12 diciembre 2015

Premios del Cine Europeo 2015: riesgo, reflexión y poesía

Los Premios de Cine Europeo (European Film Awards), sean más o menos justo, siempre revelan títulos interesantes, muchos de los cuales lo tienen difícil para llegar al ámbito comercial pese a su sobresaliente calidad. Austera, carente de números musicales y llena de reivindicación a favor de la unidad de Europa y la libertad de los artistas, la 28ª edición se ha cerrado con una clara ganadora: la cinta anglo-suizo-franco-italiana La juventud, de Paolo Sorrentino, quien ha vuelto a conquistar a la Academia dos años después de vencer con La gran belleza (2013, comentario aquí). Más especial si cabe fue la noche para Michael Caine y Charlotte Rampling, quienes llegaron dispuestos a recoger sendos premios honoríficos y se fueron a casa con los galardones concernientes a mejor actor y actriz, respectivamente. Gran trío de vencedores para una gala que comenzó con la imagen de Charles Chaplin en El gran dictador (1940), a juego con las palabras del presidente de la Academia Wim Wenders —“no queremos ni podemos volver a los tiempos oscuros que ha vivido Europa”—, referidas especialmente a los atentados de París y el encarcelamiento del director ucraniano Oleg Sentsov.

La juventud (Paolo Sorrentino, 2015)
Michael Caine, poseedor de dos Oscars a mejor
actor secundario, sumó anoche dos merecidos EFA
Aunque augurado por la mayoría de los expertos, el triunfo de la extraordinaria La juventud es relativamente sorprendente dado su fugaz paso por Cannes. O quizá no: hace dos años sucedió exactamente lo mismo con la última cinta de Sorrentino, La gran belleza, ignorada en el festival galo —que prefirió a la franco-belga La vida de Adèle, de Abdellatif Kechiche—, pero multigalardonada en estos premios por encima de la misma cinta que le arrebató la Palma de Oro. Curiosamente, Paolo Sorrentino fue en ambos casos reconocido como realizador y no como guionista, perdiendo entonces ante En la casa, de François Ozon, y esta vez frente a la otra gran favorita de las apuestas: Langosta, escrita por Efthimis Filippou y el propio realizador Yorgos Lanthimos (Canino, 2009), ambos griegos, pero coproducida por Reino Unido, Irlanda, Grecia, Francia y Países Bajos (sí, de coproducciones fue la noche). La original cinta suma así este galardón al concerniente a mejor diseño de vestuario, recogido hace unas semanas por Sarah Blenkinsop. Así explicó la cuestionable decisión el jurado en su día: “utilizando el color y la forma de una manera maravillosa para pintar cada plano de la película, el diseño de vestuario ayuda a hacer realidad la visión del director; cada pequeña pieza que los actores visten tiene su propia y reconocible historia”.

Langosta (Yorgos Lanthimos, 2015)
La peculiar Langosta se hizo con el Premio del Jurado
de Cannes por encima de cintas como La juventud
Los triunfos de La juventud (película, dirección y actor) y Langosta (guion y vestuario) confirman una tendencia por parte de los Premios de Cine Europeo a decantarse por las obras más arriesgadas y poéticas, inevitablemente alejadas, eso sí, del gran público. Así, mientras La juventud supone una nostálgica reflexión sobre el paso del tiempo, la vejez y el final de la vida, Langosta recurre a un extraño humor para hablar de la soledad, temor que contrapone al de compartir la existencia con alguien. Ambas son propuestas sorprendentes y muy ambiciosas que dejaron sin nada a cintas tan notables como la islandesa Rams, de Grímur Hákonarson, tremendamente profunda en su sencillez; la italiana Mía Madre, de Nanni Moretti, la mejor cinta del año según los delirios de Cahiers du Cinema; y la alemana Victoria, de Sebastian Schipper, un espectacular plano secuencia de 140 minutos de duración que tenía en la actriz catalana Laia Costa la única representante de nuestro país en esta edición (al margen del corto El corredor, de José Luis Montesinos, que perdió frente al croata Picnic, de Jure Pavlovic, en una categoría donde llamaba la atención ese revoltijo ochentero dirigido por David Sandberg llamado Kung Fury).

Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (Roy Andersson, 2015)
Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la
existencia
es indudablemente cómica, pero difícil
Sin embargo, nuestra cinematografía se llevó una celebrada sorpresa en la gala cuando La isla mínima, de Alberto Rodríguez, se hizo con el Premio del Público, lo que supone un insuficiente pero bienvenido reconocimiento a la gran calidad del cine español del año pasado, impulsado también por dos joyas de la talla de Magical Girl, de Carlos Vermut, y Loreak, de José María Goenaga y Jon Garaño, nuestra representante en los próximos Oscars. Una emocionada Nerea Barros (poseedora del más cuestionable de los diez Goyas obtenidos por la cinta) recogió el galardón con unas palabras sobre cómo los sueños se hacen realidad. Calidad aparte, este thriller será con gran probabilidad la única película comercial reconocida por estos premios, ya que la finalidad de la categoría concerniente a mejor comedia se vuelve verdaderamente cuestionable cuando la vencedora termina siendo una obra tan surrealista como Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia, por la que Roy Andersson también se hizo con el último León de Oro de Venecia. Otorgar el premio a la deliciosa comedia francesa La familia Bèlier, de Eric Lartigau, habría sido bastante más lógico.

45 años (Andrew Haigh, 2015)
Gran año para Charlotte Rampling gracias a 45 años
Y hablando de incongruencias, un servidor encuentra bastante ridículo que se hiciera entrega de sendos premios de honor a los dos intérpretes vencedores de sus respectivas categorías: Michael Caine por La juventud y Charlotte Rampling por 45 años, del británico Andrew Haigh (Weekend, 2011). El primero no pudo evitar exponer la ironía: “en cincuenta años no me he llevado ningún premio y esta noche me voy con dos” (refiriéndose al viejo continente, pues dos son los Oscars en su haber). La segunda aceptó el primer galardón con orgullo, pero se quedó sin palabras de cara al segundo: “esto es increíble” fue todo lo que logró pronunciar. En realidad no lo es tanto: la Berlinale y el Círculo de Críticos de Los Ángeles ya la premiaron, lo que podría incluso acercarla al Óscar por primera vez. Imposible no es: ocho de las veintiocho ganadoras del EFA fueron después nominadas por la Academia y tres de ellas —Juliette Binoche por El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), Helen Mirren por The Queen (Stephen Frears, 2006) y Kate Winslett por The reader (Stephen Daldry, 2008)— terminaron con ambas menciones en su haber.

Mustang (Deniz Gamze Ergüven, 2015)
Mustang es una de las favoritas al próximo Óscar
a mejor film en lengua no inglesa
Premiada en su día por Swimming Pool (2003, cuyo realizador, François Ozon, fue el encargado de otorgarle anoche el premio de honor), Rampling se une así a Carmen Maura, Isabelle Huppert y la mencionada Juliette Binoche como las actrices doblemente galardonadas en Europa. Aunque las cuatro son magníficas, cabe preguntarse si entre tantos países no hay más donde elegir. Y es que los Premios de Cine Europeo, aunque siempre interesantes, suelen desaprovechar la ocasión de reconocer trabajos de reivindicación menos obvia pero igual de meritoria, surgiendo la mayoría de nominadas (y posteriores vencedoras) de los palmareses de los principales festivales del año, cabiendo así poco margen para la sorpresa. ¡Si es que ni la receptora del Premio Discovery era un descubrimiento en absoluto! Me refiero, por supuesto a la francesa Mustang, de Deniz Gamze Ergüven, una potente denuncia a la situación de las mujeres en Turquía convertida ya en una de las cintas extranjeras clave de la temporada de premios.

The duke of Burgundy (Peter Strickland, 2014)
Extraña, perversa y seductora, The Duke of Burgundy
fue tristemente omitida por las nominaciones
Aunque, puestos a criticar, la decisión de repartir los premios técnicos (fotografía, montaje, música, sonido, dirección artística y el ya mencionado vestuario) semanas antes de la gala, sin preseleccionadas siquiera, lejos de granjear más protagonismo a los mismos, arrebata a múltiples cintas la posibilidad de asomarse a las nominaciones. No obstante, sí resulta interesante poder escuchar las justificaciones de un jurado que se toma muy en serio su labor. Así, la mejor banda sonora fue a manos del dúo de pop alternativo Cat’s Eyes por el fascinante drama húngaro-británico The Duke of Burgundy, de Peter Strickland, “por un enfoque muy valiente y atrevido de la música de cine, con todos los elementos adecuados de la artesanía musical y la comprensión visual”; galardón merecido donde los haya. Por su parte, el mejor sonido fue para Vasco Pimentel & Miguel Martins por el arriesgado tríptico Las mil y una noches, del portugués Miguel Gomes (Tabú, 2012), una de las obras más aclamadas del año por la crítica especializada. El motivo del jurado para laurear esta coproducción germano-franco-suiza-portuguesa fue que su diseño de sonido “posee una fuerte identidad que combina estilos de documental y de ficción: cada secuencia de sonido desarrolla un punto de vista original que sigue muy de cerca la narración, siendo el resultado poesía brillante llena de vida y atrevimiento”.

