La verde Comarca representa todo lo bueno por lo que merece la pena luchar en este mundo |
En medio de la desolación, Frodo y Sam, que no volverán a ser los mismos, solo se tienen el uno al otro |
El Señor de los Anillos es también la historia de cómo cualquiera, por insignificante que sea, tiene en sus manos la capacidad de cambiar el mundo, aunque sea sólo un poco. “Hasta el más pequeño puede cambiar el curso del futuro”, dice Galadriel al joven Frodo antes de que éste se enfrente a la desolación. Son muchos los que le ayudan en su misión, entre ellos poderosos magos y ágiles arqueros Elfos, pero la única persona que le acompaña hasta el final es el rechoncho jardinero Sam. Este personaje es muestra de lo que el amor y la fuerza interior pueden conseguir, así como de la importancia de la lealtad y el compañerismo, sin importar las circunstancias. La amistad también es imprescindible al hablar de Merry y Pippin, quienes empiezan la aventura sin ser conscientes de lo que les espera, pero poco a poco van encontrando su lugar en la Historia (sí, con mayúsculas). En el camino, lo pierden casi todo, pero su amistad es inamovible... y así lo sería hasta el final de sus días. Los Hobbits y su comarca representan la felicidad de la vida cotidiana y muestran desde el principio que hay algo por lo que luchar: el hogar.
Gimli se traga el orgullo para cabalgar junto a Legolas, quien descubre que los enanos no son lo que imaginaba |
A traves de la amistad, la trilogía ofrece un mensaje de esperanza a los odios de este mundo. Los suníes y chiíes deberían prestar atención a la relación entre el elfo Legolas y el enano Gimli. Sus razas se han odiado desde la creación del mundo y, aunque pocos recuerdan el motivo (resumiendo: los Elfos debían ser los primeros en pisar la Tierra Media, pero Aüle, un Dios –Vala– descontrolado, creó a los Enanos sin permiso del Dios supremo Ilúvatar y éstos fueron condenados a vivir bajo tierra hasta que los Elfos fuesen creados), todos conservan ese nocivo sentimiento. Lo que empieza como un enfrentamiento constante se convierte en una preciosa amistad en la que ambos aceptan sus diferencias y descubren que lo que los vuelve iguales es más importante. “Nunca pensé que moriría luchando junto a un elfo”, dice Gimli en plena batalla; “¿Y luchando junto a un amigo?”, pregunta Légolas. Tiempo después del final de la Guerra del Anillo, Legolas se llevaría consigo a Gimli a las Tierras Imperecederas, en principio reservadas exclusivamente para su noble –supuestamente superior– raza.
Al contemplar un grupo de elfos camino de las Tierras Imperecederas, Frodo y Sam sienten emoción, pero también tristeza: se van para no regresar jamás |
En la aventura de Frodo, la era de los Elfos está llegando a su fin. Ellos fueron los primeros en pisar la Tierra Media, los primeros tanto en disfrutar de los placeres más hermosos del mundo, así como de sufrir las mayores desgracias. Durante siglos, han visto cómo poco a poco su amada Tierra sucumbía al mal, la naturaleza era devorada por la industria y los Hombres lo dominaban todo dominados a su vez por la sed de poder. Ellos son conscientes de que el mundo ideal que imaginaron ya no es posible en un lugar tan maltratado por la tragedia del tiempo y por ello lloran por el destino del mundo que tanto aman. Sin embargo, los Dioses les tienen reservado un lugar especial en las Tierras Imperecederas, a las que desde el despertar de los tiempos han migrado Elfos cansados de la vida en el mundo de los mortales.
