09 diciembre 2012

La historia de El Señor de los Anillos


Frodo y Sam dejan atrás la campechana Comarca,
tal y como el propio Tolkien lo hizo en su día
El próximo viernes llega a España y EE.UU. el estreno más esperado de la década (incluso, me atrevería a decir, de la historia). Se trata, por supuesto, de El hobbit, adaptación de la famosa novela de J. R. R. Tolkien. Pero, mientras esperamos con indescriptible impaciencia, he decidido dedicar esta semana a la saga que precede a esta película (según estreno, no cronología de la historia), una de las grandes maravillas de la historia del cine: El Señor de los Anillos. El artículo de hoy está dedicado a su creación como obra cinematográfica, mientras que el próximo jueves me dispondré a profundizar en los mensajes de tan completa historia.

En concordancia con las novelas que adapta, El Señor de los Anillos consta de tres films –La comunidad del anillo (2001), Las dos torres (2002) y El retorno del rey (2003)–, pero la mayoría las consideran como una unidad irrompible debido a la continuidad cronológica y, sobre todo, al hecho de que fueran rodadas a la vez con el mismo equipo. Pero empecemos por el principio.

Ilustración de Alan Lee de los Puertos Grises
J. R. R. Tolkien escribió El Señor de los Anillos por petición de Stanley Unwin, presidente de la editorial londinense George Allen & Unwin, quien había publicado El hobbit (1932) después de que éste llegara a él pasando de mano en mano. Tolkien había concebido toda una mitología fantástica para Inglaterra para suplir la falta de una mitología británica y tenía en la cabeza millones de ideas –algunas de las cuales serían tiempo después publicadas de forma póstuma en El Silmarillion–, pero nunca había esperado que su imaginación se convirtiera en más que eso. Animado por Unwin, Tolkien dedicó diez años de su vida a escribir la obra que le convertiría en el padre de la fantasía y, aunque en principio pensó en escribir una nueva historia para niños del estilo de El hobbit, el impacto que vivir dos Guerras Mundiales había tenido en él terminó embarcándole en un nuevo camino mucho más intrincado y especial que el primero. El resultado fueron tres novelas (o una, según se mire), publicadas entre 1954 y 1955, que desarrollaban el misterio del Anillo Único introducido en El hobbit y conformarían la saga más popular de la historia de la literatura.

Ilustración de John Howe de la Torre Oscura y el Nazgûl
La historia era simple a primera vista pero contaba con todo tipo de elementos que le daban gran profundidad: varios anillos de poder fueron forjados en el pasado con buenas intenciones, pero un Anillo Único con inmenso poder fue creado por el malvado Sauron para dominar a las demás razas de la Tierra Media. Años después, la historia se ha convertido en leyenda, pero el anillo reaparece y su destrucción es imprescindible. Para sorpresa, la misión cae en el pequeño Frodo, perteneciente a la raza más insignificante y campechana que existe: los hobbits. No obstante, para ello recibirá la ayuda de hombres, elfos, enanos y magos que lucharán junto a él contra el creciente mal. ¿Simple, no? Pues es mucho más que esto, pero tendréis que esperar al jueves para saber porqué.

Peter Jackson dirige a Sean Astin en
la mejor interpretación de su carrera
La Tierra Media era distinta en la mente de cada lector y la idea de trasladarla a la gran pantalla parecía imposible. Quizá por eso Tolkien se preocupó poco de los derechos cinematográficos. Éstos fueron adquiridos por Saul Zaentz, productor de las oscarizadas Alguien voló sobre el nido del cuco (Forman, 1975), Amadeus (Forman, 1984) y El paciente inglés (Mighella, 1996), quien los utilizó para crear una nada trascendental adaptación animada de la historia denominada El Señor de los Anillos (Bakshi, 1978) pese a tan solo contar (si es que a eso se le puede llamar “contar”) la historia de las dos primeras novelas. La saga animada fue completada con la todavía más mediocre El retorno del rey (Bass y Rankin Jr., 1980), de los mismos creadores que la simplona El hobbit (1977). Durante años, estas fueron las únicas versiones cinematográficas de tan maravillosa historia, pero por suerte alguien decidió poner remedio a esto.

