07 octubre 2012

La magia del maquillaje de cine


Cuando se piensa en la magia del cine, los efectos especiales son lo primero que viene a la mente: batallas intergalácticas, terroríficos dragones y actores voladores. Pero hay una magia cinematográfica mucho más simple que a menudo pasa desapercibida. Se trata sencillamente del maquillaje, cuya utilización como embellecedor de estrellas es, no sólo el más conocido, sino el menor de sus usos.

Maquillaje de El doctor Frankenstein
Boris Karloff se cubre de maquillaje para
rodar El doctor Frankenstein
Al principio, el maquillaje era imprescindible para que las tiras de película registraran bien los rostros. Este uso no duró demasiado, pero se descubrieron otros nuevos. En sus orígenes, el cine apenas contaba con medios para lograr la espectacularidad y el maquillaje era a menudo la única opción para maravillar a los espectadores.  El primer mago de la caracterización fue el actor Lon Chaney, quien se transformó en los personajes que dan nombre a El jorobado de Notre Dame (Wallace Worsley, 1923) y El fantasma de la ópera (Rupert Julian, 1925). Del mismo modo vieron la luz los protagonistas de El doctor Frankenstein (james Whale, 1931), Dracula (Tod Browning, 1931), El hombre lobo (George Waggner, 1941) y otras muchas películas de monstruos de los estudios Universal. De la manera más sencilla, cobraban vida algunas de las criaturas más míticas del séptimo arte. Así, maquillaje y cine de terror han ido de la mano desde los comienzos y a día de hoy siguen siendo grandes aliadas, como muestra la caracterización del monstruoso Freddy Krueger para la brillante Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) y sus interminables secuelas.

Maquillaje de Una serie de catastróficas desdichas
Jim Carrey como el genial Conde Olaf de
Una serie de catastróficas desdichas
Pero debió pasar medio siglo para que la Academia de Hollywood honrase al maquillaje de un film en su entrega de premios. Se trataba de Las siete caras del Dr. Lao (George Pal, 1964), para la que Tony Randall tuvo que afeitarse la cabeza para que distintas identidades fueran aplicadas sobre él; surgía así un circo lleno de misticismo. El segundo y último Oscar honorífico a maquillaje lo recibió la fascinante El planeta de los simios (Franklin J. Schaffner, 1968), que, sin apenas avances técnicos, logró crear una raza de primates muy creíble sin perder la humanidad de sus actores.

Las múltiples prótesis utilizadas por Rick Baker para las transformaciones de Un hombre lobo americano en Londres (John Landis, 1981) impresionaron tanto a la Academia que ésta decidió crear la categoría de mejor maquillaje, premio que recibirían films tan distintos como Amadeus (Milos Forman, 1984), Señora Doubtfire (Chris Columbus, 1993) y Elizabeth (Shekhar Kapur, 1998). El propio Baker recolectaría siete premios en esa categoría por films tan sonados como Men in black (Barry Sonnenfeld, 1997).

Maquillaje de La vida en rosa
Marion Cotillard borda a Edith Piaf en La vida en rosa
El maquillaje es esencial para la caricaturización de personajes reales. Meryl Streep dedicó su Oscar por La dama de hierro (Phyllida Lloyd, 2011) a sus maquilladores, Mark Coulier y J. Roy Helland, quienes ya la habían maquillado para La decisión de Sophie (Alan J. Pakula, 1982); sin su ayuda, ni siquiera una actriz de la talla de Streep habría sido capaz de transformarse en Margaret Thatcher con tal maestría. Gracias a esta colaboración un film bastante mediocre obtuvo dos Oscars, los mismos obtenidos cuatro años antes por la trágica La vida en rosa (Olivier Dahan, 2007), que transformó a la bella Marion Cotillard en la poco agraciada cantante francesa Edith Piaf. También Nicole Kidman hubo de afearse para transformarse en Virginia Woolf para la maravillosa Las horas (Stephen Daldry, 2002), pero en este caso, el uso de retoques digitales la descalificaron frente al Oscar (al maquillaje, no a Kidman, quien pronto se enfrentaría a las dificultades de maquillar un rostro de plástico). En cualquier caso, aquel año el premio estaba cantado, ya que la caracterización de Salma Hayek en Frida (Julie Taymor, 2002) era impresionante. Curiosamente, mientras miles de actrices se quedan sin trabajo a causa de su físico, las grandes bellezas de Hollywood obtienen sus mejores papeles afeando sus rostros.