Elrond, Celeborn y Galadriel se despiden de la Tierra Media con pesar pero aceptación: "Llegó el tiempo de la hegemonía de los Hombres" |
Esto es lo que convierte a los personajes élficos en seres intrigantes que esconden una gran tristeza bajo su hermosura. De todos ellos, Galadriel es la única descendiente con vida de los primeros clanes de Elfos que poblaron la Tierra Media. Ella vio cómo sus familiares luchaban los unos contra los otros, cómo se derramaba sangre por unas aparentemente simples joyas –los Silmarils– y cómo el mundo no era siempre justo con aquéllos que buscaban el bien. A día de hoy, está cansada de la existencia, pero dispuesta a ofrecer su ayuda una vez más. Por ello, acoge a la Comunidad y le brinda regalos que le serán útiles antes o después, aunque en el momento ellos no lo entiendan: Sam, por ejemplo, se decepciona al encontrarse con una cuerda frente a las dagas de sus amigos, mas será precisamente eso al final lo que más necesite. Sin embargo, sólo por un instante, Galadriel ve la posibilidad de tomar el Anillo para sí y utilizarlo para hacer el bien. A fin de cuentas, ¿quién sería más adecuado para poseer el elemento más poderoso de la Tierra, el único portador de los destinos de todos? ¿Por qué cae tal carga en un pequeño hobbit siendo ella tan sabia? Sin embargo, al final comprende que no es la primera con las mismas ideas, y que el Anillo la destruiría de intentar llevarlas a cabo como ha hecho con sus anteriores portadores.
El espejo de Galadriel muestra "cosas que fueron, cosas que son y algunas cosas que aún están por llegar" |
En la película, Galadriel envía un ejército de 200 Elfos a luchar al Abismo de Helm como última esperanza de los Hombres. Sólo así consiguen éstos resistir hasta la llegada de Gandalf el Blanco. Sin embargo, todos los Elfos lo pagan con sus vidas. En su celebración de la victoria, los Hombres no son conscientes del enorme sacrificio que han contemplado: los Elfos, desentendidos del mundo, podrían huir a las Tierras Imperecederas y olvidarse de este lugar que tanta tristeza les produce, pero su amor por él les lleva a un último acto de generosidad que de ninguna forma puede ser compensado.
Arwen tiene una visión de su hijo con Aragorn y decide quedarse |
La Elfa que tampoco abandonó nunca la Tierra Media fue Arwen. Su padre, Elrond, la anima a partir hacia las Tierras Imperecederas y poner fin a su sufrimiento, pero ella prefiere esperar. Años atrás se enamoró del mortal Aragorn y ambos se prometieron, pero ahora éste debe luchar en una guerra imposible de la que probablemente no salga con vida. Arwen tiene una elección tan difícil como dolorosa: permanecer en la Tierra Media condenada al sufrimiento de, bien ver morir a su amado en batalla, bien verlo envejecer a su lado mientras ella permanece joven para siempre, o abandonarlo todo ahora y no afrontar tan triste destino. Ambas decisiones tienen sus consecuencias, pero Arwen decide apostar por el amor y la vida real en la Tierra: “si le abandono ahora, me arrepentiré eternamente”. Al final su espera tiene recompensa y se convierte en la mujer del rey hasta la muerte de éste 120 años después. Sólo entonces, se retiraría a los bosques de Lothlórien para morir. Eso, sí, tras haber disfrutado de la vida.
La edad de Aragorn no es un error, no. Él pertenece a los Dúnedain, un linaje de Hombres bendecido por los Dioses debido a sus buenas acciones por la Tierra Media. Su longevidad y ascendencia los convierten en Hombres muy especiales, destinados a hacer grandes hazañas. Sin embargo, la envidia de los Hombres hacia la inmortalidad de los Elfos los llevó a retar a los mismísimos Dioses y la isla que estos habían creado para ellos, Númenor, fue sumergida. Tan sólo Elendil y sus hijos, Isildur y Anárion, vieron su lealtad recompensada con la salvación, pero el linaje fue perdiéndose poco a poco. Por eso es Aragorn tan importante: porque es el único descendiente de los Hombres bendecidos, los únicos que fueron en el pasado capaces de hacer frente a los poderes oscuros.
Éowyn ofrece su amor a Aragorn, pero éste le dice con pesar que no puede darle lo que anhela |
La doncella Éowyn se enamora de él al instante y no entiende por qué. Desconoce que su admiración se debe a encontrarse ante tan noble linaje: su mayor deseo es ver a los Hombres –sobre todo su tío, Théoden, que, al igual que ella, sólo desea el bien para el pueblo pero cae en los engaños del repugnante Grima, esa vil serpiente que se arrastra sin respeto por nada ni nadie, siquiera sí misma– recuperar su poder, y no es consciente en un principio de que es esa idea lo que ama. Ella es valiente: “No temo al dolor ni a la muerte”, dice a Aragorn. “¿Y a qué teme entonces mi señora?”, pregunta él. “A una jaula; a empuñar sus barrotes hasta que la edad y la costumbre los acepten”. Su temor es ver morir a quienes ama sin hacer nada y es por ello por lo que desea entrar en batalla: no es amor por la guerra, sino amor, a secas.