Bocetos de vestuario para Legolas,
Arwen, Théoden y Éowyn
Peter Jackson y su esposa Fran Walsh habían leído las novelas cuando eran niños y, tras alcanzar el éxito como guionista y director respectivamente de la brillante Criaturas celestiales (1994), decidieron averiguar el paradero de los derechos y hacer realidad su sueño. Jackson habló con Zaentz, quien se encontraba trabajando en El paciente inglés con Miramax y llegó a un acuerdo con esta productora para llevar las novelas a la pantalla. Miramax propuso la producción de dos películas, pero terminó afirmando que lo mejor era crear un solo film. La idea no gustó nada a Jackson, pero, por suerte para él y para los lectores de todo el mundo, New Line Cinema se ofreció valientemente para respaldar la producción de la trilogía.

Lothlórien sirve de reposo a los protagonistas y
también a los espectadores; un momento de paz
Desde entonces, todo funcionó como Jackson había soñado, aunque, por supuesto, no fue nada fácil. Crear la Tierra Media no iba a ser sencillo y lo primero era decidir cómo iba a hacerse. Muchos artistas de prestigio habían dedicado gran parte de su obra a las historias de Tolkien y, entre ellos, por su belleza y originalidad, Alan Lee y John Howe fueron escogidos para adaptar sus dibujos a la gran pantalla. Al elegir a estos apreciados dibujantes, los productores demostraron su preocupación por contentar a los escépticos lectores de las novelas. Mientras tanto, Jackson y Walsh se pusieron a trabajar en el guión e invitaron a Philippa Boyens a embarcarse en la aventura con ellos. Los tres dedicaron muchos meses a leer y releer los libros para elaborar el guión más fiel posible a la obra original e incluso al lenguaje poético de Tolkien: “Dábamos por sentado que tendríamos que simplificar el lenguaje, porque así lo exigía una película moderna. No obstante, cada vez que hacíamos un nuevo borrador, nos adentrábamos más en el lenguaje de Tolkien, porque es hermoso y evocativo y, en boca de un buen actor, cobra una nueva vida, fresca y conmovedora”, dijo Jackson.

Legolas protagoniza algunos de los momentos más
emocionantes de la saga; en la novela era más filosófico
No obstante, hubo algunos cambios representativos que no gustaron a todos por igual, especialmente concernientes a los elfos. La obra de Tolkien es muy nostálgica a este respecto y presenta a esta bella raza en un momento de declive en el que la belleza del mundo ya no es primordial y ellos lloran los cambios. Jackson, consciente del atractivo de esta especie, decidió darles más fuerza y protagonismo. En los libros, ni Legolas es tan atlético, ni Arwen tan valiente. De hecho, ésta apenas sale, siendo todas sus escenas del film obtenidas de los apéndices o directamente inventadas (incluso se planteó que luchara en el Abismo de Helm, pero esto fue finalmente descartado). Tampoco tienen Elrond y Galadriel tanto protagonismo, pero sin duda el principal cambio fue la colaboración de 200 elfos con los hombres en la batalla del Abismo de Helm, con la que Jackson quiso rendir tributo a la antigua alianza entre ambas razas y demostrar un gran acto de generosidad por parte de ellos, que, pudiendo desentenderse del mundo y disfrutar para siempre de su inmortalidad, deciden ayudar a su amada tierra una última vez. Quien no entienda nada de toda esta poesía, que espere al jueves.

Para lograr los tamaños adecuados para esta 
escena, se grabó a los hobbits y el enano por un 
lado y al resto por otro y se les unió digitalmente
Por lo demás, algunos personajes, como Tom Bombadil y su esposa Baya de Oro, Glorfindel o los hijos de Elrond, desaparecieron por necesidad de acortar la historia y otros sufrieron ligeros cambios de personalidad. Uno de los cambios más criticados es el concerniente al personaje de Faramir, quien en el libro es pura bondad y en la película se vuelve más humano y afectado por el Anillo. Jackson lo tenía claro: después de ver a todos sufrir tanto por una simple joya, no podía aparecer un montaraz e ignorar su poder por completo. Además, la mayoría de los personajes ha sido rejuvenecida para tener un mayor atractivo, siendo el caso del protagonista el más representativo, pues el Frodo de Tolkien tiene 50 años. Una de las principales decisiones sobre el guión fue la de enlazar las historias de los protagonistas, ya que los libros separan la historia de Frodo y Sam de la del resto, algo que no funcionaría en la gran pantalla. Pese a todo, la esencia del autor inglés siempre fue primordial y ningún cambio era completamente infiel al material original.