El nuevo nuevo testamento (Jaco Van Dormael, 2015)
La comedia negra fantástica El nuevo nuevo testamento
es uno de los toques más raros de los premios
El premio a mejor dirección artística lo recibió Sylvie Olivé por la franco-luxemburgo-belga El nuevo nuevo testamento, de Jaco Van Dormael (Las vidas posibles de Mr. Nobody, 2009) cinta recién nominada al Globo de Oro (al igual que Mustang). Así la defendió el jurado: “la dirección artística sigue y apoya el drama de una manera hermosa, divertida y artística, mezclando lo real y lo surrealista con mucha fantasía irónica”. Por su parte, el premio a mejor dirección de fotografía (Premio Carlo di Palma) fue a manos de Martin Gschlacht por la espeluznante ópera prima Goodnight Mommy, dirigida por los austriacos Severin Fiala y Veronika Franz (candidatos al Premio Discovery) y producida por Ulrich Seidl, por ser “extremadamente coherente y sugerente: cada plano está creado en la atmósfera de la película y refuerza su dramaturgia; estas imágenes son testimonio de la enorme sensibilidad visual del director de fotografía y un excelente ejemplo de la utilización de la composición y de la luz que ofrece una nueva y muy moderna forma de entender el arte de la dirección de fotografía”.

En cuerpo y alma (Malgorzata Szumowska, 2015)
En cuerpo y alma supone el único toque del este
de Europa en esta 28ª edición de los EFA
Por último, el mejor montaje fue para Jacek Drosio por la tragicomedia familiar En cuerpo y alma, por la que la polaca Malgorzata Szumowska (Amarás al prójimo, 2013) se hizo con el premio a mejor dirección en la pasada Belinale. Los motivos del jurado fueron que se trata de “un ejemplo excepcional de precisión: respaldado por el humor brillante, el montaje utiliza las muchas facetas de la imaginería de la dirección de fotografía para crear espacio para cada personaje, para la dignidad de cada uno de ellos, el fallecido y el espectador: nos permite detenernos, intensifica el ritmo donde es necesario y cambia las perspectivas para componer una espléndida narración que trae todo el dolor y la nostalgia unidos a una buena risa”. Además de ser todos sumamente merecidos, los seis premios técnicos han supuesto la oportunidad de honrar a películas tremendamente interesantes a menudo ignoradas por el resto de categorías pese a los importantes nombres involucrados en ellas. Ex Machina, de Alex Garland; 13 minutos, de Oliver Hirschbiegel; La ley del mercado, de Stéphane Brizé, y Aferim!, de Radu Jude, no tuvieron tanta suerte.

La canción del mar (Tomm Moore, 2104)
La canción del mar fue candidata al último
Óscar a mejor cinta de animación
Mencionar por último que Amy, de Asif Kapadia, se hizo con el previsible galardón de la categoría documental (no por casualidad es la favorita actual al Óscar) y que La canción del mar, de Tomm Moore, se impuso a La oveja Shaun, de Richard Starzak y Mark Burton, en la categoría animada. Habréis de disculparme si, de todos los premios repartidos, celebro especialmente este último, recogido por una de las cintas más dulces, mágicas y hermosas del año. Empero, no puedo despedirme sin aplaudir el galardón especial concedido a Christoph Waltz por su contribución al cine en el mundo. Actor fetiche de Quentin Tarantino (lo que le ha reportado dos Oscars casi consecutivos) y último villano de la saga de James Bond, el intérprete austriaco reconoció que debe el cien por cien de su carrera a la suerte. Humildes palabras por parte de uno de los rostros más internacionales, sorprendentes y polifacéticos del panorama actual, un perfecto ejemplo de cómo el cine europeo carece de fronteras. En todos los sentidos.


© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
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2 comentarios:

  1. ¡Cuánto buen cine se hace en Europa! ¡Y cuántas películas por ver!

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  2. Me parecen útiles e interesantes estos resúmenes que nos dan una perspectiva general de lo que está pasando en el mundo del cine en cada certamen,unas citas, que nos gusten o no, tienen su repercusión. Yo tengo muchas ganas de ver el film de Paolo Sorrentino. He de reconocer que Yorgos Lanthimos me ha decepcionado, porque esperaba mucho más de él, y puede que tengas razón al citar a los guionistas; te reconozco que, frente a Canino, que la vi hace mucho tiempo, he tenido que hacer un esfuerzo por recordar 'The Lobster', una película que reflexiona tanto sobre los inconvenientes de estar solo, como los de estar mal acompañado, pero con una puesta en escena tan plana, que carece de todo mordiente, lo que decepciona. Es muy de agradecer este arduo trabajo que realizas y que nos dejará del todo satisfechos cuando veamos en los títulos de crédito tu nombre junto al de un gran realizador. Así lo espero. Ya sabes que los pensadores latinos decían que se aprende a escribir escribiendo y a leer leyendo, y yo creo que tú debes persistir en lo que de verdad te gusta. Lo lograrás.

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