La nostalgia que siente Aragorn al pasar junto a sus compañeros de la Comunidad del Anillo bajo las Argonath en el río Anduin es indescriptible. Éstas no son meras estatuas gigantes de piedra, sino que representan, no solo a los grandes Isildur y Anárion, sino a la época en que los Hombres fueron poderosos en este mundo. Aragorn es consciente de que devolver el orgullo a su raza es su tarea, pero tiene miedo de esta responsabilidad. Por suerte, sus amigos confían en él: “Es Aragorn, hijo de Arathorn, le debes lealtad”, recrimina Legolas a Boromir cuando éste desprestigia al “simple montaraz”.
Aragorn se despide de Boromir con la promesa de devolver el poder al mundo de los Hombres, único deseo del moribundo capitán |
Al contrario de lo que su rudeza y ansias de poder puedan mostrar, Boromir no es un mal hombre. Él ha visto a la gran Minas Tirith, último resquicio de la grandeza de los Hombres, perder poder día tras día. Esta fortaleza se encuentra a las puertas de Mordor y lleva años soportando los ataques de Sauron y defendiendo, no sólo a sus habitantes, sino al resto de los pueblos libres de la Tierra Media. Y, mientras, ¿qué hacen estos? Nada. Minas Tirith está sola y Boromir, que ama a su pueblo más que a nada en el mundo, no puede evitar sentir resquemor hacia el resto de razas y, sobre todo, hacia la idea de que el Anillo Único no sea utilizado para luchar contra el mal. A sus ojos, se encuentran ante el arma definitiva para enfrentarse a Sauron y no comprende que tratar de utilizar el Anillo le destruiría como hizo con sus anteriores portadores. (Esto le relaciona directamente con Éomer, cuya rudeza tampoco se gana nuestro aprecio pese a tratarse de su forma de defender a su propio pueblo.) A ojos de Denethor, desganado –como tantos políticos...– senescal de Gondor, Faramir no es nadie comparado con Boromir, su hijo predilecto. Sin embargo, la calidez y falta de interés por el poder de Faramir le permiten hacer lo que su hermano no logró: tener el Anillo al alcance de la mano y dejarlo ir. Denethor, por cierto, es la culminación de lo que el poder puede suponer, enfermando poco a poco por osar mirar en el corazón de la Palantír, una antigua piedra mágica que permite espiar al resto de la Tierra Media y ver lo que nadie más tiene a su alcance. La osadía de querer saberlo todo puede suponer el final.
El temible Anillo Único tiene vida propia, tanto por su misteriosa voz como por sus inscripciones |
Pese a tratarse de un objeto, el Anillo Único es quizá el personaje más importante de la saga. En él reside más poder del imaginable, pero también inconmensurable dolor. El Anillo es muestra de cómo el menor resquicio de mal puede ser suficiente para maldecir todo el bien. A fin de cuentas, sólo es una joya que fue creada junto a tantas otras para favorecer la unión de la Tierra Media, pero la utopía de los Anillos de Poder fracasó: Sauron utilizó el suyo para dominar a los Hombres, destruyó los de los Enanos y sólo los de los Elfos quedaron a salvo en manos de Galadriel, Elrond y Gandalf, los más poderosos de todos los seres bondadosos. En cuanto una sociedad se ve azotada por el mal, por minúscula que sea su presencia, ya no es un lugar seguro, pues éste es capaz de grandes –terribles– hazañas con muy poco. Solo hay que ver cómo los grandes conflictos de la historia dan comienzo con un resquicio de mal que se abre camino poco a poco entre el frágil bien.