En la novela, no es Arwen la que rescata a Frodo, sino
Glorfindel. Jackson quiso darle más protagonismo
Pero los dibujos y las palabras debían trasladarse a la realidad y para ello se contó con los mejores profesionales en vestuario, maquillaje y dirección artística, muchos de ellos pertenecientes a Nueva Zelanda, tierra natal del director donde se rodaría la trilogía. Además, las características del proyecto hacían imprescindible la colaboración de un encargado de efectos especiales mecánicos. Se contó con la maravillosa empresa neozelandesa Weta Workshop, que llevó a cabo un trabajo sin precedentes en la creación de armaduras, armamento (forjado en Toledo), prótesis (desde los pies de los hobbits hasta las orejas de los elfos, pasando por los desfigurados rostros de los orcos), criaturas (trolls, bestias aladas, huargos…) y miniaturas. Éstas últimas eran imprescindibles para algunas escenas, ya que la creación de gigantescas torres de piedra era (obviamente) inviable. Así, la mayoría de los edificios majestuosos que observamos en la trilogía son en realidad miniaturas (o maxituras, ya que algunas contaban con varios metros de altura).

Este bello plano se consigue con una miniatura y 
un bello fondo insertado con pantalla azul
No obstante, también hay emplazamientos reales que otorgan credibilidad a la película. En general, se contaba con miniaturas de los edificios emblemáticos completos, como la tenebrosa Barad-dûr o la impresionante Minis Tirith, para rodar los planos generales y con escenarios auténticos de partes de éstas para rodar las escenas con los actores. No obstante, localizaciones como la alegre comarca de los hobbits o la bella ciudad de Édoras fueron creadas desde cero en las explanadas desiertas de Nueva Zelanda y permitieron a unos pocos afortunados sentirse dentro de la propia Tierra Media.

Andy Serkis se convirtió en Gollum digitalmente
gracias a la captura de movimiento
Pero los que realmente se sintieron dentro de ella fueron los afortunados miembros del reparto. Al contar con un material tan atractivo para el público, los productores pudieron permitirse carecer de estrellas, lo que se materializó en uno de los repartos más perfectos de la historia, al ser cada miembro escogido tan sólo por su adecuación al papel. Para el protagonista, Frodo, se contó con la estrella infantil Elijah Wood, pero en general el reparto era poco conocido. Así, los británicos Dominic Monaghan, Billy Boid, Orlando Bloom y Sean Bean se convertían en Merry, Pippin, Legolas (pese a presentarse a las pruebas de Faramir) y Boromir, respectivamente, y los estadounidenses Sean Astin y Brad Dourif hacían lo propio con el leal Sam y el desagradable Grima. La nacionalidad del film permitió a los australianos David Wenham (Faramir), Miranda Otto (Éowyn) y John Noble (Denethor) unirse el proyecto, que tan solo contó con un actor neozelandés: Karl Urban (Éomer). Todos ellos obtendrían la fama gracias a estos papeles.

David Wenham se convirtió en Faramir, uno de los
personajes más cambiados por el guión
Sin embargo, también se contó con algunos actores británicos de prestigio internacional como Ian McKellen (Dioses y monstruos), quien pidió ideas sobre Gandalf a los fans para convertirse en la mejor versión de él posible, Ian Holm (Carros de fuego) como Bilbo, Bernard Hill (Titanic) como el rey Théoden, John Rhys-Davies (En busca del arca perdida), quien se presentó para el personaje de Denethor y fue elegido para el de Gimli pese a sus casi dos metros de altura, y un emocionado fan de la saga, Christopher Lee (Dracula): “Cuando leí El Señor de los Anillos por primera vez pensé: ¿No sería maravilloso hacer una película con esta historia? Deseché la idea por considerarla imposible. Cuando, años después, Peter me dijo que me quería como Saruman pensé que era un sueño hecho realidad”.

