21 mayo 2014

'Pompeya' en 4D: cuando 'Titanic' encontró a 'Gladiator'

Pompeya (2014), el nuevo despropósito de Paul W. S. Anderson, creador de películas infumables —o, mejor dicho, que sólo se disfrutan fumado— llenas de efectos especiales baratos como Horizonte final (1997), Resident Evil (2002) o Alien vs. Predator (2004), es el típico film que puede criticarse prácticamente sin haberse visto. De hecho, el tráiler y el póster lo dicen todo: efectismo simplista, ambientación de dudosa verosimilitud, romance poco creíble e interpretaciones calcinadas por el fuego del volcán.

Pompeya (Paul W. S. Anderson, 2014)
Kit Harington y Emily Browning son la inexperta
pareja protagonista, cuyo amor es poco creíble
Y el visionado de la película no decepciona, pues ésta provee exactamente lo que promete: emoción y morbo ante la destrucción completa de la ciudad de Pompeya por un volcán (historia que todos conocemos pero no era revisada por el cine estadounidense desde principios del siglo pasado). Una vez confirmados sus infinitos defectos, es aceptable como entretenimiento y bastante más soportable que otros ‘éxitos’ del cineasta británico —quien comparte apellido pero no talento con Wes Anderson (El Gran Hotel Budapest, 2014) y Paul Thomas Anderson (The Master, 2012)—. Eso sí, partiendo de la base de que es por completo irreverente y prescindible, por supuesto.

De todos modos, lo más destacable de esta producción es, quizá, lo descaradamente similar que resulta a dos de las películas más exitosas de los últimos años (ambas ganadoras de los Oscar a mejor película y dirección, con los cuales ni sueña Pompeya): Titanic (James Cameron, 1997) y Gladiator (Ridley Scott, 2000), dos films que —críticas aparte— conjugan a la perfección el sentimiento con la espectacularidad. El fiasco de Pompeya es la prueba de que la misma base puede dar lugar a resultados muy diferentes. Pero veamos con calma qué copia este film de los dos mencionados.

Titanic (James Cameron, 1997)
La relación entre Leo DiCaprio y Kate
Winslet en Titanic también fue
ridiculizada injustamente por la crítica
Entre Pompeya y Titanic hay una relación clara: ambas son películas románticas de catástrofes (si os interesa este subgénero, os recomiendo mi artículo 'Lo imposible y otras películas de catástrofes'). Pero eso es lo de menos: los dos films ofrecen historias de amor imposible entre personas de distintas clases sociales, siendo en los dos casos ella la aristócrata (perfecta excusa para embotarla en hermosas pero agobiantes vestimentas) y él el soñador héroe de clase baja. Las heroínas de ambos films comparten hasta familia: padres insulsos incapaces de ver más allá de sus narices y prometidos irreverentemente desagradables y malvados. Pero, claro, ni Kit Harington (lanzado a la fama en la serie Juego de Tronos, 2011, en la que interpreta a Jon Snow) tiene la atractiva frescura de Leonardo DiCaprio ni Emily Browning (ya crecidita desde su maravilloso papel en Una serie de catastróficas desdichas, de Brad Silberling, 2004) posee el carisma de Kate Winslet. Por no mencionar la ambientación de cartón piedra y la música banal de Clinton Shorter (que, a su vez, es una copia del tema principal compuesto por James Newton-Howard para El Hobbit: un viaje inesperado, de Peter Jackson, 2013), las cuales están a años luz de la majestuosidad visual y sonora de la obra maestra de James Cameron.

Gladiator (Ridley Scott, 2000)
Russell Crowe borda en Gladiator al general
convertido en gladiador Máximo; tanto éste como el
fiel compañero negro son calcados en Pompeya
Por su parte, Gladiator cede a Pompeya su elemento estrella: el héroe protagonista que busca venganza tras la masacre de su familia y es convertido, contra su voluntad, en gladiador (es decir, asesino). Pero, de nuevo, Kit Harington, aunque se esfuerza por sacar partido a su primer papel protagonista, carece de la fuerza de Russell Crowe, quien obtuvo un merecidísimo Oscar por la profundidad que supo dar a un personaje que, normalmente, quedaría eclipsado por los efectos especiales. También el personaje del valeroso esclavo negro que pasa de enemigo a compañero fiel y cuenta con la muerte como única meta es prácticamente el mismo en ambas producciones. Sin olvidar, por supuesto, la ambientación romana (con apenas 100 años de separación, pues Pompeya sucede en el 79 d.C. y Gladiator en el 180 d.C.) y el tema de la hipocresía de las masas (presente también en Titanic). Sin embargo, aquéllos que se divirtieron encontrando unas deportivas en un plano de Gladiator sin duda se lo pasarán en grande con la obra de Anderson, donde el único motivo para la inexistencia de más gazapos es que prácticamente todo ha surgido del ordenador (algo que, sí, se nota).