Una parte de Gollum quiere ser buena y lucha por imponerse, pero su corazón ha sufrido demasiado tiempo |
Si algo demuestra esta historia es que el mal no nace, sino que se crea. Ni Sauron ni Saruman fueron creados para hacer el mal: de hecho, Sauron es una de las criaturas angelicales –conocidas como Maiar– surgidas de la creación, mientras que Saruman es uno de los cinco magos –Istari– enviados por los Dioses –Valar– para ayudar a los pueblos libres de la Tierra Media a luchar contra el mal en el último acto de intromisión de éstos en el mundo mortal. Curiosamente, tan sólo Gandalf el Gris cumplió con su misión y fue por ello recompensado con la resurrección como Gandalf el Blanco. Tanto Sauron como Saruman abrazaron el mal a causa de la envidia y el miedo: envidia por no tener poder suficiente y miedo a que esto llevara a otros a tener el poder sobre ellos. Y ¿no es así como nacen los grandes villanos de la historia? ¿No se deben las terribles acciones de Hitler o Pinochet a sus ansias de poder y al miedo a que quienes consideraban inferiores se hicieran con él antes que ellos? La cumbre de cómo el mal no nace, sino que se crea, son los Orcos: estas horrendas criaturas fueron Elfos una vez, pero la mutilación los convirtió en meros instrumentos de guerra. La tristeza que contemplarlos supone para los Elfos sólo es comparable a la que siente Frodo ante Gollum, que fue un Hobbit en el pasado. Frodo, además, empatiza con él como nadie lo ha hecho antes porque es consciente de la carga que hubo de llevar: la misma que él aguanta ahora. Gollum representa el posible futuro del héroe de la película y contemplar su momento de felicidad por la mera pesca de peces en el Estanque Prohibido poco antes de ser apresado es uno de los momentos más tristes imaginables. Por una vez adivinamos lo que Gollum fue y pudo ser.
"¿Cuándo abandonó Saruman el Sabio la razón por la locura?" pregunta Gandalf a su antiguo amigo |
En El Señor de los Anillos, el mal está relacionado con la industria, el fuego y la guerra. Tanto Sauron como Saruman arrasan todo a su paso, sin mostrar piedad alguna hacia la propia tierra que pisan. La Diosa Yavanna creó a los árboles y las plantas al principio de los días, antes de que ninguna otra forma de vida poblara la Tierra, pero hubo de ver cómo, poco a poco, los nuevos habitantes, capaces de moverse y hablar, tenían máximo poder sobre sus indefensas criaturas. Por ello creó a los Ents, los pastores de árboles. Estos dedicarían sus vidas a la protección de la vegetación, a la que aman más que a nada. Sin embargo, esta especie desapareció poco a poco conforme los Hombres, los Enanos y los Orcos avanzaban por la Tierra Media sin cuidado alguno. La congoja se fue apoderando de ellos y muchos fueron quemados (su única forma de morir) o sencillamente se cansaron de hablar. Las mujeres Ents sufrieron un destino incierto y con el paso de los años la especie fue menguando hasta su desaparición. Merry y Pippin fueron de los últimos en disfrutar de la compañía de esta bella especie, que sería clave en la victoria contra Saruman, quien había arrasado sin miramientos medio bosque de Fangorn. Así, por una vez, el bosque se rebeló contra la industria, que tanto daño le hacía y sigue haciendo.
Los Ents hablan terriblemente despacio porque para ellos el tiempo tiene otro significado |
La desaparición de los Ents fue una de las últimas tristezas que afrontaron los Elfos antes de abandonar la Tierra Media para siempre en los barcos que zarpan desde los Puertos Grises. En uno de ellos, por cierto, viajarían el viejo Bilbo, primer poseedor del Anillo y el más afectado por él con la excepción de Gollum, el mago Gandalf, cuya misión en la Tierra había terminado, y Frodo, portador del Anillo, cuya herida infringida por los Nazgûl (símbolo de todo el durísimo viaje afrontado) nunca sanó del todo. Los propios Hobbits seguirían al margen de los asuntos del resto de los mortales y los Enanos se refugiarían poco a poco en las montañas hasta no quedar rastro de ellos. Orcos y demás criaturas maléficas deambularían sin rumbo hasta su muerte a causa de la caída de Sauron, al haber perdido su único sentido vital. Tan sólo los Hombres prosperaron y se expandieron por la Tierra Media a mayor velocidad de lo que ninguna otra raza lo había hecho antes. Sin embargo, deberían evitar descuidar la naturaleza y controlar su propio carácter egoísta si no querían que el mundo se les fuera de las manos de nuevo.