Para los planos generales de Rivendel 
se mezclaron ilustraciones con miniaturas
Las bellas Cate Blanchett (Elizabeth) y Liv Tyler (Armageddon) debieron esconder sus acentos australiano y estadounidense respectivamente y aportaron el glamur al proyecto convirtiéndose en las elfas Galadriel y Arwen. La mayoría británico-australiana se ve completada con Hugo Weaving (Matrix) quien, precisamente, tiene ambas nacionalidades: “Después de aceptar el papel de Elrond me di cuenta de lo mucho que tenía que preparar el personaje: por un lado, había que interpretar a alguien que es inmortal; además es noble, sabio, poderoso… ¡y hermoso! Empecé a pensar que era completamente imposible”. Y luego estaba el inglés Andy Sergis, que se convertiría digitalmente en Gollum. Tan sólo había un actor con el que el director no estaba contento: Stuart Townsend iba a encarnar a Aragorn, un personaje vital de la saga, pero varios incidentes llevaron a descartarlo un día antes de empezar el rodaje. Fue así cómo Viggo Mortensen recibió la llamada que cambió su vida.

La historia de Aragorn y Arwen no aparece en la trilogía
y fue obtenida de los apéndices para aportar romance
El rodaje dio comienzo y no terminaría hasta 438 días después –todos los actores utilizarían pelucas para evitar fallos de raccord–, tiempo durante el cual Jackson apenas durmió cuatro horas diarias y varios de los actores sufrieron lesiones (Bloom se fracturó una rodilla al caer del caballo, Astin se clavo un enorme cristal en el pie en la escena final del primer film y Mortensen se rompió los dedos del pie al dar una patada a un casco… pero siguió interpretando la escena como si nada y ésta se quedó en la película). Algunas escenas fueron especialmente duras, destacando la del “Abismo de Helm/Hell”, rodada de noche y bajo la lluvia con miles de extras, o la emotiva despedida final de Frodo, que hubo de grabarse tres veces por fallos de raccord y enfoque. Fue un duro esfuerzo para todos, pues las jornadas empezaban muy pronto para aplicar prótesis y maquillaje y a menudo terminaban ya caído el sol, pero el ambiente de trabajo era muy positivo y todos sentían en su interior que estaban creando algo muy especial. Además, siempre había motivos para mostrar una sonrisa, bien fuera viendo a Galadriel paseándose por Lothlórien con botas de montaña para evitar congelarse, bien planteándose cómo guardar el original sombrero de Gandalf… hasta que una papelera llena de papel pareció la mejor opción. Son tantas las anécdotas del rodaje que debo recomendar encarecidamente el visionado de los extras contenidos en las versiones originales de la saga.

Boyens, Jackson y Walsh con sus merecidos Oscar.
Marido y mujer obtuvieron 3 cada uno
Para obtener un mayor realismo, se prefirió recurrir a actores de carne y hueso antes de limitarse a crear extras de forma digital. Generalmente, se contaba con varios cientos de extras que se convertían en millones digitalmente. En total, se contó con más de 20.000, algunos de los cuales se convirtieron en colaboradores asiduos e interpretaron prácticamente a todas las razas (algunos tuvieron que escuchar que no eran lo suficientemente altos y delgados para ser elfos). También se contó con cientos de caballos con los que el equipo se encariñó muchísimo. Mortensen, quien sorprendentemente se convirtió en el actor más implicado de todo el reparto, llegó a dormir con el suyo para que se acostumbrara a él.

Mortensen aceptó el papel convencido por su hijo.
Después, se convirtió en el actor más implicado.
Todo esto era grabado por la cámara del gran Andrew Lesnie, director de fotografía de las tres películas, quien logró aplicar la esencia de Tolkien a todas las imágenes, llenas de belleza, nostalgia y, sobre todo, magia. Éste trabajó mano a mano con más de 260 artistas de efectos visuales, la mayoría de Weta Workshop, que crearon unos 3420 efectos para la trilogía. Los efectos iban de lo más básico (colocar a Gandalf delante de la cámara y a Frodo más atrás, uno enfrente del otro, para que el primero aparente ser más grande que el segundo) a lo más elaborado (mezcla de chroma, animación digital de criaturas, duplicación de extras, etc. para la batalla final). Aunque la imagen no sería nada sin la maravillosa banda sonora de Howard Shore, que compuso una pieza distinta para cada localización, personaje y situación, todas ellas cargadas de sentimiento y fuerza. Además, cada película cuenta con su propia canción: "May it be", "Gollum´s song" e "Into the west", interpretadas por Enya, Emiliana Torrini y Annie Lennox respectivamente. Cada una de ellas aporta la guinda final, aunque es la maravillosa Into de west la que resumen el carácter nostálgico de la trilogía.
  
