12 agosto 2016

Nerve: ¿eres jugador u observador?

Desde que debutaran extraordinariamente con Catfish (2010), un falso —¿o no?— documental casero sobre un joven neoyorkino que viaja a Michigan a ver a una chica que ha conocido por Facebook que fue vendido como “historia real”, Henry Joost y Ariel Schulman han estado ocupados con una de las sagas de terror más populares de los últimos años, para la que han confeccionado las irregulares Paranormal Activity 3 (2011) y Paranormal Activity 4 (2012). Seis años más tarde, han regresado por fin al terreno que mejor controlan: la reflexión sobre la era de internet. Lo han hecho con Nerve (2016), un thriller bastante más comercial que su ópera prima dispuesto a conquistar los corazones adolescentes con su trepidante ritmo, posmoderna estética y encantador reparto. 

Dave Franco y Emma Roberts en Nerve (2016)
Dave Franco y Emma Roberts ofrecen romanticismo
entre el ritmo trepidante y la crítica social
El corazón de Nerve, basada en la novela homónima de Jeanne Ryan, no es otro que el ficticio juego online homónimo en el que los “jugadores” deben atreverse constantemente a realizar las pruebas exigidas por la comunidad anónima de “observadores”. Por tanto, el juego exige a cada uno tomar la decisión de lanzarse a la acción o limitarse a mirar. Y, claro, siendo un adolescente inseguro, como es el caso de la protagonista, lanzarse a la piscina puede ser la forma de dar un giro radical a una vida con la que no está conforme. ¿Acaso no es la adolescencia el momento de dejarse llevar y hacer locuras? Quizá sí, quizá no; y es que la cinta no termina de posicionarse entre la celebración y la crítica: ¿dónde está la línea entre el riesgo cargado de adrenalina y la mera temeridad?, ¿entre aprovechar las delicias de estar vivo y exponerse tontamente a dejar de estarlo? Bueno, siendo justos, no siempre está claro.

Cartel de Nerve (2016)
Y tú, ¿eres jugador u observador?
Donde sí se posiciona claramente la cinta es en la crítica a una “sociedad de observadores” que es constantemente cómplice, no ya de crímenes (que a veces también), sino de todo tipo de malas artes ajenas de las que nos volvemos rápidamente cómplices. ¿Acaso no hemos observado todos alguna vez, por poner un ejemplo, fotos íntimas de estrellas tomadas contra su voluntad a sabiendas de que detestaríamos que se nos hiciera lo mismo? ¿Acaso no están los medios de comunicación plagados de imágenes y vídeos que no deberíamos mirar y sin embargo deseamos mirar a toda costa? Pues bien, es precisamente nuestro deseo voyerista lo que lleva a esas imágenes y vídeos a existir. Siendo observadores, somos, no ya cómplices, sino culpables de que el mundo sea como es.

Sobra decir que Nerve se queda corta a la hora de reflexionar sobre todo esto, limitándose a presentar un sencillo producto comercial en el que la coherencia brilla por su ausencia pero no así la emotividad y el divertimento. Gran parte de la culpa la tiene el encantador reparto adolescente liderado por Emma Roberts y Dave Franco; ella es la sobrina de Julia Roberts y él, el hermano de James Franco, con lo que sus gestos provocan ocasionales déjà vus, pero ambos revelan su propio carisma, como ya probaron respectivamente en Nancy Drew. Misterio en las colinas de Hollywood (Andrew Fleming, 2007) y Ahora me ves… (Louis Leterrier, 2013). Pero el elemento más atractivo del film, al menos de cara al público adolescente al que va eminentemente dirigido, es la puesta en escena cibernauta plagada de rítmicos movimientos de cámara, hipnóticas luces de neón y fugaces mensajes superpuestos, perfectamente acorde a la historia que se está contando. De acuerdo: el mensaje es simple y el desarrollo, inverosímil, pero sin ponerse demasiado exigentes el entretenimiento está asegurado.  


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