19 abril 2015

'Felices 140': examen de moralidad

El dinero no da la felicidad, pero indudablemente tiene un importante efecto sobre ella; para bien y para mal. Felices 140 (2015), la nueva película de Gracia Querejeta, es, además de un nuevo ejemplo de que el cine español puede ser tan redondo y entretenido como el hollywoodiense, una interesante reflexión sobre ello. La cinta se ambienta en una España en tiempos de crisis (o sea, la actual), pero el pesimista —y, por desgracia, realista— retrato de la humanidad que plantea es universal. Y es que, como señala el personaje más joven de la cinta, todo el mundo quiere dinero. O, mejor dicho, todo el mundo quiere más dinero, porque poco importa cuánto se tenga de antemano: los celos, la envidia y la codicia no tienen límites.

Nora Navas, Marián Álvarez y compañía en Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
Felices 140 parece una obra teatral:
nueve personajes (todos icónicos) y un escenario
Al igual que films tan dispares como Mamá cumple 100 años (Carlos Saura, 1979), Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992) o Gosford Park (Robert Altman, 2001), Felices 140 reúne a un grupo de personajes en una casa de la que rara vez salen. En esta ocasión, la organizadora es Elia, una mujer soltera que acaba de ganar 140 millones de euros en el Euromillón. Pero lo que debería ser una fuente de felicidad se torna en tragedia cuando los familiares y amigos de la protagonista van desvelando la hipocresía que esconden en su interior. Así, la cómica apacibilidad inicial da paso al drama y, finalmente, al thriller, aunque la comedia negra nunca abandona la narración, dando lugar a momentos desternillantes durante todo el metraje pese a la progresiva oscuridad del mismo.

Rodaje de Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
Maribel Verdú y Eduard Fernández en el rodaje de
Felices 140, la novena película de Gracia Querejeta
El guion de Antonio Mercero y la propia Querejeta se mueve con fresco dinamismo entre los distintos géneros, consciente de que la clave del film no radica en la acción, sino en el desarrollo de los personajes. Y es que ellos son los artífices del doble cambio de tono: sólo gracias a la excelente presentación de la que disponen durante la parte cómica comprendemos la llegada del giro dramático, al igual que el buen desarrollo de éste es vital para que los momentos más inquietantes surjan con fluidez. Por supuesto el mérito de esto también corresponde a la excelencia de dirección e interpretaciones, siempre impactantes, siempre contenidas.

Póster de Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
Él cartel de Felices 140 acentúa
el carácter coral de la cinta
Maribel Verdú, más guapa que nunca a sus 44 primaveras, encarna a la protagonista, para la que el dicho “afortunado en el juego, desafortunado en amores” parece hecho ex profeso. Así, no sólo sigue enamorada de su expareja, sino que ganar la lotería sólo le servirá para comprobar cuán pocos seres queridos tiene en realidad. La fascinante actriz, que ganó su primer Goya gracias a la propia Querejeta con la excelente Siete mesas de billar francés y el segundo encarnando a la madrastra de Blancanieves (Pablo Berger, 2012), realiza uno de sus trabajos más sutiles y maduros al pasar del encantador carisma inicial a la conmovedora desesperación final. No se queda atrás Marián Álvarez, espléndidamente contenida como la mujer que no quiere aceptar que su marido la maltrata, quien se ha afianzado como una de las actrices más interesantes de nuestra cinematografía tras su revelador papel en La herida (Fernando Franco, 2013), por la que ganó el Goya y la Concha de Plata de San Sebastián entre otros innumerables galardones. Ambas tienen prácticamente asegurada la atención de la Academia, que también podría fijarse en Paula Cancio, divertidísima como actriz frustrada y pitonisa en potencia, como intérprete revelación. Para redondear el excelente cuarteto femenino, encontramos a una impecable Nora Navas, quien, al igual que Marián Álvarez, obtuvo en su día el Goya y la Concha de Plata por Pan negro (Agustí Villaronga, 2010).

Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
La sutil brutalidad de los diálogos suple
la aparente falta de acción de Felices 140
Indudablemente, las cuatro actrices están soberbias (la magistral gestualidad con que afrontan su sutil escena conjunta es muestra de ello), pero sus compañeros no se quedan atrás. Antonio de la Torre y Eduard Fernández encarnan las dos perspectivas opuestas del film, convirtiéndose respectivamente en el demonio y el ángel de la guarda de la protagonista. Y ambos lo bordan, demostrando por qué acumulan ocho nominaciones a los Goya cada uno, ganando el primero por AzulOscuroCasiNegro (Daniel Sánchez Arévalo, 2006) y el segundo por Fausto 5.0. (Isidro Ortiz, Alex Ollé y Carlos Padrissa, 2001) y En la ciudad (Cesc Gay, 2003). Ambos tienen muchas papeletas de repetir este año. Junto a ellos encontramos a Alex O’Dogherty y Ginés García Millán, más conocidos por sus trabajos televisivos pero igual de profesionales, y el jovencísimo Marcos Ruíz, cuya perfecta frescura lo convierte en icono de la pureza, aún carente de la nefasta influencia del mundo que lo rodea. Pocos son los villanos puramente dichos (la mayoría tiene motivos, o mejor dicho excusas, para actuar como lo hacen), pero menos aún los benefactores, pues la hipocresía no tarda en surgir en aquellos que no se atreverían a cometer maldades sin antes revestirlas de indiferencia.

Rodaje de Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
El rodaje de Felices 140 tuvo lugar en Tenerife,
cuyo apacible ambiente contrasta con la narración
Verdaderamente, parece imprescindible la creación de un Goya especial a mejor reparto para honrar a los nueve intérpretes de Felices 140, cinta que, indudablemente, dominará las categorías interpretativas. Además, Gracia Querejeta, quien acumula cinco nominaciones fallidas gracias a Cuando vuelvas a mi lado (1999), Siete mesas de billar francés (2007) y 15 años y un día (2013), merece ganar por fin algún cabezón, bien como guionista, bien como directora, aunque competir con Alejandro Amenábar y su inminente Regresión no se lo pondrá nada fácil. Hija del productor Elías Querejeta y la diseñadora de vestuario Maiki Martín, ella estudió geografía e historia pero tuvo pronto claro que el cine era su pasión. Y su interesante filmografía demuestra que no se equivocó. Décadas después de debutar como actriz en Las palabras de Max (Emilio Martínez-Lázaro, 1978), Querejeta es una directora madura que no deja nada al azar, pendiente siempre de la difícil conexión entre entretenimiento y cine social, que sigue siendo uno de los retos de nuestro cine.

Querejeta y el reparto de Felices 140 (Gracia Querejeta, 2015)
Gracia Querejeta es arropada por los nueve miembros
de su reparto, cinco de ellos poseedores del Goya
Pero Felices 140 lo consigue, ¡vaya si lo consigue! El espectador no sabe si reír o llorar, pero nunca deja de estar atento a la pantalla. Lejos de ser un mero retrato de las consecuencias de la crisis, la película supone una reflexión sobre la moralidad humana y el concepto de la amistad. La escena de la apertura de los regalos es un perfecto ejemplo de cómo las relaciones entre los personajes estaban enturbiadas mucho antes de que la llegada del dinero las hiciera estallar. El dinero (o la falta de él) no es el motivo por el que los personajes son como son, sino la causa de que muestren su verdadero ser. Y es que, en un mundo cada vez más global en el que las personas se relacionan con decenas de personas al día, el propio concepto de amistad ha sufrido un duro revés. El problema no es la propia ambición ilimitada del ser humano, sino la inconsciencia de qué es lo que vale la pena codiciar. Precisamente por ser honesta, la irónicamente titulada Felices 140 no puede evitar transmitir un mensaje tan cínico como descorazonador. Sin embargo, Querejeta sabe cuán inútil es quedarse con el lado negativo de la vida y aporta un necesario toque de esperanza, recordándonos que siempre hay alguna flor dispuesta a nacer entre las cenizas de la desolación.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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1 comentario:

  1. Tú sí que sabes diseccionar una película. De acuerdo en todo, aunque las pinceladas de comedia me han pasado desapercibidas ya que, de principio a fin, la historia de Elia y las "personas que más quiere en su vida" me ha parecido perturbadora.
    Ante según qué situaciones no sabes muy bien si reír o sentirte incómodo.

    Me quedo con el bonito gesto final - atención que viene medio spoiler- del mejor amigo.

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