La sabiduría del viejo Gandalf se contrapone a la frescura del joven Pippin, que ahora ve la vida con otros ojos |
Y todo esto, os suena, ¿verdad? Los Elfos descubrieron que la inmortalidad era imposible, al menos en la Tierra Media, y la abandonaron. Los Árboles dejaron de hablar y de moverse. Los Orcos murieron, al carecer de otro sentido que la guerra. Los Hobbits y los Enanos fueron apartándose cada vez más de los asuntos de los demás pueblos hasta convertirse en leyenda. Y los propios Dioses se desentendieron de esta Tierra, que ya no albergaba a sus criaturas predilectas. Los Hombres se habían mostrado como la raza ideal para habitarla, ya que su mortalidad les evitaba alimentar el fuego del mal y sufrir en exceso. Sin embargo, el destino del mundo no es tan importante para quien sabe que no vivirá para ver su final, con lo que la belleza fue poco a poco dejada de lado en pos de una efímera prosperidad.
Sí, la Tierra Media es en realidad nuestro mundo, o, mejor dicho, una versión pasada de él. Además, la historia de El Señor de los Anillos marca un viaje exterior e interior que da comienzo en la apacible e ingenua Comarca para atravesar la dureza del amor, la pérdida y la guerra y terminar en la aceptación de los Puertos Grises, que marcan el final de esta aventura –esta vida– y el comienzo de otra. Se trata del ciclo de la vida presentado con mayor belleza que nunca.
Los Puertos Grises son la última conexión entre el mundo mortal y el inmortal: ahí termina la vida tal y como la conocemos |
Estos son los secretos de El Señor de los Anillos, que, como espero haber demostrado, esconde muchísimo más que una mera historia de aventuras. Se trata de la mitología que Tolkien añoraba en Inglaterra y que Jackson y todo su equipo tan bien han plasmado en la gran pantalla. La admiración que esta saga despierta no se debe ni a las batallas ni a la magia, sino a los pequeños momentos que desvelan todo ese profundo imaginario. En uno de ellos, el joven Frodo dice a Gandalf que desearía vivir otros tiempos menos complicados. La respuesta del Mago es reveladora: “Eso desean quienes viven estos tiempos, pero no les toca a ellos decidir. A ti corresponde decidir lo que hacer con el tiempo que te ha sido concedido”.
Toda la poesía de El Señor de los Anillos se resume en la canción final; no os vayáis sin escucharla y prestar atención a su música y su letra:
Jodo, te has hecho maratón de ESDLA para ir al cine con todo fresco?? Yo la verdad que no se si iré a ver El hobbit, me parece fatal que lo quieran sacar en 3 películas
ResponderEliminarEntiendo tu reticencia. Yo no sé qué pensar, por un lado tres partes son innecesarias para contar la historia, pero por otro tengo ganas de más y más material de la Tierra Media, así que cuanto más mejor, siempre y cuando lo hagan con el esmero que han mostrado hasta ahora.
EliminarGran artículo, muy completo, y se nota que amas la trilogía y entiendes sus moralejas y metáforas. A nosotros también nos encanta la saga, libros incluidos, y al menos una de nosotras comparte todo lo que dices en este análisis. Como decía en nuestra película de la discordia, todas las frases son míticas, y tú las enfatizas. Por cierto, no sólo Into the West resume la poesía de la trilogía, May it Be también, pues habla de la esperanza y del anhelo de volver a casa en tiempos oscuros. Muchas felicidades ;)
ResponderEliminarTienes razón en cuanto a "May it be"; también es una canción maravillosa que sin duda debería haber ganado el Oscar también en su año, pero "Into the west" me transmite tantísimo que todo lo demás palidece a su lado. Gracias por el comentario!
EliminartUn artículo muy completo e instructivo. Una mente despierta que vea la película queriendo saber más cosas o la razón de algunos acontecimientos tiene aquí una buena base en la que saciar sus dudas.