Maquillaje de El señor de los anillos
Laborioso proceso de creación de un orco para 
la impresionante saga de El señor de los Anillos
En las películas que abarcan un amplio número de años, el maquillaje es esencial para que parezca que éstos verdaderamente han pasado por la piel de los actores. El mundo según Barney (Rocahrd J. Lewis, 2010) y Mar adentro (Alejandro Amenábar, 2004) muestran distintas etapas de la vida de sus protagonistas con gran realismo gracias a la calidad del maquillaje, mientras que films tan modernos como El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte II (David Yates, 2011) y J. Edgar (Clint Eastwood, 2011) pierden gran parte de credibilidad precisamente debido a un maquillaje que no está a la altura de los demás elementos de dichas producciones. En el caso de Albert Nobbs (Rodrigo García, 2011), al paso del tiempo se suma la caracterización de dos mujeres (excelentes Glenn Close y Janet McTeer) que, de tanto hacerse pasar por hombres, terminan confusas sobre su propia identidad. Incluso fue posible engordar a Adam Sandler en Click (Coraci, 2006) y, aunque lamentablemente los usos del maquillaje como adelgazante no parecen factibles, el cine nos ha regalado auténticas maravillas en este campo, siendo el envejecimiento de Cate Blanchett y el decrecimiento de Brad Pitt de El curioso caso de Benjamin Button (David Fincher, 2008) la más impresionante de todas. 

Algunas entidades cinematográficas se han beneficiado especialmente del maquillaje. Así, éste es clave en la mayoría de los films de Tim Burton, sean éstos de corte real (Ed Wood, 1994) o fantástico (Eduardo Manostijeras, 1990). Jim Carrey, por su parte, encuentra en el maquillaje el aliado ideal para bordar papeles tan absurdos como divertidos, como los hallados en El Grinch (Ron Howard, 2000) o Una serie de catastróficas desdichas (Brad Silberling, 2004). Robert De Niro y Gary Oldman son otros especialistas en jugar con su imagen, pero el rey del maquillaje fue Eddie Murphy en Norbit (Brian Robbins, 2007), donde interpretó todos los papeles protagonistas gracias a sorprendentes transformaciones (lástima que eso fuera lo único de interés del film). 

Maquillaje de El laberinto del fauno
Los españoles David Martí y Montse Ribé obtuvieron el
Oscar por El laberinto del fauno
A la hora de ambientar las películas en épocas pasadas, como en el caso de Cleopatra (Joseph L. Mankiewiecz, 1963), Cyrano de Bergerac (Jean-Paul Rappeneau, 1990), o Ágora (Alejandro Amenábar, 2009), el maquillaje es esencial para dar la imagen adecuada a los personajes. Pero son las películas fantásticas las que más se han beneficiado de los avances en este campo. Los pies de hobbit, las orejas de elfo o la piel de orco de El señor de los anillos (Peter Jackson, 2001-2003) habrían sido inimaginables tan sólo unos años atrás y eran el principal motivo por el que Peter Jackson sentía pereza a la hora de rodar El Hobbit (2012), en la que todos los personajes nacen del maquillaje. El éxito de ésta y otras sagas como Star Wars, Star Treck o Las crónicas de Narnia se debe en gran medida a su habilidad para convertir las salas de cine en un viaje a emocionantes mundos inexplorados en cuya creación este arte juega un papel decisivo.

Lamentablemente, debido al glamour de los actores y la espectacularidad de los efectos especiales, la labor de los maquilladores suele pasar desapercibida. Lo que la mayoría ignora es que el primer paso del rodaje de un film como El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006) no lo conforman ni las actuaciones, ni los efectos visuales, sino uno tan sencillo como trabajoso cuyo papel en la industria del cine es cada vez más destacable: la aplicación de una fina –o gruesa– capa de maquillaje.

Maquillaje de El curioso caso de Benjamin Button
La bella historia de amor de El curioso caso de Benjamin Button fue posible gracias al maquillaje

© El copyright del texto pertenece exclusivamente a Juan Roures
© El copyright de las imágenes pertenece a sus respectivos autores y/o productoras/distribuidoras

3 comentarios:

  1. En definitiva un trabajo delicado. El laberinto del Fauno me gustó bastante.
    Saludos
    David de observandocine.com

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  2. Cómo puedes calificar a La vida en Rosa como mediocre?¿? Bueno... yo no logré acabarla todavía, algo pasa cuando intento ver esa película, pero vi más de la mitad y a mi me gustó.
    La gente, en general, debería fijarse más en todo. Pero tienes razón, no muchos piensan en el pobre maquillaje.

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    1. Leete mejor el articulo, la mediocre es LA DAMA DE HIERRO, no LA VIE EN ROSE! ;)

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