sin olvidar que Cautivos del mal (Vincente Minnelli) y Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen y Gene Kelly) no fueron siquiera nominadas. “Decisiones así restan credibilidad a la Academia”, advirtió algún periódico; con razón.

29ª Edición. La vuelta al mundo en 80 días (Michael, Anderson, 1956). RT: 73%. Reconozco que este film de aventuras sobre la clásica novela me parece muy entretenido, pero muchos lo consideran como el peor film jamás premiado por la Academia, así que no tengo más remedio que añadirlo. Desde luego sorprende verlo premiado mientras El hombre que sabía demasiado (Alfred Hitchcock) y Centauros del desierto (John Ford) no eran ni nominadas. Claro, que entre éstas sí estaban Gigante (George Stevens) y Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille), así que…

Ganó: El mayor espectáculo del mundo.  Lo merecía: Solo ante el peligro
36ª Edición. Tom Jones (Tony Richardson, 1963). RT: 81%. John F. Kennedy había sido asesinado unos meses antes de la ceremonia y EE.UU. seguía conmocionado; quizá por eso un alegre film británico fue la mejor opción. No se trata de un mal film, pero las desventuras amorosas de un jovenzuelo vivaracho no ofrecen mucho más que eso. De todos modos, la principal contrincante era la colosalista Cleopatra (Joseph L. Mankievicz), con una técnica brillante y una calidad narrativa en números rojos, así que tampoco podemos quejarnos.

39ª Edición. Un hombre para la eternidad (Fred Zinnemann, 1966). RT: 79%. La lección de cómo el cine se basa en acciones y no en palabras no quedó muy clara a este aburrido drama lleno de palabrería pseudo-trascendental. Sin embargo, fue premiado por encima de ¿Quién teme a Virginia Wolf? (Mike Nichols), único film de la historia nominado en todas las categorías posibles y que, al contrario que la ganadora del año, aún recordamos.

40ª Edición. En el calor de la noche (Norman Jewson, 1967). RT: 93%. El graduado (Mike Nichols) y Bonnie & Clyde (Arthur Penn) fueron pioneras en mostrar sexo y violencia respectivamente. Ambos eran films impactantes y de gran calidad, pero la Academia prefirió premiar a este interesante film de detectives con temas raciales, algo muy oportuno para el momento. Poco después, Martin Luther King sería asesinado.

Ganó: En el calor de la noche. Lo merecía: Bonnie & Clyde
49ª Edición. Rocky (John G. Avildsen, 1976). RT: 92%. Junto a dos arriesgados films que mostraban los dos lados del periodismo (Network, un mundo implacable (Sidney Lumet) su parte oscura y Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula) el lado colaborador con la sociedad) y la obra maestra de Martin Scorsese, Taxi driver, había una candidata con el más puro corazón patriota que mostraba el camino de superación de un joven boxeador. La Academia se rindió ante esta historia tan manida del hombre común capaz de hacer grandezas, aunque éstas sean dándose palizas. Lo más irónico es que Sylvester Stallone, gran artífice del film que había escrito y protagonizado, se quedó sin nada.

54ª Edición. Carros de fuego (Hugh Hudson, 1981). RT: 85%. Una preciosa banda sonora y correctas interpretaciones conforman lo único memorable de este aburrido film sobre las olimpiadas inglesas. Aun así la Academia decidió premiarla para dar comienzo a una de las décadas más soporíferas de estos premios.

56ª Edición. La fuerza del cariño (James L. Brooks, 1983). RT: 87%. Esta comedia dramática invocaba a la lágrima fácil a través de la relación entre una madre y su hija e hizo llorar a los académicos, que aprovecharon la falta de competencia para dejarse llevar por la sensiblería. 

61ª Edición. Rain Man (Barry Levinson, 1988). RT: 88%. Ni siquiera el sobrevalorado duelo interpretativo entre Tom Cruise y Dustin Hoffman salva a este film sobre el síndrome de Asperger de caer en el sentimentalismo barato y la simpleza. Pero parece que la Academia se la tragó. De todos modos, las mejores películas del año –Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki) y La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata)– eran cintas japonesas de animación, con lo que sus opciones eran nulas.

Ganó: Rocky. Lo merecía: Taxi driver
67ª Edición. Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994). RT: 71%. Un film completamente reaccionario con mensajes pro patriarcado blanco triunfó en taquilla y en los Oscar frente a las aclamadas Cadena perpetua (Frank Darabont) y Pulp Fiction (Quentin Tarantino). De todos modos, el mejor film del año era El rey león (Rob Minkoff y Roger Allers).

68ª Edición. Braveheart (Mel Gibson, 1995). RT: 81%. Ante la lista de nominados de este año, que incluía a la simpática Babe, el cerdito valiente (Chris Noonan) y la americanada Apolo 13 (Howard),  los críticos exclamaron “¡qué horror!” y con razón. Sobre todo con Se7en (David Fincher) 12 monos (Terry Gilliam), Toy Story (Jihn Lasseter) y Sospechosos habituales (Bryan Singer) fuera de las categorías principales. Gloria, aventura y romance hicieron de esta medieval obra de Mel Gilbson la ganadora.

71ª Edición. Shakespeare in love (John Madden, 1998). RT: 93%. Una agradable comedia romántica se hizo con el premio para sorpresa de dos de los mejores films bélicos de la historia: Salvad al soldado Ryan, de Steven Spielberg, y La delgada línea roja, de Terrence Malick. El premio lo merecía la italiana La vida es bella (Roberto Benigni) pero, ante la reticencia de la Academia a premiar films extranjeros, no creo que podamos quejarnos en demasía de la ganadora, pese a ser la oscarizada peor valorada por Filmaffinity de los últimos años.

74ª Edición. Una mente maravillosa (Ron Howard, 2001). RT: 77%. Frente a la maravillosa aventura fantástica de La comunidad del anillo (Peter Jackson), el explosivo regreso del musical con Moulin Rouge (Baz Luhrmann), el brillante drama de misterio Gosford Park (Robert Altman) y la emotiva cinta independiente En la habitación (Todd Field), la Academia prefirió premiar a este complejo drama sobre la esquizofrenia. No es mal film, pero sí inferior a cualquiera de los candidatos.

Ganó: Una mente maravillosa. Lo merecía: La comunidad del anillo
75ª Edición. Chicago (Rob Marshall, 2002). RT: 87%. Un año después de que Moulin Rouge revolucionara el género musical, llegó un film que seguía sus pasos pero sin la fuerza interpretativa y ambiental de su predecesora. Sin embargo, la primera se conformó con dos premios técnicos y ésta se quedó con el premio gordo gracias a la poca competencia y sobre todo a que la Academia suele reaccionar con retraso ante la innovación. Además, un entretenido musical parecía lo más apropiado para sobrellevar tiempos de guerra.

79ª Edición. Infiltrados (Martin Scorsese, 2006). RT: 93%. Scorsese corría riesgo de unirse a la lista de directores olvidados de los Oscar y, puesto que más vale prevenir que curar, la Academia decidió premiar un film suyo que, siendo interesante, carecía de la fuerza de producciones como Taxi driver. Salvo la joya indie Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris), no había gran competencia, con lo que esta vez Scorsese lo tuvo fácil.

80ª Edición. No es país para viejos (Joen y Ethan Coen, 2007). RT: 94%. Algunos la aman y otros la odian y debo reconocerme entre los segundos. Este es un film potente muy bien fotografiado e interpretado, pero su guión carece de muchas cosas… incluido un final. Además los hermanos Coen nunca se superaron desde Fargo (1996). Sin olvidar que las maravillosas Expiación (Joe Wright) y Juno (Jason Reitman) también competían por el galardón.

Personalmente, creo que, por revolucionar el concepto de cine, La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977) merecía más el Oscar que Annie Hall (Woody Allen, 1977) y, por su acertada conexión de homosexualidad y western (patria conservadora), Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005) merecía más el reconocimiento que Crash (Paul Haggis, 2004). Además Chinatown (Roman Polanski) era suficientemente buena para ser premiada por encima de El padrino, parte II (Francis Ford Coppola), cuya saga ya había sido justamente reconocida con la primera entrega. Por no hablar de casos en los que la mejor película del año no era ni nominada, como en el año de Ben-Hur (William Wyler, 1959), que ignoró por completo a la genial Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959). Además, con perdón de The Artist (Michel Hazanavicius, 2012), no había película más novedosa ese año que El árbol de la vida (Terrence Malick). Sin embargo, las ganadoras de estas ediciones también habían hecho grandes méritos para serlo, con lo que no podemos hablar de injusticia alguna.

Ganó: InfiltradosLo merecía: Pequeña Miss Sunshine
A menudo los errores mencionados se han debido a la idea de film oscarizable, que adora los dramas y los musicales e ignora la ciencia-ficción y el western. A este respecto, sorprende contemplar que dos de los films oscarizados polémicamente son westerns mientras que ninguna cinta del género de los prodigiosos años 40, 50 y 60 fue premiada. Por otro lado, la forma de la Academia de poner solución a los errores desemboca en premios como el de Infiltrados, que tratan de justificar que antiguos films de gran calidad de Scorsese fueran ignorados. A menudo, los votantes caen en la lágrima fácil y premian films como La fuerza del cariño por encima de otros más críticos y trascendentales. La innovación importa poco a la Academia, que prefiere un drama del estilo de Carros de fuego a films realmente impactantes. Aunque, hablando de impacto, una superproducción del estilo de Braveheart, por fallos que tenga, tiene siempre más posibilidades que un pequeño film como Pequeña Miss Sunshine, cuya profundidad queda inadvertida.

Está claro que ninguna decisión va a contentar a todos y no puedo esperar que, por ejemplo, todo el mundo me apoye en mi afirmación de que la mejor película de 1967 es Dos en la carretera (Stanley Donen), pero hay decisiones que descontentan a algunos y otras que, sencillamente, no gustan a nadie. No se trata de escoger al film favorito de todos, pero, al menos, sí uno de calidad y, a ser posible, que aporte algo nuevo a esta gran industria. La Academia, por supuesto, está formada por personas con derecho a equivocarse y, de todos modos, incluso estos “deslices” son interesantes para analizar un periodo histórico y una mentalidad. Quizá La señora Miniver (William Wyler, 1942) no sería elegida hoy, pero en su día ayudó a millones de personas a sobrellevar la dureza de la II Guerra Mundial y eso siempre será más valioso que la estricta calidad.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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7 comentarios:

  1. Gracias por decir que Taxir Driver merecía el Oscar... qué buena película :D y estoy completamente de acuerdo contigo sobre No es pais para viejos.
    ¡Qué buen año el 94! ¿No?
    Para mi los Oscar siempre dejan mucho que desear, sobre todo cuando En tierra hostil aplastó a Avatar (más innovación que esa), lo que apoya tu teoria sobre el poco reconocimiento a la originalidad que otorgan estos premios. Igualmente es genial verlos!
    YO TE APOYO CON LO DE "DOS EN LA CARRETERA"

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    1. Gracias por tus siempre interesantes aportaciones. Cierto, los Oscar son bastante irregulares. El año de Avatar y En tierra hostil no contentó a muchos, pero creo que el segundo era un film necesario y muy impactante que merecía reconocimiento. Avatar es increíble a nivel visual, pero la historia debería haber estado más trabajada para optar a "mejor película". ¡Gracias por tu apoyo con Dos en la carretera!

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  2. Pedazo de artículo! no podría estar más de acuerdo en muchas que lo merecían y no lo consiguieron. Que rabia da saber que películas como PulpFiction o la vida es bella se quedaron sin el oscar por culpa de otras mucho peores. Buen trabajo y un abrazo!

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  3. Me encanta este artículo! Coindido en Ciudadano Kane, qué peliculón!

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  4. Es increíble que te acuerdes de todas las películas de todos los años y peor, que te las hayas visto, XD!. Me encanta el artículo, aunque tengo que reconocer que no me he visto ni la mitad, entre ellas Ciudadano Kane, que ya va siendo hora...

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  5. Este artículo demuestra lo profundo que es tu conocimiento de la historia del cine. Un artículo preciso y directo.
    Hecho de menos una mención a Toy Story 3, que aportaba mucha más novedad que El discurso del rey y hubiera sido la primera película de animación en conseguir el galardón.
    I cant wait to read the next one!

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  6. Creo que cada vez va entendiendo el espectador de cine que lo que se juega en los premios que concede la Academia de Cine norteamericana no es la calidad de los productos, sino intereses económicos muy poderosos. Tomás Fernández Valentí (Martin Scorsese:un infiltrado en Hollywood) refiere la guerra que se produjo en la década de los 70 entre un grupo de cineastas (Coppola, Lucas, Spielberg, Scorsese, Brian De Palma, Paul Schrader, John Milius o Terrence Malick), la generación a la que se llamó los 'Wonder boys', o el 'Gremio de los barbudos', que estuvieron a punto de tomar el poder para crear una especie de Meca de los Autores, inspirados por la Nouvelle Vague europea.

    El resultado más inmediato fue el fracaso de taquilla (algunos estudios eran propietarios incluso de las salas de proyección) de películas de estos autores. A Lucas, el creador del cine moderno, todavía no lo han perdonado, lo que se percibe no sólo por la ausencia de un Oscar en su palmarés, sino por el tufo que desprende el lobby de la prensa, que ahora se deja llevar por la inercia. Yo creo que la guerra la ha ganado esta generación de cineastas, pues las mejores películas se realizan al margen de Hollywood, y los premios de la Academia sólo son una excusa para pasear los mejores modelos de los creadores por la pasarela roja. No creo que tengan alguna influencia sobre el amante del cine.

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