Pompeya (Paul W. S. Anderson, 2014)
La acción de Pompeya está muy forzada y recuerda en
exceso a Ben-Hur (William Wyler, 1959) y Gladiator
En realidad, creo que podría afirmar sin temor a equivocarme que no hay un solo elemento de Pompeya que no esté calcado de una de las dos superproducciones mencionadas. Esto vuelve el resultado completamente previsible y, si bien la película sigue siendo entretenida, las sonrisas cínicas son bastante más comunes que las lágrimas durante el visionado, pese a que el dramatismo de las tres historias es equivalente. Sencillamente, el guión no resulta creíble y los actores no podrían estar peor dirigidos, encontrándonos con las peores interpretaciones que se recuerdan por parte de un excesivo Kiefer Sutherland, un molesto Jarred Harris y una Carrie-Anne Moss de adorno. A todo esto, se supone que entre el reparto figura nuestra internacional Paz Vega —a la que próximamente veremos en la denostada Grace de Monaco (Olivier Dahan, 2014), interpretando a la diva Maria Callas—, pero al final no aparece en un solo plano, con lo que no puedo evitar preguntarme si no cortaron las partes equivocadas en la sala de montaje.

Póster de Pompeya (Paul W. S. Anderson, 2014)
El póster de Pompeya advierte de
su vacío pero entretenido contenido
Por cierto, debo mencionar que asistí a la proyección de Pompeya en 4D, es decir: un 3D al que se suman efectos reales en la sala: hombres ridículamente disfrazados de gladiadores, luces rojas apuntándonos a la cara, confeti que esconde la pantalla en los momentos más dramáticos y humo que convierte la respiración en una tarea peliaguda. Sin duda el cine necesita nuevas estrategias para llegar a la audiencia, pero sinceramente dudo que se trate de éstas.

De todos modos, reconozco que, pese a los tópicos y las situaciones irrisorias, hay algunos planos en los que la ambientación y los efectos consiguen un efecto aceptablemente impresionante, el cual, por supuesto, sólo puede disfrutarse en pantalla grande. Aprovecho, por tanto, para reivindicar una vez más el visionado de las películas en el cine, porque, en la mayoría de los casos, han sido ideadas y confeccionadas para disfrutarse así. Y es que, cuando las luces se apagan y la pantalla nos envuelve, hasta un bodrio de la talla de Pompeya puede convertirse en todo un espectáculo. Supongo que por eso se habla de la “magia del cine”.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

6 comentarios:

  1. Una película nada recomendable: el guión se cae por sí sólo y desde el minuto 5 sabes qué va a ocurrir al final.
    En cuanto a lo del 4D veo muy positivo que los cines intenten reinventarse, pero tienen mucho trabajo por hacer.
    Un saludo! :)

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  2. Con el tiempo en mi contra no creo que llegue a ver Pompeya, por falta de tiempo hasta dejé de ver Juego de Tronos, veo que Jon Snow es el protagonista de esta peli, ojalá el cine evolucionara no solo a favor de la tecnología sino del arte principalmente

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  3. Bueno, la has puesto a parir... (con razón... XD). A mi ya me pareció mala (muy mala); y ni siquiera me había dado cuenta, pero es cierto que es un copia de esas otras dos películas... qué ridículo!!

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  4. Realmente no me sorprendió en absoluto que la película fuese mala pero...CINE EN 4D¡¡¡¡ JAJAJAJAJAJJA

    Por lo demás una crítica interesantísima. Me encanta el cine pero siempre me dió miedo extenderme en mis blogs sobre ello por si acabo aburriendo, al contrario que tu. ¡Me pasaré por aquí a menudo!

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    1. Muchísimas gracias :) A mí tampoco me sorprendió por mala... De hecho, me invitaron al preestreno y terminó siendo hasta entretenida, quizá porque esperaba una absoluta basura jeje

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  5. Pues me han dado ganas de verla para valorar por mis propios ojos esas copias descaradas a dos de mis películas favoritas. Pompeya,el tocinus que se convirtió en esclavo, el esclavo que se convirtió en gladiador, el gladiador que fué plagiado sin gracia en "POMPEYA".Ja,ja,ja.

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