13 febrero 2022

Premios Goya 2022: la ¿gran, en serio? noche del cine español

Siempre defiendo a la Academia de Cine y sus Premios Goya; al menos lo intento (véase mi comentario de las nominaciones). Pero la gala de su 36ª edición no ha tenido ritmo, ni un solo gag memorable (¿acaso hemos desterrado el humor para siempre?, ¿y entonces por qué gana lo que gana?), ni apenas chicha en los eternos discursos. Para colmo, el palmarés resultante es perezoso, antepone la cantidad a la calidad y en absoluto refleja la variedad de nuestro cine.

Javier Bardem y Blanca Portillo, mejor actor y mejor actriz

Tal y como cabía esperar, la muy divertida pero problemática (sí, cae en los mismos problemas que denuncia) El buen patrón, que partía de ¡veinte nominaciones!, fue la gran vencedora de la noche, con seis entorchados: película, dirección, guion original (los tres para Fernando León de Aranoa, que suma la friolera de nueve cabezones mientras muchos maestros siguen a cero), actor (el sexto Goya interpretativo para el gran Javier Bardem, quien bate así su propio récord), montaje (quizá el más merecido, para Vanessa L. Marimbert) y música (Zeltia Montes, quien, a pesar de estar más nerviosa de lo que nadie ha estado nunca en la historia de la humanidad, ofreció uno de los pocos discursos bien hilados de la velada, empezando por el clásico agradecimiento a los padres que le permitieron estar donde está, el cual por una vez sonaba sincero; siguiendo por la denuncia de la situación de los compositores españoles, a los que se exigen partituras al nivel de Hollywood con medios infinitamente inferiores, y concluyendo con una dedicatoria a las compositoras, tradicionalmente muy maltratadas).

Zeltia Montes, mejor música original

La emotiva y sanadora pero formalmente plana Maixabel de Icíar Bollaín, que básicamente estaba nominada a todo lo factible y un poco más (dicen por ahí que los espectacularmente punteros efectos especiales de El buen patrón se le adelantaron a última hora), tuvo entretanto que conformarse con ver reconocidos a sus maravillosos intérpretes: Blanca Portillo (nominada por cuarta vez y sorprendentemente nunca antes premiada), Urko Olazabal (que dedicó el entorchado secundario con suma humildad a sus alumnos, alumnas y alumnes de interpretación y debería tener mucho más trabajo en pantalla grande a partir de ahora) y María Cerezuela (que solo por su desgarrador grito en la playa ya sería la mejor de la categoría revelación, en la que, eso sí, faltaba incomprensiblemente Tamara Casellas por Ama).

Urko Olazabal, mejor actor de reparto

A pesar de que las nominaciones le dieron un buen palo al negarle categorías aparentemente obvias como montaje y sonido, el bienintencionado Mediterráneo de Marcel Barrena consiguió tantas victorias como Maixabel: dirección de producción (el trabajo de Albert Espel y Kostas Seakianakis es impresionante, sí, lástima que el guion no acompañe), canción ("Te espera el mar", de María José Llergo, es bellísima tanto por melodía como por mensaje) y fotografía (bien por Kiko de la Rica, cuya labor tiene mucho mérito, pero vaya robo a Gris Jordana por Libertad, que podría haber sido la segunda mujer en ganar en la muy heterogénea y sin embargo muy masculina categoría). Rompiendo quinielas, perdió los efectos especiales frente a Pau Costa y Laura Pedro por el nada sorprendente thriller de atracos Way Down, con el que Jaume Balagueró pretendía beber del éxito de La casa de papel.

María José Llergo, mejor canción original

Sin estar presente en ninguna categoría principal, Las leyes de la frontera superó a Maixabel y Mediterráneo en triunfos, convirtiendo cinco de sus seis nominaciones en oro gracias a la falta de alternativas y la suma holgazanería de los votantes. Ametrallar la novela de Javier Cercas valió el Goya a mejor guion adaptado a Jorge Guerricaechevarría y Daniel Monzón (también director pero afortunadamente no nominado como tal esta vez). Asimismo, Balter Gallart, Vinyet Escobar y el equipo formado por Sarai Rodríguez, Benjamín Pérez y Nacho Díaz vencieron respectivamente en las categorías de dirección artística, diseño de vestuario y maquillaje y peluquería por un bonito trabajo a lo cartón piedra que hunde por completo la credibilidad del filme (bueno, lo que quedaba de ella). Finalmente, el correcto Chechu Salgado se alzó como mejor actor revelación gracias a la escasa competencia (y a que el contrincante más destacable, Jorge Motos, que por cierto demostró en la alfombra roja que los hombres pueden arriesgar estéticamente sin hacer el ridículo, estaba en una pequeña cinta que nadie se había molestado en ver: Lucas).

Nora Navas, mejor actriz de reparto

Mientras películas rematadamente mediocres coleccionaban premios, las dos mejores de la noche (recordemos que el Espíritu sagrado de Chema García Ibarra, el Destello bravío de Ainhoa Rodríguez y los Sedimentos de Adrián Silvestre no optaban a nada) celebraban migajas. Así, el magnífico documental Quién lo impide, oda a la adolescencia (sí, por una vez con adolescentes de verdad), por fin valió el Goya a Jonás Trueba, con quien la Academia nunca ha conectado demasiado, y la muy sutil Libertad dio el quinto triunfo femenino consecutivo de la categoría de dirección novel a la brillante Clara Roquet (que reconoció en su acertado discurso haber tenido la posibilidad de hacer su película y ganar un Goya a cambio cuando mucha gente no puede sencillamente por motivos económicos) y a la siempre carismática Nora Navas (responsable, por cierto, de entregar el Goya de Honor a José Sacristán, que lo recogió con la elegancia suprema que faltó a tantos otros) su segundo cabezón, tiempo después del primero (por Pa negre, claro). Este último, aunque muy merecido, quizá sea el más controvertido de la noche al dejar así sin nada a las Madres paralelas de Almodóvar, que parecían tener en la nunca antes siquiera nominada Aitana Sánchez-Gijón (el único elemento del filme que ha gustado a todo el mundo) su mayor baza para evitar irse de vacío.

