31 diciembre 2014

Las mejores películas del 2014

Ponemos fin al 2014 tras doce meses de fantásticas películas tanto internacionales como nacionales. Y es que, tras un deprimente 2013, el cine español ha vuelto con más fuerza que nunca, regalándonos el mejor año de su historia. Especialmente interesantes han sido también las películas estadounidenses, que se han atrevido a alejarse de la monotonía imperante de Hollywood para ofrecer relatos verdaderamente fascinantes. Por desgracia, aún son pocos los relatos venidos de Latinoamérica, Asia, Oceanía y África, con lo que han sido las películas europeas las que más oportunidades han tenido de conquistarnos. Entre intimistas obras de autor y fascinantes superproducciones, he seleccionado con gran dificultad los 20 estrenos que más me han marcado este año.

Ocho apellidos vascos
El guion de Ocho apellidos vascos sabe aprovechar
la actualidad española para explotar el humor
20. Ocho apellidos vascos. La película más taquillera de la historia del cine español consigue reírse de los tópicos sobre vascos y andaluces para confeccionar una graciosa comedia no exenta de emotividad. Clara Lago, Karra Elejalde, Carmen Machi y el debutante Dani Rovira están fantásticamente hilarantes gracias a la esmerada dirección de Emilio Martínez-Lázaro. Hay quien sólo ve un tópico tras otro y también quien la considera la cinta más divertida del año, pero, sólo por arrastrar a los españoles a las salas a ver producto nacional, se merece todas nuestras alabanzas.

23 diciembre 2014

10 razones para odiar ‘El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos’

Cuando Peter Jackson se puso a cargo del proyecto cinematográfico de El Hobbit los fans respiramos aliviados. Y cuando afirmó contar con el mismo equipo de El Señor de los Anillos (2001-2003), incluyendo a las guionistas Philippa Boyens y Fran Walsh, el director de fotografía Andrew Lesnie, el compositor Howard Shore y parte del reparto original, nos alegramos todavía más. Sin embargo, la magia de la trilogía que les dio a todos la fama se ha perdido. Las tres películas de El Hobbit, no sólo no poseen el espíritu de Tolkien en absoluto, sino que han supuesto una decepción tras otra, superando cada una a la anterior en mediocridad hasta llegar a una tercera entrega digna del Razzie. Quienes han leído mis artículos ‘La historia de El Señor de los Anillos, ‘El secreto de El Señor de los Anillos y ‘Guía de El Hobbit saben que me duele escribir este artículo, pero me temo que plasmar mi decepción es absolutamente necesario. Aquí están los 10 motivos para detestar El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos (2014):

Póster de El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos (2014)
El póster de la cinta deja claro lo
poco que importan los 13 enanos
 
1. La (falta de) historia. Hay malas películas con buenas historias, pero nunca buenas películas con malas historias. Y la historia de esta cinta, más que mala, es inexistente. Dividir un libro tan pequeño en tres films tenía sentido si se tenía algo que contar con cada uno de ellos. Pero no ha sido el caso: tras Un viaje inesperado (2012) y La desolación de Smaug (2013) sencillamente no queda nada que decir. Por tanto, personajes sin interés han sido desarrollados y tramas vacías han sido expandidas. Todo ello sin resquicio alguno de originalidad. Y, claro, tenemos horas de batalla mal planeada (por los personajes y por los guionistas). 

2. La monotonía. Si algo salvaba a las dos obras anteriores de El Hobbit era la majestuosa ambientación de territorios conocidos (La comarca, Rivendel…) y por conocer (el Bosque Negro, la Ciudad del Lago…). La calidad de la dirección artística y el vestuario convertía a ambas cintas en auténticos festines para los sentidos que nos despistaban ante los errores del guion. No es este el caso de La batalla de los cinco ejércitos, que ocurre en su práctica totalidad en el mismo escenario, no ofreciendo nada nuevo visualmente (lo cual, insisto, no sería un problema si hubiera algo que contar). 

18 diciembre 2014

Extraordinario Xavier Dolan: joven promesa del cine canadiense

“Desde mi primera película, he hablado del amor. He hablado de la adolescencia, de la inadaptación, de la transexualidad. He hablado de Jackson Pollock y de los 90, de la alineación y la homofobia. He hablado también de internados, de la palabra ‘especial’, de ordeñar vacas, de la cristalización de Stendhal y del síndrome de Estocolmo. He hablado argot, he hablado de forma sucia. He hablado en inglés a menudo y otras muchas veces he hablado sin ton ni son. Cuando ‘hablas’ de cosas, existe un riesgo inevitable a decir muchas tonterías. Por eso decidí ceñirme a lo que conocía (…) Pero debería haber un tema que conociera mejor que nadie y que me gustara más que ningún otro. Y desde luego es mi madre; o, mejor dicho, la figura que representa”. Inicio este artículo con esta declaración del jovencísimo cineasta Xavier Dolan porque la considero clave, no sólo de su impresionante Mommy, sino de toda su fascinante y prometedora carrera.