ResponderEliminarUn gran trabajo :)
Uff... hay que estudiar para aprenderse todos esos nombres!!
ResponderEliminarQué geniales los Ends.. ojalá existieran, tal vez existen... :D
Muy bonita la canción!
Muy interesante lo de "el mal no nace, sino se crea"... todavía algunos están a tiempo de cambiar.
ResponderEliminarY muy oportuno hablar de los suníes y chiíes... de algo tiene que servir el cine. Además de verlo, se pueden hacerse reflexiones, como has hecho, sobre la necesidad de aparcar las diferencias para el bien común.
Me ha gustado mucho leer tus reflexiones, sobre todo porque además ilustras lo que cuentas con el trasfondo de la mitología general del Silmarillion, que siempre me gustó todavía más que El Señor de los Anillos. Yo tal vez hubiera explicado cuando hablabas de Sauron y Gandalf que los Istari también son en última instancia Maiar. Es muy interesante lo que cuentas sobre el afán del poder, si lo unes a la codicia por tener más, no poder, sino posesión material, el cuadro se parece todavía más a lo que vivimos hoy...
ResponderEliminarCuando estamos viviendo circunstancias tan adversas que nadie era capaz de pronosticar hace cinco años, y se preparan otras cuyas consecuencias nos aterran,(deudas impagables/nuevas burbujas), es realmente loable el papel que juega el cine, allí donde fallan todos los analistas, incluida la prensa. Si sigues el último cine económico americano, compruebas que llevaba tiempo vaticinando el estallido de la burbuja inmobiliaria.
ResponderEliminarReflexiones más profundas sobre la naturaleza del poder han sido realizadas, bien de forma racional y clásica en otra trilogía, 'La Guerra de las Galaxias', o cargada de romanticismo como la que comentamos de Peter Jackson. Los fans de una y otra se definen por sus preferencias en la forma de expresar, sin dogmatismos ni cursilerías, cuestiones que tanto nos atañen, al tiempo que estas sagas cumplen otra gran misión del cine, defendida por Orson Welles: entretener, como hace el tren eléctrico con un niño. Ésto es algo que le cuesta entender a quien desprecia estas películas por la acción que conllevan en su desarrollo.
Ahora que se ha estrenado 'El Hobbit' todos estamos rescatando el recuerdo de la trilogía del neozelandés, en la medida de nuestras capacidades, y tú has hecho un gran y meritorio esfuerzo por acercar el background de esta historia a tus lectores.¡Enhorabuena!
Muchas gracias. Tienes muchísima razón en tu comentario. Yo creo que la labor de El Señor de los Anillos y Star Wars está muy infravalorada por aquellos que los ven como "mera fantasía".
EliminarRealmente impresionante, tanto éste artículo como el anterior sobre ESDLA, he de reconocer que me he emocionado leyéndolo, recordando la primera vez que entré de lleno en La Tierra Media la primera vez que leí los libros. He descubierto tu blog a través de tu comentario en Crónicas de Valhalla (donde participo yo), y la verdad es que me ha encantado, haces una labor tremenda aquí. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchísimas gracias :) Yo los hice con todo mi cariño hacia la saga y sus seguidores. Un abrazo.
EliminarGran blog y gran artículo, me he quedado sin palabras...
ResponderEliminarMuchísimas gracias :) me alegro de que te haya gustado; para mí es un artículo muy especial!
EliminarMás que un comentario, me pregunto que si ya hicieron la saga del señor de los anillos, la saga del hobbit, que es prácticamente la historia del abuelo de FRODO (Bilbo Boison).
ResponderEliminarMe pregunto ¿Qué si ahora harán la saga de la historia de ISILDUR, EL REY DE MORDOR?, Que trataría de la como se forjo el anillo de poder, el engaño que Sauron realizo en contra de los reyes que se convirtieron en espectros, y de las batallas que se libraron para vencer a Sauron, para así completar toda la historia, de principio a fin, siendo esta última saga el inicio de todo, la saga del Hobbit la parte intermedia, y la saga del señor de los anillos el desenlace de toda la historia... y así cerrarían el circulo....