11 febrero 2016

El renacido: oda a la pretenciosidad

Hay películas que se antojan pretenciosas antes de verlas… y no decepcionan. La sexta película del mexicano Alejandro G. Iñárritu, último receptor del Óscar por Birdman (2014), es un claro ejemplo de ello, lo que explica las opiniones diametralmente opuestas que ha despertado, desde aquellas que la definen como un prodigio milagroso hasta las que la tachan de vaporosa petulancia. Como suele suceder, el extremismo arroja poca luz sobre la realidad, con lo que evitaré dejarme llevar por la pasión subjetiva que la favorita de la Academia (que la ha nominado en doce categorías) suele despertar. [Más sobre las nominaciones al Óscar aquí].

El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Ante el retraso del rodaje, la producción de El renacido
se trasladó de Canadá a Argentina, en busca de la nieve
Basada en la aventura real del explorador Hugh Glass, abandonado a su suerte por sus propios compañeros en 1820 en las tierras salvajes americanas tras ser herido por una osa sobreprotectora, El renacido (The revenant, 2015) es innegablemente una de las películas más destacables del año por su impresionante producción y su mística aura. Leonardo DiCaprio se hará por fin con el Óscar por su visceral interpretación de un personaje al que el sufrimiento acompaña cansinamente de principio a fin, un hombre que se sumerge en la muerte pero logra renacer de sus cenizas con la venganza (y la propia vida) como motivadora meta. No es esta la interpretación más sutil y estimable de la versada estrella de Revolutionary Road (Sam Mendes, 2008) y Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012), pero sí de una de las más arduas y llamativas, marcando un nuevo acierto en la carrera de uno de los mejores actores del momento. [Más al respecto en: ‘¿Ganará Leonardo DiCaprio el Óscar por El renacido?’]

Leonardo DiCaprio en El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Los Critics Choice, los Globos de Oro y el Sindicato
de Actores ya han premiado el trabajo de DiCaprio
En la ceremonia de los Globos de Oro, donde tanto DiCaprio como Iñárritu resultaron vencedores, ambos rememoraron el peliagudo rodaje de El renacido como una de las más especiales de su vida, augurando quizá el comienzo de una fructífera relación profesional. Ciertamente, esta colaboración es única en su especie, aun cuando ambos se lo deben todo a la grandiosidad de los parajes americanos (principalmente canadienses, pero también estadounidenses y argentinos), que rellenan por sí solos los baches de un guion que puede resumirse en un par de banales líneas. Y es que no es tanto lo que se cuenta, sino cómo se cuenta, lo que convierte El renacido en una película espectacular: desde el ataque inicial de los indios hasta la resolución de la sed de venganza —sí: Park Chan-wook (Oldboy, 2003) intentó dirigirla en su día—, pasando por el ataque de la osa (digital) y la estampida de bisontes, cada paso del personaje encarnado por DiCaprio está bañado en abrumadora grandilocuencia, resultando el visionado apabullante de ser vivido en pantalla grande.

Cartel alternativo de El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Los sugerentes carteles de El renacido
acentúan su carácter fascinador
Por supuesto, nada de ello sería lo mismo sin el mejor director de fotografía del momento, Emmanuel Lubezki, quien podría perfectamente convertirse en el primero en hacerse con tres Oscars consecutivos tras los obtenidos por Gravity (Alfondo Cuarón, 2013) y la mencionada Birdman por un trabajo que se asemeja enormemente a sus maravillosas colaboraciones con el gran Terrence Malick, El nuevo mundo (2005) y El árbol de la vida (2011), por la fuerza que otorga a los elementos naturales, los cuales envuelve de misticismo sin olvidarse de la naturalidad (nunca mejor dicho) de sus colores y texturas. Bellísima, imponente y plagada de deslumbrantes planos secuencia, la fotografía de El renacido es indudablemente lo mejor de una película que quizá se respalde demasiado en ella. De hecho, la autoría del film casi pertenece más a Lubezki (cuya conexión con Malick es inevitable) que al propio Iñárritu, cuya majestuosa puesta en escena también bebe en exceso de la obra del ruso Andréi Tarkovski, tristemente ignorada por la mayoría de espectadores actuales, siendo numerosos los planos directamente calcados de clásicos como Andrei Rublev (1966), El espejo (1975) o Nostalgia (1983). Nada de esto echa por tierra el encomiable trabajo realizado, pero sí rebaja considerablemente el mérito de un cineasta al que se está aplaudiendo (y galardonando) en exceso.

Tom Hardy e Iñárritu en el rodaje de El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Tom Hardy ha obtenido su primera nominación al
Óscar gracias a la dirección de Alejandro G. Iñárritu
Por otro lado, tal y como sucede con las últimas producciones de Christopher Nolan —Origen (2010), Interstellar (2014) y hasta la trilogía de El caballero oscuro (2005-2012)—, encontramos en El renacido una anodina necesidad de exagerar su propio alcance, masificando unos hechos que, sinceramente, no son para tanto. Y, claro, todo el equipo contribuye a ello, desde el evocador compositor japonés Ryuchi Sakamoto —trabajando en Hollywood por primera vez desde Ojos de serpiente (Brian de Palma, 1998— hasta el siempre fascinante Tom Hardy, quien, tal y como hace en el Mad Max: furia en la carretera de George Miller (quien debería arrebatar a Iñárritu la próxima estatuilla dorada), dota con su sugestiva mirada de gran profundidad a una historia que tradicionalmente carecería de ella. Lejos de devenir en un villano plano, su brutal John Fitzgerald —heredero del sargento Barnes (John Berenger) de Platoon (Oliver Stone, 1986)— se limita, como el propio protagonista, a luchar por la supervivencia, mas en circunstancias contrarias.

El renacido (Alejandro G. Iñárritu, 2015)
Por deseo de Emmanuel Lubezki, El renacido se filmó
enteramente con luz natural, lo que dificultó el rodaje
Lo que es innegable es que la aventura habida en El renacido es tanto exterior como interior, conjugándose las numerosas dificultades físicas encontradas por el protagonista con oníricas sensaciones nacidas de un corazón que ha abrazado la muerte antes de volver a la vida. Más que Hardy o DiCaprio, la protagonista de tan salvaje cinta no es otra que la naturaleza, poderosa, hermosa y dotada de un poder muy superior al poseído por el hombre (de hecho, el propio presupuesto se vio desesperantemente incrementado a causa de ella). Empero, el mensaje del film no reside en la lucha entre el hombre y la naturaleza, sino en el vínculo entre ambos,  materializado desde el principio en la figura de los indios, que cargan con el peso de un mundo en proceso de cambio sobre los hombros, y abrazada por Hugh Glass conforme avanza su viaje. Que El renacido no sea la extraordinaria película que se empeñan en vendernos no resta poder a sus innegables méritos. Puede gustarnos más o menos, pero innegablemente nos hallamos ante todo un acontecimiento cinematográfico… Así como un necesario recordatorio de que la ambición del séptimo arte carece de fronteras. 


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

1 comentario:

  1. No la he visto aún, pero no está entre mis proyectos inmediatos. Quizás cuando la pasen por alguna plataforma televisiva la vea. He visto los avances y estoy contigo en que me parece excesivo la aventura vivida por muy real que ésta haya sido. Sin embargo -y de nuevo sólo por los trailers- la fotografía me pareció muy bella. No sabía que era Emmanuel Lubezki el encargado de la misma; recuerdo con agrado las imágenes bellísimas de "El árbol de la vida" (2011)m película que me encantó.
    Un fuerte abrazo, Juan

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