José Sacristán, Goya de Honor

Pedro Almodóvar tampoco ganó nada con Los amantes pasajeros, La mala educación, La flor de mi secreto, Tacones lejanos, ¡Átame!, La ley del deseo y Matador, pero recordemos que su filmografía suma 33 Goyas, a repartir entre Dolor y gloria (7), Julieta (1), La piel que habito (4), Los abrazos rotos (1), Volver (5), Hable con ella (1), Todo sobre mi madre (7), Carne trémula (1), Kika (1) y Mujeres al borde de un ataque de nervios (5). Vamos, que eso de que en España no lo valoramos es injusto y sencillamente mentira. Tampoco es cierto que Madres paralelas haya tenido poco éxito por culpa de abordar la memoria histórica o el lesbianismo, como se ha insinuado: el problema es la torpeza con que lo hace. Y es que el maestro lleva tiempo necesitando que alguien ose darle consejos. Que la inteligentísima Cate Blanchett protagonice y produzca su Manual para mujeres de la limpieza es por tanto la mejor noticia imaginable.

Cate Blanchett, Penélope Cruz y Pedro Almodóvar

La siempre enigmática actriz australiana, que hasta ahora no estaba en absoluto conectada con nuestro cine, al menos a nivel profesional (en lo personal aseguró ser gran fan, pero qué iba a decir), recogió anoche el primer Goya Internacional de la historia, un premio creado únicamente para atraer estrellas al evento pero organizado desde la desgana: aparte de que, con Almodóvar en el escenario, todo parecía más bien la promoción de su próximo largo, no hubo siquiera un vídeo de introducción en homenaje, solo una imagen digna de un anuncio de colonia. Y encima el manchego tuvo que pedir nada sutilmente al público que se levantara en muestra de respeto (sobra decir que ya era tarde). Imaginar a la estrella soportando ojiplática el esperpéntico número musical con el que Jedet, Bebe y Cristina Castaño abrieron la gala es divertido, eso sí.

Número musical inicial

Volviendo al soso palmarés, la nota discordante la puso el Tres de Juanjo Giménez, por el que Daniel Fontrodona, Oriol Tarragó, Marc Bech y Marc Orts se alzaron merecidamente con el Goya a mejor sonido. Asimismo, Chile venció por quinta vez en la categoría iberoamericana con La cordillera de los sueños del gran Patricio Guzmán, primer documental que lo logra, y la sobrevalorada (qué término tan feo y pedante, pero es que esta vez es necesario) Otra ronda recogió de la nada inspirada categoría europea su enésimo reconocimiento (en serio, ¿para qué lo quiere Thomas Vinterberg si ya tiene el EFA, el BAFTA y el Oscar?). Valentina dio a Chelo Rodríguez un Goya bastante fácil pero al menos no regalado como el año pasado, así como la posibilidad de soltar un discurso sobre las personas con síndrome de Down que se antojó tan importante como eterno (si no duró tanto como todos los demás juntos, lo pareció).

Verónica Echegui y el equipo de Tótem Loba

Finalmente, los cortos reconocidos fueron los interesantes The Monkey, de Xosé Manuel Zapata Pérez y Lorenzo Degl' Innocenti; Mama, de Pablo de la Chica, y Tótem Loba, de Verónica Echegui, actriz que de algún modo se desquitaba así del Goya que le arrebataron por enésima vez el año pasado por Explota explota. ¿Deben las estrellas triunfar también en las pocas categorías que se antojan al alcance de los simples mortales? Probablemente no, pero bravo por Echegui al dirigirse directamente a Pedro Sánchez y pedirle que se reúna con ella para hablar de la violencia machista. El presidente, por cierto, había reconocido un rato antes en la alfombra roja no haber visto más que Maixabel y Mediterráneo, dejando claro de paso que ni siquiera se sabía los títulos del resto. Tanto chuletón es lo que tiene.

Clara Roquet, mejor dirección novel

Y eso es todo. Lamento el exceso de pullas, pero es que realmente las cosas pueden hacerse bien (véase el año pasado) y en esta ocasión no ha sido el caso. Nuestro cine, rico y variado, merece algo mejor. Lo más bonito de la noche, aparte del doble triunfo de esperanzadora Libertad y la infravalorada profesionalidad periodística de Carlos del Amor, es la luz que irradiaba Penélope Cruz. Nuestra estrella más querida internacionalmente (sí, más incluso que su marido, que por cierto debe ensayar su defensa del icónico personaje cubano que encarna en Ser los Ricardo si no quiere que lo cancelen). Talentosísima y sin embargo tal humilde como cuando empezó, ella representa lo mejor de nuestra industria cinematográfica y es un motivo imperecedero de orgullo patrio. Todo lo contrario que estos Goya.

1 comentario:

  1. Excelente! Con las naturales y pequeñas diferencias. Es un gusto leerte!

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