Yo maté a mi madre (2009)
Xavier Dolan escribió, dirigió y protagonizó su increíble
ópera prima, Yo maté a mi madre, con sólo 20 años
Hijo de una profesora (Geneviève Dolan) y un cantante y actor de ascendencia egipcia (Manuel Tadros), el gran Xavier Dolan-Tadros nació en Montreal (Quebec, Canadá) el 20 de marzo de 1989 —sí, hace sólo 25 años, pero no repetiré la edad porque, si algo detesta el realizador, es que se le analice en base a ella— e inició su carrera cinematográfica como estrella infantil en películas canadienses como J’en suis (Claude Fournier, 1997) o La forteresse suspendue (Roger Cantin, 2001), además de diversos anuncios y series de televisión. Su primer papel adulto tuvo lugar en la controvertida cinta de terror Martyrs (Mártires) (Pascal Laugier, 2007), tras la que decidió dar el salto al otro lado de la pantalla. Y, desde entonces, no ha dejado de superarse a sí mismo, siendo el  talento (y no precisamente la humildad) su fiel compañero de viaje.

14 diciembre 2014

Premios del Cine Europeo 2014: el triunfo de ‘Ida’ en un año excelente

Ida, de Pawel Pawlikowski
La poética Ida se ha ido ganando poco a poco a crítica
y público, como muestran sus 5 galardones en los EFA
La 27ª edición de los Premios del Cine Europeo (European Film Awards) se ha cerrado sin sorpresa alguna. Como cabía esperar, la extraordinaria coproducción polaco-italiano-danesa Ida, fue, con cinco galardones —incluido, mejor película—, la indiscutible ganadora. El realizador polaco Pawel Pawlikowski se alzó con los galardones a mejor dirección y guion (éste último compartido con Rebecca Lenkiewicz y algo absurdo considerando que la magia del film parte precisamente del poco caso que se hizo al libreto) curiosamente por su primera obra fuera de Reino Unido, donde hace una década se alzó con el BAFTA a mejor film británico My Summer of Love (2004). La intimista historia de la monja polaca que descubre un oscuro secreto de familia relacionado con la época nazi también se hizo con la mención a mejor fotografía por los bellísimos planos en blanco y negro de Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski (el segundo dejó la producción a medias, cediendo el relevo al primero, su asistente), así como con el Premio del Público por encima de obras tan populares como la británica Philomena, de Stephen Frears, y la francesa Dos días, una noche, de Jean-Pierre y Luc Dardenne.

07 diciembre 2014

‘Once’ y ‘Begin again’: las joyas del musical moderno de John Carney

Este año había pocas películas más esperadas que Begin Again, el nuevo musical del irlandés John Carney, quien hace seis primaveras maravilló al mundo con Once. Ambas películas suponen un giro moderno al cine musical, pues anteponen el realismo y la sencillez a los artificios propios del género y convierten a las canciones en parte natural de la narración en la línea de la clásica Ha nacido una estrella (1954), de George Cukor. Mientras Once es una humilde obra irlandesa, Begin Again es un perfecto ejemplo de cine estadounidense independiente, pero comparten un sensible retrato de las relaciones humanas del siglo XXI a través de la música.

Once (Una vez) (John Carney, 2006)
Once no es una película romántica, pero sí una obra
sobre el amor, expresado a través de la música
Once (Una vez) (2006) se filmó con tan sólo 112 000€ durante 17 días en las calles de Dublín. John Carney obtuvo el 75% de los fondos del Irish Film Board y puso el resto de su bolsillo, prometiendo a todo el equipo una parte de las ganancias si la obra resultaba exitosa. Para ahorrar costes, las escenas se filmaron con luz natural en casas de amigos, muchos de los cuales aparecieron como extras. Además, puesto que no se contaba con permisos para rodar en la calle, las cámaras fueron camufladas, lo que supuso que muchos viandantes aparecieran en los planos sin ser conscientes de ello y ayudó al amateur reparto a actuar con plena naturalidad e incluso improvisar.