Los Mûmakil son un simple ejemplo de las decenas
de criaturas creadas por Weta Workshop
Ante esto, a nadie sorprende que las tres películas obtuvieran el Oscar a mejores visuales, ni que todas ellas fueran nominadas en los apartados de maquillaje, dirección artística, sonido, montaje y, por supuesto, película. De hecho, las películas se merecían mucho más, sobre todo La comunidad del anillo, que tan sólo se hizo con cuatro Oscar (maquillaje, banda sonora, efectos visuales y fotografía) de un total de 13 nominaciones. Las dos torres se conformó con los galardones de efectos visuales y sonoros, pero con El retorno del rey la Academia entró en razón y quiso reconocer el trabajo de la trilogía completa galardonando al film con 11 Oscars (película, director, guión adaptado, dirección artística, montaje, banda sonora, sonido, vestuario, maquillaje, canción y efectos visuales), los máximos concedidos hasta el momento, que deberían haber sido 13 de haber estado nominada en los apartados de fotografía y efectos sonoros. Aunque quizá la mayor injusticia venga del tratamiento al reparto: tan solo McKellen fue nominado por su papel en la primera película, quedando así el brillante trabajo de Mortensen y Astin ignorado. Sin duda la culpa de esto lo tiene el hecho de que, entre tantas interpretaciones a escoger, era difícil quedarse con una. Al menos, la tercera película obtuvo el premio a mejor reparto del gremio de actores. La mayoría de asociaciones premiaron a la trilogía en las categorías técnicas, pero para muchos críticos pasó desapercibido el hecho de que los efectos, el vestuario y el maquillaje no tendrían valor alguno si no envolvieran una historia tan intrigante, emotiva y trascendental.

La sorpresa del renacimiento de Gandalf fue un
secreto a voces por la publicidad y los carteles
De todos los premios que obtuvo El retorno del rey hubo una especialmente deseado y celebrado por todo el equipo: el Oscar a mejor director para Peter Jackson. Ellos sabían que tenían una obra maestra entre manos y el máximo responsable era ese pequeño gran hombre neozelandés, quien había sido capaz de crear un ambiente de trabajo muy agradable sin dejar nunca de lado la profesionalidad: “Intento ser un buen general, porque un mal general nunca sacará lo mejor de la gente (…) ¿Mi estrategia? Intentar asegurarme que no hay demasiada tensión en el aire y de que si la gente se lía nadie les eche la bronca, porque en algo de esta convergencia siempre tiene que haber errores (…) Todos los miembros del equipo tienen que sentirse inspirados para dar lo mejor de sí (…) No quiero que hagan el mejor trabajo de su carrera en su siguiente película, quiero que lo hagan aquí y ahora”, dice Jackson.

Al pasar bajo las Argonath, sentimos la misma emoción
que los protagonistas; ya formamos parte de la aventura



El resultado fueron tres películas llenas de momentos asombrosos. En La comunidad del anillo vemos a un grupo de héroes dar comienzo a una aventura inolvidable a través de la Tierra Media; junto a ellos asistimos a la alegre Comarca, el intranquilo Bree, el apacible Rivendel, la oscura Moria, el nostálgico Lothlórien y el místico río Anduin con sus impresionantes Argonath y la maravilla y la desolación nunca dejan de entrelazarse. En Las dos torres asistimos a la triste separación de la compañía y vemos crecer a los personajes; además, nos adentramos en el decaído reino de los hombres de Rohan y en sorprendente bosque de Fangorn con sus árboles parlantes y asistimos a la primera batalla contra el poder oscuro: "El sol se alza rojo, se ha vertido sangre esta noche", dice Legolas. En El retorno del rey, la emoción nos atrapa, desde las almenaras ardiendo hasta el último acto de esperanza frente a la Puerta Negra de Mordor, donde Aragorn pronuncia su memorable discurso: "Pudiera llegar el día en que el valor de los hombres decayera, pero hoy no es ese día". Mientras tanto, Arwen toma la decisión más dura de su vida, Éowyn entra en batalla, Sam saca toda su fuerza y Frodo se enfrenta a su prueba definitiva. "El tablero está dispuesto, las piezas ya se mueven", dice Gandalf. Aunque lo más duro será la despedida, tanto para los protagonistas como para nosotros, que hemos aprendido a amar la Tierra Media y debemos contemplar a algunos de nuestros héroes partir en barco hacia al oeste, más allá del mundo conocido.

La bella Édoras fue construida por completo en Nueva 
Zelanda, donde se hallaron todo tipo de localizaciones
El equipo de El Señor de los Anillos logró lo imposible: adaptar una novela aparentemente inadaptable contentando a los fans de ésta (la mayoría, por lo menos) y atrayendo a los que nunca la habían leído e, incluso, con el beneplácito de la crítica y los cinéfilos. Jackson, Walsh, Lesnie, Howard, McKellen y un larguísimo etcétera que realmente lamento no poder mencionar nos regalaron una obra de fantasía sin precedentes en la que la gran calidad técnica nunca se puso por delante de la historia o, más bien, de los personajes –cubiertos de maquillaje y efectos, pero profundamente humanos– que forman parte de ella.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras


8 comentarios:

  1. Un artículo fabuloso que ayuda a comprender mejor una de las mejores sagas cinematográficas de la historia, no sé si podré esperar hasta el jueves para seguir leyendo!!

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  2. Concuerdo con Dani, un artículo espectacular, al igual que las películas. Ya me han entrado ganas de ver la versión extendida, espero que me las dejes a mi vuelta :)
    Ojalá algún día nos podamos ver envueltos en algo tan grande como esto. No sé qué más decir, simplemente que me encantó :D

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  3. Muy buen artículo también el tuyo Juan, muy exhaustivo. Enhorabuena!

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  4. Muy buen post, desprende emoción y afecta por una saga única y maravillosa como es ésta. A mí me sigue pareciendo increíble todo el titánico proceso que les llevó a rodar estas películas por las que siempre estaré agradecido a Jackson y compañía.

    ¡Saludos!

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  5. ¡Impresionante artículo! ¡Muchas felicidades, de verdad! Las dos redactoras del blog son unas auténticas fans de la saga y, aunque algunas anécdotas ya las sabíamos, ¡ha sido genial leer toda la evolución del proyecto!

    ¡Saludos!

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  6. Buenísimo este post, creo que en realidad es cierto que La Tierra Media era diferente para todos en nuestra mente, pero la verdad Jackson hizo un trabajo genial, yo vi en hbo go las películas y donde en verdad me sorprendí fue en Las Dos Torres con los Ents y su bosque, es increíble porque me imaginaba igualito todo.

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  7. Muchas gracias a todos por dedicar un momento a comentar el artículo. Para mí es muy especial, al igual que todo lo que concierte a esta maravillosa saga.

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  8. Que bueno es haber descubierto tu blog,
    Te puedo decir que me emocioné leyendo tu artículo. Amo la obra de Tolkien desde que leí el Hobbit a los 16 años. Y Jackson nos hizo el sueño realidad al llevar a la pantalla esta saga con semejante calidad.
    A mi lo que me dolió en el alma es el cambio radical que le hicieron a Faramir (que es de mis favoritos del libro), su sabiduría sobrehumana, que como dice Sam, le recuerda a Gandalf. Y todos los acontecimientos de las casas de curación, donde es el primero en reconocer a Aragorn como Rey, y que no relatan como se enamoran con Eowyn en mayor detalle (que muchos consideramos como la historia más romántica del libro). Lo de excluir del film a Saruman el multicolor, los tumularios, Tom Bombadil y que Aragorn y Eomer fueran salvados por Gimli en la batalla de Abismo de Helm (en realidad casi todo lo que ocurre ahí lo cambiaron u.u) lo superé con esfuerzo pero lo de Faramir no.
    Gracias por el momento de nostalgia, me dieron ganas de leer ESDLA otra vez.

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