25 julio 2016

'La bruja': sutil tenebrismo

Desde que se hizo con el premio a la mejor dirección del prestigioso Festival de Sundance, el debutante Robert Eggers ha conquistado el mundo poco a poco con la espeluznante La bruja: Una leyenda de Nueva Inglaterra (The VVitch: A New-England Folktale, 2015), cuyos tres millones de presupuesto se han tornado en cuarenta de recaudación. Sin embargo, pese a pertenecer a un género tan popular, esta extraordinaria coproducción estadounidense-canadiense ha tenido un recibimiento irregular por parte del público, al que los entusiastas argumentos de los críticos no han bastado para convencerse de que se encuentra ante una de las mejores obras de terror de la historia del celuloide.

La tenebrosa estética de La bruja debe mucho al gran
trabajo fotográfico del californiano Jarin Blaschke
La bruja parte de la fascinación por las brujas que envolvió la infancia de Eggers, quien, tras desarrollar ideas tachadas de ser demasiado raras y oscuras, terminó optando por un tratamiento más convencional que le permitiera por fin debutar en el largometraje. “Voy a hacer una película de género, tiene que ser personal y tiene que ser buena”, dijo en su día. Y así es cómo surgió esta sencilla historia ambientada en la Nueva Inglaterra de 1630, donde los miembros de una familia de colonos cristianos empiezan a rebelarse los unos contra los otros a raíz del supuesto mal sobrenatural que puebla el bosque junto al que viven. Eggers quiso rodar la cinta en la propia Nueva Inglaterra, pero la falta de incentivos fiscales lo llevó a Canadá, concretamente a la remota región de Kiost (Ontario). La búsqueda de localizaciones fue tan exhaustiva como el proceso de investigación, trabajando el equipo con museos ingleses y americanos para obtener el máximo realismo en lo que a los detalles históricos se refiere. Todo ello, unido a la bellísima fotografía de Jarin Blaschke —quien, como hiciera el oscarizado Emmanuel Lubezki en El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015), apostó por una luz natural que sería tenebrosamente editada en consonancia con imágenes pictóricas de referencia, desde el paisajismo de la Escuela de Barbizon hasta el tratamiento de la luz de George de la Tour y Johaness Vermeer, pasando, por supuesto, por el tenebrismo de Caravaggio, Goya o José de Ribera—, el impactante uso del montaje y el sonido (y la ausencia de ambos) y las sugerentes piezas musicales de Mark Korven, conforma una experiencia audiovisual sobrecogedoramente única. 

15 julio 2016

Entre el realismo y el impacto: 'Monstruoso' y 'Calle Cloverfield 10'

Popular donde los haya, el cine de terror y ciencia-ficción (para cuya fusión debería crearse un subgénero propio) busca cada año formas de reinventarse para seguir sorprendiendo al espectador. En 2008, el guionista Drew Goddard, el director Matt Reeves y el productor J. J. Abrams lo lograron con la excepcional Monstruoso, cinta para la que ocho años después ha surgido una secuela igual de lograda, repitiendo el todopoderoso Abrams al mando de la producción pero encargándose esta vez Damien ChazelleJosh CampbellMatthew Stuecken del guion y el debutante Dan Trachtenberg de la dirección. Hablamos de Calle Cloverfield 10, una de las mejores cintas del año.

Monstruoso (Cloverfield, 2008)
La cámara de vídeo es el alma de Monstruoso,
a la que otorga un personal estilo cinéma verité
Monstruoso (Cloverfield, 2008) sigue a varios jóvenes que cambian en cuestión de minutos una alocada fiesta por una espeluznante huida por las calles de un Nueva York infestado de peligros a raíz de la inexplicable llegada de una gigantesca criatura. Filmada (o pretendiendo estarlo) enteramente por una videocámara casera que rara vez deja de grabar (licencia narrativa que debemos aceptar para entrar en el hipnótico juego), la cinta es verdaderamente singular por su manera de atrapar en sus redes a un espectador rápidamente identificado con los aterrados protagonistas. Y es que desde que la cámara empieza a filmar, la escalofriante necesidad de conocer más y más se apodera de nosotros, algo a lo que había contribuido también una inteligente campaña viral que buscaba emular los efectos de El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), obra clave del cine de metraje encontrado. De hecho, toda la confección de Monstruoso estuvo envuelta en el máximo misterio, realizándose los castings (de los que salió un reparto eminentemente desconocido) con guiones falsos y cambiándose constantemente el nombre de la producción para despistar a los curiosos. Así, las dos metas principales de la cinta eran el realismo (rodando y editando al más puro estilo cinéma verité) y el impacto (manteniendo la intriga hasta el último momento), elementos ambos que, combinados, conforman una experiencia única en su especie.

05 julio 2016

Vida y obra de Abbas Kiarostami, el maestro del cine iraní

El cáncer se ha llevado a uno de los grandes: el guionista y realizador iraní Abbas Kiarostami, al cual incluí hace un par de años en mi personal artículo ‘10 directores muy especiales’. Lamentablemente, no me siento preparado para dedicarle el homenaje que tan maravillosa figura se merece, pero no puedo resistirme a intentarlo. Ojalá lo disfruten tanto quienes lo admiraban tanto como yo como quienes aún no hayan tenido la ocasión de profundizar en su obra, la cual se encuentra indudablemente entre los mayores tesoros de la historia del séptimo arte.

Abbas Kiarostami nació en Teherán en 1940
y murió en París en 2016 a los 76 años
Abbas Kiarostami nació en Teherán el 22 de junio de 1940, siendo la pintura su primera experiencia artística, lo que explica la poesía visual irradiada por sus películas. De hecho, se graduó en pintura y diseño gráfico por la Universidad de Teherán de Bellas Artes, estudios que se costeó trabajando de policía de tráfico. A partir de entonces trabajó en la industria publicitaria, diseñando posters y creando anuncios, aunque también fue autor de títulos de películas e ilustrador de libros infantiles. En 1969, cuando la Nueva Ola Iraní dio comienzo con La vaca, de Dariush Mehrjui, Kiarostami se casó con Parvin Amir-Gholi (con quien tendría dos hijos pero se divorciaría en 1982) y ayudó a crear un departamento de cinematografía en el Intellectual Development of Children and Young Adults (Kanun) de Teherán, cuya primera producción fue el cortometraje neorrealista El pan y la calle (1970), ópera prima centrada en la confrontación entre un niño y un perro agresivo con la que él afirmó no haber seguido en absoluto las convenciones cinematográficas, dando así rápida muestra de su fuerte identidad autoral. Esta entidad se convirtió rápidamente en uno de los estudios más importantes de Irán, ayudando al ilusionado realizador a confeccionar varios cortometrajes y mediometrajes de interés hasta ofrecer Gozaresh (The Report) (1977), su primer largometraje, la historia de un recaudador de impuestos que debe lidiar al tiempo con acusaciones de aceptar sobornos y el intento de suicidio de su esposa. Sin embargo, ni esta ni ninguna de sus obras posteriores gozó de popularidad alguna fuera de Irán, siendo aún hoy por completo